CON SABOR A DEMONIO
(Cuando no sabes lo que
significa la noche)
—Acuéstate
conmigo, mi pequeño servidor de Dios, arráncame la piel, el sudor y
las lágrimas. Yace en mi lecho y haz todo lo que siempre has
querido. ¡Vamos! Así, fuerte, salvaje y tupido. Y tu vida ya no
volverá a ser la misma.
Moisés
despierta sobresaltado: —Vaya pesadilla que tuve— Limpia los
restos de su sueño y se prepara para comenzar sus labores diarias…
Es
medianoche, la luna llena regala un paisaje digno de admirar. En las
cercanías del bosque se encuentran unas cabañas donde la música
metal se escucha a todo volumen… Un grupo de personas baila y canta
alrededor de una fogata, otros simplemente platican.
— ¿Por
qué todos visten de negro? — casi grita Moisés a Julia,
deteniendo un poco los movimientos que la estruendosa música le
pide.
—Porque es
lo que nos gusta, es nuestra cultura y así nos identificamos, además
de que una manera de expresarnos.
— ¿Pero en
contra de quién están?
—De nadie.
Está
nervioso, mira para todos lados y se sobresalta al ver lo que unas
personas hacen… ve un líquido rojo saliendo de los labios de un
chico que a su parecer es demasiado raro, vestido de negro, con
tatuajes y aretes en varias partes de su cuerpo, pero, por si fuera
poco, está maquillado de una manera extraña.
— ¿Por qué
están vestidos así, parecen cosa del demonio?
—Ya te he
dicho que somos góticos, que nos gusta la oscuridad pero que
definitivamente no somos lo que dices.
— ¿Y la
sangre? ¿Por qué hacen eso? — Pregunta muy sorprendido al ver…
lo que algunos jóvenes hacen.
— ¿Quién
te dijo que es sangre?
—Lo parece…
y como hacen todo de una manera tan extraña…
—Las
apariencias engañan— dice con indiferencia la muchacha.
—Pero…
Esto es malo… Es cosa del diablo.
— ¡Mira! —
le dice molesta—. Ya te he dicho muchas veces que nosotros
respetamos la diversidad de creencias. No practicamos nada ni de Dios
ni del Diablo. Si no te gusta lo que ves, puedes irte, desde el
principio fui honesta contigo… Por si no lo sabes me gusta la
oscuridad y su misterio, y eso nada ni nadie lo cambiara .No pretendo
caerte bien ni a ti ni a nadie…
El muchacho
toma su comentario como un insulto. Ve a su acompañante entre
sorprendida y molesta ¡No puede creer! No entiende cómo alguien que
siempre viste de negro puede no ser mala.
—Juro que
ya no la veré— grita mientras se va a su escuela.
Furioso casi
corre; la ansiedad y la desesperación lo hacen decir más
improperios de los que nunca había dicho… camina dando traspiés y
pateando lo que se encuentra a su paso… al llegar por fin al
seminario trata de meterse de incógnito al igual que como salió.
Pero la mala suerte parece que está de su lado… al ingresar (coma)
no puede evitar hacer más ruido de la cuenta, por lo que lo descubre
uno de sus superiores.
Sin importar
que sea de madrugada, lo lleva a la dirección y ahí mismo, después
de una severa reprimenda lo castiga mandándole a hacer el aseo
durante todo un mes.
El joven de
cabello oscuro y tez morena no le queda otra más que aceptar… La
penetrante mirada de su profesor lo intimida, pero no le hace bajar
la cabeza. A la mañana siguiente le espera la reprensión frente a
todo el colegio ¿ya sabes, no?
—No puede
ser que solo por una noche me regañen así— dice) cerrando sus
enormes ojos color azabache.
Ese día
termina exhausto, por fin puede ir a su cuarto. Después de una ducha
de agua caliente se mira al espejo, contempla sus labios gruesos pero
apetecibles, y esa cara de niño inocente que lo hizo ser deseado más
de una vez…
— ¡Con
cuántas mujeres pude haberme acostado! Pero preso de la presión que
mis padres y su religión que ejercían sobre mí, nunca pasó más
que de un coqueteo ocasional.
