Sus ojos se van
cerrando con lentitud, mientras los recuerdos llegan a su mente, como en una
simple película.
Esos instantes son en realidad, los momentos más sublimes de toda
su existencia.
Comenzó como se
inicia cualquier cosa.
Su apática
monotonía, no deja ver, todos los nubarrones que se acercan y en lo que se convertirán,
a partir de ese momento.
Sus Veinte años,
para un joven con 1,85 cms de estatura, un cuerpo esbelto, con bastantes
músculos, sin ser exagerados; con un torso bien marcado, un trasero que
despierta deseos libidinosos en los ojos de la féminas; unos ojos color avellana,
que debilita las defensas de las mujeres y un rostro con una gran simpatía, resultado
de una sonrisa pícara y un encuadre en la forma de su cara, hacen de Luis, un
verdadero bocado, para muchas que se derriten por tenerlo.
Es un día frio,
con amenaza de lluvia.
Está arropado desde
el cuello hasta los pies.
En su rostro se
marcan los efectos de una virosis contagiosa.
Siente mucho malestar
y también una debilidad casi extrema.
La tos es tan persistente,
que no lo deja ni respirar.
Su nariz está muy
roja por la infinidad de veces, que ha
tenido que secársela.
El sonido que
sale de su pecho suena como el retoque de un tambor.
Cada vez que
tose, deja oír la congestión en sus vías respiratorias y lo hace durante largo
rato.
Deduce que no
hay nadie más en la casa, pues el silencio es de soledad.
Sus padres han
salido y su hermana menor, debe estar en clase, pues es un día normal, para estar
en el instituto.
Se levanta, arropado
con la cobija, mientras debajo viste tan solo en bóxer.
Sale corriendo hacia
el baño, pues su vejiga está casi a reventar y esta lo apura a que la desocupe.
Le duele todo el
cuerpo.
La congestión
casi le tapona los oídos, por eso no escucha, el ruido de la ducha.
La puerta del
baño está entre abierta y la mampara está de la misma forma.
Las gotas que
salpican, mojan las losetas, al rededor del inodoro.
Una voz cantarina
se deja escuchar, por encima del ruido del agua cuando cae.
Luis empuja la
puerta y queda petrificado.
La figura que se
muestra antes sus ojos, es como de una diosa o de una aparición angelical.
Es una figura
perfecta.
El cabello negro,
ahora humedecido, se desparrama por la espalda, pegándose a la piel.
Este le llega
hasta más debajo de la cintura.
Su color bruno,
casi azabache, es una cascada iridiscente, por las chispitas que saltan, cuando
las gotas que lo humedecen, se escurren, deslizándose por los glúteos.
Su rostro es de
ángel, su piel es color canela, sus ojos son de cielo, sus cejas son pobladas, sus
pestañas son largas y rizadas y su nariz es medio respingona,
Sus labios
gordezuelos, provocativos e insinuantes, son un verdadero bocado.
Su mohín de
picardía, en su sonrisa casi traviesa, adornada de un gesto soñador, arrebola
su candorosa mirada, que hacen de Martha, una chica verdaderamente de fábula.
Su cuerpo
tallado de diosa, senos proporcionales a sus 1,65 cms de estatura, su vientre
plano, es como una llanura, sin límite de extensión.
Su sexo es pulcro,
virginal, casto.
Sus muslos
torneados, sus piernas kilométricas y sus nalgas respingonas, las adorna con un
culito de ensueño.
Esta chica, es el
sueño más mórbido, para cualquier ojo que la detalle.
Queda impávido.
Casi no es capaz
de respira y tampoco de moverse.
Todo el malestar
que agobiaba su cuerpo, desaparece casi como por encanto.
Sus ojos son dos
viajeros, que se deleitan, por la estampa maravillosa, que se dibuja frente a
su mirada.
Sus manos se engarfian,
a la sábana que lo cubre.
Tiene la boca
abierta, pues el escaso aire que le llega a los pulmones, casi no pasa, a
través de sus congestionadas fosas nasales.
Tiembla, no por
la enfermedad, sino porque la sensación que le producen, lo tiene casi hipnotizado.
Su corazón
parece que se le estalla y su mente es una simple película, de imágenes totalmente
lubricas.
Su alma se llena
de un sentimiento desconocido, que lo desconcierta hasta el deliro.
De pronto, la
ninfa se coloca de espalda y comienza a enjabonarse, la parte baja de su cuerpo.
Se va inclinado
despacito, hasta cubrir con la espuma, primero los tobillos y luego los dedos
de los pies.
Toda la
magnificencia de su intimidad, se expone ante sus asombrados ojos.
El organismo alterado
por la enfermedad, recibe una especie de calambre, que le hace agitarse
perceptiblemente.
Una extraña
sensación, desciende por su columna,
Esta se difunde,
por toda la dilación de su virilidad, que la tiene enardecida.
Es lindo,
impoluto, casto, virginal, pulcro, rosadito, casi sonriente por los labios que
como pequeñas cortinitas, cubre el fondo glorioso, de toda la preciosa
interioridad.
Está
completamente depilado.
De pronto unos
dedos atrevidos, se desplazan lentísimo, por todo el contorno sublime de su
tesoro.
Lo destapan como
se abre, la más bella de las rosas y toda la lujuria, que pueda caber en su
cuerpo, restalla como una bomba, en toda la infinidad de su interior.
Se gira
despacio, porque un mareo lo sacude y prácticamente lo tambalea.
Camina hasta su
cuarto y lo hace con lentitud.
Entra, cierra la
puerta y pasa el pestillo.
Se quita el
bóxer, se pasa la mano por su hombría y se revienta en una explosión de fluidos,
que casi lo desvanece.
La sensación le
dobla las rodillas
Cae sobre el
piso mojado por los efluvios, que brotan impulsivamente de su cuerpo y que se
le hace, imposible de controlar.
Se queda absorto,
inmóvil, totalmente enajenado.
Su mirada se
pierde en la lejanía de sus pensamientos y un sentimiento sublime, se abre paso,
en lo profundo de su corazón.
Lo comprende
casi como en un estallido.
Al saberlo, lágrimas
de tristeza y de dolor, se riegan por sus mejillas y se le hacen incontenibles.
El amor
explosiona en su alma.
Es una sensación
inconmensurable, que casi lo hace morir.
¿Porque a mí? se
pregunta.
¿Porque tuve que
ser yo? vuelve y se interroga.
