martes, 28 de septiembre de 2010

El despertar. GatitaKarabo

El despertar

El sector 593K es región de destripaterrones palurdos, que intentan pagar la mercancía -fruto del botín de algún pillaje- con una mísera zanahoria o un par de patatas, por eso la vieja alcahueta al frente del negocio sonríe al forastero mostrando sus encías, como si hubiera encontrado un filón. El cliente escudriña la chatarra del desguace y encuentra lo que busca para reparar las telecomunicaciones de su vehículo: un transmisor Ep-3 de radiofrecuencia alfa.

Inmóvil en mi rincón veo que el regateo se prolonga hasta que el extranjero parece haberse fijado en mí y me señala.

-¿Y eso? –pregunta extrañado-. Creía que tras la guerra contra la secta terrorista Pro-Castidad Radical, ya no quedaba ninguna.

-Toda suya, caballero, si accede al pago de los veinte mil dineros por el transmisor. Considérelo una dádiva generosa por su compra. Está algo maltrecha –advierte la vieja-, pero seguro que un caballero hacendoso como usted sabe cómo sacarle partido –y se ríe haciendo un gesto soez.

-Está desnuda. Necesitaré algo de ropa para poder llevármela.

*******************************************************************

Estoy sobre una esterilla acolchada. El hombre pasa la esponja enjabonada por mis pechos y mis pezones se endurecen. Sus manos son suaves y limpia mi cuerpo con delicadeza.

-Estás despierta, ¿verdad? Soy el Capitán Hans y estás en mi nave. Pertenezco a la unidad de reconocimiento de la brigada 45. ¿Te sientes bien?

Imposible describir cómo me siento, sólo sé que estoy mojada. Y eso le digo con voz ronca.

-Claro que estás mojada, te estoy lavando –responde con una sonrisa mientras sus dedos rozan de nuevo mis pezones.

-No, no es eso. Es aquí –me llevo la mano a la entrepierna, introduzco un dedo y se lo muestro, luego me humedezco los labios. El hombre contiene la respiración mirando mi boca y mi lengua.

-¿Has… has estado con un hombre alguna vez? Ya sabes… Tú…

-No, nunca -sus ojos no dejan de recorrer mi cuerpo desnudo y finalmente se decide a hablar.

-Yo… sólo quiero que me chupes la polla. ¿Lo harías?

Asiento con la cabeza.

El extremo humedecido roza mis labios. Saco la lengua y lo lamo. Se la chupo como él me indica: más adentro, más rápido, trágatela toda… Sus dedos no cesan de tocarme y estoy cada vez más mojada. Me pide que abra las piernas… Su polla irrumpe dentro de mí... Una súbita corriente intensa invade mi organismo y provoca que cada fibra de mi ser se sacuda… mis ojos se ponen en blanco y tras un agudo lapsus, me recobro.

Ya estoy despierta.

Mis manos se encajan a ambos lados de la cabeza del hombre que jadea sobre mí y oigo el crujido de su cuello al quebrarse. La penetración ha activado el software oculto en mi sistema cibernético. Ahora mis instrucciones son eliminar a tantos enemigos de la causa pro-castidad como me sea posible.

Me quito de encima al hombre muerto. No lo lamento. De hecho, no siento nada. Los Cyborg no sentimos, simplemente actuamos en función de nuestra programación.


El despertar. GatitaKarabo
Categoría: Hetero: Primera vez

Me encontraba en estado de espera hasta que llegó él y me hizo despertar.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Apetecible. Paul Sheldon



¿Era sexualmente apetecible? Terriblemente.

¿Estaba a mi alcance? Ni en sueños.



Tenía una belleza difícil de describir, una belleza de otra época. Yo la comparaba con aquellas actrices de los cincuenta, salidas del desguace de la Gran Guerra. Altivas como divinidades paseando su desprecio desde las revistas, décadas antes de la explosión de lo cibernético. A su lado me sentía empequeñecido y vulgar. Ella era una musa. Yo, un destripaterrones.

Con todo, una vez, una sola vez, estuve muy cerca de algo.

Cogimos el ascensor al mismo tiempo, me saludó cordialmente. El vuelo de su falda contrastaba con lo ajustado de su camisa, quedando sus pechos desproporcionados en relación a su cintura. Me aplasté contra el espejo.

Subimos cuatro pisos. De camino al quinto, el ascensor se paró. Me miró interrogante y yo hice lo mismo con el cuadro de mandos.

Pasaron diez minutos, veinte. Yo me afanaba, hacendoso, pulsando el botón de alarma, como si hubiera mil formas distintas de hacerlo.