Mira su
cuerpo en el espejo, ni gordo ni delgado. Simplemente un muchacho
normal:
— ¡Ah la
religión! Mi vocación ¡Julia! ¡Julia! ¿Qué me estás haciendo?—
se pregunta apretando sus manos y encerrando en ellas un crucifijo
que traía consigo.
Pasan los
días y se da cuenta que su vida en el seminario comienza a parecer
un infierno, ya no se entretiene como antes y las clases ya le son
más aburridas. Pasan los días y descubre que no le es tan fácil
olvidarla. Su manera de ser, su carácter y su inusual personalidad.
Lo tiene cautivado ¿Enamorado? ¿Solo deseo? ¿O un capricho por un
mundo nuevo?
Moisés ya
casi cumplirá 22 años, viene de una familia tradicionalista
religiosa. Desde que era muy pequeño le metieron la idea de
convertirse en Sacerdote. Es por ello que en cuanto pudo se metió a
estudiar al seminario… Antes lo único que quería era “Servir a
Dios de la manera más correcta” pero…
Por
casualidades del destino, hace un par de meses conoció a Julia
Ramos, una muchacha muy diferente a él, tiene 25 años de edad, es
además de extraña, un tanto tosca en sus palabras: “A veces
parece como que le gusta caerle mal a todo el mundo”. Siempre le
gusta vestir de negro y no porque esté de luto, sino porque
simplemente “Es su
inspiración”, como ella misma
dice.
Desde que se
platicaron por primera vez, ella lo invitó a su “excepcional
mundo”, aunque tiene muchos amigos es alguien que disfruta en
demasía de la soledad.
No alcanza a
comprender por qué ella le parece tan fascinante. Además, se supone
que por su religión debería de ser célibe ¡Así lo marcan las
reglas! Es cierto que en más de una ocasión se ha masturbado y que
sus pensamientos impuros se han ido detrás de su gran y misteriosa
nueva amiga…
¿Qué si se
ha masturbado? ¡Claro que sí! Y aunque le dé vergüenza reconoce
que lo hace casi a diario, aunque su libido lo vence esporádicamente,
haciéndolo decaer a sus instintos hasta dos veces al día….
Pero ¿cómo
olvidar la ocasión donde aplicó más intensidad?: Fue en su
habitación, delante del mayor símbolo de su Dios:
Sus deseos
agotaron sus energías mientras friccionaba con fuerza su miembro
erecto; en su imaginación era Julia quien lo tocaba y hacía con
ella todo tipo de juegos y maniobras. Las palabras oscuras y sucias
lo taladran, en ese momento no había nada más que un hombre que
jugaba de la manera más sucia y salvaje posible
— ¡Oh Dios
mío! — Exclama con fuerza el seminarista— Cae de rodillas a la
par que su miembro suelta toda su vitalidad ¡Su orgasmo lo hace casi
gritar!
Pero al día
siguiente el deseo sexual del joven parece que va en aumento,
mientras se baña comienza otra vez con sus juegos sexuales. Imagina
a Julia desnuda…
—Ya no
quiero masturbarme, no creo esté bien hacerlo a diario
Pero su mente
parece que no está de acuerdo. Es la que no se encuentra en paz…
Después de terminar su baño, considera que una caminata por el
arroyo lo calmará… Hace ya unos días que ha terminado su castigo,
no duda en salir, se interna en el bosque un par de horas hasta que,
sin darse cuenta está caminado cerca de donde vio a Julia por última
vez.
De pronto se
queda pasmado al escuchar las risas de la mujer de sus deseos… Su
calma recién adquirida se le va en ese momento… Quiere oír a esa
mujer. Se acerca sigilosamente y mira a través de unos arbustos,
para su mayor sorpresa ella está desnuda.
