miércoles, 23 de octubre de 2013

El Vicario







Estaba anocheciendo, el Vicario estaba sentado en la oficina de la parroquia pensando en los últimos diez días y en los tres turistas que se alojaban en el pequeño hotel del pueblo, propiedad de uno de los pilares de su congregación. Había empleado muy bien esos días, quería a esas jóvenes en su congregación, por eso les tendió una mano y presto toda la atención que estas precisaron hasta que consiguió que hablasen con él, hasta conseguir que se abriesen a él.

Se trataba de un hombre y dos jóvenes chicas que era a las que quería, pero pensaba concretamente en el hombre. El Señor Ash como le habían presentado las dos jóvenes, tras haber hablado con estas le parecía un hombre cruel, retorcido, malvado y peligroso. Por lo que sabía y según le habían contado las dos jóvenes, se definía a sí mismo como el “amo” de ambas, una auténtica aberración, pues solo Dios tiene esa potestad de señorío sobre los seres humanos.

El Vicario Charles Berger había fundado su congregación, “Los hijos de Cristo” en un pequeño pueblecito de la costa de Delaware, al sur del estado. Distaban unos 220km de Washington DC y unos 330km de Nueva York. Manejaba su congregación con puño de hierro, manejaba también sus finanzas, el año anterior los bienes de la congregación ascendían a más de cuatro millones de dólares, y todos estaban bajo su control. Llevaba doce años allí, una de las particularidades de “Los Hijos de Cristo” es que una vez cada tres meses, tenían un día completo de total libertad entre ellos, cada uno podía irse con quien quisiese de la congregación… En estos doce años prácticamente todas las mujeres y buena parte de las jóvenes habían pasado por sus manos…

El no creía en la mojigatería de las grandes religiones en lo tocante al sexo, pero siempre al sexo dentro de un orden, no del sexo por sexo cuando se tenía un compromiso ante dios, como era el caso del rito del matrimonio o del compromiso para el mismo. Incluso el mismo era consciente que no podría estar sin sexo durante espacios muy prologados, y aunque no siempre, muchas veces participaba en esa “permisividad” trimestral de su congregación, especialmente cuando alguna joven especialmente bella participaba por primera vez. En esos casos solía haberse trabajado a la joven los meses previos para asegurarse de ser el primer elegido por ellas en esa primera vez tan importante.

Pero lo de esas dos jóvenes que estaban en el pueblo de vacaciones, esas dos jóvenes resultaban increíbles e inigualables, se estaban convirtiendo en una auténtica obsesión para él…  Cleo y Lu, la primera morena, de ojos negros y expresivos, un rostro con una belleza sin igual, exótica y salvaje, de curvas sinuosas, pechos firmes, no muy grandes, pero extremadamente duros, de oscuras aureolas, de pezones casi negros, una hembra auténticamente ardiente. Sin embargo la otra joven, Lu, era todo lo contrario, de aspecto tímido, de tez blanca, pelo castaño, también bajita, de pechos menudos, cara de Ángel, una belleza serena y apacible parecía rodearla.

Pero no todo era como parecía en esas dos jóvenes, tanto Lu como su compañera, eran un auténtico torrente sexual cuando se desataban, aun recordaba la tarde anterior con ambas jóvenes… había sido algo increíble, algo que nunca creyó que podría vivir en su vida. Las quería a las dos para sí mismo, pero para eso tendría que encargarse de quitar de en medio al hombre que les acompañaba a ambas. Las acogería bajo su tutela personal, vivirían con él, llegado el momento miraría de casarlas a ambas con algún joven de su comunidad, y procuraría disfrutar de ambas en las “reuniones” trimestrales de la congregación.

