En cada pasaje de nuestra vida, se entrecruzan cielo e infierno. A veces difíciles de discernir, hasta para los mas avezados en la materia.
- Joder que culo tienes perrita, te lo voy a follar todos
los días, que gusto, tan estrechito, te lo voy a llenar de leche zorra.
(Génesis 1:3-5) “En el primer día Dios creó la luz y la separó de las tinieblas. Dios vio que la luz era buena y así concluyo el primer día”
Empecemos por el principio, mi nombre es Paco, y soy cura de una parroquia de 3000 almas en la España rural. ¿Cómo llegue aquí? Es muy largo de contar, pero resumiendo, aceleré mi vida hasta llegar al precipicio, y allí descubrí a Dios, después de un periplo universitario de continuos desmanes, con sexo y drogas, descubrí que mi misión era otra, muy diferente a construir carreteras, que era para lo que estudiaba.
Ni que decir tiene que mis padres, pese al disgusto inicial, apoyaron en todo momento mi decisión, viendo que mi vida anterior podía haber acabado bastante mal.
(Santiago 1:5) “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada."
Seis años de estudios eclesiásticos me llevaron a recibir el sacramento del orden en el grado de diaconado, que permite ejercer muchas funciones en la Iglesia y adquirí el compromiso público de guardar el celibato.
Después fui destinado con Lucas, el párroco anterior, un cura de avanzada edad al cual sustituí en cuanto me ordenaron presbítero. Aun recuerdo su frase de despedida mientras subía al taxi.
- Paco, ten cuidado con las lobas.
Siempre decía que la peor de las tentaciones era la de la carne, que el diablo siempre rebuscaba en nuestros deseos más lujuriosos, y encontraba el momento adecuado para hacerlos florecer para tumbar nuestra fe.
- Padre Lucas, no se preocupe, a mi no me pasará – le decía
- Yo también he sido joven, Paco, que me vas a contar.
(Romanos 8:6) “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”
La vida después de su marcha trascurrió tranquila, al llevar un año en la parroquia me había acostumbrado a las rutinas, los feligreses y sus manías, nada especial, y como en todo pueblo que se precie, los secretos eran de dominio público.
Después de unos meses, estaba integrado en la vida cotidiana de la congregación, con las clases de catequesis, los cursos prematrimoniales, las bodas, los funerales y demás eventos que hacían que, habituales o esporádicos pisaran el recinto sagrado.
Casi sin darme cuenta las fiestas patronales se echaron encima, y las inevitables reuniones con los clavarios y las clavariesas. Entre las clavariesas andaba Lucía, la esposa del dueño de la mitad del pueblo, que aquel año era la presidenta, una bella mujer que sobrepasaba con creces la cuarentena pero que cautivaba con su mirada cálida, y un cuerpo que era deseado por más de uno.
- Bueno señoras, todo claro, este año ya está todo atado, serán unas fiestas maravillosas – dije en alto para zanjar una pesada reunión donde mi paciencia se puso a prueba más de una vez, pero resolví con soltura y mano derecha, los consejos de Lucas fueron muy útiles.
- Y ahora si alguna quiere confesarse en cinco minutos estaré disponible – y mientras ellas se quedaron un rato en la sala de reuniones, me dirigí a prepararme para la última tarea del día.
(Juan. 1:9) "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad"
Cinco pasaron por el confesionario con sus pensamientos impuros, sus vanidades a flor de piel y sus envidias al prójimo, todas depuradas con unas cuantas oraciones. Espere un tiempo en silencio, y cuando me disponía a salir se abrió la puerta de confesionario.
- Ave María Purísima – dije automáticamente
- Sin pecado concebida – la voz de Lucía respondió desde el otro lado
- El señor esté en tu corazón para que te puedas arrepentir y confesar humildemente tus pecados – contesté disponiéndome de nuevo a otra nueva serie de habituales confesiones.
- Perdóneme Padre porque he pecado gravemente
- ¿De pensamiento o de obra?
- De pensamiento, padre
- Cuéntame
- Soy una mujer casada, tengo todo lo que puedo desear y un hijo maravilloso, pero de un tiempo a esta parte mi cuerpo se estremece con el pensamiento de ser tomada por otro hombre. Y caigo en la tentación de tocarme para aliviar mis deseos.
- ¿Tocarte? – dije invadiéndome una sensación maligna que al momento rebatí con un argumento válido pero forzado, tenía que saber para poder orientar. Pero aun así no pude apartar de mi pensamiento la imagen de Lucía masturbándose acaloradamente.
- Si Padre, por las noches, introduzco mi mano ahí abajo para calmar mi calentura, a veces no me sacia, y tengo que repetir.
- ¿Y su marido no cumple con sus obligaciones maritales? – dije asombrándome de los que Lucas me había inculcado, yo hubiera sido más de, ¿Qué su marido no la folla como debiera?