Ella se descalzó despacio, primero un botín y luego el otro. Se acercó a mí, me tomó suavemente la mano y la retiró del pulsador.

"Déjalo, anda, que me va a estallar la cabeza".

Se me quedó la mano floja en el aire mientras trataba de memorizar la sensación de sus dedos sobre los míos. Estúpidamente, me sorprendió su verdadera estatura. Nunca se me había ocurrido que yo podría ser más alto que ella.

Intenté iniciar una conversación.

"Creo que nunca te había visto sin tacones… Debo ser unos diez centímetros más alto que tú… ¿No?"

Me miró como quien ve a una zanahoria hablar. Permaneció unos segundos eternos en silencio, valorando si merecía la pena ofenderse. Luego se acercó un poco más a mí y yo me aplasté un poco más contra el espejo.

Nunca la había tenido tan cerca.

Se puso la palma de la mano en la cabeza y, muy despacio, la movió en horizontal hasta meterla con firmeza entre mis labios. Pensé que debía aceptar esa dádiva dándole un beso en la mano pero tenía la boca paralizada. Luego puso su otra mano sobre mi cabeza y valoró el espacio entre ellas.

"Creo que tienes razón".

No recuerdo si parpadeé.

"Estamos a una polla de distancia".

Abrí y cerré la boca varias veces, intentando decir algo, pero en mi cabeza sólo había sitio para una palabra, rebotando y transformándose en infinitas variaciones, explotando en burbujas, parpadeando en neones eléctricos, haciéndome señales de humo.

"Polla, polla, polla, polla, polla…"

Se acercó otro poco más, apoyándose descaradamente en mí, y entonces, como una alcahueta rencorosa, como la más perfecta encarnación del mal, el ascensor se movió.

Todas las burbujas explotaron, el ascensor llegó al quinto y, finalmente, abrió sus puertas.

Sin ni siquiera mirarme, salió del ascensor y, allí mismo, en el suelo del rellano, dejó los botines y se calzó. Mientras se cerraban las puertas, se giró y comprobé, ambos comprobamos, que volvía a ser más alta que yo.

06/07/10

PaulSheldon

paul.sheldon.00@gmail.com


Apetecible. Paul Sheldon.
Categoría: Hetero: General

jueves, 23 de septiembre de 2010

Media tarde. Trazada

Media tarde

He estado en Madrid con Luna, mi amiga de rostro aniñado, torso adolescente, largos muslos, sexo rasurado, ojos verde primavera y sonrisa de ángel. La semana pasada me dice: "Tengo un ligue cibernético y hemos quedado en vernos en Madrid ¿Me acompañas?". Le contesté que sí, porque Luna me lleva del pico y hace de mí lo que quiere. "El chaval está bueno, lo he visto por webcam, pero es un destripaterrones básico – me comentó -. Mira como se explica".

Me alargó un folio en que había impreso su conversación de chat, y aprecié que el tipo se pegaba con la ortografía y perdía por goleada. Un botón de muestra: Contestando a la pregunta de si le gustaba la literatura, respondía: "Komo no tengo estudios no sé mucho de ler ni describir".

En fin, que nos plantamos en Madrid. Nos apetecía cochinillo asado y fuimos a un restaurante típico. En la mesa de al lado vinos a Alfonso Guerra con unos amigos viejísimos – ya estaban para el desguace, no os digo más -. ¿La comida? De cine. (Por si le interesa a alguien, el restaurante está en la calle Cuchilleros y se llama Casa Botín).

Ya bien comidos, comentó Luna que había quedado con su ligue en uno de esos clubs liberales "swinging" en que la gente cambia más deprisa de pareja que de copa. Tomamos un taxi, llegamos y nos dimos de narices contra una puerta cerrada. Pulsamos el timbre y un tipo nos espetó a través de un ventanillo:

- Contraseña.

No sabíamos que hiciera falta una, y Luna improvisó:

- "Filiberto".

La madre que te parió – se encogió de hombros el tío.

- Pues…"dádiva".

- Y tu tía la coja – sonrió torvamente el hombre.

- ¿Me admitirías "hacendoso"? – insistió Luna.

Silencio.

- ¿Y "zanahoria" como animal de compañía?

Ídem de ídem.

- Pues no sé – suspiró mi chica – Como no sea "alca…"

- ¡Por fin! – interrumpió el hombre – "Alcahueta". Esa es la contraseña. Pasad.

Luna me confesó que pretendía decir "alcaparra", pero bien está lo que bien acaba. Entramos y comprendimos que allí valía todo. El personal andaba amontonado y nadie sabía de quién coño era el coño que tenía más cerca, ni dónde cojones estaban los cojones de uno.

