martes, 13 de noviembre de 2012

En las crisis ganan los banqueros [ana del alba 20]

Las crisis obligan a hacer cosas que normalmente no haríamos, y los lobos se despojan de las pieles de cordero.

La cliente se levanta de la silla, se dirige al diván del despacho, levanta la falda de su vestido y, con la ayuda de ambas manos, se quita las bragas y las deja en el suelo, luego se sitúa encima del diván, con las rodillas y las manos apoyadas en él en la posición que se conoce como a cuatro patas y aguarda con las piernas levemente separadas. Luis, el director de la sucursal se levanta de su cómodo asiento, rodea la mesa mientras se va quitando el cinturón, descorriendo la cremallera, desabrochando el botón de su pantalón y, ahuecando el calzoncillo, extrae su erecto pene dispuesto. Para cuando llega al diván, ya tiene el miembro listo. Lo apunta en la entrada del coño de ella y, de un empujón de sus caderas, introduce toda la polla.

El timbre del despertador sacude a Luis de su enésimo sueño húmedo. Desde hace tiempo, lo nombraron director de la sucursal, bueno, más bien trepó a él desde su puesto como simple gestor de clientes, utilizando todas las tretas que conocía, por ejemplo le birló el mejor cliente de su compañero Pedro ofreciéndole un trato financiero mejor, a cambio de cierta comisión. A partir de ese momento, raro era el día en que durmiendo no tenía estos sueños húmedos con las mujeres de las parejas que venían al banco a pedir una hipoteca. La de ayer era rubia, buenas tetas y mejor culo, guapa, de nombre Carla. Tuvo una tremenda erección mientras hablaba con ella y el chulo de su marido. Ella trabaja en una tienda como dependienta, él es mecánico en un taller, ambos de 24 años, tienen intenciones de casarse. De buena gana se hubiera follado a la chica, pero.... Y no es que no folle, a sus 35 años, lleva una buena carrera como amante, algunas chicas han caído a sus pies, a otras las ha pagado. Pareja no tiene, ni quiere, lo suyo es follar y olvidar, como su trabajo en el banco: poner buena cara, aprovecharse de todo para ascender y desarrollar su carrera y luego... siempre hay caídos en las batallas.

En ese momento, con la economía boyante, la construcción desatada y casi sin paro, todos los días recibe a parejas, firma en la notaría, hace negocios con las empresas de tasación, bordea límites... Su cuenta corriente, en otro banco distinto al suyo, y muy discreto, crece y crece, debido a ciertos movimientos poco claros en los negocios que hace para el banco, se rodea de ciertos lujos; apartamento en el centro, coche de marca, apartamento playero. La vida le sonríe. Pero él quiere más, quiere tirarse a muchas de sus clientas, coronar su carrera tirándose a cualquier mujer a la que echara el ojo. Pero de momento no puede ser, tal vez algún día...

Tres años después.

La crisis se ha desatado, Luis ha sabido conservar su puesto como director de sucursal, con la vorágine de fusiones bancarias, deudas financieras, crisis de la deuda soberana, cierre de oficinas, caída del negocio, pinchazo de la burbuja inmobiliaria, negación de créditos. A duras penas, y gracias a su piel endurecida, ha podido sobrevivir mientras ha visto caer a muchos a su lado. El negocio bancario siempre gana, pero no siempre gana lo mismo ni ganan los mismos. Él ha sabido estar en el bando ganador, aunque haya sido a costa de no subir en el organigrama del banco, menos mal que su cuenta bancaria oculta no se ha resentido.

Ahora recibe todos los días a parejas que, no pudiendo pagar los recibos de las hipotecas que su banco, él realmente, les concedió, vienen a verle para renegociar la deuda, pedirle que no se ejecuten las deudas, que no les echen de sus casas. No quiere hacer caso, esto es un negocio. Pero una idea está fraguando en su mente: puede aprovecharse del momento, seguro que esta situación favorece sus viejos sueños, sólo hay que dar un primer paso, elegir una primera víctima, hacerlo una vez, para que pueda follar todo lo que quiera. Es como cuando, siendo un pobre empleado del banco, se atrevió a hacer su primer negocio bordeando la ley: compró acciones para un cliente sin dinero para ello, luego las vendió sacando un pingüe beneficio, le salió bien, recibió los parabienes de sus superiores y empezó su fulgurante carrera.

