Antes de empezar a contar esta historia y
para su mejor comprensión debo puntualizar varias cosas:
- Campanilla (Thinker Bell en inglés) es un personaje de la película Peter
Pan de Disney, aunque también existe en la literatura, su autor el escoces
James Matthew Barrie escribió esta obra para un teatro londinense, como todos
sabéis fue estrenada el 27 de diciembre de 1904, su título era: Peter Pan el
niño que no quería crecer. Pero volvamos a Campanilla, este personaje concreto es
una hada y como todas ellas tiene una personalidad de carácter bipolar, a veces
es malcriada y vengativa, pero otras es servicial y amable, este cambio forma
parte de su personalidad indecisa y manipulable dependiendo del trato que reciba,
estos cambios se explican por el hecho de que su tamaño hace que tengan más de
un sentimiento a la vez. Las hadas dependen para vivir de la creencia y la fe
de los humanos normales en su existencia y poderes, en caso contrario moriría.
- Físicamente mide casi un palmo de largo y tiene en la espalda cuatro
alas, dos largas estilizadas y dos más redondeadas, son de color azulado y tan
finas que parecen transparentes, su uso evidente es volar por todo el Pais de
Nunca Jamás, sus huesos son hasta cierto punto flexibles como los de los
ratones, lo cual hace que las hadas puedan contorsionarse para caber por
lugares estrechos. Como nota anecdótica diré que el personaje de Campanilla en
su apariencia física (según Wikipedia y otras fuentes consultadas) está basada
ni más ni menos que en la imagen de Marilyn
Monroe.
- Si bien el personaje de las películas aparenta menos de 14 años, me he
basado para este relato en el personaje y actos (eróticos y sexuales) dibujados
por Julius Zimmerman (podéis bajároslos de internet por Emule o Torrent) estos
incluyen a Campanilla y muchos más personajes de comic como Jessica Rabbit,
Vilma y Betty de los Picapiedra, scooby doo y sus chicas, la princesa Leia y un
largo etcétera, estos y más personajes se lo pasan de vicio en dichos dibujos, en
ellos nuestra Campanilla aparenta más de dieciocho años y calza un 100 de
pecho, además de una cintura estrecha y un culo digno de la mismísima Marilyn
por no decir mejor.
- Dado que se venden disfraces de este personaje para todas las edades,
supongo que en carnavales alguna joven ya ha tenido una morbosa experiencia
sexual con su Peter Pan particular, aunque también puede haber sido un gang
bang con Garfio y sus marineros, ¡vaya usted a saber! sea como sea recordad que
a mucha gente nos va el morbo y no es bueno que juzguéis el personaje a la
ligera.
- También existe una marca de lencería femenina que se llama “Peter Pan”
algunos modelos no son precisamente para niñas, si dudáis mirad en Google u
otro buscador.
- Estimo que los dibujos no tienen edad, si los metes en un cajón y pasan
20 años el papel tendrá esos años pero el personaje seguirá aparentando los
mismos que al ser dibujado (el tiempo es relativo) eso mismo ocurre con los
textos de los libros y sus protagonistas que no envejecerán jamás, así que
espero que nadie me tilde de degenerado o pedófilo, en todo caso eso es su
problema porque...
En mi mente mientras escribo, esta Campanilla es el dibujo a color y en
3D de una joven hada que tiene 20 añitos ¿en la vuestra también? si es así
seguid leyendo esta historia, en caso contrario salid de ella, es vuestra decisión.
Casa de
Campanilla a media mañana, nuestra rubia protagonista esta desnuda tras
despertarse y lavarse, los rayos del sol delinean su esbelta figura, arrancando
brillos áureos en su pelo y puntitos brillantes de color azulado en las alas, respira
hondo y tras tomar su diario se sienta en la cama, saca el marca páginas y sonriendo
levemente vuelve a leer otra vez lo que ella misma escribió días atrás; leamos
con ella.
Me acabo de anudar el lazo verde sobre mi
pelo rubio ciñendo el moño, me atuso el largo flequillo rubio mirándome en el
trozo de espejo roto, la nuca queda despejada y pienso que estoy guapa, tengo
cejas finas y unos grandes ojos azules, mi piel es muy suave tengo cara con
forma de corazón y labios bonitos de color rosa intenso, aprovecho para mirarme
el cuerpo, el vestido corto es de tela de gamuza verde hierba, simula una hoja
enrollada sobre mi cuerpo, comienza delante de mis pechos y acaba a medio muslo
en lo que parece un grupo de hojitas más pequeñas, marcándome la esbelta
cintura llevo un cinturón de la misma tela, simula un brote de hierba común
donde tengo la bolsita de los polvos de duende, en mis pies van unos escarpines
(zapatillas) también verdes con pequeños
pompones blancos simulando bolas de polen, por cierto y por si no lo habíais
notado, mi color preferido es el verde.
Miro mi
cuerpo reflejado de cuerpo entero y pongo un par de posturitas, de un tiempo a
esta parte mis pechos se han hecho más grandes, la tela los contiene como puede
pero me hace un canalillo profundo e insinuante, lo mismo pasa con mis caderas
y culo, por lo que deberé poner más cuidado para ocultarlos un poco o se me
verá el tanga, olvidaba mencionar que este es en realidad un trozo de satén
verde (que robe al capitán garfio) cosido a mano, por cuyos ojales pasé un cordelito blanco que
se ata en las caderas con unos lazos, ¡siii ya sé que robar no es bueno! pero
de un tiempo a esta parte me siento algo traviesa, además últimamente siento una
extraña calentura en presencia de Peter Pan, a menudo me entran picores en los
bajos y acabo yéndome de su lado dando cualquier excusa, pues tengo presente
que los niños no deben de perder su inocencia o el país de Nunca Jamás dejaría
de existir.
