jueves, 1 de noviembre de 2012

Sin tetas no hay trabajo [doctorbp]

-Sí, quiero – resonaron las palabras de Toni en la solemne iglesia mientras el corazón de Nuria palpitaba con fiereza bajo su elegante vestido de novia.
Tímidamente, apenas se atrevieron a mirarse ante la imponente presencia del cura, pero los roces de sus dedos indicaban el amor reinante en la pareja. Pero esa rigidez, llena de apariencias, se deshizo al escuchar al párroco.
-Puedes besar a la novia.
Las bocas de los recién casados se acercaron lentamente para acabar en un morreo pasional en el que las lenguas de ambos jóvenes se recorrían mutuamente recibiendo las acometidas de unos labios ardientes de deseo. Jesucristo, en el altar, cerró los ojos.
La pareja se casó joven. Corría el año 2005 en el que Toni tenía 23 años y Nuria 21. Habían sido novios durante 2 años, tiempo suficiente para conocerse y estar seguros que estaban hechos el uno para el otro. Y nadie pensaba lo contrario.
Los primeros años de su matrimonio fueron felices. En 2006 ella terminó sus estudios y empezó a trabajar en una importante empresa internacional mientras que Toni, un año después, ascendió a encargado en la fábrica en la que llevaba tanto tiempo trabajando. Las cosas no les iban mal. Sin nadar en la abundancia, tenían recursos suficientes para pagar un bonito piso en las afueras, ahorrar algo de dinero y darse algún caprichito de vez en cuando.
2008
Habían pasado 3 años desde que se comprometieron ante los ojos de dios y sus vidas habían evolucionado sin perder un ápice de la magia que los había unido.
-Mañana tengo que entrevistar a unos para el puesto vacante en la empresa – comenzó Toni la conversación.
-¡Guau! Tus primeras entrevistas – sonrió Nuria - ¿Nervioso?
-No, sólo un poco inquieto. Pero me gusta – soltó confiado de sí mismo.
-¿No tendrás por aquí los currículos de los candidatos?
-Échales un vistazo, – sonrió – ahí los tienes – indicándole los papeles sobre la mesa.
Nuria corrió a recogerlos. No había terminado de leerlos cuando soltó su conclusión.
-Contrata a éste.
-Es el más guapo, ¿no? – dedujo Toni sabiendo que su mujer estaba de broma.
-Sí – sonrió con falsa timidez. Y leyó el nombre – Quim Molinos.
-Vale, ya le preguntaré cuánto le mide – bromeó provocando las carcajadas de Nuria.
-¡Vale! – soltó divertida sin dejar de sonreír – Me gusta esa pregunta.
-Por cierto, te recuerdo que el mes que viene es el fin de semana con los del trabajo. ¿Lo recuerdas?
-Sí, sí, lo tengo anotado… - pensó unos segundos – … por algún sitio.
Armando, el jefe de Toni, tenía por costumbre organizar cada final de año, en su segunda residencia, un fin de semana en el que sus empleados y sus respectivas parejas estaban invitados. Era la forma que tenía de hacer equipo y fomentar el compañerismo más allá del recinto de la fábrica.
Al día siguiente, Toni estaba escuchando la radio en su improvisado despacho, un pequeño cuarto sin usar de la fábrica, cuando le avisaron de la presencia del primer candidato al puesto.
-Que pase.
-Solbes ha asegurado que el Ejecutivo "está tranquilo" respecto a la situación de Lehman y AIG porque tendrán un impacto de "pocas decenas de millones de euros" en España – chirriaba la radio justo antes de que Toni la apagara para recibir a Ángel.
El joven candidato tenía 22 años y a Toni le pareció competente para el puesto. Gran parte de las funciones consistían en ser su ayudante y nadie mejor que él para saber las cualidades que debía poseer. El encargado empezó algo dubitativo la entrevista, con la esperanza de que no se notara demasiado, pero en seguida entró en el papel hasta sentirse cómodo con ello.
Quim esperaba su turno mientras la única persona que podía hacerle sombra estaba malgastando sus últimos cartuchos. Estaba convencido de que conseguiría el puesto y que éste era el inicio de una meteórica carrera en la que había una clara meta: obtener poder a toda costa.
Mientras tanto, Nuria seguía con su día a día. Peleándose con una jefa a la que superaba con creces en cuanto a capacidad, seguía preparando los informes sobre resultados financieros de la empresa para los altos cargos de la misma. Y lo hacía bien, repasándolos antes para mandar que los posibles errores fueran subsanados y que jamás un jefazo tuviera que molestarse en recriminar que había recibido un dato falso. Excelente trabajo cuyo mérito se llevaba siempre Vanesa, su jefa.
La primera impresión que Toni tuvo de Quim no fue muy buena. Un niñato de 20 años, bien vestido, rubio, repeinado… un niño de papá pensó. Pero se esforzó en ser profesional y no juzgarlo sin razón. Inconscientemente se preguntó si la elección de Nuria por foto también tenía algo que ver en sus reticencias.
Sin embargo, la entrevista sirvió para que Quim hiciera cambiar de parecer a su futuro jefe. El muchacho estaba sobradamente preparado. Parecía tener dotes de mando y un fuerte liderazgo a pesar de su juventud. Toni pensó para sus adentros en la pregunta sobre la longitud de su miembro y no pudo evitar una leve sonrisa. Quim sabía que el puesto era suyo.
-¿Cómo han ido las entrevistas? – preguntó Nuria cuando Toni respondió a su llamada.
-Muy bien, la verdad es que me he gustado en el papel – respondió provocando la alegría de su esposa.
-¿Eran buenos?
-¡Joder! Lo cierto es que la de Recursos Humanos ha hecho un gran trabajo. Los dos eran muy buenos.
-¡Qué bien! ¿Y ya has decidido?
-Aún no he dicho nada a nadie, pero…
-¡Quim! – espetó con falsa ilusión.
-Sí, el chaval es un crack.
Nuria rió y, recordando la broma del día anterior, le preguntó a su marido:
-¿Y cuánto le mide?
-¡Calla, calla! Que me he acordado de eso durante la entrevista y casi me pongo a reír en su cara.
Nuria se desternillaba.
El mes pasó rápido y llegó el fin de semana de convivencia en casa de Armando. A Nuria no le entusiasmaba demasiado aquel compromiso, pero asistía feliz sabiendo que le hacía un favor a su marido, al que amaba con locura. Activaba el modo simpatía y lograba pasar un fin de semana incluso agradable. Ciertamente, Nuria era una mujer muy sociable.
Toni había dejado de asistir a este evento como uno más y ahora lo hacía en calidad de encargado, un status que había alcanzado con tesón, tras años de ardua labor. Empezó muy joven en la empresa y había crecido junto a ella, viviendo los tiempos de mayor expansión de la misma. Se sentía orgulloso de su puesto y, más si cabe, de poder asistir a la invitación acompañado de la excelsa mujer con la que estaba casado.
Armando vivía junto a su esposa en el centro. Pero el lugar en el que reunía a sus empleados cada año se encontraba a varios kilómetros de la ciudad. Allí tenía una finca enorme con un extenso terreno repleto de variedades. Fuera de la grandiosa casa de 3 pisos podías encontrar una piscina, un huerto, una pista de petanca, una barbacoa…
La novedad de ese año era la presencia del nuevo, Quim. El resto se conocían de años anteriores. La empresa parecía prosperar y eso se reflejaba en el buen ambiente. Pasaron un fin de semana agradable y se despidieron hasta el año próximo.
2009
Toni llevaba cerca de un año trabajando con Quim. Lo que empezó siendo un camino de rosas se había desviado y los roces entre ambos compañeros habían empezado a vislumbrarse.
-¿Sabes lo que ha hecho hoy?
Nuria empezaba a aborrecer el tema. Toni continuamente hablaba de su ayudante, contándole todos los nefastos comportamientos del joven. Lo peor de todo es que ella se sentía igual por culpa de su jefa y nunca podía sacar el tema. Nunca parecía ser tan importante ni grave como lo de Quim.
-¿Qué? – preguntó al fin con desgana.
Mientras Toni rajaba de su compañero, Nuria desvió su atención a las noticias que estaban emitiendo en la televisión.
-Invitado por la Universidad Europea de Madrid, Clinton ha comparado la situación económica española con la de estados como Nevada y Arizona, donde el clima caluroso motivó la compra de segundas residencias y en los que, según ha dicho el ex presidente, se ha registrado un "gran índice de impagos hipotecarios".
Atenta a la televisión, Nuria soltaba de vez en cuando algún ‘ya, ya’ o un ‘claro’.