- Poco o nada, desde hace muchos años, pero, los deseos que siento ahora son nuevos e incontenibles – dijo en un tono tan sensual que, pese a mi lucha, no pude más que soportar como mi pene se endurecía dolorosamente encerrado en mis pantalones.
- ¿Y cuanto tiempo lleva con esa carga?
- Dos meses padre, pero últimamente los pensamientos y sueños son mas vividos, lo siento poseerme, de las formas más denigrantes, y cuanto más sucio y humillante, más terrible es mi calentura.
-Debería intentar apartar esas imágenes de su cabeza
- Pero Padre es que cada vez que le veo
- Esa persona, ¿es real?
- Si padre – dijo echándose a llorar
- Bueno, la oración es un buena camino para ahuyentar sus demonios – y cerré la confesión con unas cuantas oraciones, y con el compromiso de que viniera a hablar conmigo si necesitaba ayuda.
(Pedro 5:8) “Sed sobrios y vigilantes: porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros, en busca de presa que devorar”
Cuando por fin me quede solo, espero un rato para tranquilizarme, y que mi pene volviera a la normalidad, antes de salir, y cuando lo hice, tres de mis confesas feligresas rezaban sus penitencias arrodilladas. Y casi sin darme cuenta me encontré contemplando a Lucía, con un vestido nada escandaloso pero que hacía que su trasero emergiera de forma sensual deformando la caída de la falda, y sus pechos destacaran de forma evidente por su talle ajustado.
Y cuando en mi mente se comenzaron a formar imágenes en las que Lucía me dedicaba sus más íntimas atenciones, huí hacia mi vivienda como alma que lleva el diablo.
(Joel 2:28) "vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones"
Después de casi no cenar, y de un sinfín de oraciones, me quede dormido, pero desperté sobresaltado, y más aún cuando lo que me había hecho despertar era la boca de Lucia, que mirándome con cara de vicio devoraba mi polla sin ningún tipo de vergüenza.
- No, por favor – suplique sin ningún tipo de convicción mientras que ella, sin atender a mi negativa, se incorporo y levantándose el vestido, me dejo ver su sexo desprovisto de ropa interior, y como a cámara lenta se dispuso a horcadas encima de mí, y encajando mi pene en la entrada de su gruta, se empalo con un brusco movimiento.
- Fólleme padre, fólleme – grito y comenzó a moverse sobre mi herramienta, sus pechos temblaban con cada embestida y mi abstinencia de años no me dejo resistir mucho tiempo. El caliente contacto de su sexo y sus contracciones me llevaron a un rápido e inevitable final.
- Me corro, dios, me corro – exclame mientras me despertaba sudoroso, solo en mi austera habitación, notando como mi pene expulsaba una gran cantidad de semen sobre mi ropa interior.
(Corintios 6:18) “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca”
El tormento que me produjo ese sueño no me dejo dormir mas esa noche, y me encomendé a la rutina diaria para intentar a apartar de mi mentes tan pecaminosas imágenes.
El día transcurrió sin ningún tipo de sobresalto, atendiendo mis obligaciones, y casi sin darme cuenta me encontré saboreando el ultimo cigarro del día asomado al balcón de mi morada, anexa a la iglesia, escuchando a lo lejos la música de la primera verbena nocturna que daba inicio a las fiestas. La ducha y la cena reparadora habían terminado de relajarme y alejar mis temores, cuando escuche el timbre de la puerta.
No era extraño que alguna vez se requiriera mi presencia fuera de horarios, por defunciones o para dar la extrema unción así que aunque estaba en bata me dirigí a la puerta para ver quién era.
- ¿Quien es? – dije
- Soy yo, padre, Lucia, tenemos que hablar.
El abismo voy a abrirse bajo mis pies, pero no pude más que abrir la puerta y dejarla pasar, pensando en afrontar lo que pasara.
La vi pasar a mi lado vestida con un bonito vestido a flores, y el olor de su perfume fue una enorme ola que me engullo rápidamente.
(Lucas 10:18) “He visto a Satanás caer del cielo a manera del relámpago”
Testimonio 1 (Ref. 2012/28 Fuente: Guardia Civil – recreación)
Seguí a Lucia a través de un pequeño pasillo que desembocaba en una especie de salón comedor, y nada más entrar se giró sobre si misma enfrentándose a mí y juntando su cuerpo contra el mío.
- Padre, necesito que me folle, necesito ser suya
- Lucia no, por favor
Pero sus manos ya ejecutaban con pericia la desaparición del nudo de la bata, y su boca se apodero de mi pecho con deseo desbocado.