Hoy
estaba dando una vuelta volando por la zona, cuando pase cerca del Jolly Rogers,
así se llama el barco del Capitán James Garfio y me di cuenta de que no se veía
un alma cerca, aproveché para bajar a dar un vistazo a su camarote, pues
siempre me ha gustado cotillear la cantidad de joyas y objetos brillantes que
tiene, entrar no es difícil pues siempre tiene una ventana entreabierta medio
palmo ya que no ajusta bien, paso por el hueco apenas sin esfuerzo gracias a mi
tamaño, además mis huesos son más flexibles y ligeros que los de un humano
normal, una vez dentro curioseo por todas partes descubriendo un reloj de
bolsillo roto pero con su larga cadena de oro intacta y reluciente, las cosas
brillantes me atraen por lo que jugueteo con el hasta que me canso y busco más
cosas, casi en cada rincón veo candelabros, bandejas doradas, un gran espejo en
el que paso un rato mirándome con más libertad que el trozo roto que tengo en
casa, la curiosidad me puede y busco más cosas para jugar, evidentemente los
tesoros de Garfio deben estar ocultos por precaución para que los marineros de
su tripulación pirata no se los roben, así que sobrevuelo el camarote en busca
de cofres o cajones, uno de ellos muy decorado está a un lado y casi bajo la
cama, me acerco a darle un vistazo.
Es un
arcón de mediano tamaño casi el doble de una caja de zapatos, tiene cerradura
grande por la que miro pero solo atino a ver algo brillante en su interior, pues
en su tapa superior tiene un trozo de vidrio coloreado que deja entrar algo de
luz, la curiosidad me puede y camino alrededor intentando ver si puedo entrar
en el por algún sitio, tengo suerte ya que en su parte trasera a pocos centímetros
de la base encuentro un hueco, la madera parece roída y huele a ratón, el hueco
es redondo mide de lado a lado unos cinco o seis centímetros, dado que es más
grande que la cerradura decido entrar por aquí, meto los brazos y tanteo
alrededor, la madera es gruesa pero creo que puedo pasar a gatas, así que sin
pensarlo más me meto por el pero el agujero tiene forma cónica, el lado
interior es algo más estrecho por lo que debo contorsionar los hombros para
pasar, debo esforzarme un poco pero consigo meter el cuerpo y las alas, ya… ups…
las tetas se me han salido del vestido pero no se han arañado, estoy con medio
cuerpo dentro y medio fuera cuando oigo ruido de pasos y el sonido de una
puerta abriéndose.
- Bien Señor Smee –Resuena la voz del capitán garfio- basta de
entrenamientos por hoy, di a la tripulación que pueden ir a la taberna.
- Gracias capitán –Dice el pirata regordete y algo bobalicón- ¿lo hemos
hecho mejor que ayer?
- Si claro que si Smee, di a los hombres que cada vez luchan mejor, comeré
y hare la siesta así que despiértame a media tarde.
- Si capitán, gracias capitán, así lo hare.
La puerta
se cierra y escucho pasos, garfio dice en voz baja:
- Pandilla de incapaces, da igual las clases de esgrima que reciban pues siempre
nos vencen un grupo de críos… ¡críos maldición! yo… yoo… ¡odio a los críos! pero
sobre todo ¡odio… odio…odio a peter pan!
La última
frase ha sido dicha a gritos y eso me pone nerviosa, escucho como se quita la
casaca roja y el gorro, le oigo moverse por el cuarto hasta que se sienta en la
silla ante su mesa, estoy atrapada con medio cuerpo dentro de este arcón y las
tetas colgando porque el vestido se me ha enrollado en la cintura retenido por
la madera, forcejeo pero no puedo meter el culo por el agujero hacia dentro, ni
sacar las alas y las tetas hacia atrás, antes si podría pero con el buen tamaño
que tienen ahora… ¡joroba pero si no me las puedo coger enteras con la mano!
tarde o temprano me tenía que pasar esto, para colmo de males con los nervios
comienzo a agitar frenéticamente las alas para impulsarme, el zumbido algo más
fuerte que el de los mosquitos no tarda en ser audible para Garfio, este se
pone en pie y busca su origen, escucho sus pasos quedándome muy quieta pero el
corazón me va a mil por hora.
- Ese ruido me suena –la voz de Garfio es ronca y fuerte, se mueve por la
habitación- me parece que lo conozco de antes.
No debo
moverme ni hacer ruido, mi cuerpo tiembla ante la perspectiva de que este
hombre malvado me encuentre, sé que me tiene ganas por las travesuras que le he
hecho así que sin duda me castigara, cierro los ojos y me concentro deseando
que se vaya lejos; suenan golpes y oigo cosas al ser arrastradas, (sillas,
cajas) pero no tengo suerte y siento el arcón desplazarse conmigo colgando,
deseo que no me vea, dejo las piernas colgar para no llamar su atención, y que
no se dé cuenta de donde estoy… pero es inútil.
- ¡Carámbanos! ¿qué es esto? –La voz delata sorpresa- ¡parece el culo y
las piernas de campanilla! Incluso con sus escarpines verdes y todo, ¡te pillé
pequeñaja!
