Noche del viernes 13 de febrero.
Acaricié los pezones excitados y duros de mi mujer. Pasé por ellos las
palmas de la mano, después los apreté con los dedos. Elena soltó un gemido de
placer y se movió despacio, arriba y abajo, deslizándose en la verga que la penetraba. Sabía que
estaba cachonda, le calienta sentirse deseada y las miradas lujuriosas del
vecino del duplex adosado durante toda
la cena la habían puesto a mil, tanto que apenas se durmieron los niños, tiró
de mí hacia la cama y sin preámbulos, tras desnudarnos, se había empalado en la polla endurecida.
Se quedó quieta totalmente
empotrada y suspiró disfrutando del polvo, moví
el culo para que mi espada deslizara por la funda lubricada.
- ¡Qué puta eres! ¡ Mira que te pone burra cuando un tío te tiene
ganas!
-
Vos no quitabas los ojos de su mujer, cabroncete. Es linda pero...
- No tiene unas tetas como tú. Ya
lo sé, pero sí, es mona y tiene cara de puta.
Elena comenzó a oscilar adelante y atrás forzando la dureza pétrea de
mi pija, en un retardar la cabalgada, me sonrió y me miró juguetona poniendo
cara de viciosa.
- ¿ Te gustaría cogerla?.
- Lo que estás pensando es
imposible. Están como nosotros: con sus hijos, son del interior, Costa del Este
es un sitio superfamiliar y tranquilo, y encima tenemos pocos días...
- ¡Que cabrón sos! No he dicho
nada y ya has pensado en un intercambio de parejas.....y no me vengas diciendo
que es imposible...te apuesto a que nos lo montamos entre los cuatro..
-
Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible..Olvídalo. Nadie
es capaz de eso.
La pellizqué los erectos pezones
con fuerza, se quedó quieta y volví a moverme para follarla a gusto. Se echó
hacia atrás, supe lo que quería ,que la polla le rozara el punto G.
- ¿ Dices que no soy capaz de montarlo?. Te
apuesto...100 pesos y una cena en Gastón .
Como en esa peli que te gusta de dos hermanos que se apuestan un dólar
para ver qué pasa si cambian a dos tipos....sí esa que trabaja esa chica que
dices se parece a mí...
Me hizo gracia la oferta y la referencia fílmica,
Elena tiene las tetas como la Lee Curtis, una maravilla de tamaño , de esas que
dejan atontado al personal cuando la ve semicubiertas por el bikini. Seguía
mirándome, la verdad es que me apetecía la vecinita y el juego podía ser
divertido y morboso.
- Acepto – dije
concentrándome en el polvo. La tenía agarrada por la cintura y la movía arriba y abajo lentamente , disfrutando del
deslizar de mi polla por su interior empapado. Mi mujer bajó su mano derecha
hasta el pubis e hizo que sus dedos
entraran en contacto con el clítoris enrojecido y duro. Se fue pajeando a
medida que aumentaba el ritmo de la follada.
Tenía los ojos cerrados, ensimismada en su placer, las
tetas en las que destacaban sus puntas erguidas, oscilaban ante mí. Sus gemidos
se iban convirtiendo en ahhhes y uuuuys más y más altos. Estaba a punto de
acabar, yo aceleré el ritmo, necesitaba soltar la leche , la dí una nalgada,
después otra y otra mientras le decía :
- ¡Yegua! llega a la meta.
Me gusta ver cómo se corre, tiembla como sacudida por
una corriente eléctrica, concentrada en si misma, saboreando su placer. En
cuanto comenzó su marea,yo le metí aceleración a mis embestidas, ella acababa
cuando yo comencé a soltar mi lava.
Nos quedamos quietos, gozosos, exhaustos. Elena se
dejó caer sobre mi pecho y me besó. Agarró la parte de abajo de su bikini y se
lo pegó al coño cuando se separó de mí.
- Espera, estate quieto, no quiero manchar las
sábanas.
Se deslizó hasta llegar a mi pija morcillona y mojada
de semen y de sus flujos y comenzó a limpiarla con la lengua. No dejó rastro de
la cogida y entonces se levantó y fue al baño. Yo le acompañé para orinar, esa
meada relajante después de una buena follada que nos gusta a los hombres. Ella
se lavaba el chocho en el bidé. Yo me lavé la polla en el lavabo y abrazados
volvimos a la cama.
- Entonces ¿aceptas la apuesta?
- Sí, cariño. Cien pesos y la cena.
Me besó y se acurrucó mimosa en mis brazos hasta
quedar dormida. Siempre me ha impresionado lo rápido que se duerme después de
follar. Me quedé pensando en la apuesta. La vecina me gustaba, así que yo
siempre ganaba. Esa ha sido mi filosofía
en los pocos casos que hemos intercambiado parejas. A mí me gusta ver lo puta
que es Elena, y cuando coge con otro es una espectáculo guarro que me vuelve
loco. Pero a mi mujer sólo se la jode otro si yo me jodo a la pareja de ese
otro, y esa otra me tiene que apetecer. Por eso es un intercambio, yo te doy,
tú me das. Y pensando en cómo mi chica encararía la aventura, me quedé dormido.
Noche del sábado 14 de febrero.
Los niños dormían, Elena me sonrió mientras brindaba
con el Campari con naranja.
- Feliz día de los enamorados.- le dije devorándola
con la mirada. Estaba
buenísima, un
vestido de tirantes que debía darle un aire inocente se convertía en todo lo
contrario. No llevaba nada debajo, yo lo sabía, se le marcaban los pezones de
las tetas que se movían libres y el imaginar como estaba de mojado el coño me
ponía como una moto. Bebimos un trago y nos besamos sin soltar las copas, un
beso en la boca, sin abrazarnos. Nos quedamos de pié, como dos boxeadores antes
de empezar el asalto.
- Bárbara es una delicia. No sabes la conchita que
tiene, el vello recortadito en un triángulo, es ondulado, como el pelo antes de
hacerse la plancha. le he dicho en las
duchas que no valía la pena que perdiera tiempo en alisarlo, que le quedaba
bien, que le daba un aire ingenuo muy atractivo. Porque es una casi virgen,
sólo ha estado con su marido. Seguro que vos la enseñas cosas que no sabe.