—Dios mío—
susurra, pero no deja de mirarla, la ve recostada sobre una roca
tomando el sol mientras su cuerpo es acariciado por el aire...
—Parece que
duerme— murmura,
Moisés esta
incrédulo ante lo que ve. Esa imagen comienza a despertar sus
emociones. Sabe que observarla de esa manera no está bien visto por
su religión, hace un intento de irse pero no lo hace, sus ojos se
quedan fijos en esa mujer de piel apiñonada, cabello oscuro y senos
medianos…. Su atención se le va en sus piernas tan delineadas y
apetecibles para él…. Pero observar su parte intima. ¡OH su
vagina!
Definitivamente
la erección ya no la soporta. Contempla de nuevo su cara, aunque
tenga los ojos cerrados se le pueden ver esas facciones de mujer
atrevida y fatal.
—Si está
inconsciente, no creo que se dé cuenta si me acerco
Camina
sigilosamente hasta la piedra donde se encuentra ella, en su mente ya
está acariciándola y succionando uno de sus pezones…
Ya solo lo
separa un metro de su objetivo. Sus deseos son grandes, ¡quisiera
tocarla y fundirse con ella en uno solo! Siente que su mente se le
nubla. En ese momento no hay nada más para él.
—Moisés,
acércate— Se para en seco ¡Julia no duerme como él pensaba!
La chica se
vuelve hacia él y mira su cuerpo a la vez que ríe con fuerza —
¡Cielos mírate! La excitación no puede contigo.
—Yo… no
es lo que piensas— La timidez vuelve otra vez a él.
—Ven no
tengas miedo, te prometo no morder. Al menos no mucho— Dice con
picardía mientras se irgue— Sé que llevas rato mirándome.
—Yo lo
siento… yo… te estoy faltando al respeto— se retira un poco.
—Yo no creo
que admirar a una mujer como lo haces tú sea una falta de respeto—
Sigue con voz insinuante—.Para mí, amar es un deleite supremo. Me
gustas y está claro que yo te atraigo.
El religioso
está sin habla, las reglas sobre el celibato son muy rígidas.
Aunque… se ¿rumorea? que más de uno de los miembros de esta gran
religión ha quebrantado.
Decide
hacerle caso a sus deseos, además Julia le hace gestos que no puede
evitar ignorar. Se acerca y acaricia su cara para después darle un
gran beso. El primero que da en su vida… Pero evidentemente ella no
es primeriza en esas artes, su lengua juguetea con la de él, las
manos de ella tocan descaradamente al aprendiz de sacerdote… los
instintos quieren salir. La timidez del muchacho que siempre luchó
por hacer todo bien, poco a poco va desapareciendo para ceder a un
hombre loco de deseo…
Por fin la
ropa desaparece y mientras las manos de ella juguetean enérgicas con
el cuerpo virgen del hombre. Él cede a los instintos animales…. La
furia y la pasión aparecen. Esa piedra en la que al principio
descansaba la mujer se convierte en la primera vez de él. Los
fluidos de ambos bañan la roca y sus cuerpos.
Por fin se
retira Moisés. Está muy extasiado. Se recuesta sobre la inmensa
roca y dice:
— ¡Fue
excelente!
—Me alegro
que te haya gustado— dice ella con una sonrisa de satisfacción ya
que claramente se dio cuenta de la ingenuidad sexual de su amante.
— ¿A ti te
gustó?
—No estuvo
tan mal— le dice mientras acaricia su entrepierna—.Pero podemos
mejorar—.Lo besa otra vez mientras los cuerpos desnudos terminan en
el arroyo para continuar amándose… una vez… dos veces…
Pasada un par
de horas, el chico se dirige otra vez “a su prisión de Dios”,
como le llamó a su escuela. Cuando entra sin problemas ya que aún
es hora, uno de sus maestros nota el brillo de su mirada.
— ¿Dónde
estabas?
—Eh, yo...