- No dios, no
Cerré los ojos, mientras sentía como su boca iba descendiendo y no tardo en mordisquear mi endurecido pene a través de la ropa interior. Un pequeño empujón me hizo caer sentado sobre el sofá, y sin dejarme reaccionar extrajo mi pene de su guarida atrapándolo entre sus calientes labios.
- Le necesito dentro padre – dijo mientras se colocaba a horcadas encima de mí, disponiendo con habilidad la punta de mi pene en su entrada. Note el calor y la humedad de su sexo, y como la presión hacia que se introdujera sin remedio en su interior gimiendo escandalosamente.
- Ésto no está bien Lucia – exclamé
- Fólleme padre, fólleme – gritó, comenzando a moverse suavemente, y mientras lo hacía dejo caer los tirantes de su vestido a un lado mostrándome los pechos o a centímetros de mi cara. Sin saber cómo mi boca se apodero de sus pezones mientras ella exteriorizaba su placer acelerando sus movimientos acompasando estos con claras y sonoras muestras de placer.
Sentía como su sexo abrazaba al mío, emanando flujos que sentía como mojaban mis testículos de forma abundante.
- Dios, padre que polla tiene, que gusto – gritaba como poseída mientras sus embestidas se hacían cada vez más erráticas y desacompasadas, evidenciando que el placer embotaba sus sentidos, y no le permitía centrarse en el movimiento, pero entonces me sorprendí dejándome llevar, moviendo mis caderas para penetrarla, y llevándome sin remedio a un punto sin retorno.
- Lucia, me corro, no puedo más, me voy – exclame avisándola
- Si Padre, lléneme, quiero su leche dentro si
Y ocurrió, explote con varias andanadas de semen en su interior, mientras ella gemía y temblaba agarrada a mi cuerpo. Mi miembro palpitaba en su interior sin perder la dureza y ella no tardo en volver a la carga.
- Qué polla tiene Padre, me está volviendo loca
- Esto no está bien Lucia, esto no está bien
La tremenda humedad de su sexo, mezclada con los flujos entremezclados del orgasmo compartido, hacía que cada embestida se aderezara con un húmedo sonido al chocar los cuerpos.
- Espere Padre, espere
Lucia paro el movimiento y agarrando mi pene lo coloco en una entrada más estrecha, empujando lentamente.
- Necesito que me sodomice, así, dentro
La tremenda lubricación de mi miembro hico la entrada muy suave, aunque no seria la primera vez que aquella mujer recibia por detrás, sentía la estrechez de su entrada pero cedia con suavidad, y con pausa pero sin tregua no tardo en hundir totalmente en su interior mi endurecido miembro.
- Asi Padre asi, folleme el culo – dijo saltando ya sobre mi, y yo no tarde en asir su cintura acompasando su ritmo, sintiendo como comprimia sus nalgas para aumentar la friccion, y ahuyando de placer con cada envite.
- No se si aguantaré mucho mas Lucia
- Lléneme Padre, lléneme, quiero su leche, si padre, corrase – gritó
Y exploté en su interior como si fuera la ultima vez que lo pudiera hacer, entre gritos de placer, sin el menor atisbo de contención. Despues del éxtasis mi miembro por fin retrocedió en su excitación y Lucía se apartó de mí, pero pude contemplar como de sus piernas escurria el liquido blanquecino con el que la había obsequiado. Y sin decir nada se fue hacia la puerta, recomponiéndose el vestido y desapareciendo en la oscuridad de la noche.
Testimonio 2 (Ref 2012/29 Fuente: Guardia Civil – recreacion)
Seguí a Lucía a través de un pequeño pasillo que desembocaba en una especie de salón comedor, y nada mas entrar la agarre por la cintura, apretándola contra mi.
- Has venido a que te folle ¿verdad?
- No, es que quería explicarle lo del otro día, por favor déjeme Padre
Pero su cuerpo seguía pegado al mio mientras restregaba sin ningun tipo de decencia mi paquete en su trasero.
- No Dios, no
La agarré del pelo y mientras me desataba la boca la hice arrodillarse ante mi y no tardó en tener mi endurecido pene sobre su cara.
- Abre la boca y cometela, zorra calientapollas – le dije mientras me bajaba la ropa interior liberando mi salvaje erección. Viendo que no tenia opción abrió su boca , y mientras me dejaba caer sobre el sofá, comencé a hacerla llevar un cadencioso movimiento que hacia resbalar mi pene entre sus calientes labios. Pero aquello no me saciaba, quería follarme a aquella mujer.
- Te voy a empalar – exclamé mientras la hacia caer al suelo, y me situaba entre sus piernas, la muy zorra no llevaba bragas, y dispuse con habilidad la punta de mi pene en su entrada. Note el calor y la humedad de su sexo, y cómo la presión hacia que se introdujera sin remedio en su interior.