¡No debe ser
así!…. ¡no!.... ¡no!.... ¡no puede ser así!.... maldita sea…. ¡no puede ser!....
no puede ser.
Su llanto es arrasador.
Llorar es tal
vez, lo único que medio lo consuela.
Ese sentir se le
hace perverso.
Él no puede
albergar algo tan pecaminoso, pero su corazón late y le grita con alaridos, algo
que su mente se lo recalca.
¡Está enamorado!
No puede amarla.
No a ella.
Es prohibida.
Es pecado se lo
dice en la mente, pero su corazón salta alborozado, porque su cuerpo comprende,
que si logra tenerla, la dicha y la felicidad que va sentir, será infinitamente
celestial.
Se enloquecerá
de pasión y será glorificado, por todo lo que llegare a sentir, con tan solo
tenerla y amarla, hasta que se le acaba la vida.
Se levanta, se
limpia de sus fluidos, se arregla, ventila su cuarto, empleando su colonia,
para borrar el olor de sus secreciones.
Se cubre con
otra manta, espera un rato largo, hasta que escucha los pasos que se dirigen a
la habitación, que está junto a la de él.
Sale del mismo,
entra en el baño, desocupa la vejiga y se dirige hacia la sala.
Enciende el
televisor, se recuesta en el mueble grande
Su mirada se
pierde, en el confín de sus pensamientos.
Busca una razón que
le haga comprender, todo lo que le está sucediendo.
Hace unos instantes,
su vida transcurría en cosas intrascendentes.
Ahora se ha
convertido en un verdadero infierno, por todo lo que acaba de descubrir.
¡Está enamorado!
Su mente vuelve
le grita y tiembla al comprenderlo.
No por el
sentimiento en sí, sino porque es inmoral, inalcanzable, casi pecaminoso.
Se queda
callado.
Inclina la
cabeza, mientras sus lágrimas, corren como ríos de aguas tranquilas, por todo el
cauce de sus mejillas.
Es incomprensible.
No puede
confesarlo.
No puede
gritarlo, como cualquier otro hombre.
Se sobrecoge por
todo lo que está sintiendo.
Lo juzgarán, lo
condenarán, será un paría, será un monstruo, casi el peor de los demonios.
¿Por qué a mí?
vuelve y se pregunta y su llanto casi lo hace convulsionarse.
-Sito.... ¿qué tienes? ahhh…. ¿qué te pasa?…. ¿estás malito?…. ¿quieres
que te de algo para el malestar?…. por favor…. ¿qué tienes?… vamos, ¡dímelo!
La voz que le
habla, a pesar de que suena cantarina, también tiene algo de tristeza y un
poquito de alarma.
-¡Nada! Tica…. nada…. es solo el malestar de la gripe.
Ella lo mira
fijamente, con la profundidad del cielo en su mirada y al hacerlo, comprende
que le está mintiendo.
-Sito, ¿porque me mientes? ahhh…. ¿acaso ya no confías en mí?….
siempre no hemos dicho todo…. ¿dime porque lo haces?…. ¿es que ya no me quieres?
-Por favor, Tica…. por favor…. no me preguntes…. no ves que me estoy
muriendo…. por favor no me tortures, Tica…. no puedo decirte nada…. me…. me….
Martha se agita
y comprende toda la indisposición, que padece en todo su cuerpo.
Lo abraza y lo
pega contra su pecho.
Piensa que se
siente así, por los efectos de la enfermedad.
De pronto nota
el alocado brinco en el pecho de Luis y su agite, se convierte en un infinito asombro.
El corazón de
nadie, puede saltar de esa manera, como producto de un resfriado, se interroga
sorprendida.
Le toma el
rostro con las manos, lo mira y ve que los ojos están anegados de un llanto
incontenible.
Un sentimiento
extraño, se agita en su mente y en su alma.
Su corazón
comienza a dar pequeños salticos.
Y entonces se
alarma.
Lo empuja con
ternura, se levanta despacio, sube las escaleras y camina alejándose en dirección a su habitación.
Entra en la
misma, se acuesta bocarriba, apoya un brazo sobre su frente y su mirada se
pierde, en esa zozobra, en lo que son ahora sus pensamientos.
Al fin comprende
todo lo que siente, ese ser que ha dejado reclinado en el sofá de la sala.
No llora.
Está completamente
espantada, por lo que su corazón le grita.
Solo tiene dieciocho
años.
¡No a ella!....
¡no!.... ¡no!.... ¡no a ella!…. ¡no, por Dios!.... ¡no!
Eso es perverso,
se grita en su mente, pero ese que salta, casi baila para hacérselo comprender.
Al saberlo tiembla
y se agita.
¿Será que Sito se
aflige por eso?
Se alarma, porque
acaba de comprender, que esa es la razón de su sufrimiento.
Ahora es ella la
que se espanta, pues sabe que le corresponde.
¿Por qué
sucedió? se pregunta.
¿Por la soledad,
a que los han sometidos sus padres?
¿Por su gran
cariño, que siempre se han profesado?
¿Por pasar tanto
tiempo juntos?
Ambos son muy
atractivos.
Tienen muchos
admiradores.
Sito es muy
asediado por las chicas, entre ellas todas sus amigas.
A ella también
le pasa lo mismo, pero ningún chico se le puede acercar, sino quiere tener
problemas con Sito.
Él la cuida como
se vigila la caja fuerte, del banco más rico del mundo.
Es casi su guardaespaldas.
La protege como
la más preciada de las alhajas.
Si ella fuera
una perla, él sería casi un ogro, cuidándola y protegiéndola, contra cualquiera,
que intente siquiera mirarla.
¿Lo ha hecho,
conociendo sus sentimientos o solo por lo que ha representado para su vida?
Sus pensamientos
le aterran, se dice para sí, pero su corazón es prácticamente una mariposa, que
se deleita con su vuelo, por todo el firmamento de su sentir.
Es como la
pequeña lucecita de una luciérnaga, que cada vez que se posa, en algún
resquicio de su alma, le envía mensajes de su figura.
La estampa de
ese ser, que se abate abajo en la sala, se le hace totalmente gloriosa.
Le produce un
gran dolor al comprender, la razón de su sufrimiento que está sintiendo en su
corazón.
Y lo hace solo
porque descubre, una pasión increíblemente sublime.
También porque
piensa que jamás será correspondido.
Lo consideran
pérfido, maligno, impuro, cuando lo que nace en el alma de cada uno de nosotros,
solo viene de lo que vive, en el fondo de nuestro corazón.