Pero hay que elegir bien a la víctima. Y ésta no se hace esperar. Se trata de Sofía P. No la recuerda porque su hipoteca es anterior a su llegada a la sucursal. El expediente le informa que el banco le prestó 147200 Euros para la compra de su piso en una zona residencial de la ciudad. Por supuesto la tasación fue suficiente (todo el valor de venta) y ella, empleada en una oficina, y su marido, encofrador, pudieron adquirir el piso. Ahora, cinco años después, la deuda asciende a 118432 Euros, y ambos están desempleados. La señora P solicitó verle el día anterior. Ahora está en su despacho. Sola.

Sofía tiene 35 años, buen culo aunque poco pecho, algo en ella ha hecho que Luis se excite y su miembro se eleve. Los planes empiezan a urdirse.

—Señor director, iré al grano si me lo permite —dice Sofía.

—Adelante, agradezco la brevedad —responde Luis.

—Usted sabe que acabamos de dejar de pagar el recibo del mes pasado, y yo le quiero asegurar que no queremos dejar de pagar, sólo queremos un poco de tiempo más y pagarlo poco a poco.

—Querida señora, usted se hará cargo que no podemos hacer lo que pide, existe un contrato firmado y...

—No le estoy diciendo que no vayamos a pagar, sino que queremos un poco de tiempo, pagar menos al mes, pero pagar —interrumpe Sofía.

—Hágase cargo, no podemos hacer excepciones…

—No quiero un trato especial, sino un poco de flexibilidad, estoy segura que podemos encontrar la manera.

Una chispa salta en la mente de Luis, algo le dice que esta puede ser la primera, está ansiosa por resolver su problema y parece dispuesta a hacer lo que él le pida. Es de esas mujeres que son capaces de lo que sea, hasta hacer algo que la incomode, porque el fin es más importante que cualquier cosa, por eso, Luis la mira a los ojos y le dice:

—Yo también estoy seguro que hay forma de resolver su problema.

El silencio se hace dueño del despacho. Sólo se oye el ruido de la oficina bancaria como fondo. Ambos se miran. Luis está seguro de su triunfo, lo lee en los ojos de Sofía, que están valorando lo que acaba de oír y las implicaciones que ello supone.

—Pásese esta tarde por aquí a las seis y media, llame a la puerta trasera y seguiremos esta conversación —dice Luis después de un rato.

Sofía se levanta, todavía mirándolo. Casi sin creerse lo que subyace tras las palabras del director. Luis se levanta también, escondiendo la erección como puede. Se dan la mano y Sofía abandona el despacho, todavía pensativa.

La oficina cierra sus puertas a las dos de la tarde, sin embargo los empleados trabajan en ella por la tarde desde las tres y media hasta las cinco y media. Muchos días, el director se queda en ella trabajando, por eso no es extraño que hoy se haya quedado en la oficina más allá de la hora en que los empleados se van. Luis se prepara en el despacho para lo que va a ocurrir.

A la hora señalada, Sofía llama a la puerta de la sucursal, Luis abre y la deja pasar para después cerrar con llave. Casi sin hablar, la acompaña a su despacho agarrándola por el codo. Por el rabillo del ojo ha observado que apenas se ha cambiado de ropa, sigue con el elegante conjunto de falda y chaqueta. Sólo ha notado mayor olor a perfume que durante la mañana. Luis indica a Sofía que se siente en las sillas delante de la mesa y él ocupa su lugar habitual.

—¿Cual es la manera que ha pensado? —pregunta Sofía directamente y mirándole a los ojos.

—Es usted muy directa, eso es de agradecer. En pocas palabras, usted accede a lo que le voy a proponer y nosotros no ejecutamos la deuda y le permitimos un pago en mejores condiciones.

—¿Cual es la condición?

—Muy sencillo, usted será mi amante y follaremos cuando yo lo desee, a cambio ampliamos el plazo de devolución y reducimos la cuota—.Ya está dicho. El silencio vuelve a llenar el despacho.

—¿Y cuanto durará esta situación? —pregunta Sofía.

—Hasta que yo quiera o hasta que se reanuden los pagos normalmente—.El despacho vuelve a quedar en silencio.

—¿Quien me asegura que el acuerdo se cumplirá?

—Tiene mi palabra —asegura Luis, manteniendo la mirada a Sofía.

—No me basta, lo quiero por escrito.

—Muy bien —dice Luis, y le alarga un papel escrito a máquina, pero sin firmar. Sofía lo lee.

—Parece correcto ¿Cuando empezamos?

—Ahora mismo. Quítese las bragas y póngase en el sofá a cuatro patas.

Sofía hace lo que le ha pedido Luis, se levanta de la silla, con un gesto de las manos se quita las bragas y las deja en el suelo. Se dirige al sofá, se coloca de rodillas y luego apoya las manos en el mueble. Luis se levanta de su cómodo sillón, se desabrocha el cinturón, descorre la cremallera, se quita el botón del pantalón. Ya cerca de Sofía, deja bajarse los pantalones, y el calzoncillo, se coloca un preservativo en su erecto miembro.