Quim había resultado ser una persona traicionera, dispuesta a cumplir sus objetivos sin miramientos, pisoteando si fuera necesario. Toni no pensaba permitírselo, pero el chico tenía el beneplácito de Armando y la situación empezaba a ser un tanto incontrolable. El marido de Nuria tenía razones para quejarse, lo malo es que lo hacía una y otra vez y a la persona equivocada.
Por su parte, Nuria veía sus posibilidades de mejora dentro de la empresa frustradas por una mujer que, actuando sin maldad, la mantenía invisible ante los ojos de los mandatarios. El trabajo de Vanesa era únicamente llevarse los elogios de una extraordinaria labor que no hacía.
Dadas las circunstancias, ese año Toni decidió no acudir al fin de semana de convivencia organizado por su jefe. Nuria pensó que era una manera de protestar poco inteligente. Pero, siendo Quim el ojo derecho de Armando, Toni poco podía hacer. Lo bueno, pensó ella, es que ese año se escaquearía del compromiso y no tendría que hacer el paripé durante el largo fin de semana.
Con el paso del tiempo, Nuria había cogido tirria al nuevo compañero de su esposo. Apenas lo conocía, pero era el culpable de que Toni estuviera tan pesado. Además, con todo lo que su marido le había contado, era para darle dos ostias al niñato, pensaba. Aunque, con cierta malicia, se imaginó actuando como Quim para quitarse de encima a su jefa y un escalofrío recorrió su cuerpo. ¿Sería capaz de hacer algo así? Sintió una leve excitación imaginándose así de mala. Sonrió para sus adentros a sabiendas de que no estaba hecha de esa pasta.
2010
Durante los últimos meses las malas noticias que afectaban a un mundo completamente globalizado empezaban a ser alarmantes. En pleno 2010 la crisis que afectaba a todo el planeta empezaba a verse como un verdadero monstruo al que temer. A falta de una esperanzadora simple mejoría, las cosas iban cada vez peor y los augurios no eran precisamente alentadores.
Los trabajadores temían por sus puestos de trabajo, incluso los más cualificados o aquellos que tenían puestos aparentemente más seguros empezaban a dudar y a temer si ellos podían ser también una víctima más de la implacable crisis financiera.
Vanesa estaba repasando los últimos informes de Nuria donde se apreciaba claramente el descenso en ganancias de los últimos meses. En una situación así, era perfectamente consciente de la persona que tenía a su cargo. Sabía que ella era prescindible y que Nuria, a los 26 años, estaba más que capacitada para llevar el departamento de la empresa. Intranquila, abrió el correo personal y clicó en un email que contenía un enlace de internet.
-El desempleo siguió subiendo en España en el segundo trimestre del año situándose en el 20,09% de la población activa a fines de junio, frente a 20,05% tres meses antes, al día siguiente de la aprobación de una reforma del mercado laboral que busca fomentar la ocupación – sus pensamientos se dispersaron a medida que leía la noticia y empezó a temer seriamente por su puesto en la empresa.
En ese mismo instante, Armando escuchaba atentamente las disertaciones de Quim. El chico se había acercado a su despacho por iniciativa propia y parecía tener las ideas muy claras de cómo afrontar la dura situación por la que estaban pasando. Era el último día antes de las vacaciones de verano y el dueño de la fábrica tendría tiempo para pensar en todo lo que el avispado muchacho le estaba explicando.
A finales de año llegó una nueva reunión de trabajadores en la casa de Armando. Habían pasado dos años desde la última a la que había asistido Toni y su pareja y allí se vieron todos nuevamente. Habían cambiado algunas cosas. El ambiente estaba algo más enrarecido, ayudado por la mala relación entre Toni y Quim, algunos despidos en los últimos meses y la evidente marcha descendente por la que pasaba la empresa, no ajena a la crisis global que se estaba viviendo. Aunque la gente pusiera de su parte, todo eso influía en la convivencia.
-Parece que estás un poco distante conmigo – le soltó Quim a Nuria, pillándola desprevenida.
-No, no, lo habrás notado erróneamente – se excusó.
-No sé… o sea, ciertamente tu marido y yo no somos los mejores amigos del mundo, pero pienso que eso no tiene por qué afectar a nuestra relación.
¿¡Qué relación!? pensó irascible Nuria, si sólo se habían visto dos veces. Se mordió la lengua para no soltarle cuatro cosas bien dichas, las cuales Toni no era capaz de decirle.
-Ah, ¿no os lleváis bien? – se hizo la tonta poniéndole cara de ‘no me importa una mierda lo que me digas’.
-Me caes bien, ¿sabes? – Quim sonrió, sabiendo a lo que Nuria estaba jugando – Me caes muy bien – mientras se alejaba sin perder la sonrisa y haciéndole ojitos.
Nuria pensó que era un engreído mientras se fijaba en el joven pijo, alejándose, ataviado con su polo de marca, pantalones de vestir y náuticos.
2011
Los peores momentos estaban aún por llegar cuando los acontecimientos desgranaron la vida de un cada vez más alterado Toni.
-Pásate por mi despacho en cuanto puedas – le avisó Armando, asomando brevemente la cabeza por la puerta – Te estamos esperando.
¿Te estamos esperando? ¿Quién más estaba en aquella improvisada reunión? Sin embargo, no era tonto y no se extrañó al ver a un sonriente Quim sentado frente al dueño de la empresa.
-Siéntate, Toni. Hemos estado revisando algunos números con Quim y, ciertamente, algo no marcha bien.
-Sí, es cierto que…
-La cosas en los últimos años han empeorado – le cortó – Han sido ya varios compañeros los que se han tenido que marchar y…
-… y no podemos permitirnos que nuestro trabajo lo estemos realizando entre dos personas – concluyó Quim descomponiendo al ya de por sí afectado Toni.
-Yo había pensado que…
-Ya está decidido, Toni – Armando le volvió a cortar – Quim está perfectamente capacitado para suplirte en el cargo.
-Ya, pero…
-Toni, sabes que hay cosas que se pueden hacer mejor y sabes que yo las puedo hacer mejor – el joven no se cortó un pelo – Vamos, no te arrastres y acéptalo con humildad, ¿sabes? Estoy seguro que hay otras cosas que sabrás hacer mejor que llevar esta fábrica a la quiebra.
-¡No me jodas, gilipollas! Estamos ante una maldita crisis del copón. Esto se habría venido abajo sí o sí. Es insalvable. ¿O es que tú eres el único listo de este puto país?
-Vamos, Toni, no hace falta ponerse así con el muchacho…
-¡Joder, Armando! No lo defiendas, vale. No lo defiendas… - casi sollozó.
-Escucha, Toni, tómatelo con calma. Ahora podrás cobrar el paro. Las cosas no van a ir tan mal. Seguro que encuentras algo pronto.
-Armando, yo empecé casi al principio. ¿De verdad ha de acabar así? ¿No valen de nada tantos años juntos?
-Toni, olvídalo – intervino Quim –O sea,  hay que mirar por el bien de la empresa – dirigió su mirada a Armando con falso orgullo – y lo mejor es que te marches.
Hundido, con rabia, pero sin argumentos, Toni se marchó del despacho del que hasta ahora había sido su jefe. Mientras salía de la estancia los oía hablar.
-Debemos expandir el mercado – decía Quim – podemos hacer negocio en las islas y… - dejó de escuchar cuando se alejó lo suficiente.
¿Cómo se lo contaría a Nuria? Últimamente no estaban pasando por sus mejores momentos y esta noticia podía ser la puntilla. Llevaba tanto tiempo temeroso por la actitud de Quim… pero jamás pensó que pudieran acabar echándole por su culpa. Maldijo el día que le hizo la entrevista, el mismo día que decidió contratarlo y cavó su propia tumba.
Nuria no se lo podía creer. Sintió muchísima pena por su marido. Lo vio tan dolido, cabizbajo y se sintió culpable por no haberle ayudado más cuando tanto se quejaba de Quim. Intentó ser lo más comprensiva que pudo.
-No pasa nada, cariño. Con mi sueldo y tu paro no tendremos problemas, ¿vale?
-¿Y tú? ¿Aún no se han dado cuenta de lo mucho que vales? – Nuria sonrió, agradecida por aquellas palabras, y besó a su pareja.
Toni recompensó el beso con todo su cariño, adulado por lo bien que su mujer se había tomado la horrenda noticia. Seguro que ambos saldrían adelante, se convenció.
Pero el día a día no era fácil. Toni se agobiaba mucho en casa y cuando Nuria volvía del trabajo estaba más irascible de lo que cabría esperar. Por más que buscaba trabajo no encontraba nada. Eran tiempos difíciles, con porcentajes de paro cercanos al 21% y él no estaba lo suficientemente preparado como para luchar contra tales cifras.
