lunes, 25 de abril de 2011

La morochita villera (Gata Colorada)

Si una ha ido escribiendo y publicando sus recuerdos eróticos en TR, el tema del EJERCICIO se complica.

Al dar la posibilidad de dos relatos, uno obligatoriamente debe ser de imaginación, pero también creo que l@s lector@s buscan que l@s autor@s ,en el otro, cuenten algo personal: esa mejor noche que te llena de nostalgia y calentura cada vez que vuelve a tu mente.

Claro que si una ha ido desnudando sus experiencias, es más difícil decir cuál ha sido la mejor noche.

Además cuando me plantean CÚAL ES LA MEJOR película, novela, comida , etc. pregunta a la que muchas personas son aficionadas, la respuesta me da problemas. Porque siempre tengo dudas. “El padrino” pienso a veces , otras Casablanca, o quizás Kane o Vértigo, y ¿por qué no una comedia? Me he reído tanto con Wilder y con Edwards.

Lo mismo me ocurre con la literatura ( El Quijote o Montecristo…), con las series de televisión ( Roma o Los simuladores….), las comidas ( ostras o tortilla de papas y cebolla…) .

Lo mejor depende de mi estado de ánimo, dentro de las muchas cosas de la vida que me gustan.

¿Buenas noches? : aquella en que cansada al acabar los exámenes dormí casi 20 horas de un tirón, o aquella cena en el barco en el Sena o esos finales de noche, cuando empieza a clarear y ante tus ojos tienes un mar hermoso ….

Pero los condicionantes del Ejercicio exigen que vayan unidas noche y erotismo ( con su punto de pornografía) y como he dicho al comienzo de este relato, me resulta difícil pues he contado mis noches más impactantes:

Cuando descubrí mi bisexualidad. ( Aprendiendo en Iguazú). Las noches y los días con mis dos amores, Lalo , mi marido, y Julia , mi mujer adorada.(la serie de Muñeca).

Mi primer intercambio en el Caribe, en los Roques, con una pareja que él parecía la Roca y ella una Venus de ébano.( Orgía en los Roques). El descubrir mi componente de sumisa y hasta de masoquista.( Puta e ingenua)

Cualquiera de esas historias valdría , fueron noches maravillosas. Pero ya las he contado.

Mi hija ha exigido alimento, me gusta darle de mamar. Me siento fuente de vida, como una diosa que alimenta a su criatura. Se sacia con mi leche.

Tras soltar los gasecitos de rigor, se vuelve a quedar dormida.

Me miro en el espejo, me desnudo. He empezado a deshincharme, pero sé que tendré que hacer gimnasia para recuperar la figura. ¿ cómo me quedarán los pechos?. Con el primer hijo aumenté de talla y no se cayeron , siguieron siendo elásticos , quizás más deseables.

Si caen mucho , ¿ me haré un poco de estética?. Mi gine , que es amigo y además está loco, nos ha dicho que cuando me vuelva a poner el DIU, me va a hacer un arreglo de bajos que me va a dejar el coñito como una quinceañera.

Hemos vuelto a coger, lo hacemos con forro. La verdad que tengo ganas de sentir el semen inundando la vagina .

Llaman de seguridad , vienen a traerme unas flores. Estoy vestida con una túnica cuando me dan un ramo con dos docenas de rosas rojas. Doy una propina al chico y abro el sobre que las acompaña.

“Te quiero. Recuerda que no eres la más guapa del mundo, pero eres más guapa que cualquiera. Tu marido que le vuelves loco y te ama”

Suena el teléfono, es Lalo. Me pregunta si me han gustado las flores, que no haga nada para comer que él traerá ostras y salmón ahumado, y acaba con un te deseo que me hace temblar.

Enciendo un cigarrillo, la nicotina se habrá diluido en mi cuerpo para la próxima toma. Cuando lo acabo, bebo un buen vaso de leche.

Y las musas no pasan de mí. Ya sé que contar, mi marido me ha dado la idea: La primera de mis mejores noches.

Conocí a Lalo en el cumpleaños de una compañera de facultad. Él, recién llegado a Argentina, trabajaba con su hermano. Yo tenía 21 años, dos novios entre mis piernas. Había debutado a los 17 años. Mi experiencia sexual, si bien mis parejas habían sido de libido numeroso, sólo algunas veces las cogidas había sido maravillosas.

Sabía lo que era el orgasmo, me masturbaba con frecuencia y dependía en qué posturas, básicamente si yo estaba arriba, también lo alcanzaba follando. Era una típica universitaria de provincia en Buenos Aires.

Pero no era feliz, yo no me gustaba. Apenas 1,55, delgada , con lolas de 85, lo mejor las piernas, las había heredado de mi madre , como las manos y los pies. Los ojos negros y con pestañas largas, la nariz recta, con dientes un poco sobresalientes, las paletas muy grandes..

Podía pasar, no estaba mal , PERO … frente a mis amigas, totalmente blancas, hijas y nietas de emigración europea, mis ancestros estaban claros: pelo enrulado, que me esforzaba en planchar , pero que volvía a su ondulación natural en cuento se mojaba, y lo que más me afectaba: el vello púbico ensortijado, no muy abundante, como pequeños caracolillos.

Y lo peor: el color de mi piel. Si la comparo con el café, no es un solo, ni un cortado, ni con leche, sería un manchado.

El problema de los pelos de la concha, lo resolví depilándome esa zona desde muy joven. No quería que me volviera a ocurrir como con mi primer novio, que me lanzó a sopetón: Tienes concha de negra.

El beige de mi piel no podía disimularlo.

La gente decía : “No es fea. Es una morochita muy simpática”

Lalo, un gallego soltero, era atracción de la fiesta, las chicas querían bailar con él y él se dejaba. Yo había salido un momento al jardín, a la familia de mi amiga le molestaba el olor a tabaco y me apetecía fumar. Me ofreció fuego, no me había dado cuenta que estaba a mi lado.

“¿ Quieres dar una calada al mío?. Es Ducados, un negro español”

Creí que lo de negro lo decía por el color de mi piel, la más oscura en la fiesta. Pero al momento me di cuenta que eran suspicacias mías. Era su cigarrillo.

Me preguntó como me llamaba, y qué hacía.

Nos quedamos un rato charlando, me pidió el número de celular, se lo dí , y en seguida vinieron a por él.

Me llamó al día siguiente para invitarme a ir al cine. Lo pasé bien, la película era divertida, y luego nos quedamos comentándola y comiendo algo en una terraza, me llevó a casa. A los tres días repitió la operación pero yendo al teatro. Y durante dos semanas, se convirtió en una rutina. Cada dos días , salida a espectáculo, comentario y tomar algo y yo a mi casa y él a la suya.

Mis compañeras de piso y amigas de la infancia se reían, decían que seguro le gustaba, pero o era tímido o puto.

El sábado que me invitó a almorzar una paella en su casa fui tranquila, pero en el postre : un delicioso helado de mascarpone digno del arroz que habíamos comido, estaba ansiosa en que dejara de ser un caballero educado y se convirtiera en un amante fogoso. Y lo hizo, me cogió dos veces, y creí morir. Las dos veces llegué.

La rutina cambió a mejor, podía haber cine o teatro o hasta algún vídeo , con comida y bebida y luego un delicioso hacer el amor.

Mis amigas decían que se me veía bien cogida, querían saber y yo les contaba que SIEMPRE ME VENÍA y que además hablábamos mucho, de cine, de literatura, y de mí, mis gustos , mis esperanzas, mi vida. Porque Lalo sabía hacer que me volviera transparente. Sólo así pude contar mis complejos, llorando, el día que había oído a unas compañeras de curso decir, a mis espaldas, que parecía una negra villera. Me secó las lagrimas con sus besos y me hizo el amor con una mezcla de fuerza y delicadeza que me llevó tres veces seguidas al más allá.

Al día siguiente me llamó, me dijo que quería celebrar algo muy especial, me invitaba a cenar y me mandaba un regalo: la ropa para la cena. Apenas llegó abrí el paquete, rodeada de mis amigas de la infancia llenas de curiosidad. En él un vestido camisero sin mangas de lino , una bombachita , un corpiño y unas sandalias, todo blanco. Sonó el teléfono, era Lalo. Quedábamos en la Biela a las 20.30 para luego ir a comer a José Luís. José Luís era uno de los restaurantes más exclusivos de Buenos Aires, famoso por ser lugar de cita de políticos y grandes empresarios y tener el mejor marisco de la ciudad.

Desde que me llamó hasta las 20.15 que salí de casa, viví una algarabía y una excitación ampliada por mis compañeras. Me dieron su o.k. , cuando salí, iba depilada, bañada, perfumada, peinada , maquillada.

“ Vas preciosa, elegante y atrevida”- dijo Julia dándome un beso de despedida. Era verdad, el vestido exigía para no parecer monjil, soltar el primer y el último botón , lo que hacía que se me viera parte de los muslos y el principio del canal de mis senos, realzados por el corpiño tipo push up.

Me senté a esperarle en la terraza, sonó mi celular y era Lalo diciendo que tardaría unos quince minutos y que pidiera un campari con naranja, que antes de acabarlo estaba allí.

Apenas lo probé cuando me di cuenta que sola , joven, luciendo escote y muslo era objeto de las miradas de varios hombres. Un tipo de unos cuarenta años se intentó sentar a la mesa , le dije que estaba esperando a mi novio, y me contestó que no se podía dejar sola a una belleza como yo en ningún sitio. Tenía una extraña sensación de molestia y de orgullo, tomé otro trago y entonces llegó aquel hombre , trajeado, elegante, y directamente en un acento extranjero me soltó: “ Eres la mujer más hermosa que he visto. Quiero pasar la noche contigo. Te ofrezco 3000 dólares. Sé que no eres una puta, pero quiero coger con usted”

Me quedé de una pieza.

“Por favor. Puede marcharse, la señorita está conmigo.”

Lalo acababa de llegar. “ Me voy, pero tenga cuidado. Una mujer así levanta el sexo de todos los hombres”

Mi novio me besó y pidió lo mismo que yo estaba tomando. Me dijo que no había podido salir antes, por culpa de una reunión de última hora.

Al llegar al restaurante teníamos una mesa reservada junto a un enorme ventanal que daba a un pequeño patio. Pidió ostras y merluza a la vasca con un savignon blanc. Era la primera vez que probaba las ostras, me encantaron. Con el champagne, atención del dueño, estaba en las nubes. Me sentía una diosa.

Y subimos a su departamento. Yo estaba a mil. Con una mezcla de orgullo (me consideraban atractiva hombres interesantes) y calentura ( el saberme deseada siempre me ha puesto). Me besó , se sentó en una silla y me pidió que me desnudara. Le hice un strip- tease sin música, cuando acabé estaba chorreando y me cogió. Tumbada en el salón, me penetró, me llenó y me llevó al orgasmo.

Durante un par de minutos, sus labios recorrieron mi cara, posándose en mis labios, y al tiempo que su lengua buscaba la mía, volvió a moverse dentro de mí. Él no se había corrido y no me había descabalgado. Su ritmo jugó con mi libido y esta vez cuando chillé diciendo que me venía, aceleró sus movimientos hasta inundarme con su semen.

Nos quedamos abrazados.

Cuando nos levantamos para ir a la cama, me pidió que me acercara al ordenador, como él lo llamaba, y comenzó a pasarme fotos de mujeres hermosas y conocidas. Ninguna era blanca del todo, sus pieles paletas sobre el beige.

“¿ Cuál crees que es tu color de piel ?”

Indiqué una, la de una actriz mexicana, la Hayeck.

“ Pues además tiene tus ojos y tu pelo. Y esa boca que tanto te preocupa. Mira esta”

“ Es como la mía , un poco de conejo”

Dejó ver la cara completa, era la de una actriz española muy hermosa, la Verdú.

“Y el tamaño de tus tetas es el ideal. Como dice el refrán : la teta que en la mano quepa”

“Dices que ere bajita. A mi me encanta, así vas estirada luciendo cuerpo. Y además , fíjate en estos datos.”

Una colección de fotos saltó ante mis ojos , actrices y estatura. Autenticas bellezas que no pasaban de mi 1.55.

“ No eres la mujer más guapa del mundo, pero te juro que eres más guapa que cualquiera.¿ te vas a quitar esos complejos de mierda que atontan tu mente?”