¿Si nuestro
interno es bueno, es sano, es bondadoso, es comprensivo, como es que este esplendido
sentimiento, puede llegar a ser considerado, como una de las peores aberraciones?
Se lo pregunta y
al no encontrar una respuesta viable, se agita y de nuevo tiembla.
No siente ningún
dolor y eso es lo que más le aterra en este momento.
A pesar de la conmoción
que la sobresalta, una especie de felicidad, se abre paso en su sentir y todo en
su interior, se invade de una dicha casi inefable.
¡Soy feliz!....
¡sí!.... ¡sí!.... ¡soy feliz!..... infinita, inconmensurable, ingente.
Su alma, su
mente, su cuerpo, su corazón, cada partícula de su ser, se lo grita y ella
simplemente se enaltece.
Sueña despierta.
Añora la primera
caricia.
Desea sentirla.
Se le hace
inaguantable, por el desenfreno que le arrebata.
Mira el reloj y
considera que tiene más de tres horas, para seguir estando solos, sin la
presencia de sus Papás.
Se levanta, se
arregla el vestido, se alisa el cabello, se mira al espejo y sonríe pudorosa.
Se acicala como
si fuera a la primera cita, con el chico que le roba hasta la vida, piensa con sorpresa.
Baja y lo busca
y al no encontrarlo, va hasta la cocina, se sirve un vaso de agua y lo bebe con
tranquilidad.
Quiere apagar
ese fuego, que la enardece y la apasiona, casi hasta hacerla delirar.
Sube la escalera
como contado los pasos y se para frente a la entrada de la habitación.
Abre despacio y casi
como contándolos, se acerca hasta la cama.
Luis con la
cobija arropado hasta el cuello, la mira con sus ojos miel, sorprendido con su
presencia.
Está alarmado,
pues el gesto emocionado, que ve en el rostro de Tica, lo enloquece casi hasta
el extremo.
No hablan.
Sus gestos son
el mejor dialecto, de sus cuerpos totalmente enfebrecidos.
Sus sentidos lo
comprenden, casi como una revelación.
Levanta la
cobija y se acuesta junto a él.
Le cruza un
brazo sobre el vientre, apoya su rostro sobre el pecho, suspira muy quedo y se
queda totalmente quieta.
No se mueve.
Solo escucha en los
latidos, lo que el corazón de Luis, con sus pequeños salticos, le grita casi enmudecido.
Se siente amada
hasta el infinito y siente que lo ama, hasta lo más lejano de su sentir.
Solo con el
universo se puede medir, la grandeza del cariño que ambos se profesan.
¿Será pecado? se
pregunta.
¡No!.... claro
que no.
Ella misma se
responde, henchida de la felicidad.
En algo tan
sublime, no puede haber maldad, se dice para sí.
Él no habla,
solo suspira.
Pero no deja de temblar.
Los latidos de
su corazón, son voces acalladas, por el sentimiento que lo tienen delirando.
Rato más tarde.
Al fin el
valiente es él.
Bueno…. soy él
hombre ¿no?
Se dice con una sonrisa
traviesamente tímida.
- Te…. amo….
Suspira,
inflando las mejillas.
-Igual….yo….
Ella si tiembla,
pues la emoción, la agita perceptiblemente.
-¿Podremos?
-Estoy asustada.
-Yo ni se diga.
-No sé qué hacer.
-Yo menos…. pero quiero por lo menos intentarlo.
Hablan sin
mirarse.
Solo sus
sentidos los emocionan.
El mira la
inmensidad del techo; ella, la lejanía de la pared, que se extiende ante sus
ojos.
Sus vidas pasan
por el telón blanco de sus mentes.
Ella levanta la
cabeza y él baja la suya, tan solo para mirarse.
Primero se
enaltecen con su mirar y luego se fijan en los labios con impavidez.
Es un movimiento
inconsciente.
Apenas se rozan.
Lo hacen con
temor, con miedo, pero a pesar de todo, lo que sienten es inefable.
Vuelven y se
rozan.
Ahora es una
especie de calambre.
Se acercan despacito,
como buscando mejor acomodo, para hacer más sublime la caricia.
Sus labios se
unen, con una lentitud enervante y al fin se desbocan, en el infinito océano de
sus sentidos.
El beso es casi
voraz y la sensación es colosal.
Ambos tiemblan,
por la pasión que lo sobrecogen.
Sin despegar los
labios en ningún momento, ella se acaballa sobre las caderas.
Un bulto viril,
le da la bienvenida, a su agitada intimidad.
En ella, su
llanto interno es una lluvia emocionada.
En él, son lágrimas
apasionadas, que ocultas por el bóxer, le brindan un saludo de agradecimiento,
por todo el sentimiento que le profesa.
Sus cuerpos son
dos altares, donde la ofrenda de su cariño, son loas a los corazones agitados,
por el ardor que los enternece.
Ella apoya las
manos al lado de los hombros y lo detalla con el cielo azul de sus pupilas.
Él se queda
quieto, sosteniéndole la mirada.
Ella es mucho
más efusiva.
Sonríe con un
mohín de niña mimada, baja la cabeza y con la punta de la lengua, los humedece con
su saliva
Él con la suya,
se regodea saboreándola, entrecerrando sus ojos de miel.
-Eres tan lindo…. y te amo tanto…. pero estoy tan asustada…. todo
esto que estoy sintiendo, es desconocido para mí…. es la primera vez, que me
pasa algo como esto…. ¿de verdad quieres intentarlo?
-Nos lo merecemos…. ¿no te parece?.... ¿tú que quieres hacer?
-Lo que tú decidas…. soy tuya…. se dice así ¿cierto?
-Yo no sé cómo se dirá…. pero creo que también yo siento lo mismo.
-¿Cómo lo hacemos?
-No se…. estoy asustado…. déjame pensar…. lo haremos según vaya
saliendo, ¡vale!…. así vamos aprendiendo.
-Y si nos descubren.
-Debemos tener mucho cuidado…. disimulemos…. salgamos con los
amigos…. finjamos que no pasa nada entre los dos…. ¿te sientes con capacidad
para hacerlo?
-No sé si pueda…. me duele mucho cuando te miran con deseo…. sufro
solo de imaginarlo.
-Igual yo…. pero….
Él se agita y
una lágrima rebelde, se desliza lentamente, por las laderas de sus mejillas.
Ella la nota, se
inclina y con los labios, le sorbe la humedad.
-Shiiiiffff…. te he dicho que soy tuya…. ¿porque temes?