Salí a pasear un rato y me perdí en el bosque
El sacerdote
lo mira molesto, sin decir nada más. Se retira mientras que Moisés
se queda en sus propios pensamientos ¡Antes virgen y de pronto hoy
lo hizo varias veces con una experimentada mujer! Tiene que hacerlo
definitivamente otra vez.
Ese día
tiene que dedicarse a sus labores eclesiásticas…. Lo hace a duras
penas pues en su mente esta solo su apasionado encuentro con la tan
singular chica.
A la noche
siguiente, sale otra vez a escondidas de “su mazmorra de fe, va a
buscar a la muchacha a su cabaña, pero ve que por un lado hay una
hoguera con alrededor unas veinte personas. Se acerca lleno de
curiosidad y ve que todos son jóvenes se ve que se divierten; están
escuchando música gótica. Los ve felices,
Uno de los
jóvenes lo ve y se sorprende, los demás también se dan cuenta y lo
miran de la misma forma, pero él dice:
—Yo… solo
pasaba por aquí, pero tal vez sea mejor irme.
—Hola
Moisés, qué gusto me da verte— dice Julia mientras va y lo besa
en los labios ante la mirada sorpresiva de algunas
personas—.Tranquilo Moy, la pasará bien.
Todos
comienzan a reír y siguen de nuevo con la fiesta. El recién llegado
se les une y al poco comienza a beber alcohol junto con todo el
grupo… Está tan feliz en la fiesta que rompió su propia regla de
abstinencia alcohólica.
Los dos ya se
besan, ya se coquetean. Algunos de los del grupo los miran
divertidos, pero a la mayoría de ellos les pasa inadvertido ese
hecho… Cuando llega la medianoche, los muchachos se retiran un
poco y comienzan de nuevo con caricias y toqueteos muy subidos de
tono para terminar, ahora sí, con sexo salvaje.
—Esto
deberíamos hacerlo más a menudo.
—Eso
depende— Y siguen con sus caricias desenfrenadas.
La vida del
joven seminarista ha dado un giro sorprendente, de estar enfocado a
sus estudios ahora su interés se centra en verse con “su fruto
prohibido”, como él la llama. Lo que al principio era solo por
sexo apasionado, ahora se centra en conocer su mundo, con ella ha
hecho cosas que nunca creyó que haría.
Una noche,
Julia le dice que no lo podría ver al día siguiente pues tendrá
que salir.
— ¿A dónde
iras?
—A un lugar
que no puedo decirte, tengo algunas cosas por hacer.
El
seminarista se sorprende: — ¿Por qué me hablas así de fría?
—Lo siento,
hay cosas que no puedo decirte.
—Creí que
tú y yo éramos algo.
— ¿Crees
que somos “algo” solo porque tenemos sexo? Apoco me crees tonta,
no dejaré que te metas demasiado en mi vida. Yo sé que tú algún
día serás sacerdote y entonces entre ambos no habrá nada.
La pasión lo
domina, la toma por los hombros: —Pero eso lo podemos arreglar
hablando.
—Lo siento,
de todas formas debo irme, regreso en una semana.
— ¿Por
qué?
—Ya te dije
que hay cosas que no puedo decirte.
Moisés se
desespera, ella no lo puede tratar con esa frialdad, no ahora. La
toma del brazo y le pregunta con voz enérgica— ¿A dónde iras?
Ella se
suelta y parece que lo mira con odio: —No me trates de esa manera
¡Que no soy ningún objeto!
—Pero es
que no comprendo nada.
—Por si no
te has dado cuenta hay cosas que hago fuera de tu religión, que las
que tú mirarás de muy mala manera.
—No creo
que seas asesina.
—Claro que
no, pero lo que yo haga con mi vida no te importa. Recuerda que tú y
yo no somos nada. Solo es sexo y ya… Además… No eres el único
que comparte mi cama.
— ¡Eres
una…!
— ¡No te
atrevas a faltarme al respeto! — Levanta la mano dispuesta a darle
una cachetada— Nunca te he dado pie a que creas que hay algo
formal entre nosotros.