Nuria se sentía desdichada. Ella había tragado durante meses todas las quejas de su marido sobre lo que sucedía en su trabajo mientras ella se guardaba sus problemas. Y ahora que Toni estaba en el paro seguía sin poder contarle sus cosas pues decía estar demasiado agobiado como para escuchar más problemas.
-¿Y de qué quieres hablar si yo estoy todo el día en el trabajo y tú no sales de casa? – se enfadó Nuria ante la actitud de su marido.
-Pues no sé, pero podríamos hablar de algo más alegre. ¿Qué te parece si hablamos de lo que vamos a hacer este verano?
-Pues espero que lo que tú hagas sea trabajar…
-¿Perdón? – preguntó Toni desconcertado ante la puya que le acababa de pegar su esposa.
-Toni, ¿te has parado a mirar cómo está la cuenta del banco? No tenemos un puto duro y mucho menos para darnos un capricho en verano. O te pones a trabajar o se acabó la buena vida.
Toni se quedó sin palabras, mudo ante la humillación que Nuria acababa de ofrecerle. La mujer se giró al ver la nula respuesta de su marido y se marchó hacia la cocina.
Instantes después Nuria se sentía fatal por haberle dicho eso, pero es que a veces le sacaba de sus casillas. Pensó que esa noche se lo recompensaría con un buen polvo. Decidió que estaría muy cariñosa con él. Y así fue.
-¿Nos vamos a la cama, cari? – le insinuó picarona.
-¿Quieres tema? – preguntó sorprendido, con nula pasión, pero aceptando de buen grado una vez pasado el mal rollo.
Nuria se había ataviado con una camisa de su marido que le hacía de vestido. Debajo únicamente llevaba las bragas, pues los pechos se adivinaban desnudos, marcando su excitante silueta bajo la fina tela de la camisa.
La mujer empujó a su esposo tirándolo boca arriba sobre la cama. Allí se acercó a él, besándolo mientras sus manos recorrían el torso de Toni. El hombre no se quedó quieto e introdujo sus manos bajo la prenda que vestía a su mujer entrando en contacto con sus voluminosos pechos. Sentía la excitación de la mujer, sabía que aquellos leves gemidos eran señal de su lascivia.
Nuria se había deshecho de la camiseta de Toni y, besando sus pectorales y su vientre, que había perdido su dureza desde que estaba en el paro, llegó a la altura del tejano, el cual empezó a desabrochar con parsimonia. Mientras con una mano se deshacía de los botones, con la boca mordía la parte superior del pantalón para ir abriéndolo a medida que se desabotonaba. Por fin aparecieron los calzoncillos. Nuria manoseó el paquete de su hombre y se sorprendió al no notarlo empalmado. Normalmente no necesitaba mucho para ponérsela bien dura.
-¿Qué le pasa a esta cosita? – preguntó inocentemente mientras manoseaba el blando bulto - ¿Hoy me vas a dar más guerra que de costumbre? – bromeó al tiempo que se deshacía de los pantalones.
-Enséñame lo que tienes ahí debajo y verás cómo se me pone – contestó Toni desabotonando la camisa de Nuria.
Los hermosos senos de la hembra aparecieron ante él, con los pezones completamente tiesos. Nuria tenía muchas ganas de sexo y su rostro así lo reflejaba. Aquella simple visión debía ser más que suficiente para que Toni tuviera una erección, pero su pene seguía sin reaccionar.
-Voy a tener que trabajármelo – sonrió ella sin querer darle mayor importancia.
Bajó los calzoncillos de su marido y apareció una polla completamente flácida que apenas se veía entre el matojo de pelos púbicos del hombre.
-Tío, podrías haberte depilado al menos… - se quejó ella antes de empezar a manosear el pequeño pene.
Toni estaba algo inquieto. No comprendía por qué no se le empinaba. Decidió acercarse a su mujer y comenzó a chuparle los pezones.
-Tú sí que no tienes problemas – bromeó haciendo alusión a lo duras que estaban las puntas de aquellas ubres.
-A ti… ¿no te apetece? – preguntó aturdida tras unos minutos masturbando a Toni sin conseguir ninguna reacción en la flácida carne.
-No sé qué me pasa, cariño. Ya sabes que yo no…
-Lo sé – dejó de pajearlo mientras se apartaba ligeramente – supongo que será que tienes muchas cosas en la cabeza con todo lo que ha pasado últimamente.
-¿Quieres que te haga yo a ti algo?
-No, no, tranquilo – quiso aparentar serenidad ante la decepción que aquello suponía.
-Bueno, pues… ¿apago la luz, entonces?
-Sí, claro – no se atrevió a contarle el calentón que tenía encima.
Lo que pasó aquella noche habría quedado en una anécdota si no fuera porque las noches en las que Toni no daba la talla se fueron sucediendo hasta que llegó un punto en el que era imposible que tuvieran sexo con penetración.
Los médicos afirmaban que todo estaba bien y siempre les aconsejaban que visitaran a un psicólogo, pero Toni se negaba.
Nuria intentaba ser lo más comprensiva que podía, pero había momentos en los que dudaba de sí misma. ¿Tal vez ya no la veía atractiva? ¿Hacía algo mal? ¿Debía cambiar algo? Quería muchísimo a su marido y estaba dispuesta a hacer lo que fuera por solucionar aquel problema. Tenía la esperanza de que encontrara trabajo y eso supusiera la vuelta a la normalidad con todo lo que eso conllevaba.
Sin embargo, Toni estaba cada vez más encerrado en sí mismo. Los problemas parecían sobrepasarle y no se abría para intentar solucionarlos como sí intentaba su mujer. El hombre había caído en una espiral de infortunios que a su vez le impedían venirse arriba. Ya prácticamente no hablaba con su mujer y si lo hacía era para tocar alguno de los temas que tanto le pesaban, cosa que no le ayudaba en absoluto.
Se aproximaba la fecha de la reunión anual de los antiguos compañeros de Toni. Aunque ninguno sacó el tema, Nuria sabía exactamente cuándo sería y no hacía más que darle vueltas para ver qué podía hacer para que su marido no se viniera aún más abajo.
A falta de una semana para el evento, el móvil de Nuria sonó recibiendo la llamada de un número oculto.
-Hola – sonó con voz profunda, interesante.
-Hola – contestó Nuria dubitativa - ¿quién eres?
-¿No te acuerdas de mí?
-Pues… - pensó unos instantes - … no.
El hombre al otro lado de la línea rió.
-Soy Quim – El corazón de Nuria empezó a bombear con fuerza, la adrenalina se disparó, estuvo a punto de colgar, de mandarle a la mierda, de… - Te llamaba porque la semana que viene hacemos la reunión de compañeros de la empresa. Supongo que ya lo sabes…
-¿Y…? – Nuria se interesó por lo que tenía que decirle al respecto.
-Pues he pensado que ahora que tu marido no está en la empresa, es una lástima que no podamos disfrutar de tu compañía, ¿sabes? – Nuria empezaba a intrigarse por la posible propuesta – Así que he decidido invitarte. ¿Te apetece?
-¿Yo sola? – preguntó completamente aturdida.
-Por supuesto – contestó con altanería.
-¿Tú eres idiota o qué te pasa? – se enfadó definitivamente haciendo reír al joven al otro lado de la línea, cosa que aún provocó más a Nuria.
-Como quieras, pensé que podía ser una buena excusa para charlar sobre todo lo que ha pasado y…
De repente, una luz se encendió en la mente de la mujer.
-Quim, tú ahora tienes bastante poder en la empresa, ¿verdad?
-Claro, nena, ¿qué es lo que quieres? – le preguntó viéndola venir.
-¿Qué te parece si quedamos un día y charlamos con más calma?
-O sea, pásate cuando quieras por mi nuevo despacho – le dio la dirección.
-¡Uy! ¡Qué nivel! En tan poco tiempo ya has conseguido más de lo que tuvo mi marido – el cual no había tenido más que un escueto cuarto de la misma fábrica como despacho.
-Te va a encantar – concluyó Quim antes de que una asqueada Nuria colgara terminando la llamada.
Quedaban 2 días para el fin de semana así que debía conseguir su propósito de forma rápida. Había pedido el día libre en el trabajo para acudir a la cita con Quim en su lujoso despacho en el centro. Se sorprendió al imaginar la pasta que debía costar el alquiler de aquella estancia. Pensó que igual las cosas en la fábrica habían mejorado tras la destitución de su marido y la llegada al cargo de Quim.
-Pasa – la recibió sin mucho entusiasmo mientras concluía la conversación telefónica en la que estaba enfrascado.