- ¿Y tu ligue? – quise preguntarle, pero Luna ya estaba en pelota picada afanándose en tocar el clarinete de un tipo moreno, mientras otro tamborileaba en el culo de mi chica.

Total, que me lancé al montón.

Si uno va a una fiesta normal, luego recuerda que habló con Fulano de fútbol, que se le insinuó Menganita y que Zutano pretendió venderle un coche. Esto fue distinto. ¡Con decir que en un momento dado, entre tetas y coños, llegué a chuparme mi propia polla, o al menos eso quiero creer! Podría detallar más, pero hay un límite de quinientas palabras en el Ejercicio y casi están cumplidas. ¡Lástima de topes absurdos, porque lo de aquella rubia cachondona!…

Pero alcancé quinientas palabras justas. Pongo punto final.



Media tarde. Trazada.
Categoría: Hetero: General

Lo que nos ocurrió a Luna y a mí en Madrid hasta un momento antes de que la cosa se pusiera interesante.

lunes, 20 de septiembre de 2010

La noche es bella. Lydia


"La noche es bella..." eso me dijo Mari Pili, el día que celebrábamos su despedida de soltera justo en el mismo instante en que nos cruzamos con todos aquellos chicos que venían de otra despedida. Francamente es lo que pasa… diez tías de despedida, totalmente beodas, contra diez tíos más salidos y beodos que nosotras… no sé, es como una especie de imán, bastante difícil de despegar.

Y mira que no andaba yo muy animada esa noche en un principio, pero entre lo cachonda que fue toda la velada y las gracias de Mari Pili, la futura novia, tan elocuente y alcahueta como siempre, consiguió convencernos a todas para ligarnos a aquellos pipiolos.

Bien es verdad que me quedé enseguida con la cara de uno de ellos, que aunque de lejos tenía pinta de destripaterrones, una vez arrimada a él se le veía para mi gusto como el más apuesto del grupo, por no hablar del bulto de su pantalón, el más "puesto" de todos, también.

Tampoco recuerdo bien cómo se desarrolló la cosa, pero un pispás, desaparecimos todas y todos, eso sí, cada cual con su preciado botín. El mío, no era nada del otro mundo, esa es la verdad, pero a esas horas de la noche, todo tan oscuro y con cinco copas de más… ¿qué otra cosa se podía pedir?

El hombre de mi lote se llamaba Remigio, pobrecito, una tradición familiar, según me dijo después... muy hacendoso él, a la antigua usanza, pues tuvo, entre otros, el detallazo de sacar su pañuelo para limpiar el banco del parque donde ambos aterrizamos. Yo hubiera preferido un lugar más romántico, pero con menos miramientos... ya puesta, una cama de un hotel donde poder intimar algo más, pero lo más habitado cercano era un desguace a unos cien metros, que tenía muy mala pinta, por cierto, por no hablar del dueño, más difícil todavía de describir.

Remigio se esmeró en convencerse a sí mismo y convencerme a mí de que era un tío educado, que no quería propasarse, que tenía novia y todo eso, pero yo andaba más caliente que un horno de pan y toda insinuante, pedía guerra por todos los medios posibles, aunque intuía que él no pillaba las señales que le mandaba. Sabía que mi amiga Mari Pili ya estaba retozando con el novio de la otra despedida… y esta vez no a través de un rollo cibernético, como siempre, sino algo muy real... totalmente real. Nos liamos todas con todos.

Yo sabía que no me había llevado la mejor dádiva, sin embargo, soñaba con poder disfrutar de la zanahoria que escondía el apuesto de Remigio bajo el pantalón. Y vaya si la disfruté... menuda zanahoria, la que ahora, todo sea dicho, me meriendo cada tarde desde entonces… Ah y por cierto, aunque parezca mentira, el fruto de aquella loca noche, es Remigio... Remigín... nuestro pequeño… que curiosamente, no sé si por la zanahoria o por la propia chifladura que nos atrapó, nos salió pelirrojo.

Lydia



La noche es bella. Lydia
Categoría: Textos de risa

Una despedida de soltera se sabe como empieza, pero nunca cómo acaba.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Play. Un típico Sobi


—Despliego el tablero del scrabble sobre una plancha de acero que Jorge, el más hacendoso de los cuatro (no me mires así), ha encontrado por el desguace. Hemos ocupado un autocar destartalado, aunque, eso sí, con asientos muy cómodos. Estamos en el año cibernético, denominado así por la terrible creación de la doctora Lipton, y vagábamos sin rumbo de un lado a otro, huyendo de la propagación de un virus biónico llamado "V-5". Como la gran mayoría, sabemos que tarde o temprano acabaremos infectados, y es por eso que, mi novia María, Jorge, su novia Malena y yo hemos decidido aprovechar el poco tiempo que nos queda. Bebemos tequila de importación robado…

—Saqueado.