“ Sí”- fue todo lo que me atrevía a responder. Había hecho un trabajo importante para que yo estuviera bien, y me gustara a mí misma.

“ Me prometes que nunca volverás a deprimirte ni llorar por tonterías falsas. Y si te ocurre, me lo contarás al instante”

“Te lo prometo”- le besé, me abrazó, sentía el calor de nuestra carne desnuda.

“ Te amo, quiero vivir toda la vida contigo. Yo lo tengo claro, pero tú lo tienes que saber. Tenemos tiempo. Yo voy a estar a tu lado. Abre ese paquete”

Dentro había un anillo y unos aros de plata y unas llaves.

“ Es mi compromiso, que no el tuyo. Las llaves son de la casa , que es tan tuya como mía”

Me puse el anillo y los aros y le volvía besar.

“Vamos a la cama, quiero contestarte con mi cuerpo lo que siento”

Volvimos a hacer el amor. Apenas dormí. Vi amanecer abrazada al hombre que iba a ser el amor de mi vida.

Fue la noche maravillosa , primera de muchas noches.

Al acabar de escribir esta historia, me miro en el espejo y sonrío. Compruebo que tenemos condones en casa. Es bueno amar y saber que la noche más maravillosa todavía está por venir.



La morochita villera
Categoría: Confesiones

Gata Colorada nos cuenta, en el Ejercicio, como Elena, con ayuda,logra superar sus complejos de inferioridad.

Después de la feria según Marcos (Lucía Carolina)

La tarde del sábado, Marcos siente deseos de ir a la feria de la ciudad, pero sabe que no tiene con quien ir, y así piensa mientras se arregla.

--Es semana santa, y para mi desgracia no junté el dinero para ir con los amigos a la excursión además de que el profe de matemáticas se pasó dejando de tarea resolver todos esos ejercicios. Y así continua:

--Cuantas ganas tengo de ir a la feria, además de la exposición artesanal, ganadera, los dulces, los espectáculos tanto locales como de artistas de la capital, va cada señor, que se me hace agua la boca, del tipo de don Lucas que ésta llegando muy frecuentemente a quemar cd al web (cibercafe). -- Uyyy, ¡Como me gusta ese madurito! Tan velludo, su calva me enloquece y más que es muy dicharachero, muy divertido….

--¡Ser su pareja ha de ser algo especial!

Y así continúa.

--Pero yo solo a que voy. Mejor aprovecho que mis padres y mi hermana se fueron a casa de la abuela, a 6 horas de viaje, por su cumpleaños, y hago una mujercita (me pruebo la ropa de Elena ahora que ella no está). Son las 6 de la tarde es buen momento para comenzar.

A gran velocidad se dirige a la recámara de su hermana, a buscar en el guardarropa las novedades, así como la falda amarilla y la blusa naranja que tanto le gustaban. Encontró el minivestido rojo ahumado que fue lo primero que se probó, una panti del mismo tono y los zapatos que su hermana había usado cuando estrenó este vestido; como él es más alto pero delgado y a la muchacha le sobran algunos kilitos se puede probar esta ropa que, aunque no le queda a la perfección que a él le gustaría si le sirve para darse sus placeres.

Una vez arreglada se fue a su cuarto y sentada en forma muy femenina hizo 2 ejercicios. Sabiéndose seguro bajo por una bebida a la cocina, viéndose en cuanto espejo encontró a su paso y una vez que su sed fue satisfecha, regresó al cuarto de su hermana para desvestirse y probar otro modelito, encontrando una blusa azul eléctrico llena de encaje, muy romántica; y una minifalda blanca muy sexi que se puso de inmediato obvio se quitó el vestido anterior y con sumo cuidado y lo depositó en la cama de la hermana, recordando que su hermana le había pedido lo llevara a la tintorería.

Se siente hermosa, con esa falda blanca tan corta, y sobre todo luciendo esa blusa tan glamurosa, además de que llevaba el cabello largo y lo sabía arreglar de chica logrando verse muy guapa.

Al volver a su cuarto, a punto de regresar a su tarea cuando suena su celular, después de 3 tonos el responde

-¡Hola¡

Vos al teléfono

--Hola Marcos, soy Lucas el que va a quemar al web de don Julio

De inmediato Marcos reconoce la voz, siente raro pero al mismo tiempo excitante hablar con ese señor estando vestido así, siente nervios, pero se recupera de inmediato y responde:

--Si dígame Don Lucas ¿Qué se le ofrece?

Don Lucas

---No abrieron verdad.

Marcos

--Es sábado de gloria no, no se abrió hoy.

Don Lucas

--Oye mijo me pasaron un cd y lo debo devolver mañana quiero quemarlo ¿que hago?

Marcos le piensa, fácil le dice que no se puede, pero ver a Don Lucas mmm…

Y responde,

--Acá tengo mi computadora, si no le importa venir con gusto se lo quemo.

Don Lucas

--Mijo eres un Sol, se donde vives ¿Te puedo caer en media hora?

Y Marcos responde.

--No se preocupe, ¿para que son los amigos?

Y cuelgan

Marcos se ve al espejo, se ve linda, y recuerda los cuentos de todorelatos y piensa

--¿Y si lo recibo así que dirá?

--¡Uyyy! papacito. jijijijij

No sabe qué hacer, pues no desea cambiarse, quiere seguir divirtiéndose pero él sabe que no puede hacerlo.

En ese conflicto estaba cuando ve el jeans entallado y el blusón blanco, se le pegaría al cuerpo pero el cuello del blusón no es tan atrevido y pasa por una playera de hombre, por lo que rápido se cambia; se quita el sujetador que se había puesto pero se deja la coqueta tanguita.

Justo cuando se acomodaba el cabello escucha el timbre, se da la última mirada al espejo y corre a abrir.

--Pase don Lucas, andaba haciendo una tarea, a don Julio lo invitaron al puerto y mejor cerró pero pase ahorita lo hacemos.

Don Lucas

--No hay problema mijo, pero vi hace rato a mi compadre que trae este cd ¡Que está de poca! Pero a medio día sale de la ciudad.

Marcos

--No hay problema ahora lo quemamos mire acá tengo cds limpios.

Marcos le pide al señor que lo siga, suben la escalera y ya en la planta alta van a su recámara dirigiéndose directamente a la computadora y empieza el procedimiento de copiar cd. El muchacho está consciente que debió ceder el paso al invitado pero para continuar con su fantasía fue él primero.

Don Lucas

--¿Y tú que haces acá? ¿No vas a ir a la feria?

Marcos

Todos los cuates salieron de la ciudad. Me quede sólo y así no es divertido

Se abre la unidad de cd pidiendo el cambio de disco.

Don Lucas

--Uy mijo si eso es ahora imagínate yo, que todos mis cuates se fueron casando y me quedé solo.

Marcos

--¿Y porque no se casó?

Don Lucas

--Nunca hallé a la persona adecuada y en la vida pasan muchas cosas.

Marcos

--¿A qué se refiere?

Don Lucas

--Cosas de la vida que en su momento entenderás.

Se vuelve abrir la unidad de cd señalando que el proceso había concluido, Marcos lo vuelve a cerrar y empieza a verificar. La música es rítmica y el muchacho sin proponérselo empieza a bailar, pero de forma sensual casi femenina, sin dejar de balancearse revisa todas las canciones y al acabar saca el cd, lo mete en su estuche y se lo entrega.

Don Lucas

--Mijo ¿Cuánto te debo?

Marcos

--No. Solo luego me da un cd limpio y ya.

Don Lucas

--Oye, mira mmmmm yo sí quiero ir a la feria ¿Por que no vamos juntos?

A Marcos le brillaron los ojos, se puso feliz, vio el reloj en la pared de la recámara, las nueve en punto, todo era perfecto y solo alcanzó a decir

--Me cambio rápido y nos vamos…

A lo que don Lucas respondió

--Ni que fueras vieja para tanto remilgo, así estas bien, ponte zapatos y vámonos.

Marcos toma su celular y su cartera buscando las bolsas del pantalón, pero al ver que éste no trae toma su cangurera, y mientras se la ciñe a la cintura piensa.

--¿Tantos bolsos bonitos que tiene Elena? Y yo debo de usar esto. ¡Ni modo!

Así, ambos salen de la casa y en el auto de Don Lucas van rumbo a la feria.

La noche era tibia, se veían estrellas y la luna nueva, la calle estaba vacía pues debido a las fechas mucha gente andaba de vacaciones. Era raro contemplar la iluminación de la ciudad, cosa tan común pero con las prisas nunca se hace. Marcos iba saboreando las estrellas, la luna, las luces, y el cd que el mismo acababa de quemar; también disfrutaba la compañía de ese hombre que tanto le agrada y que el estaba consciente que no podría haber más que eso, amistad.

Esta tranquilidad se terminaba conforme se acercan a la proximidad de la feria, el trafico estaba brutal, todos querían entrar, Don Lucas se fue colando hasta que logra un lugar donde estacionarse para luego encaminarse a la taquilla, Marcos saca de la cartera un billete y se lo ofrece a su amigo, pero éste le hace saber que no hay problema, solo que le espere mientras va por los boletos, Marcos busca un sitio donde dejar libre el paso, y se da cuenta que en el sitio en que se encuentra varias damas también están esperando a que sus parejas compren las entradas. Don Lucas ya los boletos va a su encuentro y ambos se dirigen a la entrada. Mientras lo hacen, Marcos siente envidia de una pareja que se ve enamorada.

Aunque la entrada es amplia, la gente es demasiada formándose tumultos, Marcos va adelante y siente algo en su trasero (en el canalito), los apretones están fuertes y aunque desea voltear a ver que pasa no logra más que ver a su espalda el cuerpo de don Lucas. Como van entrando la gente comienza a dispersarse, Don Lucas se pone a lado de Marcos y comienzan a ver las exposiciones.

Los puestos de artesanías son interesantes y más al escuchar la voz de Don Lucas explicándole lo que van viendo, las cualidades del ganado y muchas cosas más. Van avanzado y desde hace rato Marcos se siente abrazada por Don Lucas, siente a veces su mano en la cintura y otros veces en la cadera; y hasta juraría que le ha tocado una nalga. La verdad El joven se siente en las nubes y piensa

--Si él quiere jugar así, yo encantada.

Marcos de una forma muy sutil acaricia el velludo brazo del señor y continúa avanzando como si no pasara nada, platican, ríen, se la están pasando muy bien. De pronto tienen ambos sed, ven la fuente de sodas y rápido se dirigen a ella; ya en ésta buscan un lugar, piden sus bebidas y comienzan a platicar lo bien que se encuentra la feria; se mueren por tocarse, se siente en sus ojos pasión; Marcos ve esa calva y la encuentra muy sexy, platican, ríen. A Marcos se le ocurre ir a los juegos mecánicos y deciden subirse a la rueda de la fortuna; el paisaje desde lo alto es magnífico y lo disfrutan en la primeras 2 vueltas pero en la tercera algo ocurre y sin más el señor busca los labios del joven y se dan un pequeño piquito logrando zafarse apenas a tiempo de ser vistos, haciendo lo mismo en las últimas vueltas,

Ya con más confianza van a otros juegos y siguen disfrutando la feria y sobre todo se estás disfrutando de ellos mismos, hay caricias, hay abrazos, ambos están felices.

En un momento que andaban viendo a que otro juego subirse, Marcos escucha su teléfono celular y contesta, se aparta de Don Lucas, al estar hablando mientras le echa miradas picaras a don Lucas. Cuelga acercándose y diciendo.

--Mi Papá; organizaron una parrillada mañana y salen a medio día para acá.

En eso se escucha por el altavoz que se presentarán unos clavadistas e invitan a las gente para que se vaya acercando a ver el espectáculo. Nuevamente se forma una multitud en torno al tanque donde se presenta el espectáculo. Marcos va adelante seguido de don Lucas y éste queda a su espalda; Marcos vuelve a sentir algo en su trasero, pero esta vez lo disfruta acariciando discretamente sus velludos brazos sintiendo agradable ahí atrás. Y así piensa en vez de atender el espectáculo

--Mi amor, te quiero tanto, no sé, pero debo ser tuyo.

Acabando los clavadistas se presentan juegos artificiales que todos disfrutan. Marcos no deja de sentir como las manos del señor le acarician su espalda mientras ve al cielo, acabando esto Don Lucas pregunta

-¿Que más hacemos?