Nuria se fijó en la ostentosa estancia. Quim no engañaba a nadie. Su apariencia estereotipada era fiel reflejo de lo que realmente era, un puto pijo, pensó Nuria con desdén. Sus pensamientos se desvanecieron a medida que se concentraba en la conversación telefónica.
-Este cambio no es baladí. Supone que España sigue mereciendo más crédito en los mercados que Italia, cuya prima de riesgo acabó ayer en 467 puntos básicos tras… - la mujer se sorprendió al escuchar hablar al chico, 4 años menor que ella. Pensó, amargamente, que tal vez fue una buena decisión que sustituyera en el cargo a su marido, aunque tenía claro que las formas no fueron las correctas.
El altivo hombre colgó el teléfono sacando de sus pensamientos a la hermosa mujer que esperaba de pie junto a la mesa.
-Hola, Quim – se acercó a él con la intención de darle dos besos, pero el hombre la sorprendió extendiéndole la mano - Un poco frío el saludo, ¿no? – masculló ella que necesitaba ganarse la confianza de aquel energúmeno mientras tomaba asiento.
-Tú dirás.
-Vas al grano, eh…
-Así es como se hacen las cosas. Lo demás es una pérdida de tiempo y, como puedes ver, las cosas no me van nada mal.
-Sí, es increíble… con la que está cayendo…
-Escucha, si lo que quieres es un favor, no vas a conseguirlo a cambio de nada.
-¿Perdón? – la había descolocado. Evidentemente pensaba pedirle un favor, pero no esperaba que la descubriera antes de empezar siquiera a plantearlo.
-Vamos, no soy idiota. Quieres algo que yo puedo conseguir y quiero saber qué es para ponerle precio, ¿sabes?
-Pues de dinero no andamos sobrados precisamente… - comentó por lo bajo.
-¿Es dinero lo que quieres?
-No, quiero que contrates a Toni.
Quim se rio a carcajadas. Miró fijamente a la atractiva mujer.
-Toni no pinta nada en esta empresa. No vale para lo que quiero y lo único que haría sería enfrentarse a mí. Lo volvería a machacar y volvería a hundirse en la miseria sin remedio.
-Por favor… tú no sabes por lo que estamos pasando…
-No me pidas un favor. O sea, yo no hago favores. Te he dicho que todo tiene un precio.
-¿Qué es lo que quieres?
Quim pensó un instante y Nuria observó su rostro. Era guapo, pero ella únicamente veía maldad. Observó su imagen pensativa transformándose en una mueca siniestra a medida que algo pasaba por su mente. Nuria sintió un escalofrío de repelús.
-Muéstrame un pecho – soltó alegremente.
-¿¡Cómo!? – se sorprendió Nuria que no se esperaba para nada esa petición.
-Lo que has oído. Muéstrame un pecho y llegaremos a un acuerdo.
-Ni hablar – se negó mirándolo con resignación.
-Sin tetas no hay trabajo – soltó perdiendo el interés y volviendo al montón de hojas que tenía sobre la mesa.
Estuvo tentada de marcharse, pero estaba tan cerca de recuperar los mejores momentos de su matrimonio… Y enseñar un pecho no era tan horrendo al fin y al cabo. Podría haberle pedido algo mucho peor a lo que sí se habría negado rotundamente sin llegar tan sólo a pensarlo un instante.
-¿Te enseño un pecho y redactas un contrato para Toni?
-Sí. Ya hablaremos de los pormenores. Yo creo que es un buen trato.
-¿Indefinido?
-Como quieras. O sea, hoy en día no cuesta nada echar a un indefinido – se rió maléficamente.
-Está bien – aceptó dispuesta a recuperar a su esposo del oscuro abismo en el que se encontraba – Pero esto no ha pasado nunca – exigió sin esperar réplica alguna.
Nuria se levantó del asiento y, tímidamente, se llevó la mano a la blusa. Inconscientemente fue retrocediendo hasta casi alcanzar la pared.
Quim, expectante, alzó la vista y rodeó la mesa de su despacho para acercarse a la bella esposa de su antiguo encargado. El muchacho tenía una sonrisa de oreja a oreja.
-Esto que vas a ver… muy pocos han tenido el privilegio – soltó con cierto orgullo mientras levantaba la prenda, mostrando su liso vientre y el sostén que escondía sus ubres.
-¿He de sentirme especial por eso? – desdeñó mientras observaba a Nuria retirando la copa del sujetador y mostrando un voluminoso pecho – Precioso – acordó mientras estiraba la mano para rodearlo - ¿qué talla usas? – se interesó.
-Una 95 – contestó mientras sentía el contacto de la avispada mano de Quim – ¡Ya vale! – le paró tras unos segundos, con la respiración entrecortada – Hemos quedado en que te la enseñaba y punto.
-Tienes razón – convino alejándose de la hermosa hembra.
-¿Ya está? – preguntó preocupada mientras se arreglaba la ropa.
-Tendréis noticias mías. Cierra al salir.
La evidente mala educación de Quim no fue un problema ante la alegría de haberle conseguido trabajo a Toni. Se sentía eufórica. Supuso que la forma como lo había logrado también influía. Hacía meses que ningún hombre la tocaba y no podía negar que le había gustado el contacto con aquella joven mano, pero eso era lo de menos. Lo importante es que todo volvería a ser como antes y que sería Toni el que la tocaría la próxima vez.
Al día siguiente, el corazón de Nuria casi se le sale del pecho al ver la llamada de su marido. Hacía tanto que no hablaban por teléfono…
Toni estaba exaltado. Le habían llamado de su antiguo trabajo para ofrecerle un puesto. Nuria pensó para sus adentros, con cierta malicia, que Quim debía haberse quedado muy satisfecho con su pecho pues le habían llamado en seguida. Lo malo, debía viajar a Mallorca para estar en contacto con unos nuevos clientes.
-¿Tú cómo lo ves?
-¿Pero vas y vienes? ¿O cómo va esto? – se preocupó la mujer.
-Pues he de volar el lunes a primera hora y me quedo allí hasta el viernes. Vuelos diarios es inviable, por tiempo y por dinero.
-Pero… - no sabía qué decir. Ella le había conseguido el trabajo para arreglar su matrimonio, pero no pensó en ningún momento que pudiera ser algo que los alejara aún más.
-Cariño, es una mierda, pero las cosas no andaban bien entre nosotros y no creo que esto sea peor. De hecho, es la primera vez que hablamos como personas civilizadas en mucho tiempo. Eso es todo un avance.
-Tienes razón. Lo importante es que tú estés mejor y seguro que esto es una buena noticia – se quiso convencer a sí misma – Tú decides.
-Voy a decirles que sí.
Nuria aceptó la situación. No obstante, en cuanto terminó la conversación con su marido, llamó rauda a Quim.
-¿Sí?
-Tío, ¿se puede saber qué clase de oferta le has hecho a mi marido? – le soltó alterada – Tiene que volar toda la semana a Palma. No vamos a vernos y así es imposible…
-¡Alto, alto! – la paró – Ya te dije lo que suponía Toni para la empresa y lo que acabaría pasando. Sigo pensando igual. Por mucho que llegáramos a un acuerdo no puedo permitir que todo mi trabajo se vaya a la mierda por contratar a un incompetente como tu marido – a medida que hablaba iba subiendo su entonación, como enfadándose por haber tenido que hacer lo que había hecho.
-Espera… - se quejó ella que no estaba dispuesta a que vejaran a su esposo.
-¡Calla! – no la dejó hablar – Si esto supusiera perder todo lo que he conseguido hasta ahora te habría pedido mucho más que ver una simple teta. Así que pensé en la mejor forma que podíamos llevar esto a cabo. Y estando en Mallorca, Toni tiene trabajo, a mí nadie me toca los cojones aquí y todos tan contentos. ¿Contenta? – le soltó con toda la soberbia saliendo de sus labios.
Nuria no supo qué decir. Entendió a Quim y pensó que no estaba en su derecho de recriminarle nada.
-Gracias… - soltó simplemente, sumisa.
2012
Los meses siguientes continuaron siendo un infierno. La única diferencia era el nuevo sueldo de Toni. Pero el hombre no parecía mejorar su estado anímico y eso repercutía en los fines de semana, únicos momentos que compartían.
Durante la semana, Nuria se sentía muy sola. Deseaba que llegara el viernes para ver a su esposo, pero en seguida se arrepentía cuando acababan discutiendo por cualquier tontería. Habían vuelto a intentar acostarse, pero Toni seguía con los problemas de erección y su mujer estaba al borde del colapso. Las primeras ideas de divorcio asomaron por la pareja.
Finalmente decidieron visitar a un especialista. Ella como último intento de salvar algo que hacía mucho iba cuesta abajo. Él para darle esperanzas a la persona que más quería en este mundo, a pesar de estar convencido de que no había solución posible que retomara el rumbo en picado que sus vidas en común había tomado.