La verdad que Bárbara tenía un punto de inocencia
perversa que me ponía. Teta pequeña, culo hermoso, el bikini dejaba ver los dos
cachetes enteros, redondos, rotundos, patas dóricas, y dos hoyitos a la altura
de los riñones que le daba un aire de
niña mala a la que había que comerse. Con el pelo ondulado resaltaba la belleza
de su rostro.
Mi mujer se acabó el trago y se sentó en el sillón, apoyando sólo la
parte trasera de las nalgas, se subió la falda dejando el sexo depilado a la
vista y me susurró con voz ardiente:
- ¡ Cómeme!.
Sabía lo que quería , que la chupara bien chupado el
clítoris,que no anduviera por las ramas, una jamada rápida de coño para sacarla
de sí. Me arrodillé entre sus muslos abiertos, la miré a los ojos, se había
bajado los tirantes y dejado los pechos fuera. Se los empezó acariciar al tiempo que me ordenaba:
- ¡ Empieza ya!.
Y la obedecí, recorrí con la lengua la raja saboreando
sus jugos salados y llegué al pequeño pene,
lo dejé al descubierto. Estaba duro, una cabecita rosa fuerte asomaba
entre la piel de un pequeño prepucio. Recordé la frase de su ginecólogo: algunas
se operan para tener un botón rosado así. Lo lamí una y otra vez como si
fuera un helado. Comenzó a suspirar, luego lo tomé entre los labios y lo chupé
a modo de pezón, al tiempo que metí dos dedos en su raja empapada, buscaron su
objetivo sobre la pared de la vagina y empecé a acariciarlo.
- Ahhhh...sigue.
Fue lo último que oí, los muslos se cerraron y taparon
mis oídos, lamí , sorbí , mordisqueé su clítoris sin dejar de sobar su punto G.
Temblaba, hasta que sacudida por un rayo abrió las piernas y pude volver a
recuperar el sonido.
- ¡Ya!...¡Ya!...me meo....tómalo...bébelo.
Abandoné el clítoris y me lancé al coño, seguí con mis
dedos dentro acariciándola y me regaló el líquido salvaje de su sexo.
- Ya está...bésame.
Me levanté y la besé en la boca, dejando que saboreara
su propia feminidad. Sudaba,con el vestido enrollado a la cintura, la abracé
dejando que bajara del cielo del orgasmo.
Se levantó , dejó que el vestido cayera a sus pies y
levantándose preparó otros dos camparis con naranja. Me ofreció uno. Estaba
buena como un pan. Le brillaba la piel por la satisfacción del orgasmo, los
ojos negros rendidos, las tetas grandes, con los pezones erectos se agitaban
temblorosas con la respiración profunda
tras el esfuerzo.
- Nena, hazme una mamada.
Mi mujer me la sabe chupar, por lo menos como me gusta
a mí. Hay tíos que a lo mejor les vuelve loco que se lo hagan de otra manera,
pero ella ha ido practicando hasta dar con el estilo que me va a mí.
Me bajó el pantalón y los calzoncillos, la polla
estaba dura y en alto. Se arrodilló, me la agarró y pasó la lengua por la punta
del cipote limpiando el juguillo de mi excitación. Abrió la boca, sacó la
lengua. La sacudí golpeándola, me pone darle con la verga cuando está así,como
una esclava esperando su manjar.
- Por favor...dejáme a mí.
Cuando dice dejáme en vez de déjame o cogéme en vez de
cógeme ,es decir argentiniza los acentos me emburra.
Me la lamió entera como si fuera un polo una y otra
vez hasta que quedó baboseada. La saliva hizo de lubricante de su mano que me
masturbó apenas unos segundos, agarrada con el puño en la base, se dedicó a la
mamada.
Usaba los labios mullidos, la lengua juguetona para
trabajarme la parte delantera de la pija. Sentirla en el glande , la punta en
la raja del cipote, desencapullarme para jugar a veces con el cabezón desnudo,
otras con el pellejo que lo cubre, vibrar en la parte bajo del ciruelo, todo
eso me hizo con habilidades de maestra.
Le agarré la cabeza para concentrarme en un mete saca
, estaba a punto de correrme , ella apretó los labios al vástago que se movía
hasta que descargué mi leche.
Dejó que me serenara y se levantó para besarme y que
yo pudiera saborear mi semen.
- Me encante que de vez en cuando juguemos a otra cosa
que al coito convencional.- me largó con una sonrisa perversa.
Nos fuimos a la cama. Me abrazó , me gusta sentir la
suavidad de su piel desnuda junto a mí.
Y empezó a contarme cómo era Bárbara, sus tetas, sus
pezones, su coño, su sonrisa y como jugaba con la lengua en los labios cuando
se había puesto nerviosa al estar las dos desnudas, aunque estuvieran las
niñas. Mientras hablaba comenzó a hacerse una paja. Me encanta ver masturbarse
a mi mujer pero la descarga reciente hacía que a mi nene le costara desafiar la
ley de la gravedad . Cogió mi mano derecha y la llevó encima de la suya, para
que notara como se pajeaba con los dedos dándole fuerte al parte baja del monte
de venus.
Uno no es de piedra y decidí darle a la zambomba así
que poco a poco se me fue endureciendo . Me di cuenta que mi mujer se estaba
viniendo, le di con más fuerza, no era un ariete pero andaba gorda y un poco
morcillona.
- Dejame a mí.- me pajeó rápido y corto en la parte
delantera. No era un piedra pero estaba
lo suficientemente dura para, que bien agarrada, pudiera entrar, con cierto
poder en su coño, cuando me montó.
Encendió la luz de la mesilla,quería que la viera como
me galopaba.
¡Dios ! ¡Que suerte tener una mujer tan golfa y
viciosa! ¡Qué espectáculo porno me dio. ! ¡ Cómo sabe usar los músculos de la
vagina para estrujarme la polla mientras va arriba y abajo! ¡ Cómo gime, grita
,suplica mientras folla! La ventaja de
un polvo largo es que te da tiempo a disfrutar de tu hembra a tope y eso hice.
Domingo 15 de febrero.
Había sido un día para mí. Cuando comenzó el lío del
levantarse matutino, con las voces de mis hijos y sus nuevos amiguitos, los vecinos, decidí tomarme un descanso,
avisé que iba a por el periódico y que traería el pan para los bocadillos
playeros. Lo que tenía ganas es de estar tranquilo. En la cafetería Costa Dulce
pedí un café con medias lunas, mientras
empezaba a leer la prensa. Dado que es “el sitio” de pan bueno y facturas
mejores, había una cola enorme para la compra de las viandas, con lo que no
tenía prisa.