Ella es mucho más
valiente.
Parece que
comprende a cabalidad, lo que el corazón de Luis, se lo quiere hacer saber.
-Me da miedo perderte.
-Ni muriendo me perderías…. ni muriendo…. si eso algún día llegare a
pasar…. en el cielo, siempre te voy a esperar…. en el cielo, mi amor…. EN EL CIELO….
-Sera que iríamos a ese lugar…. si dicen que esto es pecado, creo
que allí no podríamos ir…. seguro que no nos dejarían entrar….
-No creo…. este sentimiento, pareciera que viene de allá
Ella se inclina
de nuevo y se apropia de sus labios.
Las manos corren
irreverentes, por toda la sinuosidad agreste de sus formas.
Son verdaderos
alpinistas, que escalan todas las cimas de su escultura.
Dos plumas se
pasean por las globalidades de sus pechos, mientras dos pinzas tijeretean las
puntas erectas de sus pezones.
Estos se endurecen
por los mimos y el cuerpo se retuerce emocionado.
Arquea la
espalda, lleva la cabeza hacia tras, dejando el rostro perdido a la miel que lo
busca para glorificarse, por los gestos con los que le agradece las caricias.
Ella viste una
camiseta que él le ha regalado y que siempre se pone para dormir.
Inconscientemente,
ha deseado tener encima, el olor que mana de su organismo.
Es una necesidad
casi hormonal.
Va comprendiendo
poco a poco, que siempre lo ha llevado en su corazón.
No lo entendía,
pues desconocía el sentimiento, pero ahora que lo comprende, casi salta de felicidad.
Lo ama desde siempre,
se dice para sí y entonces una sonrisa, se expande por toda la ingente belleza
de sus facciones.
Sentada sobre los
muslos de Luis, levanta sus brazos y se despoja de la camiseta.
Como no lleva
corpiño, toda la majestuosa perfección de sus senos, se materializa antes los
exaltados ojos de miel, que casi la devoran.
Son
infinitamente sublimes.
El avellana de
su mirada se enturbia de la emoción, pues comprende, que ese ángel, solo vive y
muere por él.
Entonces se
decide.
Luchará hasta la
muerte por tenerla.
Si tiene que
morir por ella, lo hará hasta con el último suspiro de su existencia.
Hasta el último
halito de vida, lo utilizara para conservarla junto a él.
Levanta los
brazos y toma los dos globos con sus manos.
La sensación es
apoteósica.
Toda la emoción
de su sentir entra por sus dedos y esta corre rauda por sus venas y cuando
llega a los pies, casi lo paraliza.
Un
agarrotamiento sobrecoge todo su cuerpo.
Son como
arañitas que corren por sus arterias y se distribuyen por toda la extensión de
su organismo.
Cada célula de
su cuerpo se complementa, con la sensación de la piel, que recorre con la palma
de sus manos.
Los dos se
convierten en un solo individuo.
Es como si al
rozarse el uno, le transmitiera la misma sensación, al otro ser que recibe la caricia.
Es la misma satisfacción,
la que sienten cuando se tocan y por eso es tan sublime, el placer que se
suscitan.
Sus manos
pasajeras se regodean, de todo el recorrido extenso, de la globalidad que tiene
entre sus dedos.
Su encantadora
redondez, exalta los sentidos de Sito, cuando mueve sus manos, como hojas
agitadas por el viento y eso hace de la caricia, casi una reverencia angelical.
Le estira la
punteada flecha que sobre sale de la curvatura, casi hasta el límite del dolor.
Con las yemas
los envuelve y los mueve, girándolos hasta la totalidad de su extensión.
Ella se inclina
acercándolos a su rostro, pero antes de posarlos sobre los labios, la lengua
salta como el pez, que atrapa la carnada, atravesada por el anzuelo.
Los chupa
goloso, los mama delicado, los muerde enternecido, los rae suavecito y ella
solo gime.
Con su órgano
bucal, le recorre toda la extensión integra de su redondez.
Se extasía con el
sabor, con el aroma, con la textura, con la suavidad.
Le desliza las
manos por los costados, le acaricia las caderas y le amasa las nalgas con
devoción.
Ella levanta sus
glúteos, como en una invitación, a que viaje por toda la extensión de sus
posaderas.
Mete los dedos
por el borde de la tanga y mientras él va bajando la prenda, ella va estirando
las piernas, hasta que logra sacársela por los pies.
Ella está
desnuda y él se envanece en su petulancia.
Vuelve y se inclina
y ahora son sus labios, los encargados de las caricias.
Son lapas
adheridas imposibles de separarse.
Se saborean
largo rato, hasta cuando el aire escasea en sus pulmones.
-Quiero verte, Sito…. por fa…. ¿sí?
Hace el intento
de levantarse y ella le apoya las manos sobre el pecho.
-¿Me dejas?
El mohín es tan
tierno, que casi lo hace llorar.
-Por Dios, Tica…. por Dios…. no me hagas así…. uuuuffff….
-¿Cómo te hago?.... Sito.
La voz es un
relamo de sensualidad.
-¿Por qué eres así conmigo? Tica.
-¿Cómo soy mi amor?.... a ver dime, ¿cómo soy?
Picara y
traviesa.
-Me vas a matar, Tica…. seguro que sí.
-Te quiero vivito, nene…. muertito no me haces feliz.
Su sonrisa es de
ángel, de cielo.
Se inclina sobre
el pecho y lo va besando despacito, mientras ríe enternecida.
Solo utiliza sus
labios y a veces sus mejillas, cuando se las restriega sobre la piel.
Le chupa las tetillas
y a rato se las muerde.
La caricia es muy
sublime por el gesto y por la falta de práctica al realizarla.
Recorre con sus
labios, todo la planitud del tórax y llega al borde de la prenda.
Se detiene
dubitativa y al final se decide.
Toma el bóxer por
los bordes y lo desliza despacio, hasta sacársela por los pies.
Mira la largura
enfebrecida y se ruboriza casi temblando.
No sabe si
tomarlo, si mirarlo o si acariciarlo.
-¡Dios!.... ¡es muy grande!.... Sito….
El solo sonríe
envanecido.
Conturbada,
agacha la cabeza.
Luis lo
comprende al instante.
Martha es una
chica completamente ingenua y virgen en los actos del placer.
Tal vez algunos
besos, pero nadie a mancillado, el cuerpo divino de su amor.
