–Ya hemos terminado con
los asuntos de gobierno, ¿algo más?
–Sí,
señora presidenta, el Departamento de Comunicación de Presidencia
nos informa de que han recibido una petición de una entrevista para
el diario “La Gaceta Cristiano del Siglo XXI”
–¿El diario que dirige
el sacerdote integrista Carlos María Roca?
–Sí,
el mismo, además parece que la entrevista la realizaría el propio
cura.
–¡Humm! Déjame pensar
–dice la mujer mientras hojea la agenda y pone cara pensativa–.
Ya sé, tengo un hueco dentro de tres semanas, pero tendrá que ser
un sábado por la tarde. Informe al Departamento que cite al
entrevistador para el sábado 25 a las 6 de la tarde en mi domicilio.
–Así se hará.
El secretario de la
Presidenta de la Comunidad Autónoma sale del despacho de Doña María
Victoria de Caspe, que se queda otro rato pensativa, luego alza el
teléfono, marca un número y espera que la respondan.
–Maribel, hemos
recibido una solicitud para una entrevista con Carlos María Roca, he
citado al sacerdote para que me entreviste el sábado 25, creo que es
la oportunidad que deseábamos, ve preparando todo.
–Así lo haré María
Victoria.
–Te veré luego cuando
me recojas.
–Hasta luego
Presidenta.
Hace un año y medio
que el partido liderado por María Victoria, el Partido Liberal
Reformista, de centro derecha, ganó las elecciones al Partido
Socialista, en la Comunidad Autónoma, convirtiéndose ella en la
primera mujer que presidía esa Comunidad Autónoma desde su
creación. La carrera política de la mujer ha sido exitosa: concejal
más joven en la capital de la región, luego alcaldesa, dirigente en
la cúpula del partido, diputada nacional, secretaria de organización
del partido, y ahora presidenta de una Comunidad Autónoma. Se habló
incluso de un ministerio para ella cuando su partido ganó las
elecciones generales hará medio año, pero ella se ha mantenido en
la presidencia de la comunidad. A sus cuarenta y cuatro años,
separada y con un hijo estudiando en los Estados Unidos, es la figura
destacada del partido, además de una mujer guapa.
–Señora Presidenta, el
Departamento de Comunicación de Presidencia nos informa que en la
entrevista de mañana, el entrevistador vendrá acompañado de un
fotógrafo que hará una sesión de fotos previa y luego se irá
dejándolos solos a usted y al sacerdote -dice el jefe del Gabinete
de la Presidenta en la reunión de información en día 24
–Perfecto, pero no
estaré sola, mi ayudante Maribel estará también.
–Aquí tiene en dossier
sobre el sacerdote y los temas sobre los que le quiere preguntar.
–¿Alguna sorpresa?
–No, está en la línea
habitual del medio: aborto, corrupción moral...
–Nada nuevo, pues.
Sabré llevarle.
–Sin duda, señora
Presidenta.
–Bien, gracias, eso es
todo.
María Victoria recoge
el dossier y los papeles para la entrevista, ya la preparará por la
tarde. No es una entrevista complicada, lleva demasiados años en
primera línea política. Será una entrevista especial pero por
otras razones que nada tienen que ver con la política. Desde luego,
que el periódico del cura se alinee en el espacio más a la derecha
del espectro político no es malo, ella sabe que parte de su
electorado viene de ese lado; tampoco es problema que el
entrevistador se destaque por sus mensajes ultracatólicos,
probablemente buscará un titular para su periódico. No nada de eso
es difícil para ella. Tampoco que el cura, de cincuenta y cinco
años, sea considerado un cura sexi, pese a su ideología. No, nada
de eso, pero esa entrevista es especial para ella, por eso la
preparará con todo cuidado, si lo hace bien, puede tener un gran
resultado, político y personal.
Ya en su casa, un
bonito chalet, en una zona noble de la capital, pasa y repasa todo el
entorno de la entrevista con su ayudante, Maribel.