Me entretuve en ese sano ejercicio de mirar las tías
que pululaban por el local. Había muchas del tipo que me va: Mamás jóvenes y señoras maduras que empiezan
a querer demostrar que todavía están en la pelea, que buscan la aventura y
agradecen un poco de vicio, como dice Sabina : las casadas que pasan de los
treinta. Cuando acabé había echado un
buen rato, mentalmente me había follado seis tías y dejado listas para
sentencia a otras cinco, y emprendí el regreso al hogar.
Mi mujer me conoce bien, y nada más verme entendió que
no tenía puta gana de aguantar a los vecinos con el añadido de las criaturas
vociferantes, así que cuando dije que
fueran a la playa,que me quedaba preparando la cena, no sólo puso buena cara,
también elogió mi buena disposición a
cuidar de los demás, y lo buen cocinero que era.
Se despidió la cuadrilla y me dejaron tranquilo. Había
decidido hacer unos calamares rellenos, así que tras comprobar que se habían
descongelado bien los tubos, los limpié y volví a los periódicos mientras se
iban cociendo unos huevos. El seguimiento del crimen del fiscal que había
acusado a la presidenta, es un policial apasionante y me entretuve en ver cómo
iba la investigación. Puse unas botellas de chardonay de Norton a enfriar en la
nevera, pero antes abrí una para tomar mientras me daba a la cocina. Mientras
se enfriaban los huevos, piqué cebolla, jamón cocido, kalikama y pimientos.
Pelé los huevos, los partí en pequeños trozos y preparé los dos rellenos, uno
sobre carne y otro con pescado. Rellené los tubos, cinco y cinco, los distinguí
con el número de palillos para coserlos, uno pescado, dos carne, los enhariné y
los dí una vuelta en la sartén. Tras sacarlos, puse la cebolla, añadí puré de
tomate, pimentón dulce y lo dejé ir haciéndose. Vertí casi toda la mezcla en
una cazuela, dejando el resto del sofrito a fuego muy lento. En una taza eché
las tintas de calamar con un poquito de ajo en polvo, añadí agua para que se
disolviera , puse los calamares en la cazuela, vertí la mezcla anterior y dejé
que el fuego pusiera en ebullición la cazuela, y entonces, bajé la potencia
para una cocción lenta.
Saqué la sartén del fuego y dejé enfriar el sofrito.
Me tomé otro vasito de vino frío mientras seguí leyendo la prensa.
Hice dos masas , una
de jamón cocido, queso portsalut, huevo cocido y crema de queso para ligarlo. La otra , el
sofrito de tomate, pimientos, huevo, y dos latas de atún desmenuzado. Saqué las
tapas de las tartas, las rellené con lo preparado, y las metí en la nevera.
Seguí leyendo, tomando vino, acompañado con un poco de
queso, me eché un pitillo, mientras la cazuela de calamares hacía chop-chop.
Era hora de recoger la cocina,lavé la sartén , los
platos y cuchillos que había usado, los puse a secar , apagué el fuego, otro
vaso de vino, tapé la cazuela con un plato y decidí que era hora de marchar
para donde me esperaba la cuadrilla.
El vino, me había metido tres cuartos de botella entre
pecho y espalda, más el calor de la hora, hizo que llegara a la playa sudando
como un perro. Les vi. Los niños jugando a su aire, las niñas con el canta
mañanas del marido de Bárbara, y ésta y mi chica tomado el sol junto a la
carpa, con los sujetadores sueltos para broncearse la espalda sin marcas. Me
acerqué a ellas y besé a Elena en la boca, se levantó un poco y sus peras
poderosas quedaron a la vista del personal cercano.
- Has chupado mientras preparabas la cena.
- Sí, cariño, un poco de vino fresco para mitigar los
calores de los fuegos de la cocina.
Bárbara sonrió, parecía que le hacía gracia que tomara
por la mañana, me ofreció la mejilla para un beso, eso sí, usando las manos
para que no se le despegara el top del bikini. Aproveché para rozar sus labios.
La estudié como un cazador a su presa.
En contraste con mi mujer que es curvilínea, ella era maciza. Me recordó
a una columna griega. Bien proporcionada pero rotunda. No tenía mucha teta, las
patas bien torneadas pero no de tobillo fino,algo que me encanta de mi mujer.
Lo que tenía era una cara preciosa, al estilo de la Audrey Herpurn, la de My
fair lady, con un punto de golfa que me excitaba, y algo más , unas nalgas
poderosas, el pensar en follarla hizo que mi niño se pusiera alegre. Las dos
chicas se dieron cuenta, el bulto en el bañador me delataba.
- Vamos al agua que vienes demasiado ardoroso entre la
comida y...-dijo mi mujer con una sonrisa.
Me tomó de la mano y en una carrera llegamos al mar y
nos zambullimos, pasamos la zona donde rompían las olas, el agua nos cubría
casi hasta el cuello. Elena se acercó y me tocó la polla que había vuelto a su
tamaño normal con el frío.
- Cómo te has alegrado de vernos y Barbi te la ha
puesto gorda. Ya te estas relamiendo como un gato ante una sardina.
- Nena , la que estás como un pan de buena eres tú.
Esa tiene su encanto, pero maciza maciza tú. Que el gil de su marido quiera
follarte es fácil, pero que esa puritana quiera jugar es otra cosa....
- Te infravaloras , vos tenés el morbo de los
viciosos. Te la voy a poner en suerte para que te vayas calentando.
- ¡Mamá! ¡Papá! O venís o voy.
Nuestro hijo se había zambullido y quería bañarse con
nosotros. Aunque nada como un delfín, le habíamos prohibido meterse donde no
hiciera pié. Así que nos acercamos hasta él. La niña nos vio y también quiso
que jugáramos con ella. Vino la vecina con sus dos hijos mientras su marido se
iba a prepara el almuerzo en la carpa, no era de mucho mar.
