El hombre trabaja bajo el sol pesado de la tarde, el azadón se clava en
la tierra, se agacha para poner la semilla,se vuelve a incorporar y repite la
operación . Una joven se acerca con un pequeño cántaro y humedece la zona que
ha preparado el labrador. Vuelve a pequeño arroyo, allí otra muchacha , un poco
mayor, la coge la mano y la obliga a sentarse a su lado bajo la sombra de un árbol.
-Descansa. Padre va a seguir hasta caer agotado. Sólo el trabajo le impide pasarse las horas llorando.
-Fue terrible. El fuego,las piedras, la destrucción , tan rápido, sin
darnos cuenta. Y él ha perdido todo, su casa, sus amigos, toda lo que había
conseguido en la vida, Y lo peor lo de madre, cuando parecía que nos habíamos
salvado …
-Sí, tienes razón, ha sido horrible lo que ha pasado, pero ...¿y
nosotras?. Aquí en el medio de la nada. Teníamos que estar en Zoar. No viviendo
en una cueva, solas con un viejo que sólo trabaja, llora y bebe.
-Antes no era así. Era alegre, hablaba con todos, era generoso. Todos
le querían, le apreciaban. Era el miembro más importante del Consejo de la
ciudad.
-Pero él ha vivido y bien, pero nosotras, perdidas, solas en medio de
la nada. Él tuvo todo, nosotras nada. ¿ Te acuerdas cuando le espiábamos cuando
hacía el amor con madre?
-Sí -la menor de las hermanas sonríe con tristeza- Todo ha acabado.
Íbamos a escapar con nuestros novios, con los criados, pero todo se aceleró.
Nos fuimos con poco más que lo puesto, sin poder mirar atrás, fugitivos en la
noche.
Es la mayor la que coge el cántaro y va hacia donde el padre sigue
sembrando, ajeno a todo, repitiendo una y otra vez los mismos movimientos,buscando
el olvido y la muerte.
La más joven sigue recostada en la hierba, sus manos van a los senos
cubiertos por la saya. Recuerda los labios de su prometido, las caricias
furtivas los pocos momentos que estaban
a solas. Todo murió, no queda nada, sólo la soledad a tres, el tiempo sin
horizontes.
-Te estabas tocando -dice su hermana cuando vuelve- ¿En qué
pensabas.? Me pasa lo mismo, ¡qué felices éramos! Ha dicho padre,que no hace
falta que le ayudemos más. Va a ir a por leña y a intentar cazar algo para
cenar.¿ Quieres que ..?
-Sí
No le deja seguir, sabe en lo que está pensando, en
los juegos con los que imitaban a sus padres y a los criados que fornicaban con
alegría. En el placer que se daban cuando sus manos buscaban sus escondites más
carnales y secretos. Suben hacia la cueva, allí en la penumbra se deleitan en
placeres lésbicos e incestuosos.
El padre no vuelve, están satisfechas, sus cuerpos se
han relajado y gozado con orgasmos interminables.
-Ha sido maravilloso, pero no es lo que necesito. No
he conocido varón. Soy virgen. No sé que es el sentir la carne que te horada,
la leche que se derrama -suelta la mayor de las hermanas, mientras se vuelve
a cubrir con la áspera túnica.
-A mi también me gustaría vivir cómo me dilato para
recibir a un hombre, sentir sus acometidas que me lleven al paraíso. No tenemos
hombres, no somos mujeres.
-Sí tenemos un hombre: padre. Ya no es joven, pero
tiene un colgajo como un caballo”- la sonrisa maliciosa de la mayor hace que su
hermana se ría.
-Es enorme. La primera vez que les vimos nos
asustamos, ante semejante palo, pensamos
que iba a matar a madre cuando se lo iba metiendo, y encima ella chillaba,
hasta que nos dimos cuenta que pedía más y más de aquella tranca.
-Nuestro padre es viejo y no queda varón en la
tierra que entre a nosotras conforma a la costumbre de toda la tierra. Ven,
demos de beber vino a nuestro padre, y durmamos con él, y conservaremos de
nuestro padre generación.