-¿El salón es buen
lugar?
-Si, María Victoria. He
pensado que tú te sientes en el sillón de la ventana, el cura
enfrente y yo en el sofá largo hacia tu lado.
-Perfecto, así tendré
la luz a mi espalda. He pensado en el top rosa palabra de honor y el
traje de chaqueta blanco.
-La ropa bien, pero
¿sería buena idea que no te pusieras ropa interior? Es que había
pensado en un cruce de piernas como en la película.
-Eso haría muy evidente
nuestras intenciones y pondríamos en guardia al galán. No, es mejor
ponerse las bragas; si queremos, podemos no usar sujetador, resultará
más erótico.
-Buena idea. Por mi parte
me pondré el vestido rojo escotado. Y creo que tampoco usaré
sujetador.
-Tendremos que
interpretar un poco. Ha pasado mucho tiempo pero aún duelen las
heridas.
-A ti no te costará, te
dedicas a la política. Yo lo tendré más difícil, pero estoy
convencida de que saldremos airosas.
-¿Has investigado al
tipo, Maribel?
-Sí, cuando me
comunicaste la entrevista le pedí a mi primo Reyes el detective, que
investigara. Me trajo la información ayer. Ha estado siguiéndole
dos semanas con discreción y el individuo sigue con sus actividades.
Pica de todo pero es muy discreto, pese a su posición pública. Mi
primo asegura que se vio con un par de mujeres, una veinteañera y
una cuarentona, y un hombre, aunque no pudo sacar fotografías. No
nos costará engancharle.
-Perfecto.
-La única pega es que
tendremos que actuar aquí, solo he podido hacerme con tres cámaras
que solo dan para cubrir esta habitación.
-No me parece complicado,
ambas sabemos las posibilidades de los sofás, por no decir la mesita
y la alfombra -dice María Victoria con una sonrisa.
-¿Hacemos una prueba,
María Victoria?
-Sí, pongamos las
cámaras para comprobar si se capta todo.
Por espacio de la
siguiente hora, los sofás, la mesita y la alfombra son accesorios
necesarios para las posturas diferentes que ambas, desnudas,
practican en un ejercicio amatorio del que salen completamente
exhaustas y placenteras.
El resultado, visto
posteriormente en el ordenador, es satisfactorio para ambas. Las
cámaras graban perfectamente toda la sesión y se distinguen las
caras, los cuerpos y ciertas partes de los mismos que son del interés
de ellas, prácticamente no hay zonas ocultas.
A la hora convenida se
presentan el entrevistador y el fotógrafo.
-Señora Presidenta,
encantado de que me conceda la entrevista.
-Con todo gusto, don
Carlos María, permítame presentarle a mi ayudante Maribel González.
-El gusto es mío. Mi
acompañante es el fotógrafo del periódico Federico Silva, tomará
unas cuantas imágenes para acompañar la publicación de la
entrevista al principio y luego se marchará.
-Soy toda suya, don
Federico.
-Gracias, señora
Presidenta. Si hace el favor de colocarse junto a don Carlos.
La sesión de fotos es
rápida, entrevistador y entrevistada posan de pie y sentados en los
sofás mientras ambos charlan de cosas intrascendentes. El fotógrafo
da por terminada el posado y se despide.
-Gracias señora. Don
Carlos, le veo en la redacción.
-A usted, don Federico.
Don Carlos, ¿empezamos?
-Por supuesto. La
entrevista la grabaré, ¿no le importa? -dice el hombre mientras
coloca una grabadora en la mesa.
-En absoluto -contesta la
Presidenta.
El hombre pone en
marcha la grabadora, se recuesta en el sofá con una carpeta en la
que lleva escritas las preguntas. María Victoria, a su vez, se echa
para atrás poniéndose cómoda y deja entreabierta la chaqueta de
forma que se ve parcialmente el escote. No tiene papeles, segura de
no necesitarlos. Por si acaso, Maribel, que se sienta cerca, tiene
los papeles necesarios y una tablet, y le podría dar algún dato...
si fuera el caso, cosa que nunca ha ocurrido.
