Si una ha ido escribiendo y publicando sus recuerdos eróticos en TR, el tema del EJERCICIO se complica.
Al dar la posibilidad de dos relatos, uno obligatoriamente debe ser de imaginación, pero también creo que l@s lector@s buscan que l@s autor@s ,en el otro, cuenten algo personal: esa mejor noche que te llena de nostalgia y calentura cada vez que vuelve a tu mente.
Claro que si una ha ido desnudando sus experiencias, es más difícil decir cuál ha sido la mejor noche.
Además cuando me plantean CÚAL ES LA MEJOR película, novela, comida , etc. pregunta a la que muchas personas son aficionadas, la respuesta me da problemas. Porque siempre tengo dudas. “El padrino” pienso a veces , otras Casablanca, o quizás Kane o Vértigo, y ¿por qué no una comedia? Me he reído tanto con Wilder y con Edwards.
Lo mismo me ocurre con la literatura ( El Quijote o Montecristo…), con las series de televisión ( Roma o Los simuladores….), las comidas ( ostras o tortilla de papas y cebolla…) .
Lo mejor depende de mi estado de ánimo, dentro de las muchas cosas de la vida que me gustan.
¿Buenas noches? : aquella en que cansada al acabar los exámenes dormí casi 20 horas de un tirón, o aquella cena en el barco en el Sena o esos finales de noche, cuando empieza a clarear y ante tus ojos tienes un mar hermoso ….
Pero los condicionantes del Ejercicio exigen que vayan unidas noche y erotismo ( con su punto de pornografía) y como he dicho al comienzo de este relato, me resulta difícil pues he contado mis noches más impactantes:
Cuando descubrí mi bisexualidad. ( Aprendiendo en Iguazú). Las noches y los días con mis dos amores, Lalo , mi marido, y Julia , mi mujer adorada.(la serie de Muñeca).
Mi primer intercambio en el Caribe, en los Roques, con una pareja que él parecía la Roca y ella una Venus de ébano.( Orgía en los Roques). El descubrir mi componente de sumisa y hasta de masoquista.( Puta e ingenua)
Cualquiera de esas historias valdría , fueron noches maravillosas. Pero ya las he contado.
Mi hija ha exigido alimento, me gusta darle de mamar. Me siento fuente de vida, como una diosa que alimenta a su criatura. Se sacia con mi leche.
Tras soltar los gasecitos de rigor, se vuelve a quedar dormida.
Me miro en el espejo, me desnudo. He empezado a deshincharme, pero sé que tendré que hacer gimnasia para recuperar la figura. ¿ cómo me quedarán los pechos?. Con el primer hijo aumenté de talla y no se cayeron , siguieron siendo elásticos , quizás más deseables.
Si caen mucho , ¿ me haré un poco de estética?. Mi gine , que es amigo y además está loco, nos ha dicho que cuando me vuelva a poner el DIU, me va a hacer un arreglo de bajos que me va a dejar el coñito como una quinceañera.
Hemos vuelto a coger, lo hacemos con forro. La verdad que tengo ganas de sentir el semen inundando la vagina .
Llaman de seguridad , vienen a traerme unas flores. Estoy vestida con una túnica cuando me dan un ramo con dos docenas de rosas rojas. Doy una propina al chico y abro el sobre que las acompaña.
“Te quiero. Recuerda que no eres la más guapa del mundo, pero eres más guapa que cualquiera. Tu marido que le vuelves loco y te ama”
Suena el teléfono, es Lalo. Me pregunta si me han gustado las flores, que no haga nada para comer que él traerá ostras y salmón ahumado, y acaba con un te deseo que me hace temblar.
Enciendo un cigarrillo, la nicotina se habrá diluido en mi cuerpo para la próxima toma. Cuando lo acabo, bebo un buen vaso de leche.
Y las musas no pasan de mí. Ya sé que contar, mi marido me ha dado la idea: La primera de mis mejores noches.
Conocí a Lalo en el cumpleaños de una compañera de facultad. Él, recién llegado a Argentina, trabajaba con su hermano. Yo tenía 21 años, dos novios entre mis piernas. Había debutado a los 17 años. Mi experiencia sexual, si bien mis parejas habían sido de libido numeroso, sólo algunas veces las cogidas había sido maravillosas.
Sabía lo que era el orgasmo, me masturbaba con frecuencia y dependía en qué posturas, básicamente si yo estaba arriba, también lo alcanzaba follando. Era una típica universitaria de provincia en Buenos Aires.
Pero no era feliz, yo no me gustaba. Apenas 1,55, delgada , con lolas de 85, lo mejor las piernas, las había heredado de mi madre , como las manos y los pies. Los ojos negros y con pestañas largas, la nariz recta, con dientes un poco sobresalientes, las paletas muy grandes..