Recordaba la noche anterior, cuando a primera hora estando como en esos momentos en el despacho había escuchado ruidos en la parroquia. Se había presentado allí pensando que alguno de sus feligreses quería hablar con él, pero sin embargo se fue a encontrar allí con ambas jóvenes, Cleo y Lu, ambas parecían bastante afectadas. Las encontró de rodillas ante el altar, en su iglesia no había iconos, ni cruces, ni santos , ni zarandajas de esas, únicamente dos largas y gruesas velas adornaban un altar espartano, una plancha de mármol sobre dos soportes… A su derecha estaba el atril desde donde él impartía sus sermones a la congregación, a la izquierda había una amplia caseta de recias maderas a modo de confesionario, ante ella un reclinatorio como los de cualquier iglesia católica.

Las dos jóvenes con los ojos llorosos se encontraban postradas, cuando él les reclamo por sus lágrimas, preguntándoles vivamente interesado el motivo de ellas, ambas se arrojaron en sus brazos, apretándose fuerte contra él, haciéndole sentir perfectamente la dureza de sus jóvenes pechos, pinchándole con sus más que endurecidos pezones, provocando que su masculinidad se alzase para su rubor. Procuro separarse un poco de ambas, lo justo para impedir que ninguna de ella lo notase. Empezó a tratar de calmar a ambas, les daba tiernos y paternales besitos en sus cabezas, sobre su cabello, luego en la frente, lanzando frases hechas como “shhhh, vale, ya está, aquí no os pasara nada”, “Tranquilas, ya estáis a salvo” o “venga, venga, calmaos y contadme, os ayudare”…

Sus manos que en un principio estaban sobre las espaldas de ambas jóvenes, a los cinco minutos de estar consolándolas mientras lloraban, estas se hallaban ya peligrosamente cerca de sus jóvenes traseros, apenas tres minutos después, las manos del Vicario acariciaban los duros glúteos de ambas jóvenes, apretándolas con fuerza contra él, sintiendo como sus pezones se le clavaban, pegándoles y moviendo suavemente contra ellas su endurecido sexo. El Vicario sabía que eso estaba mal, que era muy pronto para aquello, sin embargo no era capaz de detenerse, deseaba a ambas jóvenes… Repentinamente sintió como acariciaban su pene sobre sus pantalones, miro de reojo y vio como dos manos estaban pugnando por acceder a su bragueta.

Cinco minutos después se encontraba apoyado contra el altar, mientras ambas jóvenes, de rodillas ante él, mirándole a los ojos, se turnaban o compartían su pene, lamiéndolo, besándolo, metiéndoselo en la boca hasta desaparecer en ella… Cuando creyó que no podría resistir más, las hizo levantarse, las pidió que se diesen cariño también entre ellas, para que se tuviesen la una a la otra, las empujo lenta y suavemente sus cabezas hasta que ambas juntaron sus lenguas, iniciando un beso tan sensual entre ambas que estuvo a punto de venirse en ese mismo instante.

Hizo que la joven Cleo se apoyase en el altar con su espalda, luego que la joven Lu le empezase a comer el coño ante él, dejándole ver como su lengua se encargaba de provocar un rio de flujos salir del interior del cuerpo de la morena. Entre gemidos sus de placer les estuvo preguntando, obteniendo las respuestas que quería, todo eso que estaban haciendo ahora era algo que su amo les “obligaba” a realizar a ambas para su diversión, incluso le dijeron que alguna vez también les había obligado a follar con animales. El Vicario se persigno antes la maldad y perversidad de aquel hombre.

Llego un momento en que no pudo más, la joven Cleo aparto a su compañera de su coño, y poniéndose frente al altar, se reclino sobre él y empezó lloriqueando a suplicarle que se la metiese, que le hiciese lo que quisiese, que le marcase una penitencia… El Vicario, al escuchar de sus labios por terceramente su desesperada petición, al oír su “Fólleme Vicario”, “Métamela ya por favor, clávemela Vicario”, se acercó y de un solo empeñon se la metió hasta el fondo, sintió enseguida como su coño aprisionaba su polla, como la estrujaba, como se amoldaba a su grosor como si fuese un preservativo, como se adaptaba a cada pliegue.