Marcos ve la hora 2:30, se muerde los labios. ¡Ahora o nunca! Y responde

--Tengo hambre, la Pizzería que está cerca de la casa trabaja las 24 horas, vamos a casa y pedimos una por teléfono.

El señor con cara de sorpresa le responde

--Me parece bien, no tardan el cerrar aquí.

Y Así ambos se dirigen al estacionamiento en busca del auto.

Cuando están frente a el auto Marcos se para junto a la puerta esperando que Don Lucas entre en el lugar del piloto y desde ahí libere el seguro para que entre, pero para su sorpresa, el señor le abre primero la puerta y lo invita a pasar, haciéndole sentir una bella señorita. Se cierra la puerta y Don Lucas da la vuelta para entrar. Marcos con una gran sonrisa lo recibe diciendo.

--¡Lucas… qué bueno que fuiste por mí! Estuvo muy divertido todo, te fijaste……

Emprendieron el viaje, Marcos, no paraba de hablar, cuando de pronto la mano de su acompañante se postra sobre su pierna, siente mil cosas, se le pone la piel chinita, y de lo único que se le ocurre, sin dejar de hablar, es acariciarle la calva, esa calva con que tanto había soñado.

Sin dejar de hacerse caricias Marcos pregunta

--¿Lucas de qué te gusta la pizza?

Y él le responde

--La hawaiana es riquísima…

Marcos toma el celular, marca dos botones y empieza a hablar

--Hola… Doña Esperanza, Soy Marcos, podría enviarme una Pizza hawaiana a la casa, creo llegar en 30 minutos, así que no hay prisa

--si la grande, ajá…sí con todo…

-- Gracias.

Marcos cuelga y le dice a su acompañante.

--Ya está, como me llevo con Manolo, conozco a su mami, Doña Esperanza, y cuando lleguemos no tardaremos tanto en esperar la cena.

En un arranque Marcos le da un beso en la mejilla a Lucas.

Así llegan a casa, de nuevo el ritual de la puerta del coche, Marcos abre la casa, ambos entran, sin pensar más se abrazan los labios se juntan las lenguas moviéndose a velocidades increíbles. El sentir las manos y dedos de Lucas recorrer su cuerpo provoca en el muchacho un gran cúmulo de emociones él no desea que esto termine. De repente se escucha el timbre, Don Lucas se separa lentamente con una sonrisa, y le dice al oído.

--Me dejas pasar al baño.

Marcos se lo señala, mostrándole una sonrisa y enseguida se dirige a abrir la puerta

Una vez que tomó la pizza y cerró la puerta se ve al espejo, se siente linda ese blusón blanco le queda de maravilla, pero brota en él, el bichito de la coquetería y alzando poco la voz cerca del baño pronuncia.

--Lucas voy arriba, ahí esta el bar, por favor sírvete lo que desees.

Y corriendo subió al cuarto de su hermana, lo primero que ve es el vestido rojo sobre la cama y se dice.

--¡Será un placer pagar esta tintorería!

Rápidamente se quita lo que trae, inclusive la tanga blanca, se pone la anterior roja, un sostén de tirantes trasparentes, se enfunda en el vestido; como sabía que se quedaría sólo se había depilado las piernas de ocioso el día anterior. Algo de labial, gotitas de perfume y así de manera serena baja las escaleras.

Le enorgullece ver como Lucas está con la boca abierta y como le ofrece su mano conduciéndola a la sala, le ayuda a sentarse en el sofá y le dice

--Te ves hermosa ¿Marcos?

Y este Le responde

--No. Así soy Liz.

Y ambos se volvieron a unir en un gran beso. Liz siente esas manos tan duras y ásperas rozarle muy dulcemente su cuello y la parte descubierta de su espalda haciéndola temblar.

Liz busca los botones de la camisa de Lucas y poco a poco sin dejarlo de besar los va abriendo, pasa así a tocar ese pecho; ese pecho que tanto le provocaba ver cuando le quemaba los cd al señor.

Liz abandona los labios de Lucas, va a sus tetillas, mismas que besa y lame con devoción, le acaricia el estomago, sentía riquísimo entre tanto pelo; al hacer esto su brazo varias veces siente su pene, le toco las piernas, y termino por sobárselo sobre los pantalones. Mientras toca sobre los pantalones Liz le ofrece un gran beso de lengua a Lucas.

Ella se despega de él, se levanta del sofá para pararse entra las piernas del hombre y arrodillarse, le pasa la mano por el pene aun con pantalones, juega con él, y en eso anda cuando las manos de Lucas bajan el cierre dejando al descubierto unos blancos calzoncillos.

Liz miró a Lucas, una mirada mezcla de sorpresa y complicidad, comienza a buscar el preciado trofeo, es la primera vez que toca uno que no es el suyo, lo toca lo empieza a sentir, está muy duro, lo toma entre sus manos y juega con él. A la mente de Liz llegan todas esas imágenes de revistas y videos en las que había visto como se comía un pene y así procede a pasar su lengüita por la puntita, a hacerle mil caricias en la puntita; su lengua se mueve ágilmente, Liz esperaba un sabor desagradable, pero por lo contrario, así que no tiene inconveniente en seguirlo disfrutando. Únicamente se escuchan los gemidos de Lucas mientras que Liz le besa por todas parte de su miembro. A ella no le importa que todo esté cubierto de pelo, eso es lo que más le gusta: le besa y acaricia hasta que de pronto él se pone rígido y empieza a salirle lava hirviendo la cual se traga con gran ansiedad disfrutando de ese salado sabor. Una vez que le deja de brotar leche a Lucas, Marcos ve esas piernas impregnadas de blancuzco líquido, lo que le provoca poner en estos sus labios y sorberlos. Ya cuando no queda ninguno, abraza a Lucas y recarga su cabeza entre las piernas de Lucas para descansar un rato.

Tardaron un tiempo para tranquilizarse, él de esa abundante eyaculación, acostado sobre el sillón, ella de su primera experiencia en el sexo, hincado con la cabeza reclinada sobre las piernas de Lucas. Mas tranquilos Lucas se medio arregló los pantalones, mientras que Liz se incorpora y jala una mesita sobra la que pone algunas bebidas y la pizza.

Comen, platicando, mimándose, una vez que se sintieron satisfechos pusieron la mesita a un lado y sus labios retornaron a los besos apasionados...

Liz vuelve a sentir el pene de Lucas bien erecto, se encuentra embelesada disfrutando de tanta pasión y una vez más se volvió a parar, pero ahora tomó la mano de Lucas, lo hace levantar conduciendo: primero lo hace subir las escaleras, para luego llevarlo a su cuarto, el reloj marcaba las 4:20 de la madrugada.

Al estar al pie de la cama Liz se paró frente a Lucas le bajo la camisa, se hinca para quitarle los zapatos, se levanta depositando algunos besos en el pecho del hombre y se voltea mirando a la cama, de la cual tiró algunos libros y cuadernos al piso.

Liz siente como Lucas se hace de su cintura, la toca la siente, y al mismo tiempo besa su cuello y la parte de la espalda que trae descubierta. Como un experto baja el cierre del vestido, ella conserva sus brazos sueltos para dejarlo caer, quizá Lucas ayuda con los tirantes. Ya que el vestido cae al suelo Liz lo levanta y lo avienta a una silla lejos de cualquier peligro.

Liz continua mirando hacia la cama, siente los besos y caricias de su amante, él baja por su espalda colmándola de besos y mimos, toda ella esta temblando. De repente siente el pene de Lucas bien erecto, solo lo separa de su canalito el sutil encaje de la panti.

Siente como los dedos del señor entran en la cintura de la prenda y como la estira para liberarlo y dejarla caer, Lucas también se agacha para ayudarla a sacarse la prenda y en lugar de incorporarse inmediatamente comienza a acariciar, a sentir esas piernas. Liz tiembla con cada beso en sus piernas, el siguiente lo siente más que el anterior siente las caricias de esas manos que tanto ama y aquellos besos, llenos de pasión y deseo, una pierna es besada y acariciada, siente como los labios del señor le jalan la piel las caricias en la otra pierna igualmente le producen mil sensaciones.

Don Lucas cada vez toca más arriba es algo casi imperceptible, pero va subiendo muy lentamente por esas largas piernas, besos, mimos; Liz se siente en el cielo.

Después de tanto llega a sus nalgas, las toca, las aprieta, trata de morderlas, Liz siente cada vez más, los mimos que le ofrece Lucas van en aumento, de pronto tiembla como nunca al sentir la lengua de su amante en su canalito, la velocidad con que la mueve es increíble, Liz se arquea pierde el equilibrio pero logra caer en la cama boca abajo abriendo más las piernas para sentir el gozo.

Se escucha una risita de Lucas, que a su vez la sigue para continuar en su labor, entre besos y lengüetazos no deja de disfrutar este apetitoso manjar.

De pronto Liz siente un invasor en su cola, es la lengua de don Lucas que poco a poco se va abriendo camino, se percata de cómo esas hábiles manos hacen a los lados sus pompas y como cada vez esa lengua se mueve más rápidamente, como busca cada rincón y le acaricia dándole un profundo placer. Liz se vuelve a arquear, gime, muerde las cobijas sabiendo que si grita se oirá por todo el vecindario.

De pronto Lucas se sale y se Levanta diciendo.

--¡Ay niñito como me tienes!

--Si tú supieras las ganas que desde siempre te he tenido

Liz se siete homenajeada, su ego no cabe en la galaxia.

El señor sigue diciendo

--Mija ¿Puedo tomar de esa crema que veo ahí?

Liz apenas logra decir

--¡Si!

Lucas da algunos pasos, toma el frasco de crema, y retorna a su sitio; se sienta en la cama a lado de esas largas piernas, se agacha y le dio algunos besitos a esa blanca pompa y mete un dedo totalmente lleno de crema en el agujerito del joven para empezar un ligero pero continuo mete y saca.

A Liz le provoca tanto dolor como placer.

De repente siente 2 dedos, sintiendo un millar de besos en la espalda. De pronto siente como Lucas de retira de ella y en cosa de segundos retorna pero ahora son 3 los dedos que utiliza. De pronto Lucas se levanta de la cama, pone la crema cerca de la compu y dice.

--Ya está, mira como me tienes.

Y le ondea el potente mástil, agregando

--Dele unos besitos

Liz se acerca al miembro de Lucas para comérselo a besos y lengüetazos, ella intuye que lo ha de dejar bien ensalivadito.

Lucas después de un instante le hace saber que es suficiente. Liz vuelve a su posición boca abajo y Lucas va y se acuesta sobre ella acariciando sus brazos, chupeteándole el cuello.

Los cuerpos se juntan, él empieza a buscar que su pene se vaya posicionando en el canal adecuado, ella coopera igualmente acercando su trasero al viril mástil; es un baile muy erótico.

Estos movimientos brindan su fruto, Liz tiene tanto sensaciones de felicidad y miedo al sentir al invasor; siente como Lucas comienza a ejercer presión a la vez que se pone floja para darle bienvenida a su deseado invitado.

Nuevamente se logra el objetivo, Marcos siente como lo parten en dos, pero el se encuentra feliz varias veces había soñado con algo similar, pero todos esos sueños se quedaban cortos al compararlos con las experiencias que actualmente está viviendo.

Primeramente siente como se abre paso el instrumento de Lucas, y una vez adentro como se está quieto por un momento, para después empezar a empujar un poco más para luego retirarla; ya que casi está casi fuera vuelve a ejercer presión para meterla.

El mete y saca que Lucas en un momento comienza de una suave manera, y lentamente pero de forma continua se tornaba más fuerte y violento.

Liz veía estrellas; siente como su pequeño pene se endurece, comienza a salirle lava sin habérselo tocado, todo el cuerpo de Liz se convulsionaba.

De repente Liz siente como Lucas se retira de ella, se arrodilla sobre la cama y la contempla, para después voltearla poniéndola boca arriba. Para ella es como un sueño ver a su adorado Lucas completamente desnudo en esa posición y ella entregada completamente a su hombre.

Desde ahí vio como él empieza a masturbarse de una frenética manera, se sacudía el pene y de repente apuntó a su pecho y deja salir un violento chorro que la quema toda, el bra que portaba quedo totalmente lleno de la masculinidad de don Lucas, su pecho y parte del cuello y la cara fueron salpicados; para luego Lucas desplomarse en la cama.