Nos quedamos jugando con los críos, Elena dijo que
ella se ocupaba de las niñas y que Bárbara y yo
fuéramos a la parte, donde sin cubrir rompían las olas. Los chavales
encantados, estuvimos un buen rato, la vecina se caía alguna vez sobre mí, me
di cuenta que buscaba guerra, así que aproveché para toquetearla un poco. Tenía
una piel suave y la carne tersa, las nalgas duras al tacto. Una ola nos tiró
entrelazados, se me puso dura, ella se dio cuenta pero no se separó enseguida,
se demoró en el sobeteo.
Yo me quedé un rato más para bajar el ardor cuando
salió la expedición. Cuando fui a la carpa estaba todo preparado. Osvaldo , el
marido de Bárbara, había encargado las bebidas y sólo quedaba zampar.
El mar cansa y tras comer las crías se durmieron
tendidas sobre las toallas a la sombra, los chicos incansables se fueron a
jugar, Elena, Bárbara y Osvaldo se tumbaron en las reposeras a tomar el sol. Yo
me senté en una silla con brazos , comencé a hacer un sudoku y mano de santo:
me quede adormecido.
Me despertaron las voces infantiles, querían bañarse y
jugar. La tarde transcurrió ejerciendo de padres responsables. Nos duchamos en
los vestuarios y volvimos para casa. Hubo algo que me jodió. La pedazo de polla
del cabrón de Osvaldo, después de salir de la ducha en descanso, era casi como
la mía en posición de levanten armas.
Mientras preparaban
la mesa en el jardín , yo me dediqué a acabar de hacer la cena. La
ensalada, las tartas, los chipirones. Cuando estaba terminando entraron mi
mujer y Bárbara.
- Le voy a dejar una remera tuya vieja pero limpia. Ha
venido tan arreglada que si le cae una mancha de tinta va a tener que tirar el
vestido.
Mi chica dejó la puerta entreabierta para que pudiera
echar un vistazo a la vecina. Es lo mismo, pero no es lo mismo, ver a una tía
en bikini que en ropa interior. No pude evitar que se me pusiera dura y más cuando Elena la dio un piquito malvado
tras una conversación que no pude oír. Salieron con dos camisetas largas que
les llegaban a medio muslo.
La cena fue gloriosa, los comensales se chuparon los dedos , me había
quedado de puta madre y encima regado con tres botellas de blanco frío. Preparé
unos gintonics con Bombay, es un trago poco usual en Argentina, les gustó, y
nos colocó más.
- Voy por helado -dijo Osvaldo levantándose y yendo
hacia su coche.
- Mientras vos vas a por el helado, ¿por qué , Elena,
no preparas otra copa y yo ayudo a llevar los platos?
- Bueno, y de paso me ocupo que los niños no jodan
mucho.- añadió mi mujer, que me susurró mientras Bárbara llevaba la primera
tanda de platos hacia la cocina.- Le va lo duro, se ha aficionado a lo de Grey.
Con esa información fui hacia la cocina con otra tanda
de platos. La vecina estaba enjuagándolos, le di un beso pequeño en el cuello,
dejé la carga y fui a por la última remesa.
- Atácala, lo está deseando.- me dijo mi mujer.
Cuando volví a la cocina y me quedé libre tras poner
los platos en el fregadero, le di un azote
en el culo rotundo, se volvió y la abracé dándole un beso en el
que, aprovechando su sorpresa, le clavé
la lengua a fondo. Se pegó a mi cuerpo, yo le puse las manos en las nalgas y la
restregué contra mi polla dura. No sería tan grande como la de su marido, pero
era menos conocida. Cuando nos separamos , su respiración era jadeante.
- Hay que fregar los platos.- ordené dándole un
pellizco en el excitado pezón izquierdo. - Yo enjabono y tú enjuagas.
- Lo que vos digas.
Tenía razón Elena, a la chica le iba la marcha. Al ir
yo primero en la cadena de montaje, acabé antes, me sequé las manos, me puse
tras de ella, le retiré el pelo del cuello y la mordí con morbo en la nuca. Dio
un respingo y su culo quedó empotrado en mi pija. Mis manos buscaron sus tetas
pequeñas, los pezones duros como garbanzos, la lamí el cuello. Movió las nalgas
restregándose contra mí polla. Se demoraba en acabar de lavar, me di cuenta que
quería que aquello durase. Le metí la mano bajo la camiseta , recorrí el valle
de su trasero y acabé metiendo un dedo en el coño empapado.
- Ahhh- gimió.
- ¿ Han acabado? Osvaldo ya ha traído el helado de
Pérsico.- se oyó gritar a mi mujer.
- Ahora vamos, nos quedan unos segundos- contesté al
tiempo que mandón, besé a Bárbara dejando dentro el dedo. Cuando lo saqué lo
chupé ante su mirada rendida, la di un azote indicando que volviera al grupo,
encendí un pitillo y me relajé , no era
adecuado presentarse en polla dura al postre.
Nos sentamos a tomar y a comer el helado. Lo de Elena y el helado fue
un espectáculo, lamía la bola como si fuera un cipote, al tiempo que derramaba
la vista entre Bárbara y su marido. Este no pudo evitar que se le notara la
excitación, el pobre no sabía cómo ocultarla. Yo que no estaba pendiente de la
insulsa conversación sobre los encantos y líos de algunas conductoras
televisivas, me dediqué a pensar en las
posibilidades de éxito en la apuesta con mi mujer. Las niñas dejaron de jugar y
se acercaron diciendo que tenían sueño.
- Todos a la cama.- ordenó mi mujer.
Osvaldo cogió en brazos a su hija y Bárbara de la mano al chico para ir
hacia su casa.
- Ve solo, que tu madre tiene que llevarse el vestido. Y vos aprende y
lleva a acostar a tus hijos.- dijo Elena tomando todas las iniciativas.
Como soldados disciplinados obedecimos sus ordenes. Cuando acabé mis
tareas y salí al jardín a tomarme la
espuela, aparecieron las dos mujeres de la mano.
Me di cuenta que la cabrona de mi mujer se la había beneficiado, se
dieron un beso en la boca, la vecina se me acercó y me dio otro usando labios y
lengua, y se despidió con un hasta mañana que presagiaba entrega y
vicio.
Elena se me pegó y me quitó la copa, se la bebió de un trago.
- ¡ Por favor!- me rogó.
- Pero qué golfa eres. Te la has cogido y ahora quieres
más. Nena, eres insaciable.