Estaban en la sala de espera de la consulta del psicólogo, especialista en trastornos sexuales en la pareja, cuando Toni se entretuvo ojeando el periódico debido a la nula conversación entre ambos.
-En los menos de dos meses que lleva en funciones, el gobierno español del centroderechista Partido Popular dispuso cambios en leyes educativas y sanitarias, que catapultaron las protestas de la oposición política y de la sociedad civil por considerarlos retrocesos – leyó pensando que todo era una mierda y ojeó un poco más adelante - Las medidas dispuestas por el gobierno de Mariano Rajoy incluyen la modificación a la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, vigente desde julio de 2010 – Más desanimado si cabe, dejó de leer cuando los llamaron.
Aunque los problemas de erección de Toni no parecían mejorar, las sesiones sí parecían hacer que la pareja llevara mejor la situación.
Una tarde, asqueada tras el ya incontable trato injusto sufrido en su trabajo diario, Nuria llegó a su casa. Como siempre se la encontró vacía, tal y como ella se sentía. Estaba agotada, física y mentalmente. Se deshizo de los zapatos y se tiró en el sofá, bocabajo.
Uno de los brazos había quedado sepultado bajo su propio cuerpo. La mano, cercana a su entrepierna, empezó a moverse, acariciando levemente el interior de uno de sus muslos. A medida que acariciaba esa zona sentía cómo le dolía los pezones, en contacto con el sofá. Nuria se había masturbado en muy pocas ocasiones. Pero llevaba demasiado tiempo sin sexo.
La traviesa mano subió ligeramente hasta contactar con su entrepierna. Empezó a frotarse ligeramente mientras la otra extremidad buscó uno de los senos. Se lo estrujó con fuerza hasta sentir un leve pinchazo placentero. Volvió a apretar el pecho y gimió al tiempo que se giraba, deshaciéndose primero de los pantalones y después de la camisa.
Las manos de Nuria se intercambiaron. La de la entrepierna la usó para acariciarse el otro pecho y la otra para proseguir los roces a través de su humedecido tanga. Tras unos segundos se deshizo del sostén liberando por fin sus sensibles tetas. Ahora se dedicó a ellas con ambas manos, manoseándolas, apretándolas. Cerró los ojos e, inconscientemente, pensó en las manos de Quim estrujando sus senos. En seguida reaccionó, asustada, abriendo los ojos e incorporándose.
Sentía las mejillas sonrojadas, el pulso acelerado y los pechos doloridos por la excitación. Se fijó en su entrepierna y vio la enorme mancha en las bragas. Se había corrido. Se dejó de tonterías e introdujo la mano dentro de la tela. Tocó sus labios vaginales sintiendo la viscosidad que allí predominaba y el calor que la zona desprendía. Se acarició con vehemencia y, poco a poco, fue deslizando sus dedos en el interior de su coño. Se estaba dando mucho placer.
Deseó ser un poquito mala. Volvió a cerrar los ojos y se imaginó a Quim pidiéndole enseñarle el coño a cambio de un aumento de sueldo para Toni. Ella aceptó sin dudarlo en su imaginación. Se deshizo de su ropa interior, separándola a un lado para que el joven niño de papá observara su excitado chocho. Imaginó que esos dedos que la follaban con frenesí eran los de Quim y explotó en un intenso orgasmo como hacía tiempo que no recordaba.
Aunque la mujer no le dio mayor importancia, la fantasía durante su sesión de onanismo no se la contó a nadie. Ni siquiera en las sesiones de terapia individualizadas. Tampoco había vuelto a pensar en Quim así que lo dejó como un hecho aislado.
Se acercaba un nuevo verano y Toni no dejaba de pensar en la posibilidad de hacer algo junto a su mujer. Aunque ahora volvían a tener dos sueldos, una parte importante del dinero se lo llevaba el psicólogo privado. Eso, unido a su mala relación actual, le impedía atreverse a hablarlo con ella. El temor a una nueva discusión era mayor que la ilusión de volver a compartir el tiempo con su esposa, de hacer cosas juntos.
Mientras Toni, en Mallorca, cavilaba sobre estas pesquisas, Nuria, sola en casa, se alteró al escuchar el timbre de la puerta. Era Quim.
-¿Se puede saber qué haces aquí?
-Pensé que estarías agobiada de estar sola todos los días y que un poco de compañía no te vendría mal.
-Ahórrate los buenos modales – le soltó incapaz de creer que ese energúmeno actuara pensando en los demás y no en sí mismo.
-Vamos… es culpa mía que estés toda la semana sola, ¿sabes? Déjame que lo compense haciéndote compañía.
-¿Desde cuándo te has vuelto buena persona? – le soltó sin ninguna timidez.
Él se rió y Nuria, por un instante, vio algo más que maldad en su bello rostro.
-¿Qué tal en el trabajo?
¿Cuánto hacía que nadie le preguntaba eso? Sintió ganas de contarle de golpe todas las frustraciones que sentía, pero se contuvo.
-Déjalo, es el peor tema que podrías haber sacado…
-¿Necesitas trabajo? Si quieres puedo ofrecerte algo a cambio de…
-Déjalo, déjalo – le cortó ella sabiendo por dónde iba – Lo cierto es que tengo una jefa que no puedo con ella – confesó, sacándose un peso de encima al tiempo que evitaba los peligrosos cauces que podría haber tomado la conversación.
No supo cómo, pero Nuria se vio contándole a Quim todos los problemas que jamás pudo compartir con Toni. Y lo mejor de todo eran las reacciones del enérgico muchacho. A todas y cada una de las trabas que le ponía su jefa, Quim tenía una jugarreta interesantísima para ponerla en un aprieto. Sin duda, ese chaval era malo y le encantaría ser un poquito como él para desacreditar a Vanesa.
La tarde pasó sin que se dieran cuenta. Agradecida, Nuria invitó a cenar a Quim, pero el chico renunció a la invitación a cambio de visitarla algún otro día. Insistió en el sentimiento de culpabilidad por haberla separado de su marido y la mujer pensó que aquella actitud era adorable. Cuando Quim se marchó se sorprendió a sí misma fijándose en su trasero. No se había fijado que lo tenía muy bien puesto. Esa noche volvió a masturbarse pensando en el joven de 24 años.
En un fin de semana de pleno verano de 2012, Toni se armó de valor y le propuso a su mujer hacer un viaje. Hacía meses que no mantenían una conversación de más de 5 frases cortas así que ella se sorprendió.
-No sé, Toni… ¿crees que es lo correcto?
-Claro que sí. Nos vendrá bien para cambiar esta rutina que nos mata.
-No lo veo, no lo veo… - decía mientras no paraba de hacer cosas, intranquila, evitando sentarse y tener una conversación con su pareja mirándose a los ojos.
-¡Joder! Yo pensaba que te haría ilusión que hiciéramos algo juntos después de tanto tiempo.
-Ese es el problema, Toni, que tú y yo llevamos demasiado tiempo sin hacer nada juntos. ¿Cómo nos vamos a ir de viaje si no somos capaces de tener una conversación ni de echar un polvo?
-Es eso, ¿no? El problema es que no soy capaz de follarte.
-Pues sí, Toni. Ese es el problema. Yo no soy de piedra, ¿sabes? ¡Voy rozándome por las paredes! ¡Ya no aguanto más! Si no somos capaces de tener relaciones acabaré acostándome con otro.
Toni se quedó petrificado. Aunque se había negado a aceptarlo, entendía perfectamente a su chica. Y eso lo mataba. Ella tenía razón y él era el culpable. Él y su maldita picha que no servía para nada.
-Está bien… pero si pasa, sé discreta – y las lágrimas comenzaron a deslizarse por su demacrado rostro.
A Nuria se le partió el corazón. Se acercó a Toni y lo abrazó. Lo quería mucho, a pesar de todo lo malo por lo que habían pasado, lo amaba. Restregó su cuerpo contra el de su marido mientras le secaba las lágrimas a besos.
-Te quiero… - estuvo tentada de llevar una mano al paquete de su hombre, pero hacía tiempo que se había convencido de que eso no conllevaría a nada.
-Yo también te quiero – y echó a llorar con amargura.
Durante las siguientes semanas, sin que Toni lo supiera, siempre había algún día que Quim hacía una visita a Nuria. La mujer había empezado a poner en práctica algunos de los consejos del ambicioso muchacho y ya había recibido alguna recompensa por ello. Alguno de sus superiores la había felicitado por su trabajo por primera vez en los casi 6 años que llevaba en la empresa. Aunque empezó haciendo cosas muy sutiles, cada vez se comportaba con más malicia, importándole cada vez menos lo que pudiera pasar con su jefa o lo que pudieran pensar de ella.
