No
recordaba nada cuando desperté, pero al moverme noté que estaba atado a un
sillón y que enfrente había un monitor.
Una
pareja de jóvenes se besaba, con avidez, sin preámbulos. Se desnudaron y, sin
más, empezaron a follar; la chica parecía que hacía esfuerzos para que le
gustara, pero su cara decía otra cosa, el chico, metiéndosela sin parar se
corrió en poco tiempo, mientras un hilillo de sangre resbalaba lentamente por
la pierna.
Con la
respiración más calmada: -Fenomenal ¿no?,
Ella
mirándole con ternura: -Si,… ha estado bien…
“¡Qué
imbécil!” Pensé.
Desperté
y ahora una pareja de unos 30 años tumbada, se besaba lentamente.
”Experimentados”, pensé. Siguió besando su cuello, bajando hacia los pechos,
acariciando los pezones, chupándolos, mientras con las manos rozaba el pubis,
todo con parsimonia. La respiración de ella se iba acelerando. Le dio la vuelta
despacio, besando la espalda mientras sus manos acariciaban suavemente su coño.
Bajaba besando la espalda, la mano rozaba el clítoris y siguió besando el culo,
dando mordisquitos de manera circular, hasta que empezó a centrarse en el ano,
metiendo la lengua, al mismo tiempo que intensificaba la masturbación. La
respiración de ella, cada vez estaba más agitada.
Al rato,
subió y se situó detrás susurrando: -¿Estás preparada?
-Por
favor, ten cuidado.
Empujó
suavemente, al mismo tiempo que decía que se relajase, el pene empezó a entrar
lentamente, un rictus de dolor apareció en su cara, pero ninguna palabra
salió de su boca.
-¿Sigo?
Ella asintió
y él empujó hasta el final, esperó un momento y después empezó a meterla y a
sacarla, cada vez más excitado mientras ella aguantaba como podía, finalmente
se corrió.
Al cabo
de un minuto: -Fenomenal ¿no?
Ella
mirándole con ojos llorosos: -No, no me ha gustado nada.
Volví a
despertar; el sillón se había convertido en una camilla, seguía atado, aunque
ahora estaba desnudo. A mi lado estaba la chica joven que había visto hacia un
rato, intenté hablar, pero ningún sonido salía de mi boca. Ella no hablaba,
solo me acariciaba lentamente, continuó por el pene, me empezó a masturbar y
cuando estaba totalmente excitado, se subió encima de mí y me empezó a follar.
“¡Mierda!”, no estaba excitada y su coño parecía una lija, solo la velocidad
hacia que sintiera excitación, no exenta de dolor, finalmente me corrí; cuando
ella se quitó, un hilillo de sangre salía de mi entrepierna.
Desperté
desnudo, pero esta vez boca abajo y atado a una camilla que tenía un agujero en
medio. Ahora estaba la mujer joven, ella empezó a besarme, lentamente fue
bajando y empezó a tocarme, a excitarme, me daba mordisquitos en el culo y
terminó en un beso negro. “¡Dios!”, estaba totalmente excitado”. De repente, se
levantó, abrió la puerta y dijo: -Cariño, fuiste bueno, pero no siempre tuviste
consideración, por eso estás aquí. Tu penitencia la terminará Asmodeo.
Recuperando
la memoria, al tiempo que perdía la erección, empecé a sudar, el letrero de la
puerta ponía…“Purgatorio, sección católica, apartado sexto mandamiento.
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Asmodeo:
el demonio de la lujuria
Purgatorio:
En la doctrina católica, estado de quienes, habiendo muerto en gracia de Dios,
necesitan aún purificarse para alcanzar la gloria.
Sexto
mandamiento: No cometerás actos impuros.
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