—Bueno, sí, saqueado… y jugamos al scrabble, vicio que adquirimos en un foro de relatos obscenos, ¿os acordáis?

—Nos acordamos, ¿quieres empezar?

—Ya mismo. Abro la partida con la palabra dádiva. Haciendo uso de la segunda d, Malena, la alcahueta del grupo, vale, vale, lo retiro…; Malena a secas forma la palabra desguace.

(Clic).

—Hemos avanzado la partida, y para describir brevemente lo que ha ocurrido, Jorge ha añadido la palabra botín, Maria terrones, aquí un servidor la palabra guerra, y, hábilmente, Malena ha unido destripa a terrones, formando así destripaterrones. Una jugada perfecta, con dos dobles tanto de palabra. Jorge ha conseguido la palabra felación, pero Malena ha resultado finalmente vencedora.


»Como solemos hacer, el ganador o ganadora elije a quién se folla esta noche (¡a mí, a mí!)

—¿A ti? ni loca…

—Y quienes se quedan mirando (¡yo no, yo no!).

—Tú sí, tontorrón, tú sí… Esta noche me apetece follar con Maria.

—Jorge y yo nos hemos quedado desinflados.

—Eh, chicos: podéis usar esto con nosotras, si queréis.

—Malena nos lanza una zanahoria a cada uno, de las que robamos… bueno, saqueamos ayer. Me como la mía (mmm… está buena), y Jorge tira cabreado la suya a las chicas. Oye, jorge: no te lo tomes así… Eh, ¿a dónde vas? Bueno, Jorge se va y las chicas… vaya, las chicas ya están desnudas. Genial.

—¿Puedes callarte un rato? y apaga esa maldita grabadora, mendrugo.

—Vale, vale… ya la apago. Vosotras seguid con lo vuestro […] Malena se ha sentado detrás de Maria. Le rodea la cintura con las piernas (¡y qué piernas!), le agarra los pechos con las manos y le besa el cuello. Maria está excitada y gime. Escuchad…

(Gemidos de placer)

—Ahora Malena le da un mordisco en el hombro. ¡Joder! no sé si aguantaré mucho más viendo esto; se me está poniendo dura como un tronco. Malena baja la mano y le acaricia… joder, lo que yo chuparía si me dejaran. Ahora coge la zanahoria que Jorge les ha lanzado y, joder, se la empieza a meter… ¡Joder, joder! Escuchad, chicas: si me dejáis intervenir os prometo que mañana saldré a conseguiros tampones, aunque me cueste la vida, os lo juro.

—De acuerdo, siempre y cuando hayas apagado esa estúpida grabadora como te dije.

—Lo hice, lo hice; mirad…

(Clic).



Play. Un Típico Sobi.
Categoría: Otros Textos

En tiempos post-apocalípticos, cualquier excusa es buena para una partidita de porno-scrabble.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Zanahorias de Haití. Masulokunoxo


ZANAHORIAS DE HAITÍ.

Puerto Príncipe- El terremoto que devastó Haití –justo ahora se cumplen nueve meses- hace tiempo que ha dejado de ser noticia.

Tras describir la hecatombe y el desguace de un país asolado por el seísmo, los periodistas, con un magro botín de crónicas plagadas de tragedias humanas, fueron los primeros en marcharse. Que me perdonen los colegas, pero los únicos que se dieron más prisa en salir pitando de la zona de guerra, tras prometer el oro y el moro en forma de dádiva internacional, fueron los políticos.

Les siguieron los cooperantes de vacaciones solidarias, la mayoría de ellos convocados a través de las redes sociales que pueblan el espacio cibernético. Es muy solidario, queda muy "guay" y está de moda ayudar a estos destripaterrones morenitos…pero sin abusar, porque hay que seguir pagando la hipoteca, y no están los tiempos como para que a uno le pongan de patitas en la calle por excederse con los días de permiso.

Y poquito a poco, sin armar ruido, el despliegue militar internacional, tan aparatoso los primeros días, se está volatilizando con pasmosa rapidez. Si no fuera por los camiones y los helicópteros, que siguen haciendo falta para abastecer a las zonas incomunicadas, nadie los echará de menos. En opinión de la mayoría de los haitianos, no hacen falta quince mil milicos para meter en cintura a unos cuantos saqueadores.