- Que coño mas caliente tienes, seguro que te has cepillado a medio pueblo para ponerle los cuernos al cabrón de tu marido, y vienes sin bragas para que te folle el cura, pues de aquí no te vas sin la ración completa – exclamé
- No me folle padre, no – gritó, pero comencé a martillear con fuerza, y mientras lo hacía dejé libres sus pechos y mi boca se apodero de sus pezones mordisqueándolos sin ninguna delicadeza mientras ella extereriorizaba su rechazo, el cual afianzaba mi determinación en darle aquello que deseaba pero se negaba a admitir.
Y pese a su actitud sentia como su sexo abrazaba al mío, emanando flujos que sentía como mojaban mis testículos de forma abundante.
- Dios, que coño tienes, que gusto – gritaba como poseído mientras mis embestidas se hacían cada vez mas erráticas y desacompasadas, evidenciando que el placer embotaba mis sentidos, y no me permitia centrarme en el movimiento, pero aun así llegué a acelerar mis movimientos, llevándome sin remedio a un punto sin retorno.
- Lucía, me corro, no puedo mas, me voy – exclamé avisándola
- No Padre, dentro no – gimoteó en mi cara
Y ocurrió, exploté con varias andanadas de semen en su interior haciendo caso omiso a su suplica, mientras gritaba de placer y temblaba agarraba su cuerpo con deseo. Mi miembro palpitaba en su interior sin perder la dureza y no tarde en volver a la carga.
- Joder que caliente estas, mira como me has dejado la polla, me estas volviendo loco – dije fuera de mi
- Padre, esto no esta bien, esto no esta bien
La tremenda humedad de su sexo, mezclada con los flujos entremezclados del orgasmo compartido, hacía que cada embestida se aderezara con un húmedo sonido al chocar los cuerpos.
- Padre pare, Padre, por favor
Y para su sorpresa paré, pero solo para ponerla boca abajo y enfilar con mas comodidad mi siguiente objetivo. Agarre mi pene y lo coloqué en su entrada trasera, empujando lentamente.
- No, no, por ahí no. Me duele – gritó sin afectar mi determinación lo mas mínimo.
La tremenda lubricación de mi miembro hizo la entrada muy suave, no seria la primera vez que aquella mujer recibia por detrás, sentía la estrechez de su entrada pero cedía con suavidad, y con pausa pero sin tregua no tarde en hundir totalmente en su interior mi endurecido miembro.
- Joder que culazo, que gusto – dije embistiendo su trasero mientras escuchaba el ruido de sus suaves nalgas golpeando con mi cuerpo. Mis dientes ahora dibujaban un mapa de color en su espalda, sintiendo como comprimía sus nalgas, quizas para aumentar la fricción, y que terminara cuanto antes.
- Que gusto perra, te voy a rellenar como a un pollo
- No por favor - balbuceó
Y explote en su interior como si fuera la ultima vez que lo pudiera hacer, entre gritos de placer, sin el menor atisbo de contención, regando sus entrañas con varios chorros de caliente semen. Despues del extasis mi miembro por fin retrocedió en su excitación y me aparte de ella, y pude contemplar como de sus piernas escurría el liquido blanquecino con el que la había obsequiado. Y sin decir nada se fue hacia la puerta, recomponiéndose el vestido y desapareciendo en la oscuridad de la noche.
(Juan 8:32) y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres
Quizá ahora esperarías de mi una aclaración, una certeza, lanzar un rayo de luz sobre este dilema, pero el caso es que, lo único cierto, y que no tengo posibilidad de negar, es que, a la mañana siguiente, varios números de la guardia civil llamaron a mi puerta y me detuvieron por la violación de Lucía Perdel.
Evidentemente ahora no soy el párroco de un pueblo de 3000 almas, aunque donde estoy viven otras 3000, ni mejores ni peores solo diferentes, con costumbres diferentes.
- Joder que culo tienes perrita, te lo voy a follar todos los días, que gusto, tan estrechito, te lo voy a llenar de leche zorra – gritaba mi compañero de celda mientras me sodomizaba, escuchando el metalico gruñir de la cama, como quejándose del intenso ajetreo que soportaba.
(Juan 1:9) Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Y así comencé mi redención, cual mártir moderno, sabiendo que los designios de dios son inescrutables, y que a veces el dolor es el camino a la salvación. Y para que no se les quedemal sabor de boca terminare con una cita que no es tal, de una famosa película, la cual siempre me recuerda que . . .
“El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por las injusticias de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. Bendito sea aquel pastor que en nombre de la caridad y de la buena voluntad saque a los débiles del valle de la oscuridad. Porque él es el verdadero guardián de su hermano y el descubridor de los niños perdidos. ¡Y os aseguro que vendré a castigar con gran venganza y furiosa cólera a aquellos que pretendan envenenar y destruir a mis hermanos! ¡Y tú sabrás que mi nombre es Yahvé, cuando caiga mi venganza sobre ti!”