Al mirar al
entrevistador, María Victoria sorprende una mirada disimulada a su
escote. "Esto marcha" piensa, y sabe que, si utilizan bien
sus encantos, la victoria está asegurada. Una mirada rápida a
Maribel confirma que ella también ha captado la mirada. El hombre no
tiene salvación, claro que, según saben, tampoco le importa.
-Muchas gracias por
conceder esta entrevista a mi periódico, ya sabe que otros políticos
nos tienen vetados.
-Siempre he sido de la
opinión que los medios de comunicación ejercen un papel
trascendental en la democracia, y el deber de un político es
someterse a la opinión pública sea cual sea la ideología del
medio.- “Vaya rollo políticamente correcto que le he soltado”
piensa para sus adentros la Presidenta, y es que ambos saben que el
estilo extremista del sacerdote tanto en su medio escrito como
televisivo es demasiado radical para con la otra acera política, lo
que ha hecho que se gane muchos enemigos y bastantes algaradas
callejeras. Y también saben ambos que los políticos de un bando no
están muy proclives a las entrevistas con los medios del otro bando,
como le pasa a la propia María Victoria.
-Yo soy de la misma
opinión, ¿no cree entonces que es intolerable el boicot a nuestros
medios?
-Completamente, el boicot
a cualquier medio revela lo antidemocrático que son las personas que
lo practican.
-Es usted una figura
ascendente en su partido, ¿a qué se debe?
-No
creo que sea para tanto, mis compañeros me han ido eligiendo para
las distintas responsabilidades, en cada momento he contado con la
confianza de los máximos dirigentes y de la militancia. -otra
respuesta políticamente correcta. María Victoria gesticula como es
habitual en ella, solo que ahora
los gestos los hace consciente: abre mucho los brazos de forma que la
chaqueta muestre mas escote, y se coloca repetidamente el pelo
por detrás de la oreja para dejar el cuello descubierto.
Por su parte, Maribel
tampoco está quieta, continuamente muerde un bolígrafo como si
estuviera chupando. Y, como en un gesto casual, cruza la pierna
derecha sobre la izquierda dejando que la falda se le suba y muestre
la pierna.
-Pero siendo tan joven y
además mujer, ¿no cree que despierta envidias o recelos? -Aunque
no lo ha dicho, flota en el aire el añadido inicial "y guapa".
-En las últimas
elecciones fueron mujeres las que encabezaron las listas electorales
de mi partido. En mi formación no nos hace falta esa monserga de la
paridad, las mujeres en mi partido ocupamos responsabilidades por
nuestra valía. -María Victoria para de hablar, bebe un trago de
agua y luego pasa la lengua por los carnosos labios, gesto que no
pasa desapercibido.
-Ya veo, y hablando de
temas de candente actualidad, ¿cuál es su posición frente al
aborto? -El tema es recurrente en el medio del sacerdote, que es
conocido por sus ataques furibundos a las posiciones pro abortistas.
-Como sabe, el Ministro
de Justicia está preparando una reforma de la ley que devuelva la
razón al sinsentido que hizo el gobierno anterior, como sabe eso iba
en nuestro programa electoral, nosotros pensamos que no hacía falta
reformar la ley anterior, sino hacerla funcionar un poco mejor, la
reforma introducida por el gobierno anterior fue sin consenso con
toda la sociedad, por eso se reformará próximamente.
-Y si tuviera una hija de
16 años embarazada, ¿qué haría? -El cura hace preguntas
incómodas.
-Pues nos sentaríamos a
hablar y decidiríamos. De todas formas el aborto es siempre un drama
para la mujer. -María Victoria se echa para atrás, momento en que
cambia el cruce de piernas, dejando durante medio segundo que el
sacerdote intuya unas bragas coloradas por debajo de la blanca falda.