Luis se coloca a la espalda de Sofía, hace que abra un poco las piernas, vuelve la falda por encima del culo, apoya la punta de su miembro en el coño y, de un golpe de caderas, la penetra. Durante un rato, el silencio de la oficina se rompe con el ruido del movimiento que provoca la entrada y salida del miembro del hombre. Al cabo de un rato aparece otro sonido, parece el de un chapoteo. Y es que Sofía, sin quererlo, se ha excitado y su coño está húmedo con sus fluidos. Luis oye ese sonido y comprende que la mujer ya venía aceptando lo que iba a pasar y algo la excitaba, pese a todo. Por eso redobla sus embestidas.

Como amante acostumbrado a follar con muchas mujeres, es capaz de aguantar su corrida o acelerarla a su voluntad. En este caso decide que lo va a atrasar para provocar el orgasmo de ella. Así que, además de la penetración, acompaña su acción con una excitación directa al clítoris de ella usando la mano. Ahora el silencio es roto por los gemidos de ella. Suaves al principio, rápidos después y casi gritando cuando Sofía se corre. Luis lo ha conseguido. Ha logrado que la mujer, amante a la fuerza, se corra. Ahora se abandona y acelera para correrse él también.

Sofía sale del banco a las ocho, satisfecha de doble manera. Por un lado ha conseguido retrasar un problema grave que tenía, y por otro está sexualmente contenta, hacía tiempo que no se corría así, claro que ha tenido que convertirse en la amante del director del banco, pero está convencida que no se le hará duro, porque tiene un trabajo en perspectiva y porque el hombre no le desagrada.

Sofía fue la primera de las clientes que Luis se folló durante bastante tiempo, llevaba anotado en una libreta los nombres, y otros datos, de ellas, además de guardarse las bragas y los videos que, escondiendo una cámara, grababa durante los encuentros. Según esas notas, a Sofía se la folló por primera vez un 2 de Febrero de 2010, luego follaría con ella en otras doce ocasiones hasta que la mujer logró un trabajo estable en otra oficina y volvió a pagar las cuotas con regularidad.

—Don Luis M —pregunta el sargento de la guardia civil. La pareja está en el despacho del banco.

—Si señor guardia, soy yo, ¿qué se le ofrece?

—Queda detenido por delitos fiscales, económicos y financieros, aquí tiene la orden firmada por el Juez, su socio, el Sr. Muñoz ya ha sido detenido. Debe acompañarnos.

Por fin se ha descubierto todo, el fraude continuado al banco, el desvío de fondos al extranjero, un poco de blanqueo de capitales, todos los negocios que bordeaban la ley, de repente la han traspasado. Se lo veía venir, pero no creía que le cogieran.

Lo que vino después lo recuerda un poco acelerado: encerrado en el calabozo, declaración ante los guardias, calabozo, declaración en el juzgado, siempre con su abogado presente, registro en su casa y en el banco, traslado a la cárcel como preso preventivo pendiente de juicio. En prisión sin posibilidad de fianza, el riesgo de fuga es evidente y parece que con él quieren hacer escarmiento a la banca. Está jodido.

......

—¿Quien es ese tipo al que le están dando por culo en la 112? —pregunta el «Chori» en la celda 115.

—¡Bah! Un cabrón, está aquí por robar en el banco donde trabajaba —le cuenta el «Manazas», de la celda 116.

—Pues «pa» mí que eso no es para machacarle así —comenta el «Chori».

—Qué va, no es por eso, si fuera por eso hasta le aplaudiríamos —comenta el «Manazas». —Es que se ha sabido que el muy hijo de puta se aprovechaba de las clientas, me han contado que se tiraba a las que tenían deudas con el banco.

—¡Que cabronazo! —dice el «Chori»— ¿No es el «Bujía» el que le está machacando?

—Justo, él. El cabrón del banco se tiró a su ex, antes de que le diera la patada, y le ha dado un ataque de cuernos que no veas.

—Pues menos mal que el bueno del «Oso» esta en medio, si no lo va a matar.

—No creas que perderíamos mucho. Total, un cabrón menos, y además, ese es de los que nos tiene el país así.

—Pues entonces ¡¡«BUJÍA»!!—grita. —Dale fuerte por todos, parte a ese cabrón en dos.



Relato procedente del XX Ejercicio de Autores de TodoRelatos: "Erotismo en tiempos de crisis económica". Perfil de ana del alba 20: http://tinyurl.com/AnaDelAlba20

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