Un nuevo fin de semana organizado por Armando se acercaba. Toni no quería asistir en un principio y únicamente lo hizo aconsejado por el psicólogo y por Nuria. El primero creía que sería bueno compartir el tiempo con los que fueron sus compañeros en los buenos momentos y la segunda simplemente no quería perderse el evento y, si su marido no iba, no podría ir ella.
-Está bien, iré. Pero no quiero malos rollos con Quim – le pidió a su esposa.
-Tranquilo, haré el esfuerzo – había aprendido el cinismo de su nuevo amigo.
Realmente, el terapeuta de la pareja tenía razón. Aunque al principio Toni, una vez en la casa de Armando, se sintió raro y ligeramente acomplejado (la última vez había asistido como encargado y ahora había vuelto como el don nadie que mandan fuera para que no estorbe), a medida que notaba el amable trato de sus antiguos compañeros, se fue animando y se esforzó por aparentar ser el de antes.
Para sorpresa de Toni, Nuria se mostró ligeramente amable con Quim. Esperaba que no le pusiera en evidencia, pero no pensó que interpretara tan bien el papel. Pensó que su esposa valía un potosí. Aunque ciertamente el díscolo muchacho estaba más jovial que de costumbre.
El sábado transcurrió sin mayores incidencias. Tras la barbacoa y algunas partidas a petanca llegó la noche. Había refrescado y algunos decidieron echar unas partidas de cartas.
-Pogdríamos echar un póker – propuso Quim con la voz ronca y la errónea vocalización debido al alcohol ingerido.
-¡Pareces un ruso! – señaló divertida Nuria advirtiendo la entonación del chico.
-Un magggnate gruuuso – persistió en la broma ahora forzando el acento.
Nuria se reía sin ya guardar demasiado las apariencias.
La idea fue bien recibida y unos cuantos se pusieron a jugar. Durante la partida, un insólitamente avispado Quim no dejaba de hablar con el acento ruso, concibiendo gracias de todo tipo haciendo reír al resto, especialmente a la mujer de Toni, que se meaba de la risa.
-Cagtaaá – pidió Toni una nueva carta poniendo acento francés e intentando ponerse a la altura del chico que le sucedió en el cargo, aunque sin demasiado éxito entre el público.
Y así, los dos hombres se enzarzaron en una inverosímil pugna por ser el centro de atención y, sobre todo, por atraer a la reina de la noche, Nuria, con sus burdas imitaciones. La mujer no podía evitar reírse con cada una de las intervenciones del joven ruso mientras sonreía forzadamente con las más desafortunadas bromas del desubicado francés.
-No tenggoo un puto duuugo – se quejó Quim cuando apenas le quedaban unas pocas fichas.
-Te dejo fichas… - Nuria le ofreció algunas del enorme montón que tenía - … si luego me haces algo a cambio – bromeó con inocente picardía.
Excepto para Quim, las palabras de la mujer eran lo suficientemente ambiguas como para que nadie se sorprendiera. Simplemente le ofrecía la posibilidad de seguir jugando; no pasó de una simple broma. Sin embargo, al joven ruso le gustó aquel ofrecimiento. Mas se hizo el loco, ignorándola.
Pero su racha no parecía cambiar y, en la siguiente mano, volvió a perder quedándose sin fichas para apostar.
-Va – insistió en el ofrecimiento para que pudiera seguir jugando – ¿qué me vas a hacer a cambio de las fichas? – le sonrió.
Toni estaba desconcertado ante la actitud de su esposa. Estaba convencido que no era más que una broma, sumándose al ambiente desenfadado de la partida. De hecho, Nuria se estaba comportando alegremente, tal y como era. Pero le extrañó la complicidad con Quim. No quiso darle más vueltas e insistió en su fallida broma de imitación en francés.
-El messieur no vulé pas fichá.
Quim seguía ignorando el inusitado ofrecimiento de Nuria, pero no pudo evitar ponerse ligeramente cachondo. Se estaba imaginando que aquellas insinuaciones pudieran llegar más allá y notó una ligera presión en su paquete. Para evitar una situación más que embarazosa, dejó de pensar en ello, convenciéndose de que Nuria simplemente estaba vacilándole.
-Toma, te las doy aunque no me hagas nada – le soltó finalmente a Quim un puñado de fichas para que no tuviera que abandonar la partida.
Nuria sólo quería divertirse un poco, pero la actitud de Quim, sin seguirle el rollo, la había decepcionado ligeramente. Se había sentido poderosa ofreciéndole dinero al magnate ruso, al todopoderoso muchacho que había desbancado a Toni de su puesto y había conseguido levantar una empresa en plena crisis mundial. Pero el maldito no se había dejado sucumbir a sus encantos. Tampoco quiso darle mayor importancia.
Tras un par de horas jugando, la gente decidió retirarse. Mientras Toni se marchaba a la cama, Quim se acercó a la cocina. Allí estaba Nuria. El chico le dio un repaso en toda regla con la vista, sin cortarse un pelo. La mujer estaba ataviada con unos tejanos ajustados y una camiseta de color blanco que se adhería a su cuerpo, insinuando su portentosa talla 95.
-Tendrías que hacerme algo a cambio de las fichas que te he dejado, ¿no? – le sacó de su ensoñación insistiendo con la broma.
-Puedo tocarte una teta – convino recordando la vez que Nuria fue a su despacho buscando trabajo para Toni.
-Vale – sorprendió a Quim y a ella misma.
Debido a la falta de atenciones que su marido le daba, la mujer estaba necesitada de cariño, de sentirse deseada. Aunque sabía que era una tontería, se había sentido dolida por el rechazo inicial de Quim y aquella propuesta significaba volver a sentirse mujer e, inconscientemente, aceptó.
Por su parte, Quim no se esperaba que Nuria accediera. Estaba convencido de que la hembra había estado de cachondeo, jugando un poco y, temeroso, aún pensaba que en cualquier momento le pararía los pies.
La mano del joven volvió a entrar en contacto con el pecho de Nuria. Esta vez, con más calma, pudo sopesar la rolliza ubre, sintiendo su agradable tacto y su voluminoso peso.
-¿Puedo por debajo de la ropa? – ella aceptó con un simple gesto.
La mano de Quim se deslizó bajo la camiseta, acariciando la suave piel de Nuria, hasta alcanzar la esponjosa teta. El hombre se recreó en las caricias, alimentando la excitación de la necesitada mujer, que se abalanzó sobre los labios de su amante. Se comieron la boca durante unos segundos, sin que la mano de él dejara de magrearla.
-Ya vale – le paró ella pensando que Toni la esperaba y que no tenía  mucho tiempo para entretenerse. Se recompuso, alejándose de la cocina y dejando a Quim con un enorme bulto en la entrepierna.
-Mira cómo estoy – le indicó él haciendo que la mujer se girara para observarle.
Nuria se sorprendió al ver el enorme paquete del muchacho. Los pantalones parecían a punto de reventar. La mujer, inconscientemente, comparó con su marido y se sintió enormemente halagada. Se acercó a Quim, con parsimonia, hasta llegar a su altura.
-¿Qué me ofreces a cambio de que te la sobe un poco? – Quim se rió.
-Aprendes rápido, eh…
-Tengo un buen maestro – y manoseó la entrepierna del chico, sintiendo la enorme dureza de su verga - ¡Joder, nene! – se sorprendió al imaginar el tamaño - ¿cuánto te mide? – le preguntó al igual que hiciera Quim sobre su pecho en su despacho y recordando la broma con su marido sobre la entrevista de trabajo.
-¿Por qué no lo compruebas tú misma?
-Porque aún no me has ofrecido nada a cambio. Yo tampoco hago favores.
Quim volvió a besarla, con ímpetu, mordiéndole el labio antes de separarse de ella. Nuria sintió el dolor del mordisco y apretó con más fuerza el paquete del chico, haciéndole retroceder.
-Será mejor que vaya con Toni. Estoy tardando demasiado.
-Dile que te quedas a ver la tele. Te estaremos esperando.
-¿Quiénes? – preguntó ingenuamente.
-O sea, yo y… - mientras se desabrochaba el pantalón - … ésta – enseñó su enorme polla, totalmente erecta.
-¡Guau! – se sorprendió al verla - ¿Y me la enseñas gratis? – ironizó.
Se fijó unos instantes en semejante miembro sintiendo la necesidad de acercarse para verlo mejor, acariciarlo, olerlo, lamerlo y, ¿por qué no?, introducírselo en el coño, en esos instantes, completamente empapado. Pero se contuvo, y simplemente mostró una sonrisa desencajada.