Los dos se
retiran, uno está lleno de coraje, mientras que la otra lo mira con
desprecio.
Moisés no se
quedara con los brazos cruzados, si ella se la pasa burlándose de
él. Pues este a su vez podrá tener más de una pareja…. Pero,
¿cómo?... además él nunca antes había tratado a una mujer. A
pesar de sus primeros pensamientos, pasa toda la semana encerrado en
el seminario, pensando… En ella.
Una semana
después Julia regresa de su inconfesable viaje, dentro de su orgullo
espera que Moisés lo busque, pero esa noche no pasa nada…
simplemente no va, a la mañana siguiente tampoco, la muchacha tan
acostumbrada a sentirse el centro de atención de él, con un
pretexto cualquiera va al seminario y lo busca)
La muchacha
va ataviada con un minivestido con cuadros en la falda estilo
escoces, unas mallas agujeradas de color negro y unas botas de estilo
militar del mismo color. En su maquillaje predominan los colores
purpura y negro. El encargado de la escuela episcopal la mira y se
rehúsa a dejarla entrar.
Pero ella,
rebelde como siempre ha sido, se espera para la noche y logra entrar
a hurtadillas por la tan elitista escuela sacerdotal, se inmiscuye
en el cuarto de Moisés y lo ve dormido, entra con cautela, su osadía
va mucho más allá, mete su mano por debajo de su cobija y comienza
a acariciar su entrepierna para de ahí pasar a su parte intima.
El joven
comienza a murmurar, despierta y ve los hermosos ojos negros de la
chica de sus sueños.
— ¿Qué
haces aquí? —Pregunta sobrecogido por la sorpresa y el susto.
—Solo vine
a visitarte.
—No quiero
verte después de la manera tan fría como te portaste conmigo la
otra vez.
Pero como
ella no deja de tocar su miembro, la excitación le gana. Él de
inmediato comienza a tocarla, hacen el amor de una manera tan
apasionada y salvaje, que por un momento olvidan que están en el
singular colegio. ¿O acaso lo recuerdan más?
Pasa media
hora aproximadamente y el muchacho le dice:
—Ahora
debemos de preocuparnos por tu salida.
—No te
preocupes, poco me importa lo que piensen los de tu religión.
— ¿Qué
religión tienes?
—Ya te lo
había dicho antes…. Mi religión es mi propia persona.
—No te
creo, yo sé que tú tienes alguna creencia pagana, a veces creo que
hasta mística — ¿Cómo lo sabes?
—Simplemente
cuando estoy contigo te observo, soy bueno para los detalles — dice
con una risilla y en eso procede a hacerle el sexo oral.
—Espérate…
Los dos están
abrazados y platicando en la pequeña cama del seminarista:
—Julia
gracias por venir, quiero que sepas que de verdad me interesas, cada
vez me gusta más estar contigo.
—Sí pero
quiero que estés seguro de esto; Yo no creo en las religiones, para
mí la divinidad es algo que lo lleva cada persona muy dentro de sí
mismo…. No busques que todos crean lo que tú eres… Deja a cada
uno que sea lo que es….
—Me gusta
como piensas, déjame conocerte más a fondo.
—Pero, y si
me críticas o te asustas.
—Te prometo
el mejor de los respetos y la mayor de las discreciones.
Y al decir
esto se besan
Ella se va…
las horas siguen su curso, y ninguno de los dos muchachos pueden
concentrarse en sus cosas:
«Temo que
esto se empieza a salir de mis manos» Piensa la joven Julia. «Antes,
para mí todo era un juego» en cuanto a Moisés todo esto le resulta
tan difícil… acostumbrado a ver todo de acuerdo a la religión que
sus padres le impusieron. Y con las ideas de que todo lo anticatólico
era malo… pero ahora… Moisés sabe que está arriesgando mucho,
sin embargo parece que no le importa, no sabe qué pensar, en su
mente solo esta Julia.