- Vos la habías dejado a la mitad y necesitaba un buen
orgasmo...Vamos a la cama.
Apenas entramos en el dormitorio, se quitó mi camiseta
, debajo no llevaba nada. A ella también le había hecho algo la vecina. Se puso
a lo perro trasversal en la cama. Dejó caer el torso para quedar con el culo en
alto. Comenzó a pajearse.
Me desnudé viendo el show, de la mesilla saqué un
condón, me lo enfundé en la polla. Eché un buen lapo en el ojete y con el dedo lo embadurné bien.
- ¿ Quieres que te encule?.
- Sí, por favor , metéla entera...rompéme.
Apoyé el glande en el estrecho agujero y poco a poco
la fui metiendo.
- Sigue...sigue...¡uy!... ¡qué gustito de
dolor.!..sigue ...por fa...
Debo reconocer que me encanta sodomizar a mi chica. Ella
dice que es para ocasiones especiales y aquella noche era una de ellas. Yo la
había desvirgado por detrás, un regalo de cumpleaños, y tocaba sólo de vez en
cuando.
Me encantaba el deslizar de la polla por aquel camino
estrecho, una mano en cada cadera y darle suave al principio hasta dilatar bien
y luego cada vez más fuerte.
- ¡ Para!- me imploró sin dejar de masturbarse.
Lo hice, dejando mi arma empotrada hasta la
empuñadura.
- ¡Aaayyy!...¡ayyy!...¡ay!..¡ay.!...¡Yaaaa !
Se había corrido.
- Vos ¿ cómo estás?.
- A punto, nena , a punto.
- Dame un poco más y sácala ante de soltar la leche...por favor.
Esta vez me moví despacio, casi fuera y a fondo, apenas pude hacerlo
cuatro o cinco veces, estaba listo para reventar cuando la saqué.
Elena se dio la vuelta, tiró del preservativo, me dejó la polla al
aire, y se la metió en la boca. Apretó los labios y me la mamó.
- ¡ Hostias!- solté cuando sentí que estaba a punto deme salir la lava.
Mi mujer me agarró la pija, la sacó de la boca y empezó a masturbarme fuerte
hasta que escupí mi leche. Le daba en la cara, en las tetas, no paró hasta que
sacó la última gota. Y entonces me besó llena de pasión y entrega.
- Te quiero.- me dijo cuando nos
separamos.- Me lavo y dormimos que mañana va a ser un gran día.
Lunes 16 de febrero.
Habíamos ido a la playa, Bárbara, Elena y los cuatro chicos; el vecino
se fue a comprar carne para un asado y yo me quedé como capataz de la manada.
Mi mujer me había dado un cialis antes de salir para estar en forma para la
jornada en la que se presumía tendría que emplearme a tope.
La vecina tenía un culo que me iba, las nalgas grandes pero bien
puestas, con la tira del tanga empotrada en el valle, dejando al aire las dos semiesferas que
oscilaban al andar.
- Cariño, recuerda que le va la marcha. ¡Trátala duro y mete mano a
todas horas! Te está esperando para que vayas al agua con ella.
Cumpliendo los deseos de mi mujer,
le propuse bañarnos. Elena dijo que se quedaba con las niñas, los chicos
vinieron con nosotros, nos quedamos donde rompían las olas. El primer momento
en que nos dejaron solos, le dije con mi mejor pose de duro:
- Ponte cerca para que pueda sobarte como estás deseando.
- Pero..
- No hagas que te lo tenga que repetir.
Y vino como una corderita junto a mí. Le
acaricié el culo, vi como se le ponían los pezones de punta. Cuando llegaron
los chicos, aprovechamos para saltar las olas. En una de las embestidas se le
salió un pecho del bikini. Lo dejó fuera para que yo lo viera, luego con una
sonrisa rendida se lo cubrió. Volvimos a quedarnos solos, la agarré e hice que
sus nalgas se apoyara en mi polla que estaba dura. Me restregué por el valle de
su trasero, al tiempo que le metía una mano bajo el bikini para tocar su coño.
Sentí el clítoris duro, jugué con él mientras volvían nuestros hijos. Dos zambullidas más y dijeron que salían, le
dije que nosotros íbamos enseguida.
- ¡Ven, zorrita!
Y vino, volví a meter la mano bajo el tanga, y
ella se acomodó para sentir mi pija ente sus glúteos.
- Te voy a hacer una paja. Lo estas deseando.
- Sii..- contesto con un gemido.
Era una mujer
ardiente, se movía como una serpiente bajo mis dedos, mordiéndose los labios
para no chillar. No llegó a medio minuto cuando noté que se corría. Me lo
confirmó su YA.
Salimos y fuimos
a la carpa. Mi mujer nos sonrió cómplice. Era hora de empezar a preparar los
bocadillos para el almuerzo. Llegó Osvaldo presumiendo de lo que había comprado
y cómo iba a lucirse en el asado de la cena. Mientras comíamos me di cuenta que
el tío no quitaba los ojos de encima a mi mujer, no le faltaba más que babear
cuando se recreaba mirando sus voluptuosas curvas apenas cubiertas por el
bikini negro.
Apenas acabamos
de jamar, las dos mujeres nos dijeron que se iban a bañar y que nosotros nos
ocupáramos que las niñas no se durmieran, los chicos se fueron de aventuras
camino de la zona donde funcionaban los cuatriciclos.
Yo las veía
bañarse, conociendo a mi chica y sabiendo cómo era Bárbara me di cuenta que se
estaban pajeando cuando se quedaron un rato donde les cubría hasta casi el cuello.
Lo de jugar con las niñas era un coñazo, que Osvaldo lo convertía en un rollo
mayor al intentar hacer como si tuviera la edad infantil de las crías, encima
yo estaba sin perder ojo de las dos viciosas damas que eran nuestras mujeres.
Su vuelta fue un
espectáculo, de la mano, con una sonrisa perversa y relajada, mirándome como
dos gatas a un ratón apetitoso.
- ¿ Me invitas a
un café? Y de paso traemos agua para el mate.- me propuso mi mujer tomándome de
la mano y haciendo que la acompañara hacia la cafetería del balneario.
Apenas nos alejamos para que no nos pudieren
oír, me soltó emocionada:
- Bárbara es un cañón . Se ha venido dos veces en nada, en cuanto
la he tocado y le he comenzado a contar lo que le ibas a hacer...Es virgen por
detrás...le he dicho que se le vas a meter por el culo para que aprenda...tenía
miedo pero la excitaba eso de que la sodomizaras...me ha preguntado si le iba a
doler, yo le he contestado que un poco pero que yo la comería la concha y sería
una experiencia divina...le va la marcha...Me ha preguntado cómo sos
cogiendo...esta ansiosa deseando que la perviertas y domines.
Mi chica estaba
excitada, se prometía una noche de lujuria a tope, me besó con picardía al
sentarnos y pedir los dos cafés.
- Es una perra
en celo...lo que pasa es que tú estás mucho más buena que ella y yo salgo
perdiendo.- dije con cara seria.
- Pero la
novedad es la novedad y una nena así tampoco se encuentra...le va mucho el
coger y está mal cogida...te vas a dar un atracón de hembra. Lo que pasa que no
te apetece perder la apuesta.
- Bueno hasta el
rabo todo es toro y ya veremos por donde sale su marido..aunque ese por echarte
un polvo vende a su madre.
- Es un
pipiolo.....no te me pongas celoso que lo liquido sin que se entere y nos
dedicamos los dos a Bárbara, ella nos tiene ganas a los dos.
Volvimos a la
carpa, la tarde transcurrió tranquila. Ellas se fueron a comprar a un carro de
esos que van por las playas vendiendo ropa algo que no supimos que era.
Nos duchamos,
nos secamos, nos vestimos. El género masculino acabó antes, en vez de esperar,
Osvaldo le pidió a los chicos que le acompañaran a encender la parrilla. Me
quedé echando un pucho esperando a las chicas.
Salieron las cuatro , las madres y las hijas,
hechas unos pimpollos y nos fuimos dando un paseo para casa. Yo entre las dos
hembras, las crías delante. Elena se recostó en mí para que sintiera sus
meloncitos apretándose contra mi brazo.
- Mi vida, si logramos dormir a las nenas , ¿
nos vas a dar gustito?.
- Veo que son dos zorras buscando polla. Vosotras
cumplir y animarme que os voy a destrozar. Bárbara, ¿ vos quieres que te coja
bien cogida y te rompa ese culo que tienes de diosa?.
- ¡ Que bruto sos!.
- Mira nena, lo estás deseando. No voy a hacer nada que tú no quieras, y sé que
quieres mucho. Voy a sacar todo lo que tienes de puta dentro.
Noté como
temblaba y se pegaba también a mí, en eso se nos acercaron las niñas, pidiendo
que las compráramos alguna chuchería al pasar por el kiosko. Entramos y compré unos kindels , cigarrillos para mi
mujer y para mí. Ellas compraron dos máscaras de Batman de lo más berreta para los chicos.
Cuando llegamos
a casa, Osvaldo estaba con los críos en plena faena, había encendido el fuego,
preparado las carnes para llevarlas a las cenizas, bebía Fernet con coca. Nos
ofreció, las chicas aceptaron, yo preferí darme a la cerveza, mientras me
encargaba de hacer la ensalada.
Me acerqué a mi
mujer y la dije muy bajo:
- ¿ Que te parece si voy a la farmacia y compro
algo para que se duerma y nos lo montamos los tres?.
- ¡ Qué celoso sos!. Lo primero es que sin
receta no te lo van a dar, y lo segundo es que le puede caer como una bomba y
darle un paraplús , como tú dirías. No te preocupes que lo liquido en un nada.
Vos procura que la joya está alegre y preparada.
Cenamos en su
jardín, la verdad es que le había quedado bien la ingesta de proteínas. Él y su
mujer se dieron al fernet con coca,
nosotros a un rosado frío.
Cuando acabamos
los críos se fueron a jugar.
- ¿ Por qué no preparas otros gin tonic?- me
propuso Elena.
Fui a nuestra
casa para hacerlos, los cargué bien de ginebra, sobre todo el de Osvaldo, y fui a llevarlos. Brindamos y bebimos, luego
él se pasó al fernet con cola, su santa igual, mi mujer y yo al champagne,
queríamos estar lo más serenos posible.
Los chicos y las
niñas jugaban en el pasto como pequeñas
bestezuelas. Por fin los niños nos pidieron permiso para irse a nuestro dúplex
a jugar con las tablets, se lo dimos, y se largaron tranquilos. Unos que no
iban a molestar. A las crías les venció el sueño. Elena y Bárbara las cogieron
en brazos y se las llevaron a dormir. Apagaron todas las luces.
Apenas había
luna, el jardín estaba iluminado por el rescoldos de las brasas y una pequeña
luz sobre la puerta. Yo seguí con mi
bebida a pequeños sorbos, mientras Osvaldo se volvía a meter otro explosivo.
El salón, que
daba el jardín ,se clareó ligeramente con la luz del baño entornado. Las niñas
podían tener miedo si estaban en la oscuridad absoluta.
Y en la
`penumbra salieron las dos mujeres. A mi casi me da un ataque de risa, pero el
vecino soltó un “ Dios mío” totalmente
emocionado.
Se habían puesto
las máscaras plástico de Batman y con dos pareos anudados al cuello fueron al
centro de la habitación. Allí se movieron, dejando ver que debajo no llevaban
nada. De la mano, vinieron hasta nosotros y con su mejor sonrisa nos dieron un
beso ligero, sin darnos tiempo a que reaccionáramos. Volvieron a la zona más
iluminada, y allí retiraron las telas dejándolas en una tira, quedando
semidesnudas y se abrazaron. Se movieron como si bailaran un agarrado sin
música, la cosa era rara pero tenía su morbo. Se acariciaron los senos la una a
la otra, sin prisa, haciendo que la calentura nuestra subiera. Y volvieron
hacia los hombres, esta vez mi mujer besó a Osvaldo y Bárbara a mí. Ellas
estaban excitadas, tenían los pezones duros, mucho más grandes los de Elena,
hacia ellos fueron las manos del vecino, los tocó como si fueran una reliquia.
Yo no me ocupé de los pechos de su mujer, fui directo al coño, metí rápido dos
dedos. La hija de puta estaba empapada. Se retiraron de nuevo al centro de la
habitación. Nosotros entramos, elegí un sillón en la más absoluta oscuridad, a
mi compañero le tocó el que estaba más cerca de la poca luz.
Las dos
empezaron a besarse. Se quitaron las máscaras y los besos se volvieron más
apasionados. Se acariciaban lujuriosas. Yo saqué del bolsillo un forro, y me lo
puse en la polla dura como una piedra. Miré al vecino, se estaba masturbando ,
con aquel pedazo de pija enorme al aire.
Elena llevó la
mano de Bárbara a su pubis , le acompañó en los primeros toques, entonces fue
ella la que atacó la concha de su pareja. Se estuvieron pajaendo un rato, me di
cuenta que Elena quería que Bárbara se corriera y que perdiera todas sus
inhibiciones. Me di cuenta que había cumplido su objetivo cuando se oyó muy
suave:
- Ayy..ayyy.
Se besaron de
nuevo y se separaron. Mi mujer envió a la vecina en mi dirección, ella fue
hacia Osvaldo, que se lanzó sobre las
tetas de Elena, más grandes que las de
Bárbara, El tipo tenía fijación con ellas, si bien hay que reconocer que mi
chica había hecho una exhibición de ellas digna de la pasión enfermiza del tío.
Me di cuenta que
ella quería que yo la viera, jugar el rol de casada infiel y golfa, capaz de
levantar a cualquiera en cualquier sitio. Le agarró la enorme polla, y empezó a
jugar con ella.
El show de mi
mujer no iba a hacer que yo me entretuviera de mis objetivos. Di un beso
palanca a Bárbara, apretándola contra mí, sobando las nalgas y mordiendo luego el cuello, Su
respiración al separarnos estaba entrecortada, le di la vuelta, hice que se
apoyara en el respaldo del sillón, el culo en pompa. Embadurné de saliva el
ojete, apoyé la polla en la puerta y entré. Dio un respingo, le debía haber
dolido, un desvirgue culero, es un desvirgue culero.
- Te ha dolido....pero te gusta.... ¡zorra!
…..lo estabas deseando....no quería hacerte esperar...Tócate el coño mientras
te sodomizo ..- le sussurré al oído . Tampoco era cosa que el marido se diera
cuenta que mientras a él lo pajeaban , yo estaba dando por culo a su santa
esposa.
Mi Elenita debía estar haciendo un juego de
manos maravilloso, eché una mirada, y la vi jugando con aquella pedazo de verga
como si fuera un palo, con el que se golpeaba el cuerpo. El vecino se le veía
en la gloría , sobre todo cuando se flagelaba las tetas, que oscilaban
poderosas recibiendo el zas – zas de la pija. Y el tipo empezó con aquello de :
- Me gusta....puta.....ayyy...perra....
Era el momento
de darle azotes a Bárbara, suaves con poco ruido, pero que los sintiera. Yo me
movía dentro de ella sin perder el control, no era cosa de soltar la leche
apenas empezaba a fiesta, que a mi edad tiro tirado, bala gastada, que el
cargador las tiene contadas y los períodos de recuperación se hacen más largos
y estábamos de orgía. Pero sí quería que la nena se corriera, así que puse mi
mano junto a la suya para acariciare el clítoris, seguro de reducir los tiempos
de respuesta. Ella empezó a gemir, parecía una ternera en el matadero, sus aahhhh
largos parecían un muuu, y el marido no hacía más que repetir aquello de
puta...puta.... pegate con mi pija …
Ambos cada vez más alto, en el concierto
de las corridas salvajes en las que chillar es un elemento de básico de placer.
Mi mujer y yo controlando y disfrutando del sexo cuando se mezcla con el
poder...
- MAAAAAAAMÁ
- MAMAAAAAAA
Dos tonos , dos estilos , dos gritos que se
complementaron en coro durante más
segundos de lo deseable y ante los que hay que tomar decisiones .
- Acabemos rápido que las niñas vienen a
buscarnos.- dijo mi mujer mientras tiraba de la pija de Osvaldo hacia la
oscuridad. Yo le dí unos buenos azotes a Bárbara y aceleré la masturbación
hasta que noté el temblor de su orgasmo. Saqué la polla enfundada en el forro y
me subí el bañador. El YAAA del vecino indicaba que le habían ordeñado a modo.
Todo en apenas unos segundos, lo que tardaron las dos crías en aparecer en el
salón con un : - Tenemos miedo, había gente chillando....- y correr en brazos
de las madres.
Uno sabe cuando se ha acabado la fiesta, y eso
era lo que había ocurrido. La pequeña orgía se había finiquitado. Mi mujer
había pajaeado al vecino y yo había dado por culo a la vecina. Encendimos la
luz, con disimulo Elena recogió su ropa, yo tomé a nuestra hija en brazos y le
dije muy serio a Osvaldo:
- Macho,
ven a buscar a tu hijo a casa, está abierta la puerta trasera.
Salió
como un corderito , yo le di un beso en la boca a Bárbara, le susurré:
- Nena, tú vales para follar. Ya sabes que
estamos en Baires. Ven pero sin el capullo de tu marido, que con sus voces ha
despertado a las niñas.
Tomé a
mi hija en brazos y emprendimos el camino hacia nuestra casa. Por el camino nos
cruzamos con el vecino, era fuerte, llevaba al chaval a upas, mi mujer le tiró
un beso y una sonrisa al pasar. Llegamos a casa, Elena fue al cuarto de la niña
y la acostó, se quedó un rato haciendo que se tranquilizara y le volviera el
sueño.
Yo , en
nuestro dormitorio, me desnudé, y me quité el preservativo, la polla seguía
dura, no me había corrido y el afrodisíaco seguía haciendo su efecto. Me di
cuenta que el condón tenía restos de mierda de Bárbara, lo dejé en el cenicero
de la mesilla de mi mujer. Me apetecía que lo viera. Me tumbé esperándola,
entró con una sonrisa de oreja a oreja.
- He
ganado- fue lo primero que dijo.
- No estoy
seguro, porque el intercambio total no se ha dado.
- Eres
un pedazo de cabrón.- me respondió riendo y mirando la goma sucia.- Tu le das
por culo a la chica, yo me quedo sin probar el rabo del tío , que dicho sea de
paso era una maravilla, sólo le masturbo y me quedo a dos velas y dices que no
he ganado.
-
Quiero que veas que soy generoso, te doy
por ganada la apuesta. Ahora creo que ni tú ni yo hemos acabado. Estoy
caliente como un burro en celo.