Al principio Liz sintió algo de temor, pero cuando unas tibias manos empezaron a mimar su piel, cuando unos fuertes bazos la fueron atrayendo se dio cuenta que no había de qué preocuparse, y de la manera más rápida se fue a acomodar entre esos brazos, quedando en posición de cucharita hasta alcanzar el sueño.



Después de la feria según Marcos
Categoría: Transexuales

Lucía Carolina participa en el Ejercicio con un relato en que narra como Marcos,un joven de veinte años aficionado al travestismo,se prepara para pasar una velada solitaria sin saber que ésta será la mejor noche de su vida.

lunes, 18 de abril de 2011

Amo las mujeres que desagradan a otros (Esclavo servicial)

Como todos los días viajaba en tren y la vi subir, le calculé 50 años inmensa en tamaño de grandes pechos apretados en una remera que dejaba ver su canalillo, gesto serio y mirada soberbia, venia con gran cantidad de bolsas en sus manos, justo se desocupó un asiento a mi lado y me corrí contra la ventanilla, lo que ella aprovechó para sentarse y `prácticamente aplastarme contra la misma, lejos de preocuparse por eso apoyó los paquetes usándome de estante y se puso a hablar por celular, su voz tenía un ronquido seductor, pronunciaba perfecto las palabras y le contaba de mí supongo que a su amiga, lo hacia casi burlándose y no perdía oportunidad de acomodarse, sabiendo que así me molestaba aun más.

Bajamos en la misma estación y se saludó con una bellísima jovencita , gracias por ser tan amable caballero me dijo al pasar a su lado , lo que agradecí con mi más forzada sonrisa , su amiga agregó , podría ayudarte con lo que llevas hasta tu casa , no medí consecuencias y con mi mejor esperanza por seducir a la joven accedí a hacerlo , seis cuadras a pleno sol caminamos , yo cargando todo y ellas conversando animadamente sin notar mi presencia , al llegar se saludaron , la joven se fue sin mirarme y su amiga entró sin agradecerme a su casa .

Diariamente se repetía la rutina de mi viaje incómodo y aplastado, esta mujer parecía saber como encontrarme y no perdía oportunidad de fastidiarme hasta que bajábamos, vestía siempre ajustada y sus pechos eran mas que notorios al punto que a veces se notaban sus turgentes pezones, mi vista se fijaba en ellos y lo notaba usando eso para llamar mi atención.

Se nota tenia gran cantidad de amigas, siempre saludaba varias al bajar, hasta ese momento todas agradables como la primera que le había visto , todas me miraban como si al saludarse les hablara de mí .

Cierto día subió sobriamente vestida, pidió permiso para sentarse y se preocupaba de mi comodidad, algo realmente imposible dado su tamaño. Como caballero que soy respondía que estaba bien así , iniciamos una larga y amena charla , dijo por primera vez su nombre, Esther se llamaba, seducía el tono de su voz , su pronunciación perfecta y lo educada que se mostraba , me contó que esperaba encontrarse con unas amigas a tomar algo , me preguntó si la acompañaba ya que aun faltaba para la hora de verse y me prometió presentármelas , por lo que había visto acepté , con la esperanza de poder seducir a algunas de ellas .

Cuando llegamos al bar eran las 20 horas, pedimos cervezas y una picada, la confianza nos fue ganando y terminamos hablando de la seducción entre hombre y mujer, yo para caerle simpático, dije que toda mujer es sensual y sexual en algún punto, ella sonreía con picardía, eran casi las 22 cuando recibió un llamado y luego de atenderlo me dijo que le habían dicho que postergaban el encuentro para el viernes, tres días después , disculpándose por la molestia me invitó a comer en su casa, lo que para no ser mal educado acepte .

Bebimos abundante vino, y debo reconocer cocinó y comimos excelente , después de terminar y mientras yo degustaba una copa más , ella fue a ponerse mas cómoda , bajó con una ajustada pollera a media pierna, medias caladas y una escotadísima remera que casi dejaba afuera sus inmensas tetas , si te agradan dijo al ver como se las miraba, son tuyas , te presentaré a mis amigas , no somos celosas entre nosotras , creyendo que tendríamos sexo normal y casual acepté , siempre pensando en lo bellas que eran quienes la había visto saludar reiteradamente .

Se sentó y me arrimé a ella, estando yo aun parado desabrocho y bajó mis pantalones, su boca era cálida, su lengua suave cuando lamía mi sexo con sus tetas afuera, me sentó en sus piernas y mientras se las chupaba, lamía y mordía, ella me masturbaba, primero suave, pero termino haciéndolo violenta y toscamente, sin soltarme continuo hasta hacerme acabar dos veces, repetimos esto los dos siguientes días, ella lamía y mordía ya todo mi cuerpo, yo solo sus pechos.

Llegó el para mí esperado viernes, cuando la vi subir al tren me paré para saludarla, ella sonrió y me dijo, pareces estar muy ansioso, como no estarlo le respondí , antes de sentarse me tomó la cara y su lengua hurgó cada rincón de mi boca , yo no pensaba en su imagen, sólo lo hacia en sus amigas , al bajar vi que ella seguía, al verme desconcertado me dijo en voz bien fuerte , adelántate y espéranos amor , hoy nos tendrás a todas, un rumor de risas y comentarios se escuchó en todo el vagón

Al llegar y para darme ánimo, pedí una bebida bien fuerte primero y luego una botella de buen vino, realmente quería impresionarlas, me había vestido para la ocasión, diferente y con más prolijidad de lo habitual

Esther llegó primero, me saludó con un efusivo beso en la boca, se la veía feliz, vestía igual que esa primera vez en su casa, misma pollera, medias y remera, cambiamos de lugar hacia una esquina en penumbras del local, sillones en redondo para sentarse, más íntimo y cómodo, el mozo río descaradamente cuando cambiamos, no tomé muy en cuenta ese detalle .

La primera en llegar era igual en dimensiones a ella, quedé en medio de ambas, la segunda tenía su volumen pero la mitad de la altura y la última una flaca, desdentada; parecía una imagen de película fellinesca por los personajes, Esther me presentó como su amante y les dijo no se pondría celosa si salía con alguna de ellas , eso desató el terror para mí, hablaban burdo y fuerte , reían a carcajadas , las dos moles que tenia a mi lado se turnaban para besarme y todas brindaron por el amante que las tendría contentas cuando ellas quisieran , coronaron esto haciéndome una paja que descargué sobre mi pantalón, sin decir más nada se pararon y se fueron , pagué y esperé que se secara la mancha, lo que nunca sucedió, así con vergüenza llegué a mi casa .

Sonó el teléfono, Esther me hablaba pero escuchaba las otras voces de fondo, mis insultos fueron de lo más variado y a los gritos, solo respondían risas, no me desafíes dijo, no le creí y corté.

El lunes no la vi, el martes tampoco, pensé había terminado la pesadilla, el miércoles al conectar mi computadora en el trabajo recibí un mail de correo desconocido, simplemente decía hoy comienza el juego, estaban también los correos de ellas 4 y sus números de celular, decide con quien comienzas, los días que sobran serán de tu amor, yo, Esther, por supuesto que no respondí. A mi regreso tampoco la vi, pensé entonces que solo era una mala broma , en la estación la vi al bajar, vestía muy formal nuevamente , se arrimó a mi , tras dos fuertes bofetadas comenzaron sus gritos y un escándalo de celos que atrajo la atención de todos , tras eso apareció la petisita de un culo inmenso realmente , ella era el motivo de mi supuesto engaño , tan ridícula era la situación que fui el hazmerreír de todos los presentes , también con escándalo me dijeron ,a las 23 te espero en casa arreglaremos esto, nadie juega así con nosotras .

En casa pensé mucho y decidí no ir, un mensaje de texto en mi celular me invitaba a abrir mi correo , lo sabían todo , lugar de trabajo, clientes , correos de amigos y familiares , anexaban un video donde se la veía Esther masturbarme mientras yo chupaba ansioso sus tetas .

Puntualmente tocaba el timbre de su casa, al entrar estaban las cuatro completamente desnudas, lo mas antierótico que podía existir, Esther para los lunes, miércoles, viernes y domingos, Cinthya la otra grandota para los martes, rosario la petisa para los jueves y dejaban a la esquelética desdentada, Marta, para pasar todo el sábado completo con ella.

Todas vendrían a mi casa, debía yo pasar a buscarlas, llevarles flores, pasar por el mismo bar a tomar algo, mimarlas en público y tratarlas como enamorado, ser único y completamente activo en lo sexual con todas y siempre debería acabar pajeándome, todo seria filmado y si algún día fallaba o modificaba la rutina , se los enviarían a todos , Esther terminó siendo realmente mi novia, me enamoré de ella, sus humillaciones para conmigo, recién habían comenzado cuando de corazón le declare mi amor eterno

Humíllame



Amo las mujeres que desagradan a otros
Categoría: Dominación

Esclavo Servicial nos habla en el Ejercicio de sus aventuras de amores múltiples y simultáneos y del descubrimiento de su placer al ser usado y humillado.

Cómo recuerdo el día en que llegó a mi casa (Garganta de cuero)

La verdad no sé cómo empezar con este relato, pues como comprenderán, no soy un Neruda o un Borges. De hecho, amigo lector, aun no comprendo bien cuál ha sido la razón que me ha llevado a escribir, talvez sea mi carácter taciturno y bohemio, o quizás mi personalidad siempre perdida en elucubraciones de mi inconsciente. Talvez lo hago solo para poder volver a ese momento cada vez que abra estas páginas, probablemente espero que pase como cuando abro un libro, que me lleve hasta dimensiones lejanas en donde solo mi imaginación tiene la llave de entrada y de salida… porque dicen que recordar es volver a vivir…

Aun recuerdo el día en que llegó a tocar a la puerta de mi casa aquella noche oscura y fría, llevaba un niño pequeño en brazos profundamente dormido bajo de un montón de trapos y colchas para darle calor, mismo que a esa joven le faltaba, pues el ralo vestido que traía apenas lograba cubrirla de la gélida oscuridad, venía helada hasta los huesos y con su piel con un ligero tono azulado.

– Buenas noches señor… – me dijo cuando le abrí, aun con ese viejo libro en mis manos, estaba leyendo en el sofá de la sala.

– Buenas noches, ¿en qué te puedo ayudar?

– Solo venía… porque… es que estoy buscando trabajo… – me respondió, luchando para que su voz no temblara aunque lo estuviese haciendo – de… de lo que sea, talvez quiere alguien que le atienda la casa… u-una empleada doméstica… se hacer de todo y soy buena cocinera…

– Ah, pero… es que mirá, aquí es mi hermana la que ve todo lo de la casa y sería con ella y con su esposo con quienes tendrías que hablar… pero ahorita yo estoy solo aquí, todos andan de viaje… talvez si te pasaras mañana por la tarde ya los encontrarías…

– ¡Por favor señor, solo deme una oportunidad! – su voz triste y desesperada ahogó un gemido de llanto para poder conservar aunque sea una mínima parte de dignidad – ¡No tengo a dónde ir ni qué comer ni… y mi hija y… por favor, déjenos quedarnos por hoy… en la casa del perro aunque sea, tenemos frío! – se me hizo un nudo en la garganta, esa muchacha estaba desesperada y desamparada, no pude negarle por lo menos una noche de buen sueño.

– Va… pasá adelante… – le dije. Cómo recuerdo la forma en que puso un pié dentro de mi casa, tímida, insegura, llena de miedo, pero decidida a cualquier cosa. ¡¿Cómo iba a imaginarme lo pasaría después?! – ¿Cuál es tu nombre? – le pregunté.

– Virginia señor… – “señor”, me hacia gracia que me llamara así, a mi edad.

– Bueno Virginia… por esta noche pueden ocupar el cuarto de servicio… está allá al fondo… pero mañana a primera hora tendrán que seguir con su camino…

– Si señor, no se preocupe… – los llevé a la pequeña, pero cómoda y limpia habitación, tendrían por lo menos una cama y frazadas limpias para dormir.