Aprovechando
un receso se sale del lugar y va hacia la cabaña de la mujer que
ahora se da cuenta ama.
Llega y no la
ve— Tal vez es demasiado pronto —.Se decide a esperarla unas
horas. Ya es de noche y ve que no ha llegado —No ha de tardar— se
dice, la noche avanza, ya muy próxima a la madrugada. Él, muy
preocupado, sale y después de caminar un par de horas va a un club
nocturno de rock, en donde por sus costumbres sabe que frecuenta.
Entra, busca
a través del humo y la media luz su silueta, camina por todos los
lados que puede. Por fin al voltear a la pista de baile, la descubre
bailando muy cerca de un muchacho. Los celos lo invaden, no lo piensa
dos veces, va hasta ella y le grita — ¡Ven conmigo! —Pero ella,
que parece estar bajo la influencia del licor no le hace caso.
— ¡Vete de
aquí, seminarista!— él como toda respuesta, la besa dentro del
lugar lleno de gente.
—Si con
esto no te das cuenta de que de verdad me importas no se con qué más
lo hare. Ella se queda sin poder articular palabras, pero Moisés no
está venciendo sus paradigmas por nada. La toma de la mano y,
jalándola, la saca del salón de baile
— ¿Qué
estás haciendo? — Pregunta sorprendida
Él cómo
toda respuesta, le da un gran beso —Te amo— y la abraza.
—Pero yo a
ti no— se intenta soltar— lo nuestro es solo un juego sexual.
—Eso no es
cierto porque me he dado cuenta de cómo me miras, de tus besos, de
cómo me haces el amor. De cómo te arriesgaste por ir al seminario.
—Mentira—
y le da la espalda.
—Julia ¿Qué
te pasa?—.
—Está tu
religión que tanto odio.
—No... Lo
que pasa es que tienes miedo de enamorarte.
—Sí…—
Dice por fin vencida—.Sé que tus creencias nos separaran y algún
día me abandonaras, los sacerdotes no pueden tener vida marital, y
estar contigo me condenara a la soledad y el ocultamiento.
El muchacho
permanece mudo mirándola.
— ¡Ves!
—Ella está por irse pero él la toma de la mano —.Antes me
importaba la religión, ahora sé que me importas tú. Déjame
conocerte, qué es lo que tú haces, lo que sientes. Déjame buscar
una solución para todo esto.
Lo mira
detenidamente y le dice — ¿Me prometes que no me decepcionará?
—Te lo
juro, y sabes que yo no lo hago en vano.
Caminan por
un par de horas y pronto llegan al hogar de la chica: —Aquí es
donde yo hago lo que soy, en realidad ves ante ti a una estudiante de
Gnosticismo, pero que en estos momentos inspecciono los poderes de la
noche y los ambientes pesados, reconozco que en un tiempo te utilicé,
pero después, desgraciadamente me atrajiste de verdad.
Desafortunadamente eres muy diferente a mí y por lo mismo a veces me
porto arisca contigo.
—Yo te
quiero, quiero que estés conmigo.
—Aunque se
tan diferente a ti ¿Aunque la sociedad te condene?
—No tiene
por qué condenarme si hago lo correcto.
—Aun no
sabes cómo son mis creencias, siempre tan rechazadas por la
sociedad “común”. Además hoy en día todo se ha vuelto muy
cómodo y maleable. Propenso a la corrupción. Incluyendo al clero y
al gobierno.
—Vamos por
pasos y deja de preocuparte por el exterior ¿De acuerdo? —La
abraza.
Los días
siguen pasando, Julia y Moisés están tomando mejor su relación de
lo que creían…. Él por su parte ya no piensa mal de las actitudes
de Julia… al contrario comienza a entenderla y en algunas cosas la
ayuda.
Un día ella
le dice —Ven, vamos a un lugar al que nunca te había llevado—.
Se encaminan un rato por senderos del bosque no antes vistos. Por fin
se meten a una cueva:
—Mira este
pequeño altar.