Siento el
arcón moverse hacia arriba, se me está llevando a algún sitio seguramente su
mesa de despacho, intento meter el cuerpo impulsándome con los brazos, incluso
bato las alas para dar más impulso a la vez que giro las caderas, ya está… noto
que casi pasan, el golpe del arcón sobre la mesa resuena aquí dentro de forma
estrepitosa, me quedo quieta muy asustada pero le oigo trastear abriendo
cajones, su voz baja de tono pero escucho lo que dice:
- A ver donde la puse ¡ah aquí esta! Aja y esto otro también servirá, solo
me falta una cinta ¿dónde estarán? ahh dentro, sí eso es.
Escucho
un ruido en la tapa, una llave gruesa entra en la cerradura y abre el cerrojo,
la luz hiere mis ojos durante un instante, luego distingo cosas ante mí, son
cajas de cartón, grandes bobinas de hilos de colores, muchos botones brillantes
de latón oro y plata, cintas de colores, madejas de lana, galones de hilos
dorados y agujas de varios tamaños incluso las hay para tejer lana, estas dado
mi tamaño parecen tan enormes como lanzas y espadas con un ojal en vez de
empuñadura, en un instante comprendo mi error, ¡me he metido en el costurero
del capitán Garfio!
La cara
de este aparece sobre mí, su largo pelo moreno encuadra una cara de facciones
por lo general crueles, ahora sonríe pero sé que solo es por el placer de
haberme atrapado, el bigote fino y largo con las puntas rizadas siempre me ha
asustado y verle tan cerca casi hace que me orine encima, acerca demasiado la
cara con lo que al hablar siento su aliento oliendo a ron cuando dice:
- Menuda sorpresa me has dado Campanilla, esta visita es especial para mí,
pues me has fastidiado demasiado a menudo, creo que es hora de que nos
conozcamos mejor, por cierto se te ven unas buenas tetas para tu tamaño.
- ¡No me hagas daño Garfio! –intento poner cara amenazante a la vez que me
tapo con las manos- ¡deja de mirarme los pechos pervertido! si me haces algo
malo vendré con varias amigas mías y te haremos la vida imposible.
Por toda
respuesta veo entrar su mano en el arcón y tomar unas tijeras que me parecen
enormes, las deja en la mesa y seguidamente desenreda de una bobina varias
vueltas de fina cinta roja, escucho cuatro cortes de la tijera pero no veo lo
que hace, vuelve a aparecer la mano y toma varios alfileres de esos que tienen
una bola en un extremo, pienso en lo que me va a hacer este malvado, me
pinchara con ellos en el culo y piernas, ¡me hará mucho daño! tiemblo y mi voz
delata temor cuando digo:
- Por favor no me pinches, por favor, porfi se bueno yo…
- Humm… vale no te pinchare, solo vamos a conocernos mejor ya te lo he
dicho, ¡espera y veras!
La puerta
del arcón se cierra pero retira la llave sin girarla, por este agujero y el de
la tapa entra luz pero es poca, así que me enfrento a lo que venga casi en
penumbra con lo que mi temor va en aumento. No tardo en sentir algo en las
piernas, garfio ha hecho un par de nudos en mis tobillos con la cinta roja,
seguidamente los ata a un pesado abrecartas de plata, obligándome a mantener
las piernas todo lo abiertas que puedo.
Grito e
intento patalear durante la operación pero es inútil, quedo allí tumbada y
abierta de piernas exponiendo mi bajo vientre a sus miradas obscenas, lloro,
amenazo y suplico pero todo es en vano, pues puedo notar los ojos del malvado
garfio recorriendo mi piel, afortunadamente aún conservo puesto el tanga verde,
escucho su voz:
- Estas demasiado baja pequeñaja, ¡lo solucionare!
- ¡Suéltame cerdo, me las pagaras!
- Prometo que no te dañare demasiado –dice entre risas- pero reconoce que
te has ganado por lo menos unos azotes.
- Nooo ¡suéltame por favor! déjame y no volveré a molestarte, ¡lo prometo!
- Pero que tonterías dices Campanilla –vuelve a reír- cuando acabe contigo
volverás a por mas, ¡ya lo veras!
Siento el
arcón bascular un poco, ha levantado la parte trasera de este, luego me enteré
que había metido una caja debajo, solo siento me quedan los pies más altos y
apenas apoyados en la mesa, la cabeza me queda ligeramente hacia abajo, lo que
más me asusta es no poder ver que hace allá afuera, entonces vuelve a decir:
- ¡Vaya… vaya, que culito tan bien hecho tienes Campanilla, se nota que te
haces mayor ya eres toda una señorita.
- No me lo mires pervertido, ¡perro salido, so guarro!
- ¡Esa boca jovencita! ciérrala o te la lavare con jabón, debo castigar
tus travesuras.
- Se bueno y seremos amigos garfio suéltame, no te insultare.
- Bueno pequeña me has convencido y te daré solo diez azotes, pues como comprenderás
tus fechorías no pueden quedar sin un castigo, los recibirás con una regla de
madera y no te daré muy fuerte, ¡comencemos!
Naturalmente
aquello no me tranquilizaba, me ponía de los nervios esperar unos golpes con lo
que para él era una regla pero para mí era un tablón, forcejee de nuevo pero el
peso tiraba de mis piernas, me agarré al borde del agujero y apreté los dientes
esperando los temidos azotes.