Nuevamente quedé solo en la sala con mi viejo libro, traté de concentrarme en mi lectura pero no pude, ya no le estaba poniendo atención, extrañamente me sentía inquieto, tenso, intranquilo. Una voz retumbaba en mi cabeza, “¡Toda ella es preciosa, hasta parece modelo de revistas de moda! ¿No será que por eso le diste posada Max?”. Mmm, podría ser… aunque nunca fui el tipo de joven que se aprovecharía de su penosa situación. Pero ciertamente era una jovencita preciosa, talvez de mi edad (yo tenía 18 recién cumplidos), tal vez más grande o más pequeña, tenía una carita dulce y delicada, como de ángel, con un par de ojos verdes brillantes que me dejaron boquiabierto… unos ojos verdes que me dejarían marcado por el resto de mi vida.

En cuando dieron las 22 horas cerré mi libro y me dirigí a mi cuarto. Me puse mis piyamas y salí al baño a evacuar la vejiga. Pero esa noche se me antojó un vaso de leche, cosa rara porque nunca acostumbro tomar o comer nada antes de acostarme. La cosa es que fui a la cocina y me serví un buen vaso de leche tibia y… no sé, había algo que me hizo voltear hacia el cuartito de servicio, una especie energía que me atraía. Con el vaso en la mano caminé despacio, a hurtadillas como un ladrón… me sentí tan estúpido. Me puse frente a la puerta y allí estaba ella, en la cama con su bebé en brazos y dándole pecho… un pecho blanco y enorme, surcado de venas violáceas y con una aureola amplia de la que su bebé chupaba ávidamente. Me quedé parado como un idiota y con la boca abierta, ella me vio y se sobresaltó, y yo salí corriendo como un delincuente, con la mala suerte que el vaso se me cayó haciéndose mil pedazos en el suelo. ¡¿Qué me estaba pasando?!

Bueno, me había sorprendido espiándola y habría sido muy estúpido negarlo por vergonzoso que resultara aceptarlo. Dejé de correr y, rojo como un tomate, tomé una escoba y un trapeador para limpiar el suelo… justo en ese momento ella salió.

– Virginia… perdoná yo…

– Deme eso… a ver… – y me quitó el trapeador de las manos sin verme a los ojos y sin dejarme decir nada. En un 2X3 ya lo había recogido todo.

– Virginia… quiero pedirte disculpas, no fue mi intención… yo no sé qué estaba pensando…

– No sé preocupe señor… yo si sé, yo entiendo… de verás…

“¿Qué entendió?” me pregunté, aunque sabía qué pensaba. Pero no iba a aprovecharme de ella y no podía permitir que pensara mal, así que traté de explicarle. Pero ni se inmutó, solo se asomó a su habitación para asegurarse que su niña dormía y se encaminó al otro lado de la cocina, junto a la mesa desayunadora hizo lo que jamás imaginé, plantada frente a mi, dejó caer su raído vestido quedando totalmente desnuda, no traía ropa interior.

¡Dios mío, quedé impactado, era la primer mujer desnuda que veía en mi vida y sería la más bella que vería en mucho tiempo! Alta, de no menos de 1.70 y de complexión atlética, con un buen desarrollo muscular. Pero no era masculina o tayuya como decimos aquí, nada que ver, exudaba una sensual feminidad por cada poro de ese cuerpo que me tenía paralizado. Su silueta era torneada, con piernas largas y de muslos gruesos y duros, de mujer trabajadora. Sus caderas eran rotundas, de hembra paridora, por debajo de una cintura estrecha como de avispa. Luego un vientre plano y firme que marcaba los abdominales y un poco más arriba, los mejores y más grandes senos que en mi vida vi, enormes pero firmes, blancos y henchidos de leche, surcados de venas, con aureolas amplias y pezones puntiagudos y gruesos.

– ¡¿Qué estás haciendo?! – pregunté, aunque era obvio.

– Lo que usted quería señor… por eso es que vino a verme, ¿o no?

– ¡¿Yo?! ¡No! ¡Yo… no, mirá… esto es un error! – dije balbuceando y tratando de controlarme para salir de allí, pero las piernas no me respondían. Y ella, lejos de desistir, empezó a girarse despacio, mostrándome sus grandes glúteos, carnosos, firmes y perfectos.

– ¿Le gusta lo que ve? – me preguntó con una voz suave y sexy – ¿Le gusto? –ni responderle pude, pero mi silencio lo dijo todo – ¿Le gusto señor? Si le gusto… venga y sírvase de mi…

– ¡No, no… NO! – dije, reaccionando por fin, aunque eso era ya mi último y débil intento de parar esa situación – ¡Esto no está bien… yo no te estoy cobrando nada! ¡No necesito esto! ¡Y tengo novia y soy un hombre fiel! – eso último me lo inventé esperando que desistiera.

– Pero señor, ¿su novia está mejor que yo?… yo sé que quiere… ya tiene la verga parada…

– ¡No es cierto! – pero si, no sé en qué momento se me puso dura como una piedra.

– ¿Ya ve? Vamos señor, quiero ser suya, que me hagás lo que quiera… quiero pagarle que me haya dado un lugar donde dormir esta noche, para que ni yo ni mis nenes pasáramos frío…

– ¿Entonces eso es lo que sos, una prostituta que buscaba pescar algún incauto?

– ¡Soy lo que tenga que ser con tal de tener bien a mi hija! – me espetó decidida.

Yo no quería aprovecharme de su desgracia para satisfacer mis deseos, pero esa noche mi pene tomó vida y voluntad propia… ¡y más todavía cuando se sentó en una silla con las piernas abiertas, dejándome ver su sexo cubierto de una frondosa pelambrera oscura! Empezó a restregar y sobar sus inmensos senos, pellizcándose los pezones al mismo tiempo. Comenzó a frotarse las nalgas, llegando cada vez más cerca de su sexo y ano. Las separó y me enseñó los 2 agujeros de entrada a su cuerpo, comenzó a abrirse la vulva metiéndose varios dedos dentro. Sabía que era bella y le sacaba el mayor partido posible, sabía que me tenía caliente y paralizado, incapaz de oponerme por más tiempo por mucho que mi mente me lo ordenara.

– Venga… y me dejo hacer lo que a usted se le de la gana…

Al fin sucumbí al deseo y fui con ella, empecé a acariciarle sus torneadas piernas mientras ella me habría el cierre y me sacaba la verga del pantalón, tiesa y en todo su esplendor. Me tomó una mano y se la llevó a su sexo, pegó un profundo suspiro y comprobé lo sensible que era. No perdió tiempo y se llevó a la boca mi enhiesto falo, ¡Dios mío, qué increíble sensación, qué placer, nunca me habían dado una mamada, de hecho nunca había hecho nada con nadie! Su lengua me daba incontrolables corrientazos de placer, me la mamaba como una profesional, se la metía hasta que rozaba su garganta y luego lo sacaba lento y succionándolo y al mismo tiempo acariciándome el glande con la lengua, tenía mucha experiencia. Acelerando hizo que le metiera hasta 3 dedos en el interior de su dilatado y mojado sexo, aunque estaba seguro que le entrarían muchos más.

– Mmmmm… qué vergota papi, qué rica está… te debe medir como 20 cm o más, ¿verdad? – no pude contestarle de tanto placer, pues seguía con la boca aferrada a mi sexo y yo dedeándola, solo volvió a detenerse para pedirme más – ¡Dele señor que soy una perra caliente, cójame ya!

Giró ágilmente y se colocó de frente a mi, ella misma me tomó la verga y la apuntó hacia su sexo, y yo, completamente fuera de mi mismo, empujé y la penetré con gran facilidad y suavidad. La aferré de los muslos y comencé a embestir, ella se sujetaba del respaldo de la silla, dándome vía libre para cogerla como se me diera la gana. ¡Dios mío, qué sensación, su vagina dilatada y empapada rodeaba y abrazaba mi pene al rojo vivo, hasta parecía que alguien me lo estaba succionando, sus músculos vaginales actuaban como si fuesen una ventosa! Veía su piel blanca ponerse roja por el esfuerzo y cubrirse de sudor, miraba sus fabulosos pechos rebotar una y otra vez y su hermosa carita toda congestionada, no sabía si de placer o dolor, aunque luego estuve seguro que fue solo de placer. En una de esas, en un nuevo arrebato de lujuria, la agarré de las nalgas y la levanté, automáticamente ella me tomó del cuello para no caer al suelo y rodeó mi cintura con sus piernas, comencé a cogérmela colgada.

– ¡¡¡AAAAAHHHHH, VIRGINIA, VIIIIIRRRRGIIINIIIAAAAAHHHHH!!! – gemía yo a gritos, ella me selló los labios con los suyos en un beso rico y apasionado.

Continuamos copulando como animales perdidos de placer y lujuria, cada vez le daba más duro, como si quisiera partirla en 2, como si quisiera sacarle la verga por la boca. Ella me incitaba a darle más duro, más rápido y más salvaje, no paraba de gemir y jadear, estábamos enloquecidos. La cambié de pose, la bajé al suelo y la giré, inmediatamente retiró de la mesa con un manotazo lo que pudiera estorbarle y se tendió boca abajo sobre ella dándome la espalda, separó las piernas y paró bien su hermoso culito. Volteó a verme con los ojos brillantes de lujuria, como anunciándome que estaba lista, como pidiéndome que siguiera, y yo, obviamente, seguí. Apunté y la penetré hasta el fondo, le arranqué un largo gemido de placer y le seguí dando con fuerza asiéndola de las caderas o del pelo, pero siempre hincando vigorosamente mi recio tolete entre sus magnas nalgas.

Comencé a besarle el cuello, los oídos, se los mordisqueaba, a ella le gustaba, gozábamos como perros y gemíamos enloquecidamente. El placer era inmenso, el calor sofocante, nuestros cuerpos estaba empapados y yo seguía rebotando mis caderas potentemente contra las suyas, rechinaba la mesa y amenazaba con romperse. Llegó el momento en el que ya no podía aguantar, di un grito de placer la llené de mi simiente, Virginia terminó con su sexo repleto de esperma, con su hermosa carita blanca y su suave y sedosa piel cubiertas de sudor y enrojecidas. Fue increíble, el primer encuentro sexual de mi vida…

– Papi… ¿te gustó?… – me preguntó con un dulce hilillo de voz, solo logré decir si con la cabeza pues aun no acababa de asimilar lo que había pasado – A mi también me gustó mucho… sos un semental… – luego volvió a cambiar su tono conmigo – si quiere puede tenerme todo lo que usted quiera señor… – me dijo, pero yo estaba abrumado y no pude responderle más que con beso largo y húmedo… seguidamente la tomé de la mano y me la llevé a mi habitación.

Entramos a mi cuarto y volví a besarla, abrazándola y apretándola contra mi pecho, sintiendo como sus enormes senos se aplastaban contra mi pecho. La agarraba de las nalgas, grandes también, en donde un millón de dedos míos podían aterrizar sin problemas. Caímos en la cama y rodamos, enredándonos, tocándonos, sintiéndonos. De repente se despegó de mi ágilmente y se metió entre las sábanas, inmediatamente sentí su boca recorriendo mi pene, engulléndose hasta la garganta. Qué delicia, levanté las sábanas para verla, era la mujer más linda que se pueda ver.

– ¡Mmmmmm!… ¡Mmmmmm! – gimoteaba enroscada junto a mi mientras me chupaba la verga – ¡Qué increíble, qué delicia!… ¡Mmmmmm! – acaricié su cabeza y ella la levantó, clavándome sus bellos ojos verdes.

– ¿Le gusta señor?

– Si, si… me encanta… y me podés tutear Virginia… las formalidades ya están de más. – le dije.

– Vaya papi…

– ¿Y a ti te gusta?

– ¡Mmmmmmm! ¡Me encanta! – me respondió con su voz suave y sonriéndome coquetamente.

Virginia continuó mamándomela como si de ello dependiera su vida, le encantaba, era una amante de las vergas. Se enderezó un poco y se arrodilló en medio de mis piernas para pudiera verla con mi pene entre la boca, a veces levantaba la vista con picardía, con sus ojitos brillando de lujuria. Me lamía el grueso mástil desde la base hasta del glande (que increíblemente exhibía una erección de 19 cm por 4½ de diámetro), tragándoselo como a un bombón mientras lo pajeaba. Por minutos dejaba mi verga por un lado y se dirigía a mis testículos, unos huevos que también se veían mucho más grandes, enormes, gordos, peludos y rebosantes de semen.