Cleo empezó a mover su culo, torturando la polla del Vicario, entonces este sintió como unas manos le abrían sus cachetas, y una lengua empezaba a jugar con su ano, lejos de resultarle desagradable , sintió un ramalazo de placer, su polla pareció crecer dentro de Cleo, la joven ya no gemía, ahora gritaba, le chillaba que la reventase, que la diese con todas sus fuerzas, que la castigase por ser tan “puta”, por permitir a su amo que entregase su cuerpo a quien quisiese disfrutar de él, por no ser fiel a Dios… El Vicario se sintió enloquecer, empezó a embestirla con autentico salvajismo hasta llegar el momento de correrse dentro de ella. El Vicario se desfondo en el interior del coño de la joven Cleo.

Para su sorpresa, cuando se salió de Cleo se encontró con Lu, que le miraba y se situaba como su compañera, pidiéndole que también a ella le pusiese su penitencia. No sabía cómo, porque nunca le había pasado algo así, pero basto verla y escucharla, para que su virilidad volviese de nuevo a adquirir sus proporciones de máxima dureza y extensión. Ver esa carita de Ángel mirándole con sus dulces ojos, pidiéndole lo que le estaba pidiendo, no pudo resistirse, se dirigió directo a por ella, tal fue su prisa y precipitación para entrar en ella que se equivocó de camino, en lugar de entrar en su sexo su polla entro de un solo empeñon hasta el fondo de su culo, arrancando a la joven un grito y lágrimas de dolor. Cuando giro su llorosa cara y con una sonrisa le dio las gracias por su castigo, por su penitencia mientras gemía de dolor, se sintió poderoso, se sintió muy bien, empezó a embestir con dureza a la joven a la vez que le estrujaba sus jóvenes pezones con saña.

Regreso a la realidad, y se dio cuenta de que tenía el miembro duro, muy duro al haber estado pensando en esas dos jóvenes, se dio cuenta de que las deseaba de forma desesperada, quería también alejarlas del tipo con el que estaban, había hablado con él por la mañana en el pueblo y no había terminado nada satisfecho. Le había saludado, le había hablado con toda educación, en ese momento le acompañaban las dos chicas, no pudo evitar mirarlas de reojo, era superior a él, al punto que el cerdo ese se lo hizo notar ante toda la gente, le pregunto mientras se reía de forma grosera y malsana si deseaba follarse a alguna de ellas, que además de montárselo con Dios, un Pastor como él también tendría sus necesidades… salvo que prefiriese un chico. Fue humillante, para colmo aquella observación delante de la gente del pueblo de que podía ser un enfermo y gustarle otros hombres…

Ese hombre era repugnante, pero también había consiguió hablar con las dos chicas y estas le habían facilitado una información muy importante, según dijeron ese hombre había vendido sus fábricas y empresas en Italia, ahora se dedicaba a gastarse ese dinero en vivir la buena vida acompañado de ellas. El pensar en ambas jóvenes por el mundo, acompañando a semejante monstruo, entregadas a las más aberrantes perversiones por ese hombre… se le revolvían las tripas. Era consciente de que tenía que hacer algo, debía de ocuparse de esa persona y quedarse con las dos jóvenes, educarlas a ambas en el amor de Dios, en el cariño a la comunidad. Había tomado una decisión, y para ello había citado en la iglesia a ambas jóvenes, tenía que hablar con ellas para que le diesen cierta información.

Llevaba esperándolas un buen rato, y ninguna de las dos parecía que fuese a aparecer por su oficina. Cuando se marchaba escucho ruidos ahogados y susurros procedentes de la iglesia, cuando abrió la puerta se llevó una mano a la boca para ahogar el gripo de estupor que estuvo a punto de escapársele. Allí dentro, sobre la superficie de mármol del Altar, cual si de dos diosas paganas se tratase estaban ambas jóvenes, una junto a la otra y por lo que veía, habían desmontando ambas velas del altar, velas que ahora se encontraban alojadas en sus jóvenes coños.