¿Queda alguien?

Aparte de los habituales: la Cruz Roja y las ONG´s que siempre dan la cara –con riego de que se la partan y/o les retiren las subvenciones en sus países de origen-, pocos más. Ahora mismo, el grueso del personal voluntario lo forman haitianos y dominicanos, que se temen lo peor, en vista del descenso del volumen de ayuda humanitaria.

Entre tanto, el hacendoso haitiano de Puerto Príncipe aprovecha cualquier solar despejado de escombros para convertirlo en huerto. La zanahoria se está convirtiendo en la unidad monetaria de uso corriente, desplazando al gourde –la moneda oficial- en las transacciones de trueque.

Ayer mismo, sin ir más lejos, una alcahueta me ofreció los servicios de una impresionante mulata…por quince kilos de zanahorias. Decliné tan tentadora oferta, pero, a cambio de un par de dólares, accedieron a que las entrevistara. La anciana –treinta y cinco años- terminó confesando que la chica –dudo que alcanzase la mayoría de edad- era su hija. La chica opinaba que siempre es preferible un educado periodista a un marine borracho. Ante mi indignación, la buena señora rebajó el precio a diez kilos de zanahorias.

Me temo que Haití está escalando vertiginosamente posiciones como destino del turismo sexual y reclamo de pedófilos.



Zanahorias de Haití. Masulokunoxo.
Categoría: Otros Textos

Sólo un recordatorio.


Charla de Alcoba. Trazada

Charla de alcoba

Luna vuelve del baño, desnuda y esplendente. Nunca me canso de admirarla. Tiene encanto natural, deslumbra con su aparente aire de inocencia, carita de niña de pelo rubio y corto, nariz arremangada, labios de morder y ojos grandísimos con destellos de mar, mínimos pechos de areolas oscuras y vientre blanco de pubis rasurado. Se mueve con gracia, siempre lo hace. Se tumba boca abajo en la cama y mi mirada queda prendida en su trasero respingón, única curva declaradamente femenina de su cuerpo.

Nos agrada charlar, tras hacer el amor, mientras recuperamos individualidad y aliento fumando un petardo compartido de marihuana, sin brizna de tabaco, eso sí, porque la salud es lo primero.

- ¿Te gustaría acostarte con un cibernético? – le pregunto exhalando el humo -. Ya sabes, con un tipo de esos que cumplen las tres leyes de la robótica a rajatabla: no hacerte daño, obedecerte y morir por ti si se lo mandas. Un perrito fiel.

- No – se acaricia Luna los pechos –, para perrito faldero ya te tengo a ti. Prefiero un destripaterrones oliendo a sudor agrio, con callos en las manos que lastimen en lugar de acariciar y la polla dura como un martillo pilón.

- Para, Luna, – me da un ramalazo de celos – para de tanto describir. Con un tipo así no irías a la cama, sino a la guerra.

- ¿Y qué? ¿No sabes que las mujeres soñamos con que alguien nos vuelva del revés y nos desguace? ¿Aun no te has dado cuenta de que, en lo más hondo, soñamos con ser el botín del vencedor?

Debo poner una cara muy rara, porque Luna da una calada al pito de hierba, me echa mano al paquete y empieza a masturbarme lentamente.

- No te cabrees, hombre. Recuerda lo que dice el Libro de los Proverbios: "Una dádiva en secreto aplaca la ira, y el soborno bajo el manto, el furor violento". Nadie sabe que te estoy dando gusto ahora mismo, ni que te soborno por ahí abajo a base de manubrio, así que, si la Biblia sabe lo que se dice, has de estarte "tranqui", colega.

Luna tiene un modo tan hacendoso y diligente de ponerme a tono que no sé qué responderle. Me mira y rompe a reír.

- Por cierto ¿cómo llamará el destripaterrones a su polla? – me la ase más fuerte - ¿La zanahoria?

- Ni idea – le contesto, apurando la pava -. Pero deja de vacilarme: ¿En serio te apetecería hacerte a un neandertal?

- Pues claro que sí, tonto. Pero no te preocupes – sonríe -, si me hago a alguno le preguntaré si tiene una hermana y así los cuatro podemos montar una cama redonda.

- Además de puta, alcahueta – rezongo yo.

Luego, como mi cosa se ha animado cantidad, aplasto la colilla en el cenicero y Luna y yo emprendemos un nuevo asalto. Intento ser fuerte, casi violento, pero, por la cara que pone ella, es claro que como destripaterrones soy un fracaso.



Charla de alcoba. Trazada.
Categoría: Otros Textos

Lo que Luna y yo comentamos entre polvo y polvo.