-Espero algo a cambio, ¿sabes? – repuso.
-Pues espera sentado… - le replicó ella hábilmente marchándose mientras miraba a los ojos de un ahora más que atractivo Quim.
El joven se quedó dubitativo. ¿Volvería la mujer de Toni? Ahora sabía que la tenía a su merced, pero también estaba convencido que Nuria era una mujer de armas tomar y que no sucumbiría fácilmente. Se metió la vigorosa polla en los calzoncillos y esperó unos instantes.
-¿Qué hacías? – preguntó Toni a su esposa cuando por fin llegó al dormitorio.
-Nada, estaba arreglando un poco la cocina.
-Ha estado bien la noche, ¿verdad? – preguntó pensando en el esfuerzo que había hecho por ser el de antes e imaginando que su esposa había disfrutado con sus ocurrencias y su imitación de jugador de póker francés.
-Sí, muy bien – soltó secamente mientras se acostaba junto a su compañero, dándole la espalda, con lágrimas en los ojos.
Aquel año, Nuria tuvo un regalo de reyes anticipado. En una reunión con los altos cargos de la empresa, la habían ascendido después de tantos años mereciéndolo. Como contrapartida, Vanesa había sido destituida y se quedaba en el paro. Otrora Nuria se habría sentido fatal por su antigua jefa, pero en esta ocasión no le importó en absoluto.
En cuanto salió de la reunión llamó a Quim para contárselo. Había estado pensando en él desde que le habían dado la noticia. Faltaba poco para el fin de semana y Nuria pensó que ya le daría la noticia a su esposo entonces.
-¡Enhorabuena! – la felicitó Quim cuando ella le abrió la puerta de casa.
-Gracias… - respondió con una sonrisa de oreja a oreja justo antes de que él la abrazara con enérgico entusiasmo, levantándola del suelo.
-¿Y bien? O sea, cuenta, cuenta… - le pidió, ya sentados en el sofá.
-Los correos con copia a los jefazos han sido gloria bendita – confesó la puesta en práctica de uno de los muchos consejos que le había dado Quim para conseguir el puesto de Vanesa.
-¿Y no te has sentido…
-… poderosa! – concluyó ella la frase – Y todo te lo debo a ti, ¿sabes? – le sonrió mientras le acariciaba la mejilla en señal de cariño.
-Así que me lo debes… - insinuó con cierta malicia provocando la sonrisa de Nuria.
-¿Me vas a pedir algo a cambio?
-Recuerda que yo no hago favores.
-Lo sé perfectamente.
El chico, con una expresión de vanidad, agarró la mano de Nuria para atraerla hasta su entrepierna. Sintió la ligera resistencia de la mujer, pero no tuvo demasiados problemas para forzar el contacto.
Nuria no se esperaba que hiciera aquello, pero tampoco se sorprendió. Con su mano aún sujeta por la de Quim, apretó un poco para magrear ligeramente el paquete.
-¿Esto es lo que quieres? – preguntó maliciosamente.
Quim soltó la mano de la mujer que, tras unos segundos manoseando la entrepierna estando liberada, se separó del muchacho.
-Quiero enseñártela otra vez.
-Estás en tu casa… - repuso ella con hospitalidad, no queriendo darle importancia, haciéndose la tonta.
Quim, sabiendo que Toni estaba en Mallorca, estaba convencido de que podía concluir lo que quedó pendiente la última vez en casa de Armando. Sonriente, se deshizo de la ropa mostrando su lustroso pene, esta vez morcillón.
Nuria se fijó detenidamente en la verga del chico. ¿Cuánto tiempo hacía que no tenía una polla entre las manos? La libido se le disparó al volver a ver el bonito cipote de Quim, a quien estaba enormemente agradecida, gracias al cual había conseguido el puesto que tanto anhelaba. Realmente Nuria no quería, pero… le apetecía acariciarla. Sólo eso, pensó.
Alargó la mano para agarrarle la verga. Comenzó un ligero vaivén consiguiendo que la polla se fuera endureciendo a cada sacudida hasta alcanzar su máxima dureza en pocos segundos. Una vez completamente tiesa, se agachó para olerla. Ese ligero cosquilleo que le producía el olor a polla en las fosas nasales fue lo que le faltaba para desinhibirse completamente. Sacó la lengua y le dio un lametón a la punta de la verga. Mirando la reacción del muchacho, sonrió al ver la mueca de placer en el joven rostro. Volvió a la carga, rodeando con su lengua el descapullado glande y se introdujo la inhiesta polla en la boca.
Las papilas gustativas de Nuria estaban realmente sensibles, recibiendo el fuerte sabor carnal de la polla de Quim. No podía evitar el frenético movimiento de su lengua buscando las sensaciones que aquel sabor le regalaba. Sólo se separaba del tronco de carne para coger aire, relamiéndose el sabor impregnado en sus labios, para volver nuevamente a la carga.
El chico sonreía de placer observando a la hermosa mujer de su antiguo jefe y deleitándose con la mamada que le estaba regalando. Notaba la ansiedad de la hembra, parecía necesitada y eso aún se la ponía más dura. Le dolía la punta de la polla. Dolor únicamente aliviado por las sensuales caricias de la boca de Nuria.
La pasividad de Quim se esfumó cuando sus manos comenzaron a desnudar a la mujer. Primero se deshizo de la camiseta, mostrando el sujetador del cual se deshizo con maestría con un simple gesto de dedos. Las ubres quedaron colgando, bamboleantes con cada gesto de Nuria mientras mamaba la joven polla.
Las manos del hombre se movían con destreza, provocando el erizamiento de la piel en rededor cada vez que el pezón de Nuria era masajeando con una presión ligeramente más fuerte de lo debido. Arrodillada en el sofá, Nuria sintió las manos que le manoseaban las nalgas. Sintió el cachete que Quim le propinó y quiso protestar, pero tenía la boca llena de polla y el brusco gesto le pareció casi más placentero que molesto. Simplemente gimió como señal de rechazo, pero en seguida sintió las fuertes manos presionando con fuerza su culo y cómo sus bragas se humedecían, cada vez más lubricada.
Quim intentó estirarse para desabrochar el ajustado pantalón de Nuria. Consiguió deshacerse de los botones y estiró para comenzar a bajárselos con la ayuda de ella, que echó una mano hacia atrás para deshacerse de los pantalones. El hombre accedió a la entrepierna de la excitada mujer, retirando las bragas a un lado manoseando el chorreante coño. Ella volvía a gemir, pero esta vez no era en señal de reproche.
Con el sabor de la masculinidad de Quim en sus papilas gustativas y el recuerdo de sus primeras masturbaciones pensando en aquel niño de papá, Nuria no pudo reprimir por más tiempo el orgasmo que el dedo del muchacho, restregándolo con fiereza por su necesitado chocho, le provocó. Tuvo que sacarse el miembro de la boca, sin dejar de aferrarlo con una de las manos, mientras todo su cuerpo se convulsionaba sintiendo un placer prácticamente olvidado.
Una vez recompuesta, la mujer observó el bellísimo rostro de Quim mientras el chico se alejaba. Instintivamente se deshizo definitivamente de los pantalones que tenía a la altura de los tobillos y de las sucias bragas. Quim volvía con un preservativo.
-Ya sabías a lo que venías, eh…
-Creí que tu ascenso había que celebrarlo como se merece, ¿sabes?
La suficiencia de Quim, antaño odiosa, la excitaba aún más. El chico era tan guapo… la tenía a su merced. Aunque, por muy necesitada que estuviera, jamás pensó realmente en engañar a Toni, pero se imaginaba penetrada por la gran polla del muchacho y se deshacía de placer. No se negaría.
Con el condón en la punta de la erecta polla, Quim se acercó a Nuria, agarrándole las piernas y subiéndolas para mostrar su culo. Volvió a darle un fuerte cachete. Esta vez, sin ropa de por medio, fue más doloroso.
-¡Ay! – se quejó firmemente, con la mano del chico marcada en su nalga.
Una protesta que inmediatamente se convirtió en jadeos cuando Quim volvió a manosear con ímpetu el trasero y acabó lamiendo el comprimido manjar que asomaba pudoroso entre las cerradas piernas de Nuria, aún sujetas por la otra mano del pijo.
Mientras el hombre jugueteaba a su antojo con su presa, la flexible Nuria se esforzó por alcanzar la sabrosa polla para acabar de colocarle el preservativo. No era fácil, pero al menos conseguía manosear aquel duro falo que la estaba volviendo loca.