Estaban tendidas una junto a la otra, cada una sostenía una vela por el extremo de la mecha, mientras que el extremo contrario se encontraba en el interior del coño de su compañera. La imagen era brutal, al pobre Vicario casi le da un infarto al ver aquel sacrilegio, aunque a su polla eso no pareció importarle en lo más mínimo, ya que se endureció e hinchó hasta llegar incluso a extremos dolorosos. También tenía deseos encontrados, deseos fortísimos, por un lado deseaba llegar hasta las dos y liarse a golpes con ellas por lo que estaban haciendo, pero por otro, deseaba con toda su alma llegar hasta las dos para poder castigarlas, para que su polla pudiese imponerles la penitencia por sus actos.

Completamente enfurecido llego ante el altar, parecía un toro apunto de envestir a su presa. Lanzo las manos golpeando a ambas jóvenes, llamándolas putas, zorras, guarras, incluso llamándolas hijas de Satanás, en un momento dado se encontró con Cleo tumbada contra el Altar mientras él la sodomizaba como castigo y con sus manos le metía la vela en la boca, obligándola entre insultos a comerse buena parte de ella. Cuando termino con Cleo, se fue directamente a por una aparentemente aterroriza Lu, cuyos ojos estaban llenos de lágrimas. También esta vio invadido su recto por el justiciero pene del Vicario y fue obligada a masticar la vela, impartiendo de ese modo el Vicario su implacable castigo.

Cuando termino de follarse a ambas chicas, las forzó a limpiarle la polla con sus lenguas, sin usar sus bocas, únicamente a lametazos. Mientras las miraba trabajar, mientras miraba sus caras de “felicidad”, se dijo a si mismo que esas dos serian suyas, única y exclusivamente suyas. Resultaba increíble lo buenas que eran las dos en el sexo, parecían tener una experiencia nada acorde con su edad, se preguntó, ¿qué cosas aberrantes se habrían visto obligadas a hacer por ese Demonio que decía poseerlas como una propiedad? Una vez estas se calmaron y quedaron satisfechas con sus “castigos”, discretamente estuvo haciéndoles preguntas, obteniendo de Lu por accidente una contestación que no se esperaba, algo mucho más importante de lo que ambas jóvenes pudiesen llegar a imaginarse siquiera.

Cuando el vicario pensaba que todo empezaba a marchar bien, se dio de bruces con otra realidad que se le había escapado, tan cegado y centrado había estado en ambas jóvenes. Fue precisamente la dulce Lu quien se lo descubrió esa misma noche sin darse cuenta. A la mañana siguiente se estuvo paseando por el pueblo, hablando con sus feligreses, cambiando impresiones, pero sobre todo, observando a sus feligresas, para descubrir que sí, que tal y como le había dicho Lu, algunas de ellas parecían andar con cierta dificultad, según le dijo esta, eso era cosa de su amo, él era el culpable de que anduviesen así. No logró sacarle nada más, pero esa misma mañana hablo con el Señor Tolimson, propietario del pequeño hotel, también esposo y padre de dos de las mujeres que andaban “raro”.

El hotel tenía algunas pequeñas particularidades, las habitaciones tenían una serie de mirillas perfectamente disimuladas para poder ver que hacían los huéspedes. Esto había sido especialmente útil a la congregación cuando un empleado del Gobierno Federal vino para hablar con él como cabeza de su iglesia por un asunto de impuestos, incluso amenazo con meterle en la cárcel, por suerte, con ayuda de la devota hija del señor Tolimson y una pequeña cámara de fotos se arregló todo de forma plenamente satisfactoria. Ahora él tenía la intención de usar esas mirillas para ver qué era lo que ocurría con ese hombre y las jóvenes, estas le habían dicho que no podrían ir esa noche ya que su “amo” las pensaba usar para su placer… Esa noche se presentó en el hotel, se disculpó con la familia propietaria y se dirigió a “vigilar” a ese hombre sospechoso, vio que tanto la madre como la hija, se pusieron nerviosas cuando les dijo a ellas a que había ido.