-Tica…. ¿te puedo preguntar algo?…. pero quiero que no si no te
gusta, por favor no me responda nada…. ¡no!.... mejor no te pregunto nada… ¡no!….
mejor no.
-Ni siquiera me han besado, Sito…. soy totalmente tuya…. de nadie
más, nene…. de nadie más.
-Te amo, Tica…. no te imaginas cuanto….uuuuffff….
-Soy tuya…. te lo he dicho, ¿no?
-Si pero…. uuuuffff….
-Porque suspiras…. ¿no me crees?….
-¡Sí! claro…. es que….
uuuuffff….
-Es que, qué, nene.
- De pronto yo no soy digno, de todo esto que tú me ofreces…. uuuuffff….
-¿Porque tienes miedo? Sito
-Ya te lo he dicho…. me da miedo perderte…. antes…. antes….
-¿Antes qué? Cariño
-Antes moriría, a tener que separarme de ti.
-¡Nunca digas, eso! Sito…. ¡nunca lo digas, por el amor de Dios!....
no me puede dejar, porque sin ti no se sería capaz de vivir.
-Vamos a sufrir mucho, Tica…. lo sabes, ¿cierto?
-No pensemos en eso ahora, mejor pensemos en esto.
Con sus manos
temblorosas, lo toma entre los dedos.
Lo mira con
inquietud, como si creyera, que de pronto la fuera a morder.
Lo mueve de un
lado para otro y con un mohín de picardía y una sonrisa traviesa, recorre con
la lengua, toda la largura viril.
Él gime
rebotando en el colchón.
Ella sonríe
entre nerviosa y emocionada, por todo el portento, que se agita entre sus
manos.
Vuelve y lo lame
en todo el recorrido.
La caricia no es
muy sensual, pero sí muy placentera.
Llega hasta la
cabeza y mira desconcertada, toda la humedad, que como lágrimas, se escurren y se
esparcen entre sus dedos.
Toma el líquido,
lo palpa con las yemas de los dedos y casi con temor, se los lleva a la boca,
para chuparlos con recelo.
Primero lo
prueba, después lo saborea glotonamente y luego sonríe divertida.
-¡Rico! nene…. ¡rico!….
¡rico!…. ¡rico!…. ¡rico, como tú! Sito…. ¡rico como tú!
Luis se
retuerce, más por las palabras, que por la caricia.
Lo besa varias
veces y despacio lo va llevando dentro de su boca.
El gesto es
enervante por la lentitud y por la suavidad de los labios que lo aprisionan.
Es tan gloriosa
la sensación, que grita descontrolado.
Aprieta los labios
y los ojos, agitando la cabeza y echándola hacia tras.
Sus gemidos
retumban en la habitación, pues el vaivén es lento y provocador.
Solo mueve la
cabeza, pues su boca es como una vaina que solo lo arropa, porque nunca, le da
por mover la lengua.
-¡Enséñame!…. Sito…. yo quiero aprender…. para ti, nene…. para ti.
-Uuuuffff…. uuuuffff….
Luis está tan
emocionado que no puede ni hablar.
Ella entiendo
que el silencio significa que lo está haciendo bien y continua con la caricia,
hasta que Sito la detiene, pues está en las puertas de la explosión.
-¿Por qué?.... Sito…. ¿no te gustó?
-Me estas matando, Tica…. tranquila…. tranquila…. ahora déjame a mí.
La hala por los
brazos y la acuesta bocarriba, le abre las piernas si se mete en la mitad.
Coloca las manos
al lado de los hombros y se extasía por la silueta.
Es tan bella y
tan inocente, que casi prefiere venerarla, pero sus deseos son más fuertes que
sus creencias y se inclina por lo que exalta sus instintos.
La mira
sonriente, envanecido por la belleza y enaltecido por lo que le profesa.
Hay instantes que
ni cree que esa maravilla de la naturaleza, lo adore como se lo demuestra.
Su mirada es una
declaración total, de todo el sentimiento que la reboza.
Se inclina
despacio y la besa en los parpados.
Ella solo sonríe,
con agitado pudor.
Su sonrisa es tímida,
pero la vez es muy sensual.
Le desliza los
labios por todo el perfil de la nariz, le muerde la punta delicadamente y ella
le coquetea, mordiéndolos con lascivia.
Su risa es un poema,
entre la inocencia y la excitación.
Le chupa los
labios con glotonería, luego se los
muerde con delicadeza.
Ella solo gime.
El tono es un
cantico.
Le mete la
lengua en la boca y la recorre en toda la extensión, arrinconando a la de ella,
que tímidamente se postra, ante el órgano invasor.
Le muerde la
quijada y luego la sopla en el cuello.
Tica
automáticamente se encoge y gime candorosamente.
Lo lame despacito
y cada vez que lo roza, ella se retrae, gimiendo entre sonrisas.
Sigue con sus
hombros, a los cuales solo los besa, pues la sensación que le causa, la hace
carcajearse.
Y aterriza en
sus senos.
Son un bocado
apreciativo.
Los lame
despacito, chupándolos, rayéndolos y mamándolos.
Ahora los
gemidos, son totalmente lascivos.
Lo hace durante
largo rato, mordiéndolos delicadamente, hasta cuando la siente, en las puertas
del enardecimiento.
Espera hasta que
se tranquiliza y sigue con su vientre.
Se dedica unos
instantes largos, a horadar el ombligo, en toda su profundidad.
Lo hace lento y
espaciado.
Continúa con su
travesía y llega a la ingle, pero se desvía, pues quiere cumplir con su
fetiche.
La toma por los
tobillos y acerca los pies hasta sus labios.
Ella se agita
sorprendida.
Jamás imaginó,
que esa parte de su cuerpo fuera tan erótica.
Su ingenuidad se
hace patente, pues en su mirada se demarca la sorpresa que le causa, el interés
de Sito, por esa parte de su cuerpo.
Cuando siente
los labios en su piel, se revuelca delirando y el viaje es incontenible.
Su llanto es ardoroso
y totalmente enfebrecido.
Se contonea
sobre el colchón y se va aquietando despacito, como se desliza una sierpe.
Luis espera
enaltecido, orgulloso y totalmente seducido.
Su sonrisa es la
expresión palpable, de todo lo que siente en estos momentos.
La ama casi
hasta morir.
Es su vida y por
Tica, dará la suya sin dudarlo en un solo instante.
Cuando ella se
recupera, sonríe sinuosa y como en una venia de adoración, se inclina casi con
respeto y le besa los muslos y luego en la ingle y entonces ella puja.