Parecía una lucha de poder en la que cada uno de los contrincantes buscaba su cometido, pero era Quim el que, con su brusquedad, llevaba la voz cantante. Acostumbrado a que se hiciera siempre lo que él quería, esta vez no iba a ser menos. Cuando lo creyó oportuno, se separó de Nuria, liberando sus piernas. Ella se revolvió en el sofá como una gata en alerta. Pero él la amansó acercándole la comida.
-Con la boca – le indicó.
Y ella no pudo más que obedecer, chupándole el cipote para acabar de colocarle la goma. Pillándola por sorpresa, Quim la cogió de la cintura, elevándola y trasladándola hasta una silla donde la tumbó de espaldas, abriéndole las piernas y acercándola hacia sí para insertarle con fiereza la descomunal polla.
La sensación al sentir que algo volvía a penetrarla fue apoteósica. No pudo evitar correrse al instante mientras sus paredes vaginales se aferraban a la monstruosidad que la visitaba. Quim no paró sus embestidas mientras el cuerpo de Nuria se convulsionaba, lo que le provocó los siguientes orgasmos seguidos. Dos, tres, cuatro… perdió la cuenta. Jamás pensó que pudiera ser multiorgásmica.
El joven muchacho se sentía poderoso siendo consciente del placer que le estaba regalando a la espectacular Nuria. Que estuviera tan buena era enormemente satisfactorio, pero que además fuera la esposa de su antiguo jefe, al que había humillado dejándole sin trabajo y recuperando una empresa que con Toni iba a la deriva, aún le provocaba mucha mayor complacencia. Aquellos pensamientos le daban impulso y su ritmo aún se aceleraba más provocando mayor placer a Nuria. Un círculo vicioso de goce absoluto.
Quim actuaba salvajemente, pero lo justo como para no ser grotesco. Nuria pensaba que esa era la clave cuando el muchacho la ponía a cuatro patas, haciendo lo que quería con ella. Estaba siendo el mejor polvo de su vida.
Tras una hora de intenso sexo y múltiples orgasmos de una enormemente satisfecha Nuria, Quim decidió que había llegado el momento de acabar. Con Nuria botando sobre su dura polla se dejó llevar por el placer y, amasando las voluminosas tetas de ella, comenzó a soltar aspavientos, señal de su inminente corrida.
Nuria dejó de subir y bajar sobre el hierro del muchacho y se dejó caer poco a poco sobre la convulsa polla, sintiendo cómo se introducía completamente en su coño. Con las nalgas apoyadas sobre los huevos de Quim, comenzó a moverse ligeramente adelante y atrás. Quim explotó definitivamente.
Cuando el chico terminó de gemir y sacudirse, Nuria se agachó para besarlo sin separarse de la picha que la rellenaba. Tras el cálido morreo se alzó levemente sintiendo por última vez el roce del miembro de Quim.
Un ligero sonido se escuchó cuando la verga salió del dilatadísimo coño de Nuria. El pollón golpeó el propio pubis de Quim y Nuria lo recogió para lamerlo nuevamente, saboreando sus propios fluidos. La mujer retiró el condón y volvió a la carga, ahora saboreando el semen que se resbalaba a lo largo del cipote.
Hacía tanto tiempo que no degustaba aquel esposo líquido que se entretuvo en el gesto, relamiéndose. Aunque no era un sabor que la entusiasmara, le gustaba volver a sentirlo, señal de que por fin había vuelto a tener sexo. Pensó que simplemente era por el paso de tanto tiempo, pero sentía que la lefa de Quim sabía realmente bien. Igual que su polla. Instintivamente cogió el preservativo y se sorprendió por la cantidad de semen.
-¡Joder! O sea, pedazo de corrida – sonrió.
A Quim se le puso nuevamente dura al ver a Nuria alzando el condón y, como si de una botella se tratara, abriendo la boca para recibir el contenido. El primer grueso de la corrida cayó directamente sobre la lengua de la mujer, que lo apartó a un lado para que no se deslizara hacia la garganta, haciéndola atragantarse. Una parte un poco más líquida cayó en la comisura de los labios, resbalándose por la barbilla. Y así fue cayendo el resto del semen hasta que la propia Nuria exprimió con sus propias manos el preservativo para extraer hasta la última gota de la corrida de Quim.
Cuando consideró que la goma estaba vacía, se llevó una mano a la barbilla para recoger la leche que por ahí resbalaba para acabar chupándose los dedos. Jugueteó un poco con el esperma en el interior de su boca, sintiendo su sabor y, finalmente, usó la lengua para llevarse el manjar a la garganta, tragándoselo todo.
-O sea¿sabes? – balbuceó Quim al ver el excitante comportamiento de Nuria.
-Ha sido delicioso – y lo besó, ofreciéndole un poco de aquel regusto amargo que la corrida le había dejado en la boca.
Mientras se vestían, la pareja conversaba como si fuera un matrimonio. Pero no lo era. Nuria tenía a su impotente marido a cientos de kilómetros, ajeno a lo que allí acababa de ocurrir. A pesar del dolor por haberlo traicionado, no se sentía culpable. Hacía mucho tiempo que necesitaba estar con un hombre y Toni lo sabía. Se imaginó la combinación de la forma de ser del hombre con el que se casó y de las habilidades amatorias del hombre con el que ahora departía y una sensación de melancolía la invadió pensando que sería un hombre excitantemente ideal.
-¿Y ahora cual será tu siguiente objetivo?
-Ahora quiero afianzarme en mi nuevo puesto.
-Vamos, Nuria, no seas mojigata. Estás preparada para ese puesto desde hace tanto tiempo que no necesitas perder ni un segundo antes de comerte al próximo peón.
La actitud de Quim no dejaba de impresionar a Nuria. El enérgico muchacho siempre tenía en mente una meta: llegar más lejos, seguir triunfando, obtener el mayor poder posible. Sonrió.
-Me comeré el próximo peón – espetó sonriendo mientras pensaba con malicia lo bueno que estaba su superior.
-Así me gusta.
Llegó el fin de semana. Era la primera vez que Nuria vería a Toni tras ponerle los cuernos con Quim.
-Hola, cariño – la saludó un desdibujado Toni.
-Tenemos que hablar – convino ella levantando las sospechas de su marido que sabía que tarde o temprano aquello sucedería.
-Si lo has hecho no me lo digas, por favor – casi suplicó.
Nuria se contuvo las ganas de llorar. Debía ser fuerte tal y como Quim la había enseñado.
-Tenemos que dejarlo, ¿vale?
Toni se quedó mudo. No reaccionó ante las palabras de su esposa. Agachó la cabeza y no la vio llorar.
Frustrada por la pasividad de Toni, Nuria se alejó llorando hacia la habitación. Había dejado todo preparado para la ruptura. Hubiera preferido que Toni se enfadara, le recriminara, pero en vez de eso el muy idiota aceptaba la situación sin mover un solo dedo. Lo odiaba, lo odiaba tanto como lo quería.
Toni escuchó el portazo de Nuria cuando salió de casa. Hacía tanto tiempo que la había perdido que no lloró su marcha. El ataque de ansiedad sobrevino al pensar quién sería el maldito afortunado que se la había follado. Casi estuvo tentado de ir a buscarla para que se lo dijera, pero sabía que eso lo mataría. El corazón le iba a mil por hora. Se encontraba mal. Intentó marcar el número en el teléfono, pero veía borroso. Se mareó, cayendo al suelo. No sabía si las asistencias llegarían a tiempo. Cerró los ojos, inconsciente, y…
Como siempre, era tarde cuando Quim salió del trabajo. Tenía todo planificado para arrebatarle la empresa a Armando. El viejo, a punto de jubilarse, no se opondría a su chantaje si no quería perderlo todo. Había conseguido levantar la fábrica haciendo todas las artimañas ilegales que conocía. Y todas bajo la firma de un abnegado Armando. En el 2013, con tan sólo 25 años, tendría su primera empresa. El inicio de su imperio. Marcó el número de teléfono en su nuevo iphone 5 y sonrió satisfecho recordando a la pedazo de hembra que se había beneficiado esa misma semana mientras hacía la llamada más importante que jamás había hecho.
Nuria había vuelto a casa de sus padres. Tenía tantas cosas en la cabeza que no podía pensar con claridad. Debía arreglar los papeles del divorcio con Toni, debía centrarse en sus nuevas responsabilidades en el trabajo y en comenzar a hacer méritos para alcanzar un nuevo escalafón en la empresa tal y como hiciera con Vanesa y, por qué no, debía volver a echar un buen polvo con Quim. Tenía tanto que agradecerle… El sonido de su móvil la hizo reaccionar, abstrayéndola de sus pensamientos.
Relato procedente del XX Ejercicio de Autores de TodoRelatos: "Erotismo en tiempos de crisis económica". Perfil de doctorbp: http://tinyurl.com/doctorbp

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