Solo tardo una hora de observación para comprender porque algunas de su feligresas andaban del modo que andaban, el maldito sujeto, ese hombre impío, Ash, se había desnudado, obligando a las dos jóvenes a que fuesen ellas quienes lo hiciesen. Ante los ojos del incrédulo Vicario, quedo a la vista un pene enorme, algo terrible, monstruoso de verdad, tras estar las jóvenes lamiéndolo durante casi diez minutos, este alcanzo lo que el Vicario considero como máximo tamaño, a simple ojo, el Príapo debía de medir aproximadamente unos treinta centímetros de largo, posiblemente más, y le calculo quizá el ancho de una pelota de tenis o un pelín menos, pero muy poquito de ser así.

Observo como ese engendro del demonio desapareció por completo dentro del cuerpo de la joven, bella y voluptuosa Cleo, su sexo se tragó por completo el miembro del hombre. Este empezó a moverse de forma violenta, haciendo que la dulce Lu sujetase a su compañera para que no se le escapase. Apenas al minuto de estar recibiendo ese miembro de forma tan brutal, Cleo tenía los ojos en blanco, el cuerpo aparentemente inerte y babeaba por la comisura de sus labios, de su garganta salía una especie de gorgoteos o gemidos ahogados… Parecía estar en un permanente estado de éxtasis total, en un gigantesco e inacabable orgasmo que esa enormidad que tenía dentro parecía estar proporcionándola.

Diez minutos después, vio como a la dulce Lu se le escapo su compañera, no mucho, pero si lo suficiente como para que el hombre perdiese el ritmo. Vio que este se enfadó mucho con la joven, entonces saliendo del interior de Cleo, en cuyo sexo pudo apreciar un enorme boquete que parecía no ir a cerrarse nunca, le recordó el hoyo de un campo de golf. Cuando el tal Ash llego hasta donde estaba Lu, empujo a esta contra la cama, tirándola de frente encima de ella, esta parecía saber lo que le iba a ocurrir, porque chillando de miedo trato de escapar sin conseguirlo.

El hombre la sujeto por los pies, le abrió las piernas por completo, la obligo a alzar levemente su culo y entonces, el vicario vio como la herramienta de ese salvaje se perdía completamente en el interior del recto de la joven Lu, mientras esta lanzaba un bramido de dolor, los ojos empezaron a soltar lagrimas a raudales, y por el interior de sus muslos observo como bajaban un par de hilillos de sangre… Supo con certeza que ese animal había metido de un solo golpe su polla en el estrecho culo de la jovencita, se sintió fatal, tuvo incluso ganas de vomitar ante la salvajada que acababa de presenciar, esto hizo que se reafirmase más aun en sus planes para ese “hombre”.

Tras violar brutalmente el culo de la joven Lu y de que esta llegado un momento pareciese estar disfrutándolo como una puta, el sujeto tras limpiarse la polla con una toalla de baño, la enfilo directa al coño de la chica, metiéndosela también de un solo golpe. La cara de esta cuando se sintió completamente empalada fue digna de ver, como la vez anterior soltó un bramido de dolor, para a los pocos minutos cambiar todo eso por placer, al igual que Cleo antes que ella, en un momento dado quedo semiinconsciente, jadeante y babeando por la comisura de los labios, como su amiga antes que ella, completamente ida del todo. Ver aquello le hizo arder de cólera, pero pensar en las mujeres de la congregación que había visto con aquel andar raro, al ver eso que tenía ese hombre entre las piernas y entender el porqué de aquella extraña dolencia de las mujeres, un odio feroz alcanzo su corazón, cuyo destinatario era ese maldito hombre, debía de poner coto a todo aquello antes de que pudiese desmotarse su parroquia.