¡Plas!
Resonó el primero y el culo me ardió, ¡Plas! El segundo hizo que apretase los
dientes clavando las uñas en la madera, ¡Plas! El tercero me soltó las lágrimas,
¡plas! Grite de dolor con todas mis fuerzas, ¡Plas! El quinto y mis nalgas
ardían como si tuviera brasas encendidas, el dolor no remitía, hubo una pausa
en la que sentí sus dedos desatándome el cinturón y sacándome a tirones el
arrugado vestido verde, pero solo podía protestar pues entre gritos, sollozos y
lloros amortiguaba el dolor, luego sentí deshacerse los lazos del tanga y supe
que lo peor estaba por llegar.
Durante
unos segundos solo había silencio, el dolor era persistente pero la respiración
se me fue tranquilizando, entonces escuche de nuevo la voz de Garfio:
- ¡Bueenooo! pero que bien hecho tienes el conejito y además con solo un
poco de pelusilla rubia, visto con mi lupa parece de los más bonitos que he
conocido.
Quede
muda de asombro, enrojecí de vergüenza desde las pestañas a las uñas de los
pies, aquel golfo me estaba mirando toda la popa con una lupa, estaba a punto
de protestar cuando dijo:
- Te faltan cinco azotes, te descontare uno si me dejas aliviarte el dolor
soplando la zona golpeada.
- Me duele mucho pero no me fio, ¡pues eres malo! me tocaras y harás
guarradas.
- Te prometo que no volveré a poner los dedos de mi única mano sobre ti, a
no ser claro está, que me lo pidas educadamente.
Yo jamás
pediría a semejante individuo que me tocara, estaba convencida, por eso dije:
- Si me lo prometes en serio… ¡Vale! pero solo soplar, sin hacer trampas.
- De acuerdo dame un minuto y prepárate, aliviare tu dolor enseguida.
Garfio
cogió una de las plumas de su sombrero y cortó la punta por dos lados, quedándose
un tubo hueco que metió en su boca y acerco a mis nalgas, sin avisarme comenzó
a soplar suavemente, al otro lado de la tabla note como el dolor cedía
suavemente, parecía que aquella corriente de aire cálido a veces y frio otras,
se llevaba todos mis pesares, fue surgiendo una sensación de bienestar
alucinante que se extendía por toda la zona antes maltratada, aquello duró unos
cinco minutos pero garfio lo interrumpió diciendo:
- Bueno Campanilla volvamos al castigo, me quedan cuatro azotes por darte.
- ¡Espera… espera por favor! no seas cruel, déjalo ya.
- De eso nada señorita, los castigos deben cumplirse o no sirven de nada,
claro que a lo mejor te puedo proponer otra cosa.
- Quieres proponer otro cambio, ¿a qué si?
- Si listilla, te cambio otro azote por acariciar la zona dolorida, sin
tocarte con mis dedos.
- No puedes acariciarme sin tocarme, me tomas por tonta.
- Aceptas o no, si notas mis dedos te soltare, ¡lo prometo!
- Vale ya que lo has prometido me fiare, a fin de cuentas no me queda más
remedio.
Era eso o
más azotes, aun me escocían los anteriores así que le deje hacer confiando en
que se le fueran un poquito los dedos, de esa manera tendría que liberarme, me
estaba remitiendo el cabreo y ni garfio rompería una promesa. Esta vez la
espera fue mucho más breve, sentí un suave cosquilleo en las nalgas que se extendía
lentamente por mis piernas, Garfio sin yo saberlo estaba usando la ya
mencionada pluma del sombrero, con paciencia infinita la deslizaba por toda la
parte expuesta de mi ser, desde la cintura a los tobillos todo fue rozado
excepto mi coñito, sentí cosquillas y escalofríos de placer, la suavidad de las
caricias me erizó los pezones, aumentó mi respiración y entrecerré los ojos
disfrutando literalmente de cada caricia, no tardé mucho en desear que aquellas
sensaciones alcanzaran mi sexo.
- Más…más, ¡llega allí! –dije entre suspiros.
No
contestó pero entendió el mensaje, la pluma alcanzo la zona deseada acariciándome
el pubis y el placer me inundo de repente, ¡aquello era la gloria! el
cosquilleo me provocaba escalofríos de gusto, lo sentía en mi culo, entre las
nalgas, rozándome el ano y bajando de forma suave para recorrer la vagina todo
a lo largo, el clítoris hasta debió asomarse a su paso, la pluma lo recorría
todo lentamente provocándome un terremoto de pasiones, notaba como mi conejito
se lubricaba rápidamente, en mi parte de arriba las manos tomaron el control y acaricie
sensualmente mis grandes pechos, de mi boca solo surgían suspiros mientras
pellizcaba los pezones, la pluma era larga y garfio sabia usarla acariciándome casi
toda la pierna a lo vez, yo sentí que insertaba levemente su punta en la
entreabierta vagina, pero no proteste pues aquello era lo que realmente deseaba,
la movía de la pierna izquierda y a la derecha sin sacarla y solo haciéndola girar,
movía hacia arriba la pluma entre las nalgas, cintura, vientre, lumbares,
vuelta a las piernas metiéndome la puntita y vuelta a empezar, siguió así una y
otra vez mientras mis suspiros se transformaban en jadeos, mis manos seguían el
ritmo de la pluma pero estas sobre mis pechos y cuello sin descanso, no sé lo
que duro aquel juego pero el crescendo de placer se agigantaba dentro de mí,
hasta que aquel orgasmo intenso reventó como un fogonazo en mi cabeza,
temblando convulsa me corrí de la manera más bestial que nunca imaginé, jadeos
roncos y suspiros salieron de mi boca anunciando a mi torturador mi total
entrega.