Podía pasar, no estaba mal , PERO … frente a mis amigas, totalmente blancas, hijas y nietas de emigración europea, mis ancestros estaban claros: pelo enrulado, que me esforzaba en planchar , pero que volvía a su ondulación natural en cuento se mojaba, y lo que más me afectaba: el vello púbico ensortijado, no muy abundante, como pequeños caracolillos.
Y lo peor: el color de mi piel. Si la comparo con el café, no es un solo, ni un cortado, ni con leche, sería un manchado.
El problema de los pelos de la concha, lo resolví depilándome esa zona desde muy joven. No quería que me volviera a ocurrir como con mi primer novio, que me lanzó a sopetón: Tienes concha de negra.
El beige de mi piel no podía disimularlo.
La gente decía : “No es fea. Es una morochita muy simpática”
Lalo, un gallego soltero, era atracción de la fiesta, las chicas querían bailar con él y él se dejaba. Yo había salido un momento al jardín, a la familia de mi amiga le molestaba el olor a tabaco y me apetecía fumar. Me ofreció fuego, no me había dado cuenta que estaba a mi lado.
“¿ Quieres dar una calada al mío?. Es Ducados, un negro español”
Creí que lo de negro lo decía por el color de mi piel, la más oscura en la fiesta. Pero al momento me di cuenta que eran suspicacias mías. Era su cigarrillo.
Me preguntó como me llamaba, y qué hacía.
Nos quedamos un rato charlando, me pidió el número de celular, se lo dí , y en seguida vinieron a por él.
Me llamó al día siguiente para invitarme a ir al cine. Lo pasé bien, la película era divertida, y luego nos quedamos comentándola y comiendo algo en una terraza, me llevó a casa. A los tres días repitió la operación pero yendo al teatro. Y durante dos semanas, se convirtió en una rutina. Cada dos días , salida a espectáculo, comentario y tomar algo y yo a mi casa y él a la suya.
Mis compañeras de piso y amigas de la infancia se reían, decían que seguro le gustaba, pero o era tímido o puto.
El sábado que me invitó a almorzar una paella en su casa fui tranquila, pero en el postre : un delicioso helado de mascarpone digno del arroz que habíamos comido, estaba ansiosa en que dejara de ser un caballero educado y se convirtiera en un amante fogoso. Y lo hizo, me cogió dos veces, y creí morir. Las dos veces llegué.
La rutina cambió a mejor, podía haber cine o teatro o hasta algún vídeo , con comida y bebida y luego un delicioso hacer el amor.
Mis amigas decían que se me veía bien cogida, querían saber y yo les contaba que SIEMPRE ME VENÍA y que además hablábamos mucho, de cine, de literatura, y de mí, mis gustos , mis esperanzas, mi vida. Porque Lalo sabía hacer que me volviera transparente. Sólo así pude contar mis complejos, llorando, el día que había oído a unas compañeras de curso decir, a mis espaldas, que parecía una negra villera. Me secó las lagrimas con sus besos y me hizo el amor con una mezcla de fuerza y delicadeza que me llevó tres veces seguidas al más allá.
Al día siguiente me llamó, me dijo que quería celebrar algo muy especial, me invitaba a cenar y me mandaba un regalo: la ropa para la cena. Apenas llegó abrí el paquete, rodeada de mis amigas de la infancia llenas de curiosidad. En él un vestido camisero sin mangas de lino , una bombachita , un corpiño y unas sandalias, todo blanco. Sonó el teléfono, era Lalo. Quedábamos en la Biela a las 20.30 para luego ir a comer a José Luís. José Luís era uno de los restaurantes más exclusivos de Buenos Aires, famoso por ser lugar de cita de políticos y grandes empresarios y tener el mejor marisco de la ciudad.
Desde que me llamó hasta las 20.15 que salí de casa, viví una algarabía y una excitación ampliada por mis compañeras. Me dieron su o.k. , cuando salí, iba depilada, bañada, perfumada, peinada , maquillada.
“ Vas preciosa, elegante y atrevida”- dijo Julia dándome un beso de despedida. Era verdad, el vestido exigía para no parecer monjil, soltar el primer y el último botón , lo que hacía que se me viera parte de los muslos y el principio del canal de mis senos, realzados por el corpiño tipo push up.
Me senté a esperarle en la terraza, sonó mi celular y era Lalo diciendo que tardaría unos quince minutos y que pidiera un campari con naranja, que antes de acabarlo estaba allí.