Jules Winnfield (Pulp Fiction - Tiempos Violentos)
(Génesis 1:3-5) “En el primer día Dios creó la luz y la separó de las tinieblas. Dios vio que la luz era buena y así concluyo el primer día”
Empecemos por el principio, mi nombre es Paco, y soy cura de una parroquia de 3000 almas en la España rural. ¿Cómo llegue aquí? Es muy largo de contar, pero resumiendo, aceleré mi vida hasta llegar al precipicio, y allí descubrí a Dios, después de un periplo universitario de continuos desmanes, con sexo y drogas, descubrí que mi misión era otra, muy diferente a construir carreteras, que era para lo que estudiaba.
Ni que decir tiene que mis padres, pese al disgusto inicial, apoyaron en todo momento mi decisión, viendo que mi vida anterior podía haber acabado bastante mal.
(Santiago 1:5) “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada."
Seis años de estudios eclesiásticos me llevaron a recibir el sacramento del orden en el grado de diaconado, que permite ejercer muchas funciones en la Iglesia y adquirí el compromiso público de guardar el celibato.
Después fui destinado con Lucas, el párroco anterior, un cura de avanzada edad al cual sustituí en cuanto me ordenaron presbítero. Aun recuerdo su frase de despedida mientras subía al taxi.
- Paco, ten cuidado con las lobas.
Siempre decía que la peor de las tentaciones era la de la carne, que el diablo siempre rebuscaba en nuestros deseos más lujuriosos, y encontraba el momento adecuado para hacerlos florecer para tumbar nuestra fe.
- Padre Lucas, no se preocupe, a mi no me pasará – le decía
- Yo también he sido joven, Paco, que me vas a contar.
(Romanos 8:6) “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”
La vida después de su marcha trascurrió tranquila, al llevar un año en la parroquia me había acostumbrado a las rutinas, los feligreses y sus manías, nada especial, y como en todo pueblo que se precie, los secretos eran de dominio público.
Después de unos meses, estaba integrado en la vida cotidiana de la congregación, con las clases de catequesis, los cursos prematrimoniales, las bodas, los funerales y demás eventos que hacían que, habituales o esporádicos pisaran el recinto sagrado.
Casi sin darme cuenta las fiestas patronales se echaron encima, y las inevitables reuniones con los clavarios y las clavariesas. Entre las clavariesas andaba Lucía, la esposa del dueño de la mitad del pueblo, que aquel año era la presidenta, una bella mujer que sobrepasaba con creces la cuarentena pero que cautivaba con su mirada cálida, y un cuerpo que era deseado por más de uno.
- Bueno señoras, todo claro, este año ya está todo atado, serán unas fiestas maravillosas – dije en alto para zanjar una pesada reunión donde mi paciencia se puso a prueba más de una vez, pero resolví con soltura y mano derecha, los consejos de Lucas fueron muy útiles.
- Y ahora si alguna quiere confesarse en cinco minutos estaré disponible – y mientras ellas se quedaron un rato en la sala de reuniones, me dirigí a prepararme para la última tarea del día.
(Juan. 1:9) "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad"
Cinco pasaron por el confesionario con sus pensamientos impuros, sus vanidades a flor de piel y sus envidias al prójimo, todas depuradas con unas cuantas oraciones. Espere un tiempo en silencio, y cuando me disponía a salir se abrió la puerta de confesionario.
- Ave María Purísima – dije automáticamente
- Sin pecado concebida – la voz de Lucía respondió desde el otro lado
- El señor esté en tu corazón para que te puedas arrepentir y confesar humildemente tus pecados – contesté disponiéndome de nuevo a otra nueva serie de habituales confesiones.
- Perdóneme Padre porque he pecado gravemente
- ¿De pensamiento o de obra?
- De pensamiento, padre
- Cuéntame
- Soy una mujer casada, tengo todo lo que puedo desear y un hijo maravilloso, pero de un tiempo a esta parte mi cuerpo se estremece con el pensamiento de ser tomada por otro hombre. Y caigo en la tentación de tocarme para aliviar mis deseos.
- ¿Tocarte? – dije invadiéndome una sensación maligna que al momento rebatí con un argumento válido pero forzado, tenía que saber para poder orientar. Pero aun así no pude apartar de mi pensamiento la imagen de Lucía masturbándose acaloradamente.
- Si Padre, por las noches, introduzco mi mano ahí abajo para calmar mi calentura, a veces no me sacia, y tengo que repetir.
- ¿Y su marido no cumple con sus obligaciones maritales? – dije asombrándome de los que Lucas me había inculcado, yo hubiera sido más de, ¿Qué su marido no la folla como debiera?