La tapa
se abrió, garfio me vio con el torso colgando del boquete, estaba totalmente
desmadejada por el placer alcanzado así que metió la zurda y paso el garfio por
debajo de mi cuello, eso me obligo a levantar la cabeza para mirarle, de mi
boca caía un hilillo de saliva y me costaba abrir los ojos, su voz sonó
potente:
- Parece que esta vez la pervertida eres tú, ¡desde aquí afuera he escuchado
como te corrías de gusto!
- Yo… ¡la culpa es tuya guarro, abusas de mí!
- ¡Porque puedo! –respondió sonriendo- es solo parte de tu castigo por
curiosa, pero no te di permiso para correrte por lo que me sigues debiendo
cuatro azotes.
- ¡De eso nada, me has obligado!
- O eso o me devuelves el favor, ¡tú decides! pero si lo haces recuerda
que aún me seguirás debiendo tres azotes.
- Vale te lo devolveré, ¿pero cómo lo hare? además quiero salir pues me
molesta estar desnuda y en esta postura.
- Primero te ayudare a salir –respondió Garfio- ¿dejaras que te toque?
- ¡No! ya lo sabias,
- Está bien, ya me esperaba esa contestación, espera.
Desapareció
para volver a asomar instantes después, en su mano tenía una botella de aceite
que comenzó a volcar sobre mi cuerpo, aquella insospechada ducha oleosa me
pillo despistada pero he de reconocer que sirvió de ayuda, extendí aquel aceite
por mi cuerpo especialmente en hombros y pechos bajo la atenta mirada de mi
captor, aquella escena parecía gustarle ya que dejo la botella y tomó la lupa
con la que no perdía detalle de mis manipulaciones, con medio cuerpo
embadurnado y la otra mitad aun excitada comencé a sentirme un poco golfilla,
las alas se me habían pegado al cuerpo con lo que no estorbaban al moverme
contorsionando los hombros, de esa manera y con un poco de esfuerzo conseguí
salir hacia atrás, ¡por fin! resople aliviada al incorporarme de pie estirando
los brazos, seguía abierta de piernas y atada al abrecartas, mis alas estaban
empapadas de aceite pegadas a la espalda y me sentía sucia, pero al menos
estaba fuera de aquel maldito arcón.
Garfio
retiro el arcón y la caja despejando la mesa de despacho, lo hacía sin prisas
pues sabía que no podía huir con las piernas atadas y las alas embadurnadas,
busque mi ropa con la mirada pero no la encontré, sin duda aquel canalla la
había escondido para retenerme, estaba intentando desatar el lazo de mi pierna
izquierda cuando se sentó en una silla ante la mesa de frente a mí, traía dos
copas hondas de cristal y una botella de champan que abrió con habilidad,
escanció el líquido dorado en las dos copas y miró como me desataba sin decir
nada, percibía el deseo en sus ojos pero suponía que dado mi tamaño estaría a
salvo.
- ¿No querrás que beba eso? –dije señalando la copa.
- El alcohol que tiene es poco, pero te ayudara a limpiar el aceite de tu
cuerpo y alas, si además bebes es solo cosa tuya pequeñaja.
- No se… bueno supongo que si tomare ese baño.
Mi lado
cachondo se impuso, en el mundo de las hadas se comentaba que un baño de champan
era cosa de las reinas y nobles, ya me había corrido y estaba sucia de mis
fluidos además del aceite, cedi a la tentación cuando garfio me acerco la cinta
roja con que me había atado, la cogí fuerte con las manos y el me subió
depositándome suavemente en la copa, el líquido no estaba frio y las burbujas
cosquilleaban mi cuerpo desde las piernas a los pechos, estaba sentada en una
copa de cristal y las burbujas recorrían agradablemente mi cuerpo produciéndome
cosquillas, no me corté y di unos tragos solo por probarlo.
Agite las
alas en el líquido para lavarlas, al mismo tiempo recorrí suavemente con mis
manos desde el cuello a la cintura, el aceite se desvanecía en la copa mientras
me lavaba, pero aquellos gestos tuvieron consecuencias imprevistas para mí, yo
ignoraba que el alcohol pasa a la sangre por capilaridad, y por tanto al tener
mi conejito sumergido se estaba metiendo en la sangre, entre esto, las burbujas
y el manoseo me estaba poniendo de lo más cachonda, por si fuera poco Garfio no
me perdía ojo y saltaba a la vista que estaba cachondo por el espectáculo, lo
cual corroboro diciendo:
- Campanilla estas divina, mira yo no aguanto más así que me hare una paja
mientras te miro.
- ¿Una que…? oye guarro no te pases.
- ¡No te tocare, pero necesito aliviarme! tú has pasado un buen rato con
mi ayuda, sería justo que me devolvieses el favor, además es lo pactado.
- Vaaale, llevas razón ¿cómo te ayudo?
- Pues me pongo de pie y me masturbo cerca de tu copa mientras te veo
lavarte.
- ¿solo eso? –respondí- pues venga vale.