-¿Reformará también su
partido la controvertida ley de matrimonio homosexual? -Maribel
aprovecha ese momento para inclinarse hacia adelante, con lo que se
le ahueca el escote del vestido, mostrando un pecho en todo su
esplendor, situación que es aprovechada por el presbítero para
mirar descaradamente las turgencias de la mujer.
-Ya sabe que se recurrió
al Tribunal Constitucional y este
se ha pronunciado, lo que hará mi partido es respetar y acatar las
decisiones de los tribunales como no puede ser de otro modo.
-¿No le parece que la
sociedad ha perdido el norte con todos estos temas morales?
-Esa es una herencia que
nos ha dejado el paso del partido socialista por el gobierno
–responde María Victoria, que ahora sigue relajada con la espalda
apoyada en el respaldo del sofá mientras el pie que está levantado
juguetea con los zapatos de tacón, el discurso lo tiene muy
ensayado. -Cuando gobernaba ese partido se hicieron muchos cambios
legislativos que obedecían a ingenierías sociales muy propias de la
socialdemocracia. Por ejemplo, antes hablábamos del aborto, con esa
ley se ha vendido la idea, a mi juicio equivocada, de que se puede
practicar sexo sin preocupaciones y sin tomar precauciones, ¿que no
has usado métodos anticonceptivos? Pues para eso está la píldora
del día después. ¿Que te has quedado embarazada? No hay problema,
puedes abortar e incluso te pagamos el aborto. Todo ello lleva a una
sociedad hedonista que no se preocupa de nada porque el papá estado
te lo resuelve todo. Y como ese ejemplo se pueden poner centenares.
La consecuencia de todo es una pérdida de la responsabilidad
individual y social: no tienes que preocuparte de nada, ya te lo
resolverán. Contra esa cultura, mi partido ofrece la cultura del
esfuerzo y la responsabilidad, como medios para alcanzar un mejor
desarrollo personal y, con ello, mejoraremos esta sociedad que no
sabe a dónde va.
-¿Y cree que en el
actual contexto de crisis económica ese cambio es posible?
-Sin duda. -María
Victoria se calza bien el zapato que ha estado bailoteando, y vuelve
a cruzar las piernas, enseñando otra vez la cara interna de sus
muslos a la mirada ávida del entrevistador. No se sorprende cuando
nota que la entrepierna del hombre abulta más que cuando empezaron
la entrevista -Los ciudadanos se han dado cuenta que solo el esfuerzo
personal y social nos llevará a la senda del crecimiento y el
desarrollo, por eso nos han votado, y no les defraudaremos. Aunque lo
estemos pasando mal, el final está cerca y se demostrará que tantos
sacrificios han valido la pena y si nos esforzamos todos, saldremos
antes y mejor.
-Gracias, Señora
Presidenta.
-Gracias a usted.
Don Carlos se pone de
pie, apaga la grabadora y la guarda en su maletín, colocándolo por
delante para que no se vea el bulto que se le ha formado en el
pantalón. María
Victoria y Maribel también se levantan.
-Quédese un rato más.
¿No quiere tomar una copa, Don Carlos?
-Se lo agradezco, Señora.
Un whisky con hielo, por favor.
-Maribel, trae dos
whiskys, uno para don Carlos y otro para mí, y sírvete lo que
quieras tú
-Voy, MaríaVictoria.
Mientras la ayudante
se dirige a la cocina a buscar hielo para servir las copas, la
Presidenta se quita la chaqueta, quedándose en falda y top. El
sacerdote no puede dejar de observar que la mujer no lleva sujetador
ni que algo se marca claramente erecto bajo la tela de la prenda, lo
que le pone más incómodo porque su mástil, que ya estaba
suficientemente levantado, crece hasta límites insospechados.