-Vamos a preparar el conejo que cazó padre ayer. A él
le gustan las patas, voy a cocinarlas muy saladas para que necesite mucho
vino -concluye la mayor.
El padre llega con hambre y cena. El salado del guiso
hace que le parezca sabroso, con lo que come y bebe más de la cuenta,
retirándose a dormir al fondo de la cueva.
La mayor se acerca, le sopla varias veces en el
rostro, comprueba que no se despierta, y con mano ágil rebusca el miembro
paterno. Comienza a menearlo con la habilidad que ha adquirido con su novio, en
los pocos momentos de intimidad que disfrutaron. El padre gira poniéndose boca
arriba, el falo se ha ido endureciendo en sus
dedos, cuando piensa que está a punto, se levanta la saya y se monta
sobre él, haciendo que el cipote entre en ella. Le duele al romperse el himen,
pasa a cabalgarle, despacio al principio,
más rápido a medida que el placer la inunda. Su hermana se acerca a ella
y le acaricia los pechos a través de la tela. Su padre se agita con sonidos
extraños, olvidados, sus movimientos se vuelven rápidos, espasmódicos y se
derrama en el interior de su hija.
Amanece, el padre se levanta ligero, sale al campo, y
vuelve a su rutina.
Las hijas ven como sale, se dan cuenta que no sospecha
nada de lo que ha pasado en la noche.
La mayor besa a la pequeña, se acarician fuera de la
mirada del hombre.
-Habrá que llevarle algo que comer -dijo la pequeña-, debe recuperar fuerzas, le dejaste seco ayer.
-He aquí yo dormí la noche pasada con mi
padre; démosle a beber vino también esta noche y entra y duerme con él para que
conservemos de nuestro padre generación.
El día transcurre diferente para las muchachas, una ha
probado varón, la otra lo hará en las próximas horas.
El padre bebe en exceso, quizás desea volver a soñar lo que soñó la noche anterior,
se queda enseguida dormido.
La menor está asustada, le ruega a la mayor que compruebe si el hombre
duerme. Le repita que tiene miedo, que no sabe si chillará cuando se rompa el
virgo, la mayor la tranquiliza.
-Yo te tocaré hasta que estés tan ardorosa que sólo desees que te
atraviese su falo. ¿ Quieres que lo ponga yo duro o prefieres hacerlo tú?
-Es mejor que lo hagas tú. A mi me da miedo que se despierte.
La mayor comprueba que le hombre duerme, está boca arriba, esta vez le
es fácil excitarlo. Cuando retira la túnica el falo se yergue orgulloso. La
mano libre de la mayor busca el sexo de la pequeña, lo acaricia, siente como se
va mojando.
-Ahora, clávate de una vez -le susurra.
La menor no vacila y se deja penetrar de un golpe. El dolor se confunde
con el placer que le llega a través de la vagina, y las caricias de su hermana.
Y concibieron las dos hijas de Lot, de su padre.
Y parió la mayor un hijo y llamó su nombre Moab....
La menor también parió un hijo y llamó su nombre Ben-
ammí.
Génesis capítulo 19, versículos 30 al 38.
Lot antes de huir de Sodoma era un hombre valiente, se
atrevió a no seguir a Abraham, se integró en la ciudad. Tras la destrucción de
Sodoma y Gomorra, se volvió un eremita, viviendo en las cuevas sin hacerlo en
Zoar, donde pensaba ir hasta la muerte de su mujer convertida en estatua de
sal.
1 comentario:
Esta versión porno de un pasaje de la Biblia me ha gustado más que el otro relato del Ejercicio de corte similar (El converso).
Primero, no sabemos de qué hechos trata el relato hasta el final. Lo que en un principio parecía un fallo, el no saber el nombre de los protagonista, resulta ser un acierto. Mantener la incertidumbre para la sorpresa final que, además, le da algo de sentido a los hechos que hasta ese momento me parecían cuanto menos raros, es un acierto.
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