Se pone
de pie y saca su verga por la bragueta, el aparato es enorme desde mi punto de
vista, solo más tarde descubrí que el pito de Garfio es delgado y de solo 13
centímetros, de echo el tenerla corta fue una de las cosas que le hicieron
meterse a pirata, pues violar era una de las formas de evitar que las mujeres
se riesen al vérsela pequeña; a mí me pareció una gran salchicha de gorda
cabeza rojiza, veo que comienza a mover la mano sobre ella arrastrando la piel
que la cubre, en cada movimiento veo la gorda cabeza cada vez más cerca de mi
copa, el pirata suspira sin dejar de mirar cómo me lavo, dos minutos después
dice:
- Bueno también puedes acariciarme el capullo con las manos o darme unos
besos en la uretra que es la rajita que ves en la cabezota, si quieres hasta te
dejo que metas tu lengua y lamas el interior.
- No se… no debería tocarte, me da vergüenza.
Es cierto
siento vergüenza, pero también calentura interior, tengo ante mí un prepucio
del tamaño de un balón de futbol, ¡coño casi es más grande que mi cabeza! Y va el
tarado este y pide que se lo acaricie, pero el alcohol dentro de mi junto a las
burbujas recorriéndome el cuerpo me han puesto cachonda, veo su mano moviéndose
más atrás pajeando el tallo del pene, no me lo pienso más y saco las manos del
champan acariciando aquel globo caliente de piel suave.
El da un
respingo pero sigue a lo suyo, acerco la boca mientras tiro de los lados de
aquella cabezota, meto la cara en la grieta dando besitos en los bordes, está
caliente y huele distinto, mi conejito está sumergido pero noto como emano
flujos de distinta consistencia, pongo la mano derecha allí para masturbarme,
lo abro y ¡las burbujas se me meten
dentro acariciándome el clítoris! disfruto de las caricias metiéndome dos dedos
sin cortarme, con la izquierda acaricio el prepucio cada vez más rojizo, ¡es el
desenfreno del sexo! tengo media cara metida en su uretra mientras me masturbo,
lamo las paredes de aquel tubo haciendo tope con mi nariz, froto mis suaves
mejillas en los bordes de aquella raja carnosa, allá fuera Garfio jadea de
placer agitando velozmente su mano, mis propios dedos se desmadran en un mete y
saca frenético dentro de mi chochito, un espasmo me sacude, todo huele a sexo
caliente alrededor mío, siento el placer subiendo hasta mi cabeza tan intenso
como antes, los jadeos aumentan por ambas partes, no podemos detenernos ¡me
corro! siento más espasmos y puntos brillantes ante mis ojos, rodeada de carne
y temblando como una hoja dejo de lamer y saco la cara para respirar, entonces
escucho la voz jadeante de Garfio:
- ¡me voy… me voy a chorros!
Abro los
ojos y veo venir algo blanco por la grieta, intento decir algo pero no me da
tiempo, grumos espesos salen en abundantes chorretones gruesos cálidos y
fuertes, el impacto en plena cara me tira hacia atrás salpicando esperma por
todas partes, los chorros siguen llegando fuertes, dos… tres…cuatro asi hasta
seis que recibo en cara y pechos, el hombre jadea y cae en la silla derrengado
y feliz, yo estoy cubierta de esta pasta lechosa sentada en la copa y mareada
por la fuerza de los chorretones, me limpio y escupo lo que puedo pero es
inútil ya que tengo restos por toda la cara sin olvidar el cuello, los pechos y
la totalidad del cabello, la copa esta aun llena de champan y el semen forma
una capa superficial a modo de nata.
Garfio ve
el cuadro y dice:
- ¡Jooo… der, que gustazo! me ha encantado la parte en que te has corrido
dentro de mi prepucio, tus jadeos y el calor del aliento me han ayudado a
correrme, gracias campanilla eres la leche.
- ¡Podías haberme avisado de lo que venía! –dije- podría haberme apartado.
- Si claro… ¡pero le habrías quitado la gracia! vamos… no te pongas seria ahora por favor, admite
una broma.
- Está bien la admito porque me lo pides y por lo que he disfrutado.
- Gracias campanilla, ¡oye sabes que…! acabo de inventar una bebida, se
llama capuchino de campanilla al champan, solo te falta un poco de chocolate en
el pelo, jajajaja.
- Jo que gracioso eres, ¿Por qué no te compras un centavo de bosque y te
pierdes en él? ¡déjame en paz he de lavarme tu guarreria!
- Vale no te mosquees, anda límpiate un poco pero espera y te cambio de
copa.
Eso hice
quitándome todo lo que pude, rellenó su copa y la acercó para que pudiese pasar
de una a otra, di unos tragos que escupí para quitarme el sabor del esperma y
alguno más que bebí con ganas, seguidamente me lave el pelo y el resto del
cuerpo a conciencia, el capitán entretanto no me perdía de vista ni se guardaba
el miembro, a estas alturas con tanto champan alrededor y dentro de mi he de
confesar que estaba algo más que piripi, por lo que no me resistí a lo que paso
a continuación.