Estaba tan caliente que hice algo que jamás en mi vida había pensado hacer, la puse sobre mi de forma invertida formando un 69, quería devolverle placer por placer. Continuamos chupándonos y lamiéndonos mutuamente, rindiendo adoración a los genitales del otro y acariciándonos enteros. Le puse especial atención a su regordete clítoris, masajeándoselo con energía, ensalivándoselo con abundante saliva y metiéndole hasta 3 dedos, Virginia estalló en un fuerte orgasmo al poco tiempo…

– ¡¡¡SSSSIIIIIIIHHHHH, PAPI, PAAPIIIIHH… AAAAAHHHHHH!!! ¡¡¡AAAAAAGGGGHHHHHH!!! – empezó a gritar su gozo mientras yo le seguía estimulándole su sensibilísimo órgano. Me bebí por completo su acabada, no imaginaba la cantidad de fluidos que esa mujer podía echar.

– ¿Te gustó Virginia? – le pregunté cuando rodó a mi lado, ella asintió con la cabeza, enrojecida y muy agitada y sudorosa.

– ¡Si… si Papi… qué rico!… y me dejaste bien abierta y mojada… ¿me vas a coger? – preguntó, sabiendo de antemano la respuesta, yo le respondí con una mirada lúbrica – ¡Dale pues, que me muero por que me partás en 2 otra vez! – apuradamente, guiada por una terrible excitación, se giró y apuntó mi ariete a su entrada, le sentí un fuerte escalofrío cuando mi glande empezó a entrar dentro de su cuerpo – ¡¡¡OOOOHHHH DIOS MÍO, AAAGGHH!!! ¡¡¡QUÉ RICOOOHH!!! ¡¡¡¡AAAAARRRRRGGGGGGHHHHHH!!!! – se dejó caer sobre mi ingente tronco, clavándoselo hasta los huevos, luego se echó hacia delante y enterró la cara entre mi pecho mientras yo la abrazaba y acariciaba, tratando de acallar un poco sus gritos.

Virginia subía y bajaba aceleradamente, casi con salvajismo, moviendo solamente las caderas pues su cara aun estaba entre mi pecho. Yo la jalé del pelo con fuerza y la besé enredando mi lengua con la suya, mientras movía con potencia las caderas para ensartarla cuando ella fuera bajando. Era un encuentro increíble, era una auténtica hembra, una verdadera perra en brama, gozaba con mi masculinidad barrenándole las entrañas con mi duro y enrojecido pene.

– ¡¡¡¡GGGGFFFFMMMMM!!!! ¡¡¡¡GGGGFFFFMMMMM!!!! ¡¡¡¡OOOOUUUMMMGGGG!!!! – gemía con mi mano metida entre su boca, me la chupaba como si fuera un nuevo pene.

La agarré de las nalgas para subirla y bajarla yo mismo acelerando el ritmo de la cópula, Virginia me abrazaba del cuello y besándome apasionadamente. Poco a poco me fui enderezando, poniéndola boca arriba y llevándome sus piernas a los hombros, de forma que pude descargar con más fuerza mis embestidas sobre su delicado órgano sexual, haciéndola gemir y gritar como una desesperada.

– ¡¡¡PAPI!!! ¡¡¡PAPI, PAPITOOOO!!!… ¡¡¡OOOUUUUHHHH OOOOOOOOGGGHHHHH!!! – Virginia gritó cuando ante el intenso masaje que mi verga propinaba a su sensible sexo, le sobrevino un dulce orgasmo que celebró a viva voz, ya no me importó nada, ni siquiera mi propia hija, tan solo el inconmensurable placer que estaba experimentando.

Volví a cambiarla de posición, la tendí de costado, primero abierta con una pierna en el aire y luego cerrada para que sintiera mejor el grosor de mi paloma. Virginia gemía y gritaba, sentía mi ariete barrenándola sin compasión, abriéndola y sometiéndola por completo. De nuevo cambié de pose, a ella le encantaba que la manipulara a mi antojo, quedó en 4 y con el culo paradito para rematar la faena. La agarré de las caderas y le comencé a dar con fuerza mientras ella gesticulaba y berreaba enloquecida. Era lo máximo, el mejor, más rico y salvaje sexo, estábamos rojos y empapados, ella tenía la mirada perdida y la boca abierta, babeaba abundantemente. Por fin, tras una sesión larga y enajenante, desempalé a Virginia y me puse de pié, ella inmediatamente tomó mi pene y lo frotó y chupó, con fuerza hasta que obtuvo su premio.

– ¡¡¡¡AAAHH!!!! ¡¡¡¡AAAHH!!!! ¡¡¡¡AAAHHH!!!!… ¡¡¡¡AAAAOOOOUUUURRRRGGGGGHHHHH!!!! ¡¡¡AAHH, BEA!!! ¡¡¡¡¡BEEEEAAAAAHHHHH!!!!! ¡¡¡¡¡OOOOUUUMMMMMMMMRRRR!!!!! – rugí obsequiándole una acabada de largos y abundantes chorros que se estrellaron contra su paladar y garganta. Virginia tragó cuanto pudo, el resto le salía a borbotones de la boca y caía por su barbilla hasta su pecho. Y todavía me ordeñó hasta sacarme la última gota.

Quedé sentado sobre la cama con cara de imbécil, sin saber qué decir ni qué pensar, menos qué hacer, solo sabía que esa muchacha me había dado la noche de placer de mi vida… y que apenas sabía su nombre. Me quedé pensando en lo que acababa de pasar, reflexionando sin podérmelo creer aun, estaba seguro que jamás conocería a otra mujer tan ardiente y diestra en la cama. Fue la cosa más increíble que me había pasado hasta entonces, vaya forma de perder la virginidad. Pensando en eso caí rendido en un sueño profundo y relajado…

…………

– Buenas noches dormilón… ¿qué tal dormiste?

– ¿Ah, qué? – exclamé sobresaltado, del otro lado de la puerta de mi cuarto estaba mi hermana Any, había vuelto temprano, mucho antes de lo que esperaba.

– ¿Dormiste bien haraganote?… ya son las 9 de la mañana… – le di gracias a Dios que no entró pues me habría visto totalmente desnudo, me vestí como rayó y salí con el corazón en la boca. La encontré en la cocina revisando una pila de platos recién lavados – ¡Ya lavaste los platos de la cena, qué lindo! – me dijo en cuanto me vio – Veo que no sos tan haragán como pensé… ¡y hasta el desayuno dejaste hecho ya! Solo una cosita te digo, siempre tenés que dejar la puerta de la calle con llave, cuando llegué la encontré sin seguro nene…

La verdad no sabía de qué estaba hablando, yo apenas me estaba despertando, pero era cierto, la pila de platos sucios que tenía la noche anterior estaban brillantes de limpios y había un delicioso sartén con huevos revueltos sobre la hornilla… Virginia. Volteé para todos lados pero nada, no la vi por ningún lado, entonces comprendí aliviado lo que pasó: Virginia despertó mucho antes que yo, lavó los platos, me dejó el desayuno… y luego se fue con su nena a la incertidumbre de la calle.

Me sentí desilusionado, ni siquiera se despidió de mi, ni siquiera la vi salir aquella mañana gris y fría, sin saber si volvería a verla, pero dejando por siempre el recuerdo de aquella increíble noche que me dio, la mejor y más placentera noche de mi vida. Sus increíbles ojos quedaron grabados en mi mente y el sabor de su cuerpo en mis labios… 2 recuerdos que llevaría conmigo por siempre.

Garganta de Cuero

Pueden enviarme sus opiniones y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.




Cómo recuerdo el día en que llegó a mi casa
Categoría: Hetero: General

Garganta de Cuero nos cuenta en el Ejercicio su recuerdo de cuando aquella joven llamó a su puerta en una noche oscura y fría que acabó siendo la más caliente de su vida.

lunes, 11 de abril de 2011

La primera noche de mi nueva vida (Garganta de Cuero)

El taxi paró en justo en la dirección que le indiqué, “llegamos seño” me indicó sin ganas el piloto, más por costumbre que por cortesía. Le dejé el importe del servicio en la mano y bajé, con la misma cara de aburrimiento y fastidio emprendió la marcha. Bueno, por lo menos no se fijó en mi, no tenía humor para recibir atenciones indeseadas. Aunque claro, mi atuendo me ayudaba. Aquella mañana llevaba un traje sastre gris con chaqueta celeste, nada llamativo y hasta anticuado, pero me servía para no llamar la atención, nunca me gustaron las miradas dirigidas hacia mi persona. Además no era adecuado para una viuda con hijos como yo.

Sin embargo eso estaba a punto de cambiar, sabía que a Alain le encantaba que me voltearan a ver en la calle y esa tarde iba a cumplir con nuestro pacto, me entregaría totalmente en sus manos.

Iba nerviosa, ya lo dije, siempre me ponía así cuando me veía con él. Era esa adrenalina que te invade cuando estás a punto de hacer algo prohibido, algo que va en contra de tus principios, de las cosas en las que has creído por años. Es esa excitación de sentirte viva haciendo precisamente aquello que puede acabar con tu vida… por lo menos como la conocés. Y aquella tarde no sería como las anteriores, sería el primer día de mi nueva vida, una vida que me asustaba lo mismo que me excitaba, aunque me de vergüenza admitirlo.

No debía tocar el timbre, así me lo ordenó, así que busqué la llave, que estaba enterrada bajo el gran árbol de la entrada, tal y como me dijo. Despacio y cautelosamente entré a la gran casa y caminé por la lujosa sala, encontré la primer nota sobre la mesa de centro.

“Vaquilla mía: si estás aquí es porque has decidido sellar nuestro pacto finalmente, aceptando todas mis condiciones y requerimientos. Bien hecho y gracias, no esperaba menos de ti. Y celebrando este feliz acontecimiento he decidido darte tanto placer el día de hoy que será la mejor noche de tu vida y la primera de muchas otras noches de locura en el futuro.

Sobre la mesa del comedor hay 3 maletas, cada una numerada del 1 al 3 y con nuevas instrucciones adentro. Revisalas en orden y cumplí al pié de la letra lo que se te indique. No hagás nada más que eso”.

Reí nerviosamente, Alain siempre lograba ponerme así con sus juegos y casi siempre necesitaba mucho menos para lograrlo. Me llamaba “Vaquilla” debido al exagerado tamaño de mis pechos, que realmente parecían ubres de vaca. Además, como me conoció poco después de dar a luz a mi hijo más pequeño, mis senos aun estaba produciendo leche, y por su talla lo hacían en grandes cantidades… él se encargó que nunca dejarán de lactar.

Avancé más y llegué al gran comedor, con esa enorme mesa de caoba, bellamente labrada, dominando todo el ambiente. Efectivamente encontré allí 3 maletas de mano numeradas del 1 al 3: una era negra, otra azul y la última verde, respectivamente. Respiré profundamente y abrí la maleta negra, adentro había un paquete oscuro y otra nota:

“Vaquilla mía: desnudate y ponete lo que está dentro del paquete, hacelo en el comedor y dejá tu ropa doblada dentro de la maleta”.

Una nueva risa nerviosa escapó de mis labios, los nervios se apoderaron de mi y el pulso comenzó a temblarme. “¡Mierda, ¿qué estoy haciendo?!” me pregunté a mi misma cuando comencé a quitarme la chaqueta. Como siempre no pude dejar de preguntarme cómo fue que llegué a esto, si solía ser una mujer casada, conservadora y feliz… bueno, hasta que mi marido murió. Ahora era la perra insaciable, sumisa y eternamente caliente de ese suizo extraño. “Es por mis pequeños, por mi bebés” me dije con muy poca convicción y mucha tristeza… y aun más morbo.

Realmente si me daba miedo lo que iba a hacer, pero era esto o condenar a mis hijos a la miseria, pues aunque mi Raúl era un santo no nos dejó nada para poder sobrevivir. Aunque también me sentía aliviada de hacerlo, yo no servía para los encuentros clandestinos y sentir que en cualquier momento aparecería algún conocido viéndome hacer algo obsceno. Además, también es cierto que si estaba con él no era solo por dinero, no por todo el placer y el morbo que me hacía sentir. Desde que lo conocí le dio un vuelco de 180º a mi vida, ya nada volvió a ser igual.