Desplaza sus
labios con lentitud y la besa en el pubis.
Esta caricia, la
lleva hasta las puertas de una nueva explosión.
Acerca sus
labios al tesoro y le desliza las mejillas, por toda la extensión de su virginidad.
Lo hace
repetidas veces y ella en un gesto de pasión, apoya las manos en la cabeza y le
acaricia tiernamente los cabellos.
-Te amaré por siempre mientras
vivía y también hasta después.
Su voz es un
susurro cantarín y balbuceante.
Él se detiene un
momento, analizando las palabras, agacha la cabeza y la besa en los labios de
su intimidad.
Sus gemidos son
sollozos contenidos.
Le desliza los
labios despacito, mientras ella se contonea al ritmo del desplazamiento.
Solo besa el
exterior sin intentar incursionar, en el infinito de su interioridad.
La roza solo con
los labios, pues cree que si la toca con
los dedos, tal vez la llegue a mancillar.
La besa en el
pubis y muy lentamente, se inmersa en su interioridad, absorbiendo todos los
efluvios, que brotan del fondo de su ser.
Es el primer
majar, que golosea de su interior.
La polidipsia
por los fluidos se le hace incontrolable y por eso bebe, como el sediento más
aprensivo.
Por la
intensidad de la caricia, el agite de Tica es casi incontrolable.
Se abisma en
todo su interno y ella, automáticamente lo aprisiona, cerrando las piernas con
bastante fuerza.
Él retira su lengua
y ella afloja sus muslos, separándolos lentamente.
Vuelve y le lame,
toda la feminidad y se va adentrando sin detenerse, hasta donde le alcanza la
longitud de su órgano bucal.
Su sed es
persistente y su pasión es incontrolable.
De pronto la desliza
en toda la extensión y llega al capullito de su placer.
Lo absorbe con
sus labios y ella se desgonza, en un alarido sollozante, que le agita el cuerpo
y le inunda su mirar.
Sin dejarla
terminar, se arrodilla frente a al tesoro, le apunta con su cañón y despacio
como la vida, se hiende dentro del cuerpo, hasta que la pequeña murallita, tan
fina como el viento, que le impide su trasegar.
Ella agitada medio
lo siente.
Cuando se
recupera, primero lo mira y luego lo envuelve con sus piernas, seguidamente le enreda
los pies sobre la espalda y de un solo impulso, se lo incrusta hasta el fondo
de su ser.
El grito es
lastimero.
El dolor es muy agudo,
pero intensísimamente pasional.
Le besa los labios
intentando consolarla.
Se queda quieto
casi sin respirar, pues piensa que si lo hace, podrá causarle algún sufrimiento.
La besa en la
frente, en los ojos, en las mejillas, esperando a que se acostumbre.
-Lo siento, mi niña…. no pude evitarlo…. lo siento…. así debía de
ser.
Le susurra en el
oído, casi a punto de llorar.
-¡Ya soy tuya! Sito…. ¡toda
tuya! mi vida…. ¡tuya, hasta el fin del fin!
No habla, solo
la mira, mientras sonríe, con toda la ternura de su sentir.
Su rostro se
muestra envanecido y se exalta de la dicha, por todo lo que le escucha.
Ella misma es la
que se mueve, buscando hacer realidad, toda la intensidad de su placer.
Este llega en
oleadas de lujuria, por los besos, por las caricias y por los vaivenes hasta el
fondo de su interior.
Varios disparos
de ambrosía, redundan desbordando todo el interno, que se convierte en un cáliz,
que lo recibe casi como una oblación.
Cuando medio se
tranquiliza, se baja del cuerpo de su amada y se recuesta bocarriba.
La atrae sobre
su pecho, la abraza por los hombros y en esa posición, espera que ella vuelva a
la realidad.
Ella solo
suspira, enternecida de pasión.
Después de
recuperarse, se levanta, la toma entre sus brazos y la lleva hasta la ducha.
Se bañan, se
acarician, se aman, se desean, se complacen, se admiran, se veneran y vuelven y
hacen el amor.
Cuando más tarde
llegan sus padres, cada uno descansa acostados en su cuarto.
Así pasan los
días y los meses.
Cada segundo,
cada instante, es el tesoro más preciado, para demostrarse la intensidad de sus
sentimientos.
La soledad de la
casa es la testiga muda, de los gestos y demostraciones, que ambos se profesan,
como loas de su sentir.
El fin del fin
llega a su final.
Un viernes
cualquiera, sus padres salen de viaje.
Casi como
poseídos, corren hacia el cuarto, se desnudan y tan solo en un instante, Tica
cabalga como la más experta amazona, en el más brioso corcel.
Sus gemidos son
incontrolables y sus alaridos son melodiosos.
De pronto se
escucha un golpe en la puerta, que casi la derriba.
La figura de sus
padres, se materializa a la entrada de la habitación.
-¿Qué es esto?.... ¿qué están haciendo?.... ¡maldita sea!.... ¿qué
están haciendo?.... ¡por Dios santo!…. ¿qué pecado es este?.... ¡por Dios del
cielo!…. ¿qué pecado es este?…. ¿qué pecado es este?
Antonio vocifera
y María con los ojos abiertos como dos lámparas, los mira totalmente
horrorizada.
La madre se tapa
la boca con las manos, en sus ojos deja ver el horror y en su rostro, hay un
gesto de explicito desagrado.
Ambos están
paralizados.
Pasado un
instante, Antonio corre hacia la cama, hala a Martha del cabello y con un
fuerte puñetazo, golpea a Luis en la cara, que lo hace rebotar en el colchón.
Este grita en un
alarido desgarrador.
Le lanza la
manta que está sobre la cama, mientras
le grita enfurecido.
-¡Tápese!.... ¡muchacha
desvergonzada!
Luego mira a su
hijo.
-¡Y tú también!..... ¡maldito
depravado!
Espera a que se
cubran y les grita desaforadamente.
-¡Malditos!.... ¡son unos malditos degenerados!.... ¡son unos
pervertidos!.... ¡tú Luis!…. ¡tú!… ¡tú que eres el mayor!.... ¡eres es un
engendro del demonio!…. ¡maldito!... ¡y tú maldita mujerzuela!…
Sus ojos son dos
carbones encendidos, de una furia casi visceral.
Primero golpea a
Luis
Lo hace con su
puño cerrado, luego abofetea a Martha con la palma de la mano, mientras la
sujeta por los cabellos.