— ¿Qué
es?
—Es una
ofrenda a… alguien que me cuida.
—Pero no es
alguien malo.
—No… es
un espíritu del bosque, cuando me concentro puedo platicar incluso
con él.
— ¿Qué
eres en realidad?
—Ya te dije
que estudio de manera particular la gnosis. Pero no importa lo que
hago… al final lo trascendental es lo que soy.
—Pero…
—Todo en la
vida puede ser buena o mala, todo depende lo que hagas con ella—
Diciendo eso, le pone unas flores blancas
Ella parece
orarle a esa deidad. Después se pone en plan de meditación y el
chico contempla todo en silencio. Mira con asombro a esa mujer. Si
sus padres supieran todo lo que él hace, los decepcionaría, pero el
mundo de Julia lo agrada cada vez más
De pronto
ella se para y va a besarlo….
—Espera,
estamos frente a tu Dios.
—Si… lo
sé, por él lo estamos haciendo.
— ¡Pero
esto es sacrilegio!
— ¡No! El
sexo es sagrado, si lo sabes respetar y cuidar… — Diciendo esto
lo sigue besando. Moisés no sabe qué pensar pero por fin cede.
La timidez se
transforma en deseo ¿Qué más podrá enseñarle tan singular mujer?
Quiere besarla y poseerla otra vez… la muchacha lo sabe, le gusta
mucho y hacer de todo un poco. “Además es una ofrenda para su
Diosa”, así que juega a coquetear un poco con él, lo acaricia una
manera muy sensual, pero trata de no caer mucho en la perversión….
Por fin la está penetrando… siente que ya no aguanta más cuando
ella le dice:
—Detente.
—Si te
lastimé, lo hare más despacio— dice extasiado.
Pero ella
pone su mano en el vientre y le dice—Concéntrate en ti mismo,
relájate, medita, siente cómo la energía sexual en lugar de salir
se transmuta por tu interior.
—Necesito
eyacular dentro de ti mi amor.
— ¡No!
Detente— presiona vientre y le dice —Pon atención a ti mismo,
haz lo que te digo y ahorita aprenderás muchas cosas.
El joven
sorprendido e imaginando que tendrá un placer sexual mucho mayor
decide hacer caso a las instrucciones de su pareja, se relaja y
comienza a hacer lo que le pide.
Medita, se
concentra en su energía sexual y siente cómo poco a poco su fuerza
viaja por su interior, transitando por sus conductos de plata, por el
caduceo de mercurio. Una gran fuerza se apodera de él…. Es algo
inexplicable, pero siente a la vez una gran fuerza que lo calma y le
hace ver... ¿La luz? Sin necesidad de eyacular… pasan minutos y
sensaciones nuevas se apoderan de él…pasan… pasan… siente que
se llena de energía. De algo muy extraño pero que le encanta.
— ¿Qué
pasó? — Pregunta preso de una gran calma.
—Solo has
transmutado tu energía sexual
—Pero,
¿Cómo? Esto fue increíble. Ojalá y todo el mundo pudiera hacer
esto, ¡Yo!
—No lo
digas, nadie te creerá, esto es solo para iniciados, solo para gente
culta. Confío en ti, te acabo de confesar algo muy propio y
sagrado…— Hace una pausa y lo mira a los ojos— Sé que no me
decepcionarás. ¿Verdad?
Él, como
toda respuesta, la abraza y sella su pacto con un beso— Si tú me
lo pides te prometo que nadie lo sabrá. Se visten y tomando su mano
salen de la cueva —Estoy haciendo cosas contigo que antes me
parecían muy extrañas. Cada vez me alejo más de Dios.
—No, al
contrario. Cada vez te acercas más a la verdadera divinidad.
— ¿Esto
viene siendo parte de una secta?
—Esto es
Gnosticismo sagrado, solo muy pocos lo conocen… Esto no es ni
religión. Ni secta ni una creencia… Es solo un estilo de vida.