Temblorosa y con torpeza me bajé la falda y luego me quitó la blusa, quedé en ropa interior en medio de ese enorme comedor. En la pared del frente se hallaba ese gigantesco espejo que siempre me ponía nerviosa y me vi reflejada en él. Vi su cuerpo paliducho y rollizo, con ese enorme par de tetas que siempre me habían acomplejado, pero que ahora adoraba… como adoraba todo lo que Alain quería. Luego mi abdomen, anteriormente flácido y abultado, pero ahora plano y firme, fruto del ejercicio que él me ordenó hacer. Y más abajo esas caderas rotundas que trajeron a mis amados hijos al mundo. Rápidamente deseché la imagen de mi familia de la mente, no podía ni quería pensar en ellos en ese momento.

Terminé de desnudarme y saqué el paquete oscuro, ya sabía que sería alguna prenda o algo para usar. Y en efecto lo era, se trataba un corsé de cuero violeta oscuro, con las pitas por delante y sin copas, Alain quería dejarme con las tetas al aire. Me lo puse con esfuerzo pues me temblaba mucho el pulso. Me lo apreté bien y quedé como una grotesca versión de mi misma, con mis enormes ubres colgando de mi pecho y mi cintura reducida exageradamente. A continuación abrí la segunda maleta, la azul, y encontré una nueva nota y una caja envuelta en papel de color café.

“Vaquilla mía: la caja de madera es una antigua reliquia familiar, es una vieja caja de música hecha a mano y finamente labrada en madera de roble. Es también una cosmetiquera llena de todo cuanto puede necesitar una mujer para verse hermosa. Quiero que te maquillés, Vaquilla mía, y ya sabés cómo”.

Saqué el paquete con mucho cuidado, me sentía torpe y por nada del mundo quería romper aquella cosa si era una reliquia familiar suya, de mi amo. Lo desenvolví y apareció frente a mi una hermosa cajita, tallada y pintada con motivos de paisajes alpinos en colores vivos y brillantes. Al abrirla una hermosa tonada de cuna comenzó a sonar, era definitivamente un objeto muy valioso. Tomé varias cosas de allí y empecé a maquillarme.

No me apliqué base, mi cutis blanco y rosa no la necesitaba y a él no le gustaba, decía que me dejaba la cara como repellada. Me delineé los ojos y me apliqué una combinación de sombras verdes y violetas para que combinara con el corsé. Me apliqué rubor en cantidad aunque no lo necesitaba. Me pinté los labios de un violeta igual a mi prenda y luego me los cubrí con brillo. Quedé excesivamente maquillada a propósito y con una apariencia más bien vulgar, pero satisfecha porque así era como a él le gustaba verme. Mi cabello solo me lo anudé en una cola.

Antes de abrir la tercera y última maleta reparé en el dedo anular de mi mano izquierda, allí estaba aquel hermoso y finísimo anillo de compromiso que me había dado hacía 6 meses. Era de platino con un enorme diamante que brillaba entre racimos de esmeraldas, zafiros y amatistas. Me gustaba tanto como me atemorizaba, pues era la prueba física y público de nuestro compromiso y de todo lo que implicaba… ser su esclava. Claro, esto último era la parte privada.

Dejé de pensar en ello y abrí la maleta verde, inmediatamente sentí un sudor frío recorriéndome la espalda y una humedad caliente entre las piernas. Tomé la nota y la leí:

“Vaquilla mía: en el interior de esta maleta vas a encontrar algunos de los accesorios que más te gustan. Quiero que los usés todos y luego que pasés al pasillo que da directo a mi habitación pasando por el jardín interior, en donde encontrarás la cuarta y última nota”.

Inmediatamente me sentí de 2 formas: Primero intimidada, el contenido de esa maleta indicaba que Alain quería llevarme muy lejos y yo sabía que ese hombre no tenía límites. Segundo, me sentí excitada, saber que mi amo estaba a dispuesto a usarme de tal manera me produjo un morbo que me calentó mucho y no pude evitar sentirme muy avergonzada.

Respiré profundo para tratar de calmarme y comencé a sacar los “accesorios” de la maleta y a “ponérmelos”. Primero saqué un pequeño estuche transparente con 2 piercings plateados que me puse en los pezones, él me convenció de perforármelos, así como varios otras partes de mi cuerpo, a pesar de que mi marido podría darse cuenta. Eran de platino y en ambos extremos tenían 2 pequeñas y redondas piezas de ámbar, así que eran muy caros. Luego saqué un aro plateado con una hermosa piedra amatista y una cadenilla de 20 cm terminada un corazón. Esto me lo puse en el clítoris y también eran de platino.

Finalmente tomé la pieza que más me asustaba, un plug anal de goma negra y tremendamente grueso. Dentro de la maleta solo quedó un frasco plástico lleno de lubricante… era obvio para qué lo iba a usar. Sabía que no debía hacer esperar a mi amo más de lo necesario, eso era parte del juego y por alguna razón me sentía obligada a apegarme a todas las reglas. Además me daba miedo esa mierda, así que decidí acelerar las cosas para no acobardarme a última hora.

Unté el plug con una abundante cantidad de lubricante y me apliqué otro poco dentro del recto con 2 dedos. Ya tenía el ano muy abierto y distendido, era casi un pasatiempo para Alain dejármelo como reposadera cada vez que nos veíamos. Pero aun así sabía que me iba a doler bastante y que debía tener mucho cuidado al insertarme un objeto así. Sin pensarlo ni nada, me puse en cuclillas sobre la punta del mostrenco ese y me dejé caer, encajándomelo muy dolorosamente.

– ¡¡¡¡AAAAAAGGGGGHHHHHHHH… POR DIOOOOSSSSSGGGGGHHHHH!!!! – grité, presa de un dolor muy intenso, sentí que me iba a desmayar y que esa mierda me estaba partiendo por la mitad. Aun así, en lo único que pude pensar en ese momento fue que “ojalá no se me corra el maquillaje”… qué mierda conmigo.

Me quedé de rodillas en el suelo por un largo minutos, respirando acelerada y agitadamente y luchando por no llorar. De verdad que soy una estúpida, ¿cómo se me ocurrió ensartarme esa monstruosidad así? Pero una vez recuperada del dolor, me puse de pié trabajosamente y me encaminé hacia el jardín interior, en donde encontré la cuarta y última nota, que decía:

“Vaquilla mía: bajo la fuente hay una bolsa negra con los últimos accesorios, quiero que los usés también y que avancés hasta entrar a mi habitación… te estoy esperando impaciente”.

Efectivamente encontré la bolsa en el sitio indicado, adentro habían 2 muñequeras de cuero, 2 tobilleras de cuero, ambas de color negro; y un grueso collar de cuero café, ancho y con clavos de hierro, junto con una cadena metálica. Nuevamente sentí un escalofrío bajándome por la espalda, mi amo tenía planeada una larga noche para mi.

Me los puse todos sin perder tiempo y luego me dirigí lentamente hacia la habitación principal… en 4, como la perra que era y con el collar en la boca. Mis enormes y pesadas tetas se bamboleaban a cada paso y hasta rozaban mis pezones con el frío suelo. Al mismo tiempo sentía que los jugos de mi vagina estaban chorreando por mis muslos.

Entré a la habitación, Alain estaba sentado en la cama, desnudo, con las rodillas separadas y mostrando su enorme erección. No pude evitar que mis ojos se perdieran en la tremenda verga parada de mi amo, dura y palpitante. Al instante sentí como mi vagina volvía a chorrear. Él no poseía un físico impresionante, de hecho apenas alcanzaba los 1.70 y era delgado como una vara, lo que combinado con su cara aniñada le daba un aspecto de lolito. Eso si, gracias al ejercicio tenía una musculatura bien marcada. Era de piel blanca y cabello rubio, fríos ojos azules y sonrisa fácil y agradable. Y lo más impresionante de él: un pene enorme, casi 25 cm de carne dura, venosa y colorada, con un glande ancho y 2 testículos como bolas de tenis debajo.

Con un ademán me invitó a acercarme y yo lo hice lentamente, le entregué la correa en sus manos cuando llegué con él y de inmediato me enfrasca en una mamada intensa, a 4 patas y sin manos. Inicié con su glande, tragándomelo enteró como un bombón y chupándolo con ansias, luego me lo sacaba y le pasaba la lengua por encima saboreándolo. Me sujetaba del pelo, moviéndome la cabeza de arriba abajo y cogiéndome por la boca.

Poco a poco me fui tragando más y más verga, cuando la llevaba por la mitad sentí la primer arcada. Pero mi amo no me permitió sacármela, al contrario, me la metió más ignorando mi malestar. Cuando llegué a los tres cuartos de verga se me cortó la respiración, él se dio cuenta e intencionalmente me la dejó adentro hasta que casi le supliqué con mis ojos derramando lágrimas que me dejara respirar. Hizo lo mismo varias veces hasta que, por fin, toqué su vello púbico con la nariz y fui capaz de lamerle los huevos al mismo tiempo.

– ¡Pau, Paulina… – me dijo, sacándome la verga y levantándome la cabeza – sos una vaca lechera de primera… – “ZAP”, me pegó una fuerte bofetada con su mano libre – y una perra sucia inigualable! – ZAP, ZAP.

– Gracias… – le respondí, con una voz tímida y gutural. Ya sé que su trato era vejatoria y que debería haberme ofendido, pero lo único que consiguió fue excitarme más… y lo sabía bien.

– Esta, que será nuestra primer noche como amo y esclava, te voy a enloquecer de placer, voy a hacer que esta sea la mejor noche de tu vida…

Lo vi enrojecido y cubierto de sudor, supe que lo estaba haciendo gozar y me sentí muy bien conmigo misma. Yo me dejaba hacer de todo con total mansedumbre, tal y como él quería. Ese hombre siempre fue capaz de hacer conmigo lo que se le daba la gana sin que yo me le opusiera y sin que comprendiera porqué.

Luego de un gran rato de irrumación, Alain me jaló del cabello y me besó con más agresividad que pasión. Me puso de pié con las piernas separadas y, sin dejar de besarme, me metió 2 dedos entre la vagina y comenzó un frenético mete y saca que producía audibles sonidos de chapoteo, así de mojada estaba. Empecé a gemir roncamente, la respiración se me aceleró automáticamente y todo mi cuerpo se tensó, pero él no me dejó acabar. Mi amo, previendo mi inminente orgasmo, tomó con fuerza la cadenilla que colgaba del piercing de mi clítoris y la jaló con fuerza, me arrancó un fuerte grito de dolor y me cortó el clímax.

Alain me lo volvió a hacer minutos después, solo que ahora me propinó un fuerte sopapo en la vulva que también me cortó el orgasmo. Lo que él quería era tenerme muy caliente, que cayera en la desesperación por acabar. Y lo estaba logrando, yo ya estaba como enloquecida de tanto calor. Y entonces, hasta ese momento, mi amo se dignó dejarme acabar. Me cogió con los dedos con fuerza hasta que pegué un aullido largo y fuerte y me comencé a estremecer toda en medio de un fuertísimo orgasmo.

– ¡¡¡¡AAAAGGGGHHHHH… PORRRRRRDIOOOOOSSSSSGGGGHHHHH!!!! – al mismo tiempo me ocurrió algo que ya me temía, me oriné… ¡me oriné de tanto placer que Alain me estaba dando! – ¡¡¡¡AAAAAAAGGGGGGHHHHHH, OOOOOUUUUUUGGGGGHHHHHH!!!!

No caí al suelo porque él me sostenía del pelo, literalmente me tenía colgando de él. No podía pensar con claridad, estaba en un trance de excitación y placer y él lo sabía, atrapada en un orgasmo tan intenso que hasta me aflojó el esfínter. Sabía que era un estado degradantemente, lastimero y oscuro y que eso mismo me calentaba más, por lo que prácticamente no tenía límites… y sabía bien que Alain tampoco los tenía.

Cuando acabó mi clímax quedé como desmadejada, colgada del pelo. Mi amo remató la escena llevándome a la boca sus dedos embadurnados de mis jugos y yo se los lamí y chupé extasiada.

– ¿Te gustó Vaquilla?

– Si… me… a mi… – apenas podía hablar, el aire aun me faltaba y continuaba ardiendo de la excitación – a mi me gusta todo lo que tu me hacés…

– ¿Y puedo seguir haciéndote cosas?