Apenas lo probé cuando me di cuenta que sola , joven, luciendo escote y muslo era objeto de las miradas de varios hombres. Un tipo de unos cuarenta años se intentó sentar a la mesa , le dije que estaba esperando a mi novio, y me contestó que no se podía dejar sola a una belleza como yo en ningún sitio. Tenía una extraña sensación de molestia y de orgullo, tomé otro trago y entonces llegó aquel hombre , trajeado, elegante, y directamente en un acento extranjero me soltó: “ Eres la mujer más hermosa que he visto. Quiero pasar la noche contigo. Te ofrezco 3000 dólares. Sé que no eres una puta, pero quiero coger con usted”
Me quedé de una pieza.
“Por favor. Puede marcharse, la señorita está conmigo.”
Lalo acababa de llegar. “ Me voy, pero tenga cuidado. Una mujer así levanta el sexo de todos los hombres”
Mi novio me besó y pidió lo mismo que yo estaba tomando. Me dijo que no había podido salir antes, por culpa de una reunión de última hora.
Al llegar al restaurante teníamos una mesa reservada junto a un enorme ventanal que daba a un pequeño patio. Pidió ostras y merluza a la vasca con un savignon blanc. Era la primera vez que probaba las ostras, me encantaron. Con el champagne, atención del dueño, estaba en las nubes. Me sentía una diosa.
Y subimos a su departamento. Yo estaba a mil. Con una mezcla de orgullo (me consideraban atractiva hombres interesantes) y calentura ( el saberme deseada siempre me ha puesto). Me besó , se sentó en una silla y me pidió que me desnudara. Le hice un strip- tease sin música, cuando acabé estaba chorreando y me cogió. Tumbada en el salón, me penetró, me llenó y me llevó al orgasmo.
Durante un par de minutos, sus labios recorrieron mi cara, posándose en mis labios, y al tiempo que su lengua buscaba la mía, volvió a moverse dentro de mí. Él no se había corrido y no me había descabalgado. Su ritmo jugó con mi libido y esta vez cuando chillé diciendo que me venía, aceleró sus movimientos hasta inundarme con su semen.
Nos quedamos abrazados.
Cuando nos levantamos para ir a la cama, me pidió que me acercara al ordenador, como él lo llamaba, y comenzó a pasarme fotos de mujeres hermosas y conocidas. Ninguna era blanca del todo, sus pieles paletas sobre el beige.
“¿ Cuál crees que es tu color de piel ?”
Indiqué una, la de una actriz mexicana, la Hayeck.
“ Pues además tiene tus ojos y tu pelo. Y esa boca que tanto te preocupa. Mira esta”
“ Es como la mía , un poco de conejo”
Dejó ver la cara completa, era la de una actriz española muy hermosa, la Verdú.
“Y el tamaño de tus tetas es el ideal. Como dice el refrán : la teta que en la mano quepa”
“Dices que ere bajita. A mi me encanta, así vas estirada luciendo cuerpo. Y además , fíjate en estos datos.”
Una colección de fotos saltó ante mis ojos , actrices y estatura. Autenticas bellezas que no pasaban de mi 1.55.
“ No eres la mujer más guapa del mundo, pero te juro que eres más guapa que cualquiera.¿ te vas a quitar esos complejos de mierda que atontan tu mente?”
“ Sí”- fue todo lo que me atrevía a responder. Había hecho un trabajo importante para que yo estuviera bien, y me gustara a mí misma.
“ Me prometes que nunca volverás a deprimirte ni llorar por tonterías falsas. Y si te ocurre, me lo contarás al instante”
“Te lo prometo”- le besé, me abrazó, sentía el calor de nuestra carne desnuda.
“ Te amo, quiero vivir toda la vida contigo. Yo lo tengo claro, pero tú lo tienes que saber. Tenemos tiempo. Yo voy a estar a tu lado. Abre ese paquete”
Dentro había un anillo y unos aros de plata y unas llaves.
“ Es mi compromiso, que no el tuyo. Las llaves son de la casa , que es tan tuya como mía”
Me puse el anillo y los aros y le volvía besar.
“Vamos a la cama, quiero contestarte con mi cuerpo lo que siento”
Volvimos a hacer el amor. Apenas dormí. Vi amanecer abrazada al hombre que iba a ser el amor de mi vida.
Fue la noche maravillosa , primera de muchas noches.
Al acabar de escribir esta historia, me miro en el espejo y sonrío. Compruebo que tenemos condones en casa. Es bueno amar y saber que la noche más maravillosa todavía está por venir.
La morochita villera Categoría: Confesiones | ||
Gata Colorada nos cuenta, en el Ejercicio, como Elena, con ayuda,logra superar sus complejos de inferioridad. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario