jueves, 23 de septiembre de 2010

Media tarde. Trazada

Media tarde

He estado en Madrid con Luna, mi amiga de rostro aniñado, torso adolescente, largos muslos, sexo rasurado, ojos verde primavera y sonrisa de ángel. La semana pasada me dice: "Tengo un ligue cibernético y hemos quedado en vernos en Madrid ¿Me acompañas?". Le contesté que sí, porque Luna me lleva del pico y hace de mí lo que quiere. "El chaval está bueno, lo he visto por webcam, pero es un destripaterrones básico – me comentó -. Mira como se explica".

Me alargó un folio en que había impreso su conversación de chat, y aprecié que el tipo se pegaba con la ortografía y perdía por goleada. Un botón de muestra: Contestando a la pregunta de si le gustaba la literatura, respondía: "Komo no tengo estudios no sé mucho de ler ni describir".

En fin, que nos plantamos en Madrid. Nos apetecía cochinillo asado y fuimos a un restaurante típico. En la mesa de al lado vinos a Alfonso Guerra con unos amigos viejísimos – ya estaban para el desguace, no os digo más -. ¿La comida? De cine. (Por si le interesa a alguien, el restaurante está en la calle Cuchilleros y se llama Casa Botín).

Ya bien comidos, comentó Luna que había quedado con su ligue en uno de esos clubs liberales "swinging" en que la gente cambia más deprisa de pareja que de copa. Tomamos un taxi, llegamos y nos dimos de narices contra una puerta cerrada. Pulsamos el timbre y un tipo nos espetó a través de un ventanillo:

- Contraseña.

No sabíamos que hiciera falta una, y Luna improvisó:

- "Filiberto".

La madre que te parió – se encogió de hombros el tío.

- Pues…"dádiva".

- Y tu tía la coja – sonrió torvamente el hombre.

- ¿Me admitirías "hacendoso"? – insistió Luna.

Silencio.

- ¿Y "zanahoria" como animal de compañía?

Ídem de ídem.

- Pues no sé – suspiró mi chica – Como no sea "alca…"

- ¡Por fin! – interrumpió el hombre – "Alcahueta". Esa es la contraseña. Pasad.

Luna me confesó que pretendía decir "alcaparra", pero bien está lo que bien acaba. Entramos y comprendimos que allí valía todo. El personal andaba amontonado y nadie sabía de quién coño era el coño que tenía más cerca, ni dónde cojones estaban los cojones de uno.

- ¿Y tu ligue? – quise preguntarle, pero Luna ya estaba en pelota picada afanándose en tocar el clarinete de un tipo moreno, mientras otro tamborileaba en el culo de mi chica.

Total, que me lancé al montón.

Si uno va a una fiesta normal, luego recuerda que habló con Fulano de fútbol, que se le insinuó Menganita y que Zutano pretendió venderle un coche. Esto fue distinto. ¡Con decir que en un momento dado, entre tetas y coños, llegué a chuparme mi propia polla, o al menos eso quiero creer! Podría detallar más, pero hay un límite de quinientas palabras en el Ejercicio y casi están cumplidas. ¡Lástima de topes absurdos, porque lo de aquella rubia cachondona!…

Pero alcancé quinientas palabras justas. Pongo punto final.



Media tarde. Trazada.
Categoría: Hetero: General

Lo que nos ocurrió a Luna y a mí en Madrid hasta un momento antes de que la cosa se pusiera interesante.

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