– Tu haceme lo que querrás… amo…

Me tomó por la cintura y me tumbó sobre la cama. Su lengua comenzó a recorrer la suave y tierna piel de mi rajita, de arriba abajo, despacio y saboreándola. Me chupaba con maestría, metiéndome la lengua entre la vulva al mismo tiempo. Y yo chillaba de placer, abriéndome de piernas y apretándome las tetas con fuerza. Movía las caderas de forma arrebata de un lado a otro que le hacían difícil a él seguirme con la boca. Estaba cada vez más y más caliente y gimiendo cada vez en voz más alta, ya estaba ardiendo de nuevo… o probablemente nunca dejó de estarlo, pero a medida que me chupada seguía me acercaba más y más al orgasmo.

– ¡¡¡AAAHHHH!!! ¡¡SOS ÚNICO ALAIN, AAAHHHH!! ¡¡Tu lengua me vuelve loca!! ¡¡¡AAAHHH!!! – no me contestó, no podía hacerlo con la boca llena de mi sexo.

Me movía más frenéticamente cada vez, la diestra lengua de mi amante estaba llevándome hasta el cielo. Mi sedosa y apiñonada piel blanca se enrojecía, mi hermoso rostro se contraía en profundas muecas de placer y jadeos llenos de excitación. Simultáneamente me apretaba mis grandes tetas desnudas con fuerza, me las restregaba y me pellizcaba los pezones, estaba a punto. Finalmente, estalló en otro poderoso orgasmo.

– ¡¡¡ALAIN, ALAIN… AAALAAAAIIIINNNGGGHHHH!!! ¡¡¡¡AAAAYYYYYGGGGHHHHH!!!! –apreté con fuerza su cabeza contra mis ingles mientras ese intenso clímax me estremecía completa y me hacía sacudirme como una lombriz – ¡¡¡¡OOOHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAAALLLLAAAAIIIINNNNN!!!!

Un minuto después dejé de convulsionarme, lo más intenso del orgasmo había pasado, pero no por eso disminuyeron mis ganas. Vi los ojos de mi amo brillando de una manera extraña, era lujuria, lujuria pura y descarnada. Alain se puso de pié, viéndome excitado y casi echando espuma por la boca, me indicó con un ademán que me arrodillara frente a él. Yo lo hice lentamente para calentarlo y desesperarlo más, hasta que quedó a la altura de su largo y grueso monstruo de carne dura y llena de venas que me apuntaba directo a la boca.

– ¡Dios mío, es un monstruo Alain… es un monstruo… amo! – exclamé en voz baja. A pesar de todas las veces que lo había tenido en la mano y adentro de mi cuerpo, aun no me lograba acostumbrar a esa impresionante macana.

Se lo llevé a la boca y empecé otra mamada muy esmerada, le chupaba apasionadamente el glande como si fuese un chupete, succionando con ganas mientras la acariciaba con la lengua. Sostenía su pene sujetándolo fuertemente del tronco con una mano mientras que con la otra le acariciaba y amasaba delicadamente los testículos, redondos y pesados, tan portentosos como la verga que llevaban por arriba

A él se le cerraban los ojos, embargado del inmenso placer que le hacía sentir, pero se negaba a no verme, se esforzaba en mantenerlos abiertos y contemplar en primer plano esa experta boca regodearse con su gran verga. Realmente me estaba dedicando y lo estaba disfrutando, incluso le hice mamadas profundas varias veces, tragándome ese gran mástil de carne hasta la garganta.

Alain tomó la riendas, me agarró del pelo con brusquedad y me puso de pié, me besó con fuerza sujetándome de las nalgas. Más que pasión, era brusquedad y violencia, aunque no me molestó en absoluto… todo lo contrario, me gustaba que ese hijo de puta me usara a su antojo. Me colocó en 4 patas sobre la cama y, despacio y desde detrás, me penetró. Pegué un fuerte alarido y abrí los ojos como platos, el gigantesco plug anal que tenía ensartado hasta el fondo de mis intestinos le obstruía el paso a la gran macana de mi amo, por lo que la entrada de este se hacía difícil y hasta dolorosa. Pero nuevamente nuestra protagonista fui capaz de encontrar el placer a pesar de todo y comencé a berrear presa del más intenso goce.

– ¡¡¡AAAAAHHHHHHH, SSIIIIIIHHHHHH!!! – exclamé al sentir esa gran barra atravesándome hasta el fondo, despacio pero sin detenerse, y abriéndome como solo el podía.

– ¿Así te gusta Vaquilla mía? – seguí jadeando, empujando hacia atrás también.

– ¡¡SSIIIIIIHHH, ME FASCINA!!

– ¿Y con el plug metido hasta el fondo de tu hambriento culito?

– ¡¡TAMBIÉN, TAMBIÉN… AAAAHHHH!!…¡¡Así te siento entrar hasta el fondo, me volvés loca! ¡¡¡Amo cogeme, cogeme DUUUUROOOOOGGGGHHHHH!!!

– ¡Me encanta Paulina, me fascina!… ¡Dios mío… tengo la verga tan apretada allí adentro que siento que me muero!

Me tomó de la cintura y empezó a embestirme con fuerza, clavándomela con dureza hasta el fondo, metiéndomela todo lo que le entraba. Yo mordía las sábanas y pegaba berridos y fuertes jadeos, al mismo tiempo continuaba empujando hacia atrás para recibirlo todo. Lo volteé a ver con la cara congestionada de placer, quería mostrarle cuanto estaba gozando. Mis ojos también brillaban de lujuria pura, de excitación sexual pura y descarnada.

– ¡¡¡AAAHHHH, AAAAHHHH, OOOOOOHHHHH!!! – chillaba enloquecida y bañada en sudor – ¡¡¡MAS, MAAAASSSGGGHHHH… cogeme más fuerte que me muero amOOohhh!!! – finalmente acabé por tercera vez ese día – ¡¡¡¡AAAHHHH, AAAAAAUUUUUGGGGHHHHH… AAAAALLLAAAAAIIIIINNNGGGGHHHH!!!! – alcancé un fuerte e intenso clímax que casi me hace perder el equilibrio de nuevo y caer al suelo, si no fuera porque Alain me sujetó.

Me derrumbé sobre la cama, quedé con la cara pegada a las sábanas y mi redondo y perfecto culito puesto en pompa y totalmente expuesto pues él seguía sujetando firmemente de las caderas. Erguido y viéndome con suficiencia y orgullo, me propinó una fuerte nalgada, luego se inclinó sobre mi trasero, me separó las nalgas y comenzó a removerme el plug anal. Me lo movía en círculos, buscando estirar al máximo mi elástico esfínter. También lo empujaba adentro y lo sacaba mientras yo me revolvía de placer.

Automáticamente se sujeté los senos con fuerza y empecé a restregármelos y a apretarme los pezones anillados, gozando de los hábiles movimientos de la mano de mi señor. Pasados uno o dos minutos me dejó caer sobre la cama, quedando boca abajo y con las piernas abiertas, dándole más espacio para trabajar. Este aprovechó para meterle varios dedos entre la vagina y hacerla gozar.

– ¡¡¡OOOOOHHHHH, SIIIIIIIII… AAAAAMMMMOOOOHHH!!! ¡¡Ay, papito rico, amor, dale, me volvés loca, ME ESTAS MATAAANNNNDOOOOUUUUGGGGHHHH!!

Alain me lo hacía cada vez con más ganas e intensidad, tanto la paja como la dilatación, y no pasó mucho tiempo antes de que me tuviera tan abierta que esa cosa se me salió como si nada. realmente, a esas alturas de nuestra relación, eso me pareció de lo más normal, mi ano estaba ya tan utilizado que a veces tenía temor a desarrollar incontinencia, mi amo se había encargado de dejármelo como un boquete. Pronto a ese enorme plug transitaba dentro de su ano como Juan por su casa, ensanchándome el culo hasta proporciones escandalosas. Al mismo tiempo continuaba serruchándole la cuca con los dedos y arrancándome largos gemidos gozosos, pero esta vez no me dejó acabar, tenía otros planes.

– Bueno Vaquilla, ya estás lista… je, je, quedaste tan abierta que te podría meter la mano entera hasta el fondo y vos ni en cuenta, je, je, je. – Pau le respondió con una sonrisa melosa.

Con una gran sonrisa siniestra, llena de lujuria, se puso de pié y me sacó el plug del culo, convertido en un grotesco boquete. Se ensalivó bien el glande y lo guió hacia dicha abertura, lo colocó sobre mi ano, lo restregó varias veces antes de empujar con fuerza. No paró hasta que me empaló por completo. Sentí esa enorme verga invadiendo mi dilatadísimo esfínter y yo la recibí con una estoica mueca de esfuerzo mezclado con un mohín de placer, me dolía y gustaba al mismo tiempo.

– ¡Ya entré hasta el fondo Vaquilla mía!

– ¡¡¡AAAAHHHHH, SIIIIII, LA SIENTO… DALE ALAIN, DALE, REVENTAAAMEEEHHH!!!

– Sos una vaca lechera y una perra caliente Paulina, tenés el culo abierto como un grotesco boquete de carne y lo disfrutás, perra… ¡¡¡TE VOY A PARTIR POR LA MITAD!!!

Se echó sobre mi, con las rodillas flexionadas y sobre mis muslos y, firmemente sujeto de mi cabello, inició a sodomizarme. Su largo y grueso palo comenzó a invadir la totalidad de mi hambriento ano, penetrándome hasta el fondo. Podía jurar que casi no forzó mi esfínter (tal era mi dilatación) y que me horadaba salvajemente sin mucho esfuerzo, llevándome a niveles de placer infinitos. Y cuando me tomó fuerte del pelo mi placer aumentó, junto con mis gritos y gemidos.

– ¡¡¡AAAHHHH, OOOHHH, AAAHHHH!!! ¡¡¡MÁS ALAIN, DAME MÁS, DAME MÁS DURO!!! ¡¡¡¡AAAAHHHH, SOS UN SEMENTAAAALLLLGGGHHHH, AAAAMOOOOOOHHHHHH!!!!

El sudor cubría nuestros cuerpos y nos empapaba, el éxtasis voluptuoso y enajenado nos hacía delirar. Alain continuó embistiéndome, encajándome toda su tranca entera, hasta el fondo, llenándome por completo. Metí una mano bajo mi cuerpo y me comencé a masturbar frenéticamente, tirando con saña de la cadenilla al mismo tiempo que me metía los dedos dentro. Los 2 estábamos cada vez más cerca del orgasmo y llegamos casi al mismo tiempo.

– ¡¡¡AAAHHH, ALAIN, AAAAALLLAAAAAIIIINNNNGGGGGHHHHH!!! ¡¡¡¡AAAAAAGGGGHHHH, AAAHHH!!!! – grité revolviéndome desesperadamente bajo el peso de mi amo. Gocé tanto que nuevamente mis esfínteres fallaron y me oriné.

– ¡¡¡¡DIOS MÍO, VAAAACAAAAAGGGHHHHH… UUUUAAAAGGGGHHHHHH!!!! – Alain echó sus chorros de semen dentro de mi, llenándome las entrañas de su simiente y gozando, además, de las intensas contracciones de mi ano.

Quedé con los ojos en blanco y mareada por el ímpetu de mi orgasmo, aun seguí gimiendo hasta que lo sentí extinguirse por completo. Aun seguimos gimiendo un rato, Alain todavía enchufado en el insaciable ano de su vaquilla, empujando aunque sin tanta fuerza como hacía un minuto. Nos quedamos acoplados incluso cuando ya todo había acabado y él me besaba apasionadamente.

La escena cambió y se volvió íntima, como de 2 personas que se aman. Sabía que aquel sería el primer día de mi nueva vida, cuya cara pública sería la de una mujer felizmente casada con un hombre muy adinerado, una pareja normal y feliz. No sabía bien qué esperar de ese nuevo futuro, mucho placer si, eso era obvio. También que él cumpliera con todas sus promesas, como darle un futuro inmejorable a mis hijos, y hacerme cumplir a mi mis promesas… algo que me daba cierto temor. Por lo pronto sabía que él siempre cumplía… me prometió la mejor noche de mi vida y lo cumplió, mi primer noche de mi nueva vida fue la mejor noche de mi vieja vida.

Garganta de Cuero

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Besos y abrazos.



La primera noche de mi nueva vida
Categoría: Dominación

Garganta de Cuero cuenta en el Ejercicio la historia de Paulina, viuda joven y armada con unos grandes pechos que cae en las manos de Alain, un suizo que además de su benefactor y amante aspira a convertirse en su amo. Cuando Paulina acepta su oferta...