La agresión dura
varios segundos
La sangre baña
el rostro del muchacho, pues tiene partida la ceja izquierda y de su boca mana
sangre a borbotones.
Ambos lloran por
los golpes y por el miedo a las consecuencias.
Antonio intenta
golpear de nuevo a Tica, pero en un gesto de valor, Luis le agarra con firmeza la
muñeca y lo mira con tristeza.
En su rostro hay
un gesto de dolor, mientras cubre con su presencia, el cuerpo maravilloso de su
amada.
-Papá…. por favor…. por los que más quiera…. a ella no…. a ella no….
yo soy el culpable de todo…. ella al principio no quiso…. yo la seduje…. es más,
la obligue… yo…. yo…. yo lo siento…. no lo pude evitar…. perdónenme los dos….
pero no lo pude evitar de verdad …. lo siento…. lo siento…. lo siento.
Llora
amargamente, temblando y gimiendo, pidiendo disculpas y asumiendo toda la
culpa.
-¡Eres un degenerado Luis!…. ¡un maldito corrompido!…. ¡tenía que
ser precisamente ella!…. ¡no podías buscar una mujerzuela de la calle!…. ¡de esas
que hay tantas para escoger!…. ¡tenías que elegir, a la única que no podías
tocar!…. ¡maldito!…. ¡maldito!…. ¡mil veces maldito!….
-Papá…. lo siento…. lo siento…. pero es que…. pero es que…. es que
yo la amo…. la amo…. que puedo hacer…. es lo que siento…. yo no lo busque….
solo me enamoré…. como hacía para evitarlo…. lo único que sé, es que la amo….
la amo, Papá…. la amo y sin ella no se vivir.
-¡Pero que estás diciendo, desventurado!.... ¡es que no piensas para
hablar!
-¡Pero qué puedo hacer!.... ¡qué puedo hacer si me enamoré!
Es un grito que
brota del fondo de su alma.
-¡Me enamoré!.... ¡sí!.... ¡me enamore!.... ¡me enamoré!.... ¡crees
que yo busque eso!.... ¡dime como se hace para evitarlo!
Ahora si manotea
y grita desaforadamente.
-¡Cómo se hace!.... ¡a ver, como se hace!…. ¡explícamelo!....!como
se hace para evitarlo!....
Respira
profundamente, como si necesitara de mucho aire para respirar.
-¡Creen acaso, que si me arranco el corazón, dejaré de quererla!....
¡ahhh!.... ¡creen eso!.... ¡aún si me arranca todo lo que llevo por dentro, la
seguiré amando hasta con el último suspiro, que me quede de vida!…. ¡ella lo es
todo! Papá…. ¡ella lo es todo!....!todo!... ¡todo!.... hasta mi vida misma…. hasta
mi vida misma.
Cae de rodillas sollozando.
Inclina la
cabeza, la apoya en el piso sobre sus manos y llora amargamente, como si fuera
lo único que le quedara por hacer.
-¡Mañana te vas de mi casa!.... ¡mañana!….
-¡No! Papá…. ¡no!.... ¡el no solo es el culpable!.... yo….
Salta Martha
casi enloquecida.
-¡No! Tica…. ¡no!.... ¡por Dios no!.... ¡por Dios no!... calla mi
amor, calla…. calla, mi amor… calla…. déjame solo a mí…. déjame solo a mi…. por
favor, mi amor…. por favor.
Suplica Sito
casi desesperado.
Piensa que si
solo él carga con el pecado, sus padres lleguen por los menos a comprenderlos.
-¡No Sito!.... ¡no!....
Se arrodilla
frente a él, lo toma entre sus brazos, lo pega contra su cuerpo, levanta el
rostro y en gesto de valentía inusitada, deja salir todo el sentimiento que la
sobrecoge.
Le toma la cara
entre sus manos y lo besa en los labios, cerrando los ojos y envaneciéndose con
la caricia.
El gesto es tan
sublime, que desconcierta a los dos mayores.
-¡Pero qué haces, maldita muchacha!…. ¡es que no ves que eso es
pecado!… ¡por Dios santo!..... ¡tú, Luis!.... ¡te me vas mañana de la casa!….
¡te me vas!…. ¡de eso puedes estar seguro!..... ¡en mi casa no puedes seguir
viviendo!
-¡No!.... Papá…. ¡no!.... ¡si él se va yo también me voy!
-¡Tú no hables, desagradecida!.... ¡el único que se va de aquí, es
este maldito degenerado!
-¡Yo lo amo! Papá…. ¡yo lo amo!…. ¡yo lo amo!.... ¡yo lo amo! Papá….
yo lo amo… si él se va, yo también me voy…. ¡él es mi vida! Papá…. ¡él es mi
vida!…. ¡mi vida! Papá…. yo sé que si él me deja, yo no soy capaz de seguir
viviendo…. si tú lo echas de la casa y él se marcha, ¡yo me muero! Papá…. ¡seguro
que yo me muero!
Ella sigue
abrazada al cuerpo de Luis, mientras sus lágrimas corren casi libertinas, por
las delicadas laderas de sus mejillas.
Su llanto es tan
convulsivo, que hace temblar todo su cuerpo.
-¡Por Dios del cielo!.... ¡pero que pecado he cometido, para
merecerme esto, señor!
Los mira con
furia incontenible.
Intenta
golpearlos de nuevo, pero cuando ve el gesto decidido de su hijo,
envalentonándose para defenderla y pensando que va a causar una catástrofe peor,
se contiene en su accionar.
Se alisa los
cabellos, camina en círculos, manotea y respira como si le faltara el aire, luego
se pasa la mano por el rostro, los mira y vuelve y se enfurece, casi hasta el
extremo.
-¡Vayan cada uno a su cuarto!…. espero que por lo menos, ahora si tengan
un poquito de pudor.
Habla
desesperado.
-¡Voy a ponerme a buscar, para donde te mando, Luis!.... ¡te aseguro
que mañana, te embarco en el primer vuelo que salga!.... ¡te vas a estudiar a
otra ciudad!…. ¡no vuelves hasta que no termine tu carrera!.... ¡es más!....
¡voy hacer hasta lo imposible, para que nunca más regreses!.... ¡te lo juro!
Luis…. ¡las puertas de mi casa nunca más, las vuelves a pisar!
-¡No! Papá… ¡no!.... ¡por favor, no!.... por favor, no…. por favor,
no…. por favor, no Papá… ¡no!
Es Martha la que
ahora llora, totalmente desconsolada.