- Poco o nada, desde hace muchos años, pero, los deseos que siento ahora son nuevos e incontenibles – dijo en un tono tan sensual que, pese a mi lucha, no pude más que soportar como mi pene se endurecía dolorosamente encerrado en mis pantalones.
- ¿Y cuanto tiempo lleva con esa carga?
- Dos meses padre, pero últimamente los pensamientos y sueños son mas vividos, lo siento poseerme, de las formas más denigrantes, y cuanto más sucio y humillante, más terrible es mi calentura.
-Debería intentar apartar esas imágenes de su cabeza
- Pero Padre es que cada vez que le veo
- Esa persona, ¿es real?
- Si padre – dijo echándose a llorar
- Bueno, la oración es un buena camino para ahuyentar sus demonios – y cerré la confesión con unas cuantas oraciones, y con el compromiso de que viniera a hablar conmigo si necesitaba ayuda.
(Pedro 5:8) “Sed sobrios y vigilantes: porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros, en busca de presa que devorar”
Cuando por fin me quede solo, espero un rato para tranquilizarme, y que mi pene volviera a la normalidad, antes de salir, y cuando lo hice, tres de mis confesas feligresas rezaban sus penitencias arrodilladas. Y casi sin darme cuenta me encontré contemplando a Lucía, con un vestido nada escandaloso pero que hacía que su trasero emergiera de forma sensual deformando la caída de la falda, y sus pechos destacaran de forma evidente por su talle ajustado.
Y cuando en mi mente se comenzaron a formar imágenes en las que Lucía me dedicaba sus más íntimas atenciones, huí hacia mi vivienda como alma que lleva el diablo.
(Joel 2:28) "vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones"
Después de casi no cenar, y de un sinfín de oraciones, me quede dormido, pero desperté sobresaltado, y más aún cuando lo que me había hecho despertar era la boca de Lucia, que mirándome con cara de vicio devoraba mi polla sin ningún tipo de vergüenza.
- No, por favor – suplique sin ningún tipo de convicción mientras que ella, sin atender a mi negativa, se incorporo y levantándose el vestido, me dejo ver su sexo desprovisto de ropa interior, y como a cámara lenta se dispuso a horcadas encima de mí, y encajando mi pene en la entrada de su gruta, se empalo con un brusco movimiento.
- Fólleme padre, fólleme – grito y comenzó a moverse sobre mi herramienta, sus pechos temblaban con cada embestida y mi abstinencia de años no me dejo resistir mucho tiempo. El caliente contacto de su sexo y sus contracciones me llevaron a un rápido e inevitable final.
- Me corro, dios, me corro – exclame mientras me despertaba sudoroso, solo en mi austera habitación, notando como mi pene expulsaba una gran cantidad de semen sobre mi ropa interior.
(Corintios 6:18) “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca”
El tormento que me produjo ese sueño no me dejo dormir mas esa noche, y me encomendé a la rutina diaria para intentar a apartar de mi mentes tan pecaminosas imágenes.
El día transcurrió sin ningún tipo de sobresalto, atendiendo mis obligaciones, y casi sin darme cuenta me encontré saboreando el ultimo cigarro del día asomado al balcón de mi morada, anexa a la iglesia, escuchando a lo lejos la música de la primera verbena nocturna que daba inicio a las fiestas. La ducha y la cena reparadora habían terminado de relajarme y alejar mis temores, cuando escuche el timbre de la puerta.
No era extraño que alguna vez se requiriera mi presencia fuera de horarios, por defunciones o para dar la extrema unción así que aunque estaba en bata me dirigí a la puerta para ver quién era.
- ¿Quien es? – dije
- Soy yo, padre, Lucia, tenemos que hablar.
El abismo voy a abrirse bajo mis pies, pero no pude más que abrir la puerta y dejarla pasar, pensando en afrontar lo que pasara.
La vi pasar a mi lado vestida con un bonito vestido a flores, y el olor de su perfume fue una enorme ola que me engullo rápidamente.
(Lucas 10:18) “He visto a Satanás caer del cielo a manera del relámpago”
Testimonio 1 (Ref. 2012/28 Fuente: Guardia Civil – recreación)
Seguí a Lucia a través de un pequeño pasillo que desembocaba en una especie de salón comedor, y nada más entrar se giró sobre si misma enfrentándose a mí y juntando su cuerpo contra el mío.
- Padre, necesito que me folle, necesito ser suya
- Lucia no, por favor
Pero sus manos ya ejecutaban con pericia la desaparición del nudo de la bata, y su boca se apodero de mi pecho con deseo desbocado.
- No dios, no
Cerré los ojos, mientras sentía como su boca iba descendiendo y no tardo en mordisquear mi endurecido pene a través de la ropa interior. Un pequeño empujón me hizo caer sentado sobre el sofá, y sin dejarme reaccionar extrajo mi pene de su guarida atrapándolo entre sus calientes labios.