- ¡Sos
malo! ¿ Cómo querés?
-
Monta. Quiero ver cómo se mueven tus tetas cuando me cabalgas. Saca toda la
leche, mi reina.
Se ríe
mientras se coloca los pareos de modo que queda con los senos al aire. Está
para comérsela. Se pone con un pie a cada lado de mi cuerpo, se arrodilla, la
punta de la polla está en contacto con su coño, la agarra , la coloca en el
blanco y se deja caer lenta hasta quedar empalada.
- Uufff- suelta cuando llega al final de la
clavada.- No vamos a hacer ruido, no se vuelva a despertar tu hija.
Y
empieza el maravilloso va y ven de un polvo anhelado.
- ¡ Ha sido cómico!- me dice empezando a
reírse muy bajo.
- De
peli de risa.- y le acompañé en la carcajada susurrada.
28 de febrero.
Como diría una madre: “ mi Elena me come
bien”. Ella sola se había metido entre pecho y espalda nueve ostras, y a medias
conmigo, una ración gambas al ajillo, otra de chipironcitos encebollados y
rematado con un pulpo a la gallega. Estaba preciosa, para comérsela a ella. Con
una blusa sin mangas blanca, con el número suficiente de botones abiertos para que
el canalillo de las tetas se mostrase en todo su esplendor, me cogió la mano
sobre la mesa, cariñosa, mimosa.
- Mi vida, el Gastón ha cerrado. No ha abierto
el nuevo que creo se va a llamar La Marea, pero creo que éste está bien. Tiene
lo que a ti te gusta.
- Y
encima tiene cerveza tirada, ideal para regar la plaza, como dices vos.
Estaba
ligeramente achispada, nos habíamos bebido dos chops de cerveza cada uno y la
botella de Chardonay andaba bastante avanzada. Se miró los pechos y me
preguntó:
- De verdad, ¿ Crees que tengo las lolas como
la Lee Curtis que te va tanto? Y está muy bien , pero ¿ por qué te va tanto?
Me di
cuenta que el camarero que había debido oír a mi mujer, la miraba ensimismado
el escote.
- Antes
de contestarte a esas dos cuestiones. ¿ Qué quieres de postre?
- Un struddle de manzana con helado, pero tú me
ayudas, ¿ verdad?.
Llamé
al camarero, que siguió con los ojos fijos en el canal de la piel morena de sus
senos y le encargue el postre. Se retiró sin perder la visión.
- Vayamos por partes...
- Como dijo el buen Jack.- me interrumpió.
- El destripador...Bueno lo de la Curtis es un
tema de herencia. A mi padre le volvía loco su madre. Janet Leigh. Decía que
era una bomba, que la mejor frase para definirla la había escrito Terenci Moix, creo que no
has leído nada de él, cuando dijo que el Cinemascope se había inventado para
poder sacarla de perfil y...
- Tienes razón era una maravilla de mujer. En
esa que trata del rodaje de Psicosis se ve que volvió loco a Hitchok , a parte
de a tu padre...
- Y....– iba a a seguir explicándole que con
los años le habían aumentado las tetas y echarle un piropo con su similitud a
alguna maciza del cine, pero ella siguió con su rollo
- Mira
el nuevo Ejercicio de TR trata de una apuesta...y nosotros nos hemos jugado una
apuesta.
- ¿ Y?-
- Me
gustaría que escribieras tu versión de lo que ha pasado.
El
camarero trajo el postre, Elena le dedicó su mejor sonrisa para pedirle otra
cuchara con un “ mi marido y yo lo
compartimos todo”, que el mozo trajo a la carrera sin dejar de mirarle las
tetas. .
- Por
favor, no me digas que no tienes tiempo, que no sabes ni que tú no escribes. Es
mentira. Lees mucho, todo el que lee puede escribir y...escribes informes....me
encantaría...te lo agradecería muchísimo..
- Y ¿
qué me das a cambio?
- ¿ Qué
quieres?
- Como
anticipo ...polvo con show de corsé , liguero ….
- ¿ En
blanco o en negro? ….¿ Con látigo o sin látigo? ….¿ Con esposas o sin
esposas?....- me retrucó con la boca llena del pastel y de helado.
- Con todo
y una sesión larga.
- Hoy
no podemos, le hemos dicho a nuestro hijo que íbamos a ver “ El otoño de los
cheyenes” de Ford, y es muy larga....pero mañana tenemos cuatro horas por la
tarde libres. Tienen un cumpleaños...¿ Vale?..
- Vale.
- cerré el trato.
- ¿
Sumisa o ama? ...¿ Por qué no pides dos cafés? que tengo que ir a buscarlos al cole.
- Mañana decido el rol. De verdad ¿ quieres que
lo escriba?
- Sí ,
mi vida.
Y
eso he hecho, mi amor maravilloso.
¿ Qué
me vas a dar a cambio?
1 comentario:
Perteneciente al Escuadrón De Comentaristas Voluntarios (por doctorbp).
Me ha gustado el final, en el que, sorpresivamente, se pretende dar verosimilitud a los hechos narrados anteriormente. ¿Está el relato basado en hechos reales? ¿La historia es verdadera?
Lo cierto es que me cuesta creerlo. Me creo que la pareja protagonista sea tan liberal, aunque eso le quite gracia a los hechos, pero es mucha casualidad que se encuentren con otra pareja tan predispuesta, sin ningún conflicto.
Y es que he echado mucho de menos conflicto en el relato: que la vecinita se resistiera aunque sea un poco, que Elena disfrutara con el vecino más que con el prota, sobre todo después de que fuera el personaje más ninguneado. Ahí había un pequeño filón.
Pero bueno, si todo está basado en hechos reales... me ha gustado que las niñas les cortaran el rollo. Le da un toque muy real. Igual que algunas narraciones que me han parecido innecesarias como la completa descripción de la preparación de la comida. Cosas de ese estilo, que no aportan nada a la trama, hacen que la lectura se vea afectada.
Por último, aunque técnicamente el relato no es malo, sí hay algunos errores: algunos signos de puntuación mal puestos, igual que algunos acentos y despistes como verbos en presente cuando la narración es en pasado.
En resumen, este tipo de relatos (demasiado sexo sin conflicto) no son de mi estilo, así que no puedo decir que me haya gustado.
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