-Buenas respuestas,
Señora Presidenta, y excelente labor está haciendo al frente del
gobierno autónomo.
-Llámame María
Victoria, por favor. Y ya sabe que tenemos ideas parecidas. -La mujer
se acerca al cura, es casi tan alta como él y por eso sus ojos
quedan a la misma altura. La mirada de ella no deja lugar a la duda
de sus intenciones, y la del hombre revela también las suyas, que
coinciden. Pero en ese momento llega la ayudante con la bebida.
-Aquí tenéis las copas.
-Maribel las trae en una bandeja que acerca a cada uno. El presbítero
observa que también tiene las mismas marcar enhiestas en la tela del
vestido.
Cada uno bebe de su
copa, el molesto silencio que se ha producido es roto por la
Presidenta.
-¿Está pasando un buen
rato, don Carlos? -el tono melifluo empleado ya no deja duda.
-Dejémonos de historias,
señoras. Llevan un rato calentando el ambiente, es hora de arder.
-Tiene razón, don
Carlos. -María Victoria ha dejado su vaso en una estantería, agarra
el bajo del top con las manos y, con un movimiento decidido se lo
quita por la cabeza. -Hace tiempo que me las está mirando, ahora
espero que las toque.
-Ya nos estamos
entendiendo, Señora -dice el sacerdote acercando una mano al
montecito derecho, que acaricia levemente antes de acercar la boca
para hacer cumbre.
Mientras el cura se
ocupa de la colina derecha, por el rabillo del ojo ve acercarse la
boca de Maribel que se hace con la colina izquierda. Ambos se miran,
abandonan el busto de la Presidenta para fundir sus bocas en un beso
húmedo.
María Victoria
aprovecha que sus compañeros están besándose para separarse. Se
lleva las manos a la cremallera de la falda, que descorre con
agilidad, despojándose de la prenda. Luego hace lo mismo con las
bragas rojas. Acto seguido se sienta en el sofá en que estuvo
sentada durante la entrevista.
-¿Me queréis abandonar?
Maribel y el cura se
separan y miran a María Victoria, sentada, con la espalda apoyada y
abierta de piernas, enseñándoles la entrada de una gruta hermosa.
Maribel aprovecha que el hombre se ha detenido para contemplar a la
Presidenta, para descorrer la cremallera de su vestido y deshacerse
de él, luego se dirige a donde al sofá, se arrodilla y, acercando
su boca, empieza a lamer la entrada de la cueva.
El sacerdote
periodista se desviste con parsimonia, seguro de que pasará un buen
rato con las dos mujeres, así que se deleita con la escena lésbica
mientras se quita la chaqueta, se abre el alzacuellos, desabotona la
camisa y se la quita, se descalza, suelta la hebilla del cinturón,
descorre la cremallera del pantalón, libera el botón de su ojal
antes de bajarse los pantalones y, finalmente con dos dedos en la
cinturilla del calzoncillo, aparece desnudo completamente y con la
espada alzada. Se acerca a donde las dos mujeres están gozando, y se
inclina sobre María Victoria para besarla y acariciar sus pechos.
Maribel, que ve al
hombre cerca, separa su boca del sexo de la mujer para agarrar el
mástil y chuparlo. María Victoria se levanta para hacer más
sencillo el trabajo de su secretaria al tiempo que evita que el
hombre tenga una postura forzada.
Después de un rato
con Maribel mamando al hombre y estemagreando los pechos de la
Presidenta, María Victoria decide que es el momento de que el erecto
entre en su cueva, para ello se separa de la pareja, se tiende cuan
larga es en el sofá grande y abre
las piernas
.
-Don Carlos, es hora de
entrar, ¡fólleme, padre!
El periodista y
sacerdote se separa de la asistenta y secretaria, se acerca a la
mujer tumbada, se inclina, agarra el mástil apuntando al hoyo y lo
entierra en el monte velloso. Espera un instante y luego, cual jinete
experimentado, inicia un trote acompasado. Maribel se acerca a la
pareja, se arrodilla junto a la mujer y repasa sus montes torácicos
cuidadosamente con la lengua.