- Le necesito dentro padre – dijo mientras se colocaba a horcadas encima de mí, disponiendo con habilidad la punta de mi pene en su entrada. Note el calor y la humedad de su sexo, y como la presión hacia que se introdujera sin remedio en su interior gimiendo escandalosamente.
- Ésto no está bien Lucia – exclamé
- Fólleme padre, fólleme – gritó, comenzando a moverse suavemente, y mientras lo hacía dejo caer los tirantes de su vestido a un lado mostrándome los pechos o a centímetros de mi cara. Sin saber cómo mi boca se apodero de sus pezones mientras ella exteriorizaba su placer acelerando sus movimientos acompasando estos con claras y sonoras muestras de placer.
Sentía como su sexo abrazaba al mío, emanando flujos que sentía como mojaban mis testículos de forma abundante.
- Dios, padre que polla tiene, que gusto – gritaba como poseída mientras sus embestidas se hacían cada vez más erráticas y desacompasadas, evidenciando que el placer embotaba sus sentidos, y no le permitía centrarse en el movimiento, pero entonces me sorprendí dejándome llevar, moviendo mis caderas para penetrarla, y llevándome sin remedio a un punto sin retorno.
- Lucia, me corro, no puedo más, me voy – exclame avisándola
- Si Padre, lléneme, quiero su leche dentro si
Y ocurrió, explote con varias andanadas de semen en su interior, mientras ella gemía y temblaba agarrada a mi cuerpo. Mi miembro palpitaba en su interior sin perder la dureza y ella no tardo en volver a la carga.
- Qué polla tiene Padre, me está volviendo loca
- Esto no está bien Lucia, esto no está bien
La tremenda humedad de su sexo, mezclada con los flujos entremezclados del orgasmo compartido, hacía que cada embestida se aderezara con un húmedo sonido al chocar los cuerpos.
- Espere Padre, espere
Lucia paro el movimiento y agarrando mi pene lo coloco en una entrada más estrecha, empujando lentamente.
- Necesito que me sodomice, así, dentro
La tremenda lubricación de mi miembro hico la entrada muy suave, aunque no seria la primera vez que aquella mujer recibia por detrás, sentía la estrechez de su entrada pero cedia con suavidad, y con pausa pero sin tregua no tardo en hundir totalmente en su interior mi endurecido miembro.
- Asi Padre asi, folleme el culo – dijo saltando ya sobre mi, y yo no tarde en asir su cintura acompasando su ritmo, sintiendo como comprimia sus nalgas para aumentar la friccion, y ahuyando de placer con cada envite.
- No se si aguantaré mucho mas Lucia
- Lléneme Padre, lléneme, quiero su leche, si padre, corrase – gritó
Y exploté en su interior como si fuera la ultima vez que lo pudiera hacer, entre gritos de placer, sin el menor atisbo de contención. Despues del éxtasis mi miembro por fin retrocedió en su excitación y Lucía se apartó de mí, pero pude contemplar como de sus piernas escurria el liquido blanquecino con el que la había obsequiado. Y sin decir nada se fue hacia la puerta, recomponiéndose el vestido y desapareciendo en la oscuridad de la noche.
Testimonio 2 (Ref 2012/29 Fuente: Guardia Civil – recreacion)
Seguí a Lucía a través de un pequeño pasillo que desembocaba en una especie de salón comedor, y nada mas entrar la agarre por la cintura, apretándola contra mi.
- Has venido a que te folle ¿verdad?
- No, es que quería explicarle lo del otro día, por favor déjeme Padre
Pero su cuerpo seguía pegado al mio mientras restregaba sin ningun tipo de decencia mi paquete en su trasero.
- No Dios, no
La agarré del pelo y mientras me desataba la boca la hice arrodillarse ante mi y no tardó en tener mi endurecido pene sobre su cara.
- Abre la boca y cometela, zorra calientapollas – le dije mientras me bajaba la ropa interior liberando mi salvaje erección. Viendo que no tenia opción abrió su boca , y mientras me dejaba caer sobre el sofá, comencé a hacerla llevar un cadencioso movimiento que hacia resbalar mi pene entre sus calientes labios. Pero aquello no me saciaba, quería follarme a aquella mujer.
- Te voy a empalar – exclamé mientras la hacia caer al suelo, y me situaba entre sus piernas, la muy zorra no llevaba bragas, y dispuse con habilidad la punta de mi pene en su entrada. Note el calor y la humedad de su sexo, y cómo la presión hacia que se introdujera sin remedio en su interior.