No fue capaz de seguir allí más tiempo, no podía seguir viendo aquello, viendo como le hacían todas esas salvajadas a las dos jóvenes. Tras ver eso supo que tendría que salvarlas de ese hombre haciendo lo que se necesitase para ello. Se marchó de allí a pasear por el pueblo, necesitaba liberar la cabeza, incluso se detuvo un par de veces a rezar. Cuando pasaba por delante de uno de los tres bares del pueblo, concretamente de uno que pertenecía a un miembro de su congregación, vio al señor Tolimson dentro tomando cervezas con sus amigos. Al verle allí pensó en ir a casa de este y hablar muy seriamente con su mujer e hija, con la sana intención de que le explicasen con todo detalle que es lo que había pasado para que llegasen a entregarse a ese sujeto, se dirigió de nuevo hacia el hotel con paso decidido.

Cuando llegó se encontró con la puerta principal cerrada con llave, lo que no le extrañó, ya que solían cerrarla a determinada hora, por lo que se dirigió a la trasera, que también se encontró cerrada con llave. Aquello sí que le pareció extraño, era un pueblo pequeño, todos se conocían, las puertas rara vez se cerraban cuando las familias estaban en casa, y el hotel no era una excepción, por lo menos en su puerta trasera, está siempre había estado abierta. Estuvo tentado de llamar ya que se escuchaba ruido dentro, sin duda las Tolimson estarían viendo la tele, pero se acordó de la pequeña puerta del sótano, en el lateral de la casa. Pensó pese a todo en llamar, pero algo en su interior parecía decirle que no sería una buena idea, de modo que se dirigió sin hacer ruido a la puerta del sótano.

Entró en el hotel, identifico la procedencia del ruido como procedente del salón privado de la Familia Tolimson, una habitación muy espaciosa con tres sofás de tres plazas, una mesa y unas sillas, el sitio donde la familia veía la televisión cuando cerraban el hotel. Según se fue acercando el ruido era cada vez más claro, no era ruido de televisión, sino ruido de personas, ruido de sexo, por lo que con mucho cuidado entreabrió un poco la puerta y pegó un ojo para ver… Lo que había allí dentro le dejó horrorizado y completamente paralizado, la situación era muchísimo más grave de lo que él creía…

Vio a la Señora Tolimson sentada en el sofá, introduciéndose en el coño una hortaliza de considerables dimensiones mientras tenía a su hija de pie sobre el mismo tenía su coño en la boca de si madre y a esta lamiéndoselo. También vio a la Señora Scott, una madura mujer de unos 45 años, un pilar de su comunidad, tenía sujeta a Cleo con una cadena atada a su cuello, en este veía un collar de perro de pinchos, con estos hacia su cuello, debía de estar doliéndola horriblemente, Cleo estaba comiéndola el coño, por lo dilatado que este se mostraba el Vicario entendió que ese hombre, ese Hijo de Satanás debía de haber pasado por allí con su enorme polla.

En otro sofá vio a la Señora Ward con sus dos hijas, el maldito del señor Ash estaba follándosela como una mala bestia, en la boca de la señora Ward se veía una mordaza con una bola que parecía fija en su boca impidiéndola gritar… Sus dos hijas mientras estaban entretenidas comiéndole el coño a dúo a la hija de la Señora Kriever, otro pilar de su comunidad que aparecía derrengada sobre otro sofá, con su coño terriblemente abierto, señal también de que ese maldito hombre ya se la había follado.

Vio a Lu, a la dulce y angelical Lu, estaba como Cleo con un collar de perro en el cuello y con una cadena sujeta a este. Vio como la Señora Altamie tenía casi una mano metida en el culo de la joven mientras esta lloraba, ante ella se encontraba la señora Sandero, intentando que la joven no parece de comerle el coño pese al trabajo que le estaban haciendo en el culo. El Vicario tuvo que marcharse de allí, no pudo aguantar ver aquello, en ese salón aun vio a tres mujeres más y a dos de las hijas de estas, todas ellas parecían haber follado con ese maldito hombre. Lo peor fue darse cuenta de que todas esas “furcias” eran de las familias conocidas por ser los firmes pilares sobre los que se asentaba su congregación… y ese hombre… ese monstruo… ese engendro de Satanás en solo diez días parecía estar a punto de destrozar todo lo que tanto le había costado construir.