Garfio
estaba lanzado, sin pedir permiso ni nada por el estilo me tomo de los sobacos
con dos dedos sacándome de la copa, naturalmente yo gritaba y pataleaba lo que
podía, le recriminaba su promesa de no tocarme amenazándole con chivarme a la
reina de las hadas pero no me hizo caso, se reclinó en la silla y me acercó a
su boca, pensé que me comería allí mismo, fue bajando la mano y yo
desesperadamente redoble mis esfuerzos por soltarme, pero no sirvió de nada, al
menos a base de patalear evite que me mordiese sacando ambas piernas de sus
labios, entonces de un brusco movimiento me puso sobre estos con sus dedos en
mis costados, aquella boca estaba muy caliente y succionaba mi pubis, su labio
superior me llegaba al ombligo y el inferior a los riñones, las piernas
asomaban por las comisuras de su boca, desesperada por lo que creía que sería
mi muerte agarre las rizadas puntas de su bigote y tire con furia.
El medio
gritó de dolor y yo le acompañe sorprendida, sus dedos me sujetaban pero
acariciaban los pechos, sentí su lengua cálida lamiendo mi chochete sabiamente,
aquel apéndice se movía suave pero sabiamente por mi hueco intimo, los labios
apretaban lo justo para no dañarme el cuerpo, sus dientes parecían haber
desaparecido y su lengua… su lengua hacia maravillas en mis bajos, no tardaron
en mezclarse la saliva y mis jugos vaginales, me caí contra su nariz las tetas
casi le tapaban los agujeros y al respirar sentía el contraste de calor contra
la carne, el pelo del bigote me rozaba contra los pezones erizándolos como
agujas, estaba disfrutando entre suspiros sin soltar de mis manos las puntas de
dicho bigote , a la vez la lengua recorría todo lo que pillaba, pasaba del
diminuto clítoris a los labios vaginales y de estos al surco de mis nalgas y al
pequeño agujerito del ano, así a la ida y a la vuelta sin parar, una y otra vez
exploraba, se meneaba, vibraba, insinuaba y se metía un centímetro en la vagina,
tras esto sacaba la lengua y parecía impulsar saliva dentro de mi como
impulsándola para seguidamente hacerme el vacío recuperándola, al principio
dolía un poco, pero descubrí que tras cada ocasión su lengua entraba un poco
más dentro.
Supongo
que aquello relajaría los músculos vaginales o al menos los adormecería, el
caso es que como dije su lengua entraba algo más cada vez, a estas alturas yo
era de nuevo un hada gimoteante y a punto de la corrida, estaba borracha,
cachonda y empapada, me había corrido dos veces y quería que me siguieran
comiendo el coño, mas golfa no se podía ser ¿o sí? estaba a punto de
descubrirlo.
No paraba,
una y otra vez seguía su rutina oral, me tenía tocando el cielo de gusto en
cada caricia, no podía tardar en correrme y no le hice esperar, de nuevo
aquellas convulsiones y espasmos, de nuevo aquel ramalazo de gozo saliendo del
vientre y trepando veloz por la espina dorsal hasta sentirlo reventar en la
cabeza, de nuevo lucecitas en los ojos, gritos gemidos, ahhh si…sii ¡me
corrooo! rumor de respiraciones jadeantes que alcanzan el paroxismo antes de
relajarme poco a poco, exclamo:
- ¡No pares! por lo que más quieras… ¡NO PARES!
El no
para, por fin Garfio me hace caso y sigue chupando, lamiendo y respirándome en
las tetas mientras rozo los pezones contra su bigote, se ha tragado mi flujo,
si nene todo para ti –pienso entre suspiros- si eres bueno y sigues te daré
otro traguito de jugo de hada cachonda, cómeme toda ¡ASI! lámeme dentro
cabrito, remueve siiii, húndeme tu sucia lengua, escarba, roza, húndela más
agghhh si, si jooo… er, me viene otro y es de los buenos, que gozada, dejo de
pensar pues todo es placer abro la boca:
- ¡AAAAHHHG SI… SI YAA, yaaa!
Tiemblo
me a gito y salto sobre su boca, durante unos instantes pienso morir de gusto,
hasta que quedo agotada tumbada sobre su nariz, el afloja el ritmo de la lengua
mientras me saborea, siento un chasquido entre mis piernas y luego sus dedos
tomándome de las axilas, ¿en qué momento me había soltado? estoy grogui de
placer cuando me saca de la boca, tengo la piel empapada desde la cadera al
pubis y me coloca de lado en la palma de la mano, siento los dedos índice y
pulgar en mis pechos rotando sobre los pezones, el resto de dedos están a mi
derecha y me cuelga un poco la cabeza, abro lentamente los ojos.
- ¿Sabes una cosa pequeñaja?
Su vozarrón
me devuelve a la realidad y débilmente contesto:
- ¿Qué pasa?
- Te pones muy linda cuando te corres.
- ¡Gracias! me lo he pasado muy bien.
- ¿Lo has pasado? –Garfio frunció el ceño- ¿así en pasado sin más?
deberías recordar que me debes tres azotes.
- Lo se capi, no te enfades ¡te los debo y te compensaré! se bueno pues
estoy cansadísima, además ¡me has agotado!
- Eres muy ardiente campanilla, tus amigos deben ser muy felices contigo,
los envidio.
- No tengo amigos de ese tipo, recuerda que no debemos perder la
inocencia, en realidad soy lo que vosotros los humanos normales llamaríais
virgen.
- ¡No jod…! ¿en serio?
- En serio bobo, pero me gusta jugar contigo grandullón, ¿me enseñaras más
cositas para pasarlo bien?
- Cuenta con ello.
- Entonces me vestiré y me iré, pero prometo venir mañana para jugar.