— ¿Pero y
la música metal? Sinceramente no creo que sea misticismo.
—Y no lo
es, esto es solo gustos profanos y bastantes terrenales que yo tengo,
solo es una manera de mostrar mi rebeldía.
—Ya vas
dejando de ser una extraña para convertirte en alguien muy
importante para mí.
—Tú
también ¿Y si dejas tu iglesia? Y te vienes conmigo
Moisés se
para en seco y la mira a los ojos:
—Lo que me
pides es…. No puedo decepcionar a mis padres de esta manera.
—Pero ya no
eres tú mismo, lo sentí hace unos minutos. Además si te vas con
estarías pecando de hipócrita.
—Julia lo
que me pides es muy fuerte.
—Yo lo sé,
pero no puedes dudar que nos amamos.
—Claro que
sí, y con locura, pero antes yo solo quería ser sacerdote y…—
Los dos se miran y él percibe su gran tristeza— Pero… Ahora
contigo todo es diferente. Déjame pensarlo.
— ¡No!
—Replica ella con decisión— Comprendo que conmigo todo es sexo
fácil y sin complicaciones, pero no quieres perder nada de lo que
eres ¡Vives la vida muy cómoda!
—No, Julia
espera, tenemos una relación…. Pero lo que me pides es muy fuerte,
solo dame unos días para ordenar mis ideas.
Pero la
muchacha no le hace caso y corriendo se pierde entre los árboles, el
“aspirante a sacerdote” quiere seguirla, pero no logra ver nada.
Por fin se para ya completamente exhausto.
— ¡No era
eso lo que quería decirte! Lo juro…— Hace una pausa para tomar
aire— pero que estoy diciendo, si ella ya no me escuchó.
Los
siguientes minutos. Las horas posteriores, los días…. Las semanas
subsecuentes le parecieron muy difíciles para él….
—Es
insoportable para mí estar sin ella— Se lo dice para sí mismo….
Todo lo que
hace es recordar los momentos que estaban juntos, su música, sus
ideas, ¡Su peculiar manera de ser!
Ha intentado
buscarla varias veces, pero no logra dar con ella…. Hasta que un
día, decide dar el todo por el nada. Sale del seminario y va afuera
de su cabaña: —No me moveré hasta que ella venga— Se dice.
Pasan las horas y el cansancio lo quiere poner en somnolencia, ya es
media noche y no llega, pero él sigue ahí… tres de la mañana y
sigue sin llegar, dormita en su puerta… Seis de la mañana, y de
pronto escucha unos ruidos.
— ¿Qué
haces aquí? — Es Julia quien se sorprende al verlo.
— Quiero
hablar contigo.
—No creo
que haya mucho que decirnos.
—TE AMO…
Tú me has enseñado a vivir…
— ¿Pero y
tu fe?
—Contigo he
sido mucho más feliz que todo ese tiempo de opresión de la iglesia.
Si tú me aceptas como tu pareja dejare el seminario.
—Pero. ¿Y
tu familia?
—Tendrán
que aceptar… Sino que se busquen otro hijo.
—Estás
mintiendo.
—No, claro
que no, déjame demostrarte que digo la verdad. En todo este tiempo
has de haber visto que no me gusta mentir.
Ahora ella es
la que se queda callada y él quien le besa los labios— Enséñame
tu mundo, tus creencias, quiero vivir lo que tú vives
—Sera
difícil.
—Lo sé,
pero es mucho peor estar sin ti.
Se meten a su
cabaña y ella le muestra su lugar espiritual, el lugar donde cocina
y duerme — Aunque es rústico, es lo único que necesito para vivir
— ¿Solo
eso necesitas?
—Los lujos
y demás de los hombres de hoy, solo sirven para aturdir los
sentidos. Solo vuelven tontos a uno.
— ¡Eres
increíble! No me importaría que a partir de ahora nadie supiera de
mí.
Los dos se
dieron un inmenso beso…
¿Y?... Lo
demás aún no se ha dicho.
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