-¿Te gusta, zorra?
-clama el reverendo.
-Sí, sí, sí -jadea la
penetrada. “Sí, sí, sí” piensa la lamedora.
María Victoria se
deja ir con tanto mimo a su cuerpo, un gemido más fuerte indica el
clímax alcanzado, el hombre arrecia el trote y la chupadora muerde
con cierta saña los gruesos y erectos botones pectorales. La
presidenta cae un poco desmadejada. El cura saca su estaca de la
húmeda gruta dispuesto a buscar otras. Maribel se levanta, mira con
lujuria al hombre y, sonriendo, hace descender las bragas que aún
llevaba puestas.
-¡Sorpresa! -exclama la
mujer.
-¡Menuda sorpresa! -dice
el hombre mientras observa que donde debía existir un hoyo, lo que
hay es una pequeño palo enhiesto.
-¿Te gusta? -susurra
Maribel.
-Me encanta -contesta el
hombre.
-A mí también -añade
María Victoria, que se ha recuperado, arrodillándose y acercando
ambos postes a su boca mediante el recurso directo de asir cada uno
con una mano.
Mientras la Presidenta
chupa alternadamente de ambos, Maribel y don Carlos unen sus bocas en
otro juego lingual, el hombre aprovecha también para sopesar los
apéndices pectorales de la asistenta, mientras mantiene la
excitación controlada. Siempre ha sabido contener su clímax para
procurarse el mayor placer, por eso el trabajo de María Victoria no
termina de dar sus frutos.
-Date la vuelta, que
quiero penetrar tu hoyo -dice don Carlos a Maribel. Ésta se separa
de él mientras María Victoria deja los postes quietos. La mujer con
palo se da la vuelta, se arrodilla en un sofá y abre sus piernas.
El cura entrevistador
se acerca, apunta con su escopeta carnosa al agujero trasero de la
secretaria y observando que está bien dilatado, lo penetra poco a
poco hasta enterrar el estoque, luego inicia otro trote lento
apoyando las manos en las caderas de la receptora. Mientras, la
Presidenta da la vuelta al sofá para hacerse con la boca y los
pechos de su ayudante.
Después de la
cabalgada y el trabajo de su jefa, Maribel no puede aguantarse y
llega al gozo supremo, gotas de esperma caen en el sofá, sus jadeos
son ocultados por los besos de la Presidenta. Esta y el hombre la
dejan descansar separándose de ella.
-¡Tómeme por detrás,
don Carlos! -pide María Victoria.
-Ponte como Maribel
-ordena él.
María Victoria
obedece y se arrodilla en el otro sofá, de espaldas al hombre,
separa las piernas y se inclina hasta apoyar los codos en el
respaldo. El plumilla purpurado apunta su cañón al agujero
principal, tan rico como se ve desde atrás, y como está
completamente empapado, el arma se desliza hasta el fondo. Ya no hay
trote, sino un galope ligero acompañado de palmadas en el trasero,
pellizcos en los botones pectorales y tirones de pelo para alzar la
cabeza de ella.
Mientras don Carlos y
María Victoria están de esa guisa, Maribel se ha recuperado del
gozo supremo, y la vista que se le aparece le despierta una subida de
su arma. Aprovechando que el hombre está algo inclinado sobre la
mujer, se acerca, dilata el agujero de él con dos dedos ensalivados
y, cuando juzga que está a bien ensanchado, apunta su mosquete y
entra en el orificio. El cura redobla el ritmo sobre la Presidenta,
mientras Maribel sigue el galope del hombre. María Victoria es la
primera en hacer cumbre. Luego el entrevistador se deja ir y alcanza
su propia cima, llenando el agujero de la Presidenta. Maribel no se
queda atrás, aunque en su caso sólo escasas gotas caen de su arma.
María Victoria se
desploma en el sofá. El presbítero encima de ella, aún con su arma
enterrada. Maribel saca su espada y se tumba al lado. Por un rato
sólo se oye los jadeos de los tres.
Mientras está
recuperándose, el hombre se sorprende. Maribel, con habilidad, le
esposa primero una muñeca y luego la otra, después se arrodilla
para trabajar la vencida madera y volver a levantarla. María
Victoria, una vez pasado el cansancio momentáneo, hace algo
insospechado como es sacar una mordaza de bola que tenía escondida
en el sofá y presentársela al clérigo periodista.
-¿Quieres cerrar la boca
a un periodista? -pregunta el hombre con tono meloso.
-Sólo a uno que yo me sé
-contesta la mujer con tono sonriente. Y con habilidad le presenta la
bola que el cura muerde, momento en que María Victoria aprovecha
para cerrar la hebilla por detrás de la cabeza. En ese momento mira
a Maribel y ésta entiende la señal: todo ha acabado.
-¡Mmmmmhhh! -articula el
hombre sorprendido de que la acción parase tan de repente. María
Victoria se levanta y se aleja un par de pasos con Maribel a su lado,
desnudas ambas.
-¿Se acuerda que me
preguntó a qué se debía el ascenso meteórico en mi partido? La
realidad es lo que ve: sexo. Tengo un buen cuerpo y hago uso de él
cuando quiero -empieza la Presidenta un discurso ya ensayado en su
mente. -En mi biografía se dice que me afilié al Partido a los
veintidós años y a los veintitrés ya fui elegida concejal, de la
mano del alcalde don Manuel, lo que no aparece es que don Manuel fue
mi amante y el que me enseñó mucho de lo que sé en política, y mi
puesto en la lista se debió a ese hecho. En cada momento he usado
mis artes amatorias para subir en el organigrama del Partido y le
dejaré con la duda de si me he acostado con el Presidente de
Gobierno.
«No siempre fue así.
Evidentemente usted no se acuerda, porque si lo hubiera hecho, esto
no habría pasado, le refrescaré la memoria. Hace más o menos
veinticinco años, usted estuvo unos meses en la Parroquia del Buen
Cordero, y llevó un grupo de confirmación. Evidentemente no se
acuerda de una chica modosita llamada Mariví y de un chico algo
afeminado llamado Mario. Veo que se le aclara la memoria aunque a
Mario es difícil reconocerle. Se acordará, pues, de que sedujo a
ambos y se acostó con ellos. A Mariví ese polvo le supuso un
embarazo que terminó en aborto provocado cuando usted ya se había
ido a otro lado, su primer curso universitario perdido, dos años
hecha polvo y constantes visitas al psicólogo. Sí, puede decirse
que acabó con su inocencia y, aunque de esa experiencia nació una
mujer diferente, aún hoy se pregunta cómo sería ella de no haberse
cruzado usted en su camino.
A Mario le fue peor.
Tuvo que abandonar su carrera de arquitectura. Tres intentos de
suicidio en una depresión casi sin fondo. Al final él y su familia
aceptaron la realidad que su intervención aceleró: disfunción de
género. Y tras una terapia psicológica y hormonal se cambió
legalmente de nombre y género y ahora es María Isabel, Maribel aquí
presente. También podría decir en su defensa que al final todo fue
bien, pero nuevamente quién sabe lo que hubiera sucedido de no
seducirle usted. Desde luego a los dieciocho años se está muy
perdido, pero si se te cruza un depredador como usted, el resultado
es un desastre.
Se preguntará por qué
le cuento todo esto. Y le diré lo que me enseñó mi mentor don
Manuel. Él sostenía que para acabar con una persona no era
necesario matarla, bastaba con destruir su imagen, y eso es lo que
voy a hacer. Hemos grabado todo, y Maribel, que maneja bien el
ordenador, editará el video para borrar nuestras caras pero dejará
la de usted. Piense lo que será un video del reverendo Don Carlos
María Roca tirándose a una mujer, o follando a un travesti e
incluso siento follado por el travesti. Piense en lo que ese video
puede hacer pensar a mucha gente bienintencionada que le tiene a
usted como adalid de la recta moral, azote de comportamientos
indignos, de discurso racional dentro de su ideología. Claro que es
una venganza por lo que nos hizo, aunque además me libre de usted y
su constante interferencia en el ala derechista del Partido.
Y me dirá: iré a los
tribunales y allí nos veremos. ¿De verdad cree que, con la cantidad
de enemigos políticos que se ha hecho y denunciándome a mí,
dirigente y estrella ascendente del partido del gobierno, puede
ganar? No llegaría siquiera a la fase de instrucción, y usted lo
sabe. Como yo sabía que nada podía hacer una joven contra un
sacerdote en aquella España de la transición.
Quiero que desaparezca
del mapa, que se vaya a un monasterio a rezar, que se vaya de
misionero, o a lo que sea y no vuelva nunca porque, de lo contrario,
haré llegar el video y las imágenes que saquemos de él a sus
amigos y a sus enemigos, e incluso al gran público. Todo el mundo le
verá y será el hazmerreír.
Y además, ahora
Maribel le dormirá con cloroformo y le abandonaremos así como está:
atado y amordazado y desnudo. Aparecerá en un sitio público y
tendrá suerte si los que le encuentran no le hacen unas cuantas
fotos con sus teléfonos. Lo que le cuente a la policía es asunto
suyo, pero sabe que la verdad no será creída, así que hasta nunca,
don Carlos.»
-Maribel, procede -ordena
María Victoria a una sonriente ayudante.
*******
Noticia de agencia: el
conocido sacerdote y periodista Carlos María Roca Valero ha
comunicado por sorpresa su renuncia a la dirección del diario “La
Gaceta Cristiana del Siglo XXI”, a sus colaboraciones con la
televisión del grupo y toda su actividad pública. Fuentes cercanas
al sacerdote informan que ingresará en la Orden de los Cartujos para
ahondar en su vocación sacerdotal y recuperar sus estudios
teológicos, a la vez que espera estar más cercano al Padre por
medio de la oración, y rechazan toda idea de presión recibida del
Partido Liberal Reformista. En este sentido la Secretaria General
doña María Victoria de Caspe ha declarado que será una gran
pérdida para su partido aunque respeta la decisión tomada por el
sacerdote.
1 comentario:
Yo lo habría titulado "El trenecito" xD Lo cierto es que el descubrimiento del mástil de Maribel me ha hecho mucha gracia. A mí también me ha encantado jajaja
Y ahora, poniéndome un pelín más serio, el inicio me ha costado. Religión ya no es mi tema preferido, pero si además lo mezclamos con política... ¡buf! Sin embargo, me ha sorprendido lo bien llevada que ha estado la entrevista y las respuestas de la Presidenta. Me han parecido tan aburridas como las reales así que han estado muy logradas.
En esa parte creí que la autora del relato es una mujer. A pesar de no gustarme que las protagonistas estuvieran predispuestas desde un principio para el sexo, lo cierto es que me han gustado las descripciones de las insinuaciones durante la entrevista. Y al menos al final se da una buena razón para esa predisposición.
Lamentablemente, el juego de seducción se corta de golpe y aparece el sexo a saco. A partir de aquí dudé sobre la autoría del relato y me dio la sensación de que el nivel de escritura pegaba un pequeño bajón para volver a subir transcurridas las descripciones sexuales.
Creo que es el primer "fólleme, padre" del Ejercicio, ¿no? Y diría que en ningún momento se usan las palabras polla, coño, tetas, etc. ¿Quién fue el que propuso esta restricción para el tema Ejercicio?
Publicar un comentario