Así lo
hice tras volver a ponerme la ropa, después de darle un beso en los labios
volando cerca de su cara me fui a casa, al día siguiente le desperté sentándome
sobre su boca con mis pies a los lados de su barbilla, algunas horas después cuando
me fui, Garfio me había hecho alcanzar varios orgasmos y yo otra de sus
abundantes corridas, mi vestido quedo totalmente arruinado y empapado en semen,
por cierto ya me voy acostumbrando a su sabor y además me deja la piel de todo
el cuerpo muy suave, el capitán como premio me regaló un pañuelo de fina seda color
verde esmeralda, ¿la condición? que me hiciera un vestido “solo para juegos
íntimos” con Garfio.
Mi vida
ha cambiado, ahora el capitán es mi amigo y amante, lo pasamos de vicio y ha
conseguido penetrarme estando flácido después de correrse, duele un poco pero
es divertido, monto en su prepucio metiéndomelo casi todo y bato mis alas
girando ensartada en él, eso hace que me corra una o dos veces como una golfa,
seguimos hasta que le vuelve la erección pero entonces me la tiene que sacar rápido
o me reventaría, a pesar de todo es un amante bueno y generoso, cuando estamos
juntos piensa menos en robar lo cual es bueno para todos, en fin que nuestra
relación es buena para el país de Nunca Jamás, supongo que por eso sigo aquí a
pesar de haber perdido el virgo, a fin de cuentas no pudo morir mientras
alguien crea en mí, así que me aseguro de que garfio lo hace.
Peter Pan
(mi novio platónico) me sigue atrayendo, así que de vez en cuando me meto en su
cama mientras duerme profundamente, el chico no sabe el gusto que me da meterme
su dedo meñique en el coñito y agitarme hasta correrme, a veces también me
siento en su cara pero no es tan bueno como garfio chupando, también juego a
las caricias frotándome entera con su polla, pero procuro que no se corra o
perdería la inocencia, el consiguiente dolor de huevos mañanero le está bien
empleado, por ir tanto con Wendy y pasar de mí.
También Wendy
ha sufrido las consecuencias de mis calenturientos celos, a veces me meto bajo sus
sabanas y la toqueteo a fondo los pechos y el chichi, mi pequeño tamaño es una
ventaja con esta zorrita, pues acostumbro a frotarme de pie contra su vagina
sin pelo, meto los brazos para restregarme dentro de ella, lo cual hace que me
empape la cabeza y medio cuerpo de flujos, pero no sabéis como me pongo de cachonda
al chupar su clítoris pues dado mi tamaño este parece una nuez, a ella la dejo
correrse sin problemas pues cuanto antes pierda la nena la inocencia antes se
ira, así tendré a Peter Pan solo para mí.
Mi vida ha
cambiado, no soy la misma Campanilla de antes pero no me arrepiento, ahora debo
dejaros y ponerme mi nuevo vestido verde esmeralda, es más ligero, corto,
escotado y sexy que el anterior, sé que Garfio quiere intentar metérmela otra
vez y la idea me da miedo pero me pone de lo más cachonda, ya contare cómo va
el asunto más adelante pues aún le debo aquellos tres azotes. Seguid mi consejo
y sed unos buenos niños, os envío un beso con lengua inquieta, recibirlo donde
queráis.
1 comentario:
Campanilla y Garfio… esto promete… y, aunque la historia es de lo más simple, no ha estado nada mal. Pero vayamos por partes.
Sé que era necesaria la descripción de Campanilla, pero me ha parecido fuera de lugar que lo hiciera escribiéndolo en su propio diario. Porque entiendo que la historia la narra la propia Campanilla tras haberla escrito, ¿no?
Y ahora viene lo que más me ha chocado. Empieza a narrar en pasado para luego hacerlo en presente (que descoloca un montón). Y luego vuelve al pasado. Da la impresión de que el texto ha sido escrito en diferentes intervalos y ha habido problemas de continuación.
Las posturas de Campanilla dentro del arcón me han parecido un poco difíciles de entender. No sabía cuándo, cómo ni qué parte estaba dentro, fuera, a merced de Garfio, etc. Pero seguramente sea cosa mía y mi falta de comprensión lectora jaja
Cuando Garfio empieza a jugar con ella, pensé ¿cómo tratará la diferencia de tamaño? A pesar de alguna exageración, se ha tratado muy bien. Y me ha hecho gracia el bukkake individual xD
Lo mejor, que Campanilla se ha resistido, fiel a su condición de enemiga de Garfio, y que solo ha sucumbido para aliviar el dolor de los azotes y, posteriormente, debido a la excitación. Muy bien. Que hubiera sido una guarra desde el principio le habría quitado mucha gracia.
Por eso no me acaba de gustar el final en el que se nos muestra un hada demasiado sexual haciendo cosas con Peter Pan y Wendy. Pero no deja de ser una opinión completamente subjetiva.
Sí que me ha gustado la ruptura en el sentido de que Campanilla cambia su actitud respecto a Garfio por lo sucedido en el relato, creando un equilibrio en el país de Nunca Jamás que beneficia a todos.
Por último, apuntar que ha habido pocos pero algunos errores: faltas, palabras repetidas, etc.
Y como gusto personal, me ha parecido fea la narración literal de los gemidos y sensaciones de Campanilla mientras Garfio le come el coño. Aunque tampoco se ha abusado del recurso.
En resumen: buen relato con una buena idea bien ejecutada pero que falla en los aspectos técnicos que, de ser mejorados, harían un excelente trabajo.
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