En el
momento que la furia deja de cabalgar por tu pensamiento eres consciente de lo
que has hecho. Cuando ves el amasijo de vísceras y sangre que cubre a la mujer
que ¿amabas?........ No, ni la amabas, ni tienes sensación de culpa, era tuya y
siempre sería tuya, solo temes las represalias de la sociedad, de tu familia,
de tus amistades, de todo…..ya sabes que ahora tu tipo de persona es un
apestado, y también temes la ley de la cárcel, esa que provocó que tu amigo del
alma y de correrías acabase muerto en prisión y con el culo abierto. Sin
pensarlo, abres la ventana y te lanzas por el balcón. La gravedad tira de
ti con fuerza, sin embargo durante esos escasos segundos recorres el camino que
te ha llevado hasta aquí.
¿Cómo empezó todo? ………..Todo
empezó con el cabronazo de tu padre, con ese autoritarismo que tenía, que hacía
que tu madre estuviera siempre recluida dentro de sus ojos, esos ojos que solo
brillaban cuando no estaba tu padre cerca. Pero, en vez de admirarla, admirabas
el dominio de tu padre, el poder.
Pero cuando tú intentaste eso, no
obtenías el mismo respeto, ya se sabe, padres gatos hijos michinos, y tú solo habías
heredado las ansias de poder de tu padre, pero no su habilidad para
conseguirlo. Ni su adaptación a cada época.
Tú eras un cabrón como él, pero
no tan listo, solo conseguiste ese poder y ese respeto, bueno más que respeto,
ese miedo, por medio de hostias, hostias que los cobardes solo dan a los que no
se las pueden devolver.
Y ahí te perdiste, porque para
ser un cabrón del todo y salir airoso, hace falta guardar las formas que la
sociedad te exige en cada momento y no las guardaste y después de muchos labios
reventados y de muchos moratones, ella llamo al 016 y el juez, dictó una orden
de alejamiento.
Ciego de ira, fuiste a obligarla
a quitar la denuncia. Tú sabías que eso podía ser el preámbulo del calvario y
como buen cobarde, lo has querido evitar. Pero cuando la cogiste, viste su
mirada, llena de miedo pero con una fuerza que no reconocías y supiste que no
había vuelta atrás…….
Ahora, a punto de impactar con el
suelo, una mueca esperpéntica de satisfacción se dibuja en tu cara, al menos tu
culo acabará intacto.
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