El Vicario sabía que si los maridos de esas mujeres se llegasen a enterar de lo que estaba pasando, sus matrimonios se destruirían, posiblemente incluso alguno de ellos fuese aún más allá, terminando incluso alguno de ellos en tragedia. No le quedaba otra que encargarse de aquel hombre, sabía lo que tenía que hacer y cómo hacerlo. Se llenó de coraje y regreso al Hotel, comprobó que todos seguían allí, en el salón, en su orgia de pecado, para subir a las habitaciones, concretamente a la de ese maldito hombre. Rebusco con mucho cuidado entre sus cosas hasta dar con lo que buscaba y que se le había escapado a Lu al hablar con él.

Lu le había informado que eran ellas siempre quienes retiraban el dinero del banco, ya que su amo consideraba eso como algo muy poco digno de él. También le dijo la chica que siempre tenía un par de cheques en blanco firmados, listos solo para rellenar. Pensaba usarlos para hacer una donación en su nombre a la congregación, Lu le calculo que poseería unos siete u ocho millones de dólares, por lo que rellenaría los cheques por un valor total de cinco, de este modo no vaciaría la cuenta y no saltarían las alarmas sobre él. Cuando llegó a la iglesia entró en su despacho y le llamó por teléfono, dejándole un mensaje en su contestador para verse al día siguiente al principio de la noche, lo hizo de forma que pareciese que le citaba a petición de él, y no por iniciativa propia.

Durante todo el día siguiente estuvo entretenido con sus preparativos, no dejo nada al azar, incluso recupero algo que nunca pensó que tendría que llegar a usar, confiaba también en no necesitarlo, pero por si acaso se lo guardo. A la hora señalada apareció el señor Ash con sus dos jóvenes acompañantes, pero no entro por la iglesia como hacían Lu o Cleo, él se fue directamente a la puerta exterior de la pequeña casa en la que vivía llamando. El Vicario amablemente les abrió e invito a entrar, todo con una gran sonrisa en sus labios, invitándoles de inmediato a tomar algo… Les ofreció café, Té o cualquier otra cosa que les pudiese apetecer.

El Señor Ash le acepto un café al vicario, pero sin embargo les negó esa posibilidad a ambas jóvenes, a la pregunta del vicario del porqué, este contesto con voz seca que eran sus perras, y que como se habían portado mal, no serían tratadas con cortesía. Al pastor parecían llevárselo los demonios al escuchar aquello, pero haciendo un enorme esfuerzo de voluntad logró controlarse. Intento razona con él, sin conseguir nada más que burla sobre burla y puyazo tras puyazo, contra él, contra su congregación e incluso contra lo que denominó como “su secta” de putas y cornudos.

El odio más profundo estaba arrastrando tras de sí al Vicario al escuchar a ese ser, a ese repugnante ser… El señor Ash mirando con ironía al Vicario termino su café, entonces decidió que era hora de irse, pero antes de que pudiese dar un solo paso el vicario se puso ante él, impidiéndole salir e invitándole a visitar su “iglesia”, casi forzándolo a caminar hacia ella en el afán del señor Ash porque su cuerpo no se viese “contaminado” por un charlatán como el vicario. Cuando cruzo la puerta de la iglesia, aspiro aire con fuerza, luego poniendo sus manos sobre las cabezas de ambas chicas, con voz suave les dijo que habían sido unas buenas perritas, y que como recompensa por haber hecho las cosas tan bien, esa noche pensaba follarse a ambas hasta reventarlas sus coños y sus culos. Al escuchar semejante sacrilegio, y unas palabras tan ofensivas allí dentro, en su templo, estuvo a punto de explotar, pero se contuvo a tiempo.

El Vicario parecía nervioso, llevaba cinco minutos hablando allí con ese hombre y ni parecía pasar nada, fue entonces cuando este riéndose a carcajadas le dijo si de verdad pensaba que sería tan estúpido de