-Déjame ir con él, Papá…. déjame ir con él…. te lo ruego…. te lo
suplico…. te lo pido de rodillas…. déjame…. ir…. con…. él.
Se agacha y se
arrodilla, une sus manos en el pecho, como haciendo un acto de adoración.
Inclina la
cabeza, mientras sus lágrimas se escurren, en un gesto de una sumisión casi total.
-¡Pero estas escuchando lo que me estás pidiendo!.... ¡es que estas
loca o qué!.... ¡ahhh!
-¡Y tú crees que porque nos vas a separar, ¿yo voy a dejar de
quererlo?! Papá…. ¡ahhh!.... ¡ni muriendo!…. ¡óyelo bien! Papá…. ¡óyelo
bien!.... ¡ni muriendo vas a evitar que yo lo ame!…. ¡yo adoro a Sito, con toda
mi alma! Papá… ¡con toda mi alma! Papá…. ¡con toda mi alma!…. ¡entre más
intente separarnos, más lo voy a querer!…. ¡lo querré, así el mundo se
escandalice!
Se yergue en
toda la magnificencia de su belleza y en un acto de valentía extrema, se
enfrenta a sus padres, en forma casi desafiante.
-¡Si tú me separas de él!.... ¡te lo juró! Papá, que me escapo de la
casa y nunca más me vuelves a ver…. ¡te lo juro por este amor que siento por Sito!….
¡te lo juro! Papá…. ¡te lo juro!.... ¡te lo juro por Sito!.... ¡te lo juro!
-¡A su cuarto cada uno!.... ¡que
esperan!…. ¡a su cuarto!
Se levantan y se
abrazan y comienzan a caminar rumbo a la escalara.
-¡Sepárense!.... ¡es que no entiende que uds no puede, tener nada!
-¡¿Por qué?!.... ¡no comprendes que estamos enamorados y que nos
amamos!…. ¡que nos amamos! Papá…. ¡nos amamos!.... ¡ni tú, ni nadie va poder
evitar eso!
-¡Eso lo veremos! Luis…. ¡eso lo veremos!
-¡Pues lo veremos! Papa…. ¡lo veremos!
Desafiante.
Ahora ya no hay
cariño paternal.
Hay rebeldía,
por el sentimiento que lo fortalece.
Es un hombre
enamorado, defendiendo a su pareja.
Se separan,
suben la escalera y cuando llegan al pasillo, en un gesto intempestivo, se
abrazan y se besan.
El gesto es apasionado
y lo hacen por largo rato.
-Lo siento…. cariño…. lo siento.
-No, Sito, no…. no digas eso…. nunca digas eso…. nunca lo digas, mi
amor…. nunca lo digas.
La mira
fijamente, mientras sus ojos se inundan de lágrimas.
La abraza
impulsivamente.
Martha lo mira y
comprende.
Con ojos anegados, lo abraza, lo detalla con el
cielo de su mirar y lo enamora hasta el infinito.
-Lo siento, Tica…. lo
siento….. snifffff…. lo siento…. mi vida…. lo siento…
La apretuja contra
su pecho y le dice las palabras, que jamás soñó, que algún día llegaría a pronunciar.
-Te…. espero…. EN EL CIELO…. vida de mi vida…. en ese sitio te esperare….
tal vez allá, si podrán permitir que nos amemos.
-No me esperes, nene…. yo me voy contigo, Sito…. contigo…. sabes que
sin ti no se vivir…. te amaré hasta el fin del fin, mi vida…. hasta el fin del
fin, mi amor.
Entran en sus
respectivos cuartos, cierran la puerta y un silencio sepulcral invade toda la residencia.
Al otro día,
pasadas las ocho de la mañana, María toca la puerta del cuarto de Tica y
Antonio la de Luis.
Esperan un largo
rato, pensando que tal vez, aún no se han despertado, pero como no escuchan
ningún ruido, las abren y cada uno ingresa en la habitación.
Antonio mira con
detenimiento el cuerpo de su hijo.
Esta vestido muy
elegante, con saco, corbata y calzado con sus zapatos brillantes.
Duerme
profundamente.
En su mano,
sostiene una hoja de papel, que se
escurre entre sus dedos y tiene escita tan solo cinco palabras.
Antes de
leerlas, se escucha un grito desgarrador, que retumba por toda la vecindad.
-¡No!....!no!.... ¡no!.... ¡por Dios del cielo, no!.... ¡no!
Antonio corre
con el papel en la mano, entra en el cuarto de su hija y encuentra a su mujer,
enloquecida de dolor.
En su mano, hay una
hoja casi en blanco, que tiene escitas cinco palabras.
Martha esta
rígida,
Viste un traje
blanco y calza zapatillas de tacón.
Antonio
temblando, lee el papel, que recibe de su esposa
Los esperamos…. EN
EL CIELO.
Luego extiende
la hoja que lleva en la mano.
Lee lo escrito, estremecido
y muy despacio apoya sus rodillas en el piso y llora amargamente, cuando
termina de leer.
Allá estaremos
juntos…. EN EL CIELO….
1 comentario:
Creo que si como algo que lleve azúcar, explotaré. Uf! demasiado... el problema no es que haya mucho amor, el problema es que se repite una y otra vez esa idea que ya queda clara al principio del relato.
Y es que, hasta que son descubiertos por los padres, no pasa absolutamente nada. Una continua retahíla de sentimientos una y otra vez que se pueden leer en diagonal sin perdernos nada de la historia.
Eso sí, aunque el final no me ha sorprendido, sí me ha emocionado. A base de insistir en los sentimientos de los dos hermanos has conseguido que llegara a sentir empatía con su amor.
No sé si es intencionado para intentar transmitir esas sensaciones tan sentimentales, pero me han chocado esos párrafos tan cortos. De hecho cada frase es un párrafo.
Hay un problema evidente con los signos de puntuación. Hay muchas comas mal colocadas.
Los diálogos los dejo pasar porque los atribuyo a dos adolescentes con la cabeza perdida por culpa del enamoramiento, pero son insufribles jajaja
Sinceramente creo que si se hubieran acortado (mucho) las descripciones durante la relación de los hermanos, el relato sería mucho mejor. Yo, al menos, esa parte la habría contado en unos pocos párrafos.
Por último, no acabo de ver la ruptura ¿Es el suicidio debido a la oposición de los padres a su relación?
Conclusión: considero que el autor tiene buenos mimbres para contar buenas historias. Pero creo que en este caso se ha confundido la grandilocuencia del amor con la insistencia en decirnos que se aman.
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