- Que coño mas caliente tienes, seguro que te has cepillado a medio pueblo para ponerle los cuernos al cabrón de tu marido, y vienes sin bragas para que te folle el cura, pues de aquí no te vas sin la ración completa – exclamé
- No me folle padre, no – gritó, pero comencé a martillear con fuerza, y mientras lo hacía dejé libres sus pechos y mi boca se apodero de sus pezones mordisqueándolos sin ninguna delicadeza mientras ella extereriorizaba su rechazo, el cual afianzaba mi determinación en darle aquello que deseaba pero se negaba a admitir.
Y pese a su actitud sentia como su sexo abrazaba al mío, emanando flujos que sentía como mojaban mis testículos de forma abundante.
- Dios, que coño tienes, que gusto – gritaba como poseído mientras mis embestidas se hacían cada vez mas erráticas y desacompasadas, evidenciando que el placer embotaba mis sentidos, y no me permitia centrarme en el movimiento, pero aun así llegué a acelerar mis movimientos, llevándome sin remedio a un punto sin retorno.
- Lucía, me corro, no puedo mas, me voy – exclamé avisándola
- No Padre, dentro no – gimoteó en mi cara
Y ocurrió, exploté con varias andanadas de semen en su interior haciendo caso omiso a su suplica, mientras gritaba de placer y temblaba agarraba su cuerpo con deseo. Mi miembro palpitaba en su interior sin perder la dureza y no tarde en volver a la carga.
- Joder que caliente estas, mira como me has dejado la polla, me estas volviendo loco – dije fuera de mi
- Padre, esto no esta bien, esto no esta bien
La tremenda humedad de su sexo, mezclada con los flujos entremezclados del orgasmo compartido, hacía que cada embestida se aderezara con un húmedo sonido al chocar los cuerpos.
- Padre pare, Padre, por favor
Y para su sorpresa paré, pero solo para ponerla boca abajo y enfilar con mas comodidad mi siguiente objetivo. Agarre mi pene y lo coloqué en su entrada trasera, empujando lentamente.
- No, no, por ahí no. Me duele – gritó sin afectar mi determinación lo mas mínimo.
La tremenda lubricación de mi miembro hizo la entrada muy suave, no seria la primera vez que aquella mujer recibia por detrás, sentía la estrechez de su entrada pero cedía con suavidad, y con pausa pero sin tregua no tarde en hundir totalmente en su interior mi endurecido miembro.
- Joder que culazo, que gusto – dije embistiendo su trasero mientras escuchaba el ruido de sus suaves nalgas golpeando con mi cuerpo. Mis dientes ahora dibujaban un mapa de color en su espalda, sintiendo como comprimía sus nalgas, quizas para aumentar la fricción, y que terminara cuanto antes.
- Que gusto perra, te voy a rellenar como a un pollo
- No por favor - balbuceó
Y explote en su interior como si fuera la ultima vez que lo pudiera hacer, entre gritos de placer, sin el menor atisbo de contención, regando sus entrañas con varios chorros de caliente semen. Despues del extasis mi miembro por fin retrocedió en su excitación y me aparte de ella, y pude contemplar como de sus piernas escurría el liquido blanquecino con el que la había obsequiado. Y sin decir nada se fue hacia la puerta, recomponiéndose el vestido y desapareciendo en la oscuridad de la noche.
(Juan 8:32) y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres
Quizá ahora esperarías de mi una aclaración, una certeza, lanzar un rayo de luz sobre este dilema, pero el caso es que, lo único cierto, y que no tengo posibilidad de negar, es que, a la mañana siguiente, varios números de la guardia civil llamaron a mi puerta y me detuvieron por la violación de Lucía Perdel.
Evidentemente ahora no soy el párroco de un pueblo de 3000 almas, aunque donde estoy viven otras 3000, ni mejores ni peores solo diferentes, con costumbres diferentes.
- Joder que culo tienes perrita, te lo voy a follar todos los días, que gusto, tan estrechito, te lo voy a llenar de leche zorra – gritaba mi compañero de celda mientras me sodomizaba, escuchando el metalico gruñir de la cama, como quejándose del intenso ajetreo que soportaba.
(Juan 1:9) Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Y así comencé mi redención, cual mártir moderno, sabiendo que los designios de dios son inescrutables, y que a veces el dolor es el camino a la salvación. Y para que no se les quedemal sabor de boca terminare con una cita que no es tal, de una famosa película, la cual siempre me recuerda que . . .
“El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por las injusticias de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. Bendito sea aquel pastor que en nombre de la caridad y de la buena voluntad saque a los débiles del valle de la oscuridad. Porque él es el verdadero guardián de su hermano y el descubridor de los niños perdidos. ¡Y os aseguro que vendré a castigar con gran venganza y furiosa cólera a aquellos que pretendan envenenar y destruir a mis hermanos! ¡Y tú sabrás que mi nombre es Yahvé, cuando caiga mi venganza sobre ti!”
Jules Winnfield (Pulp Fiction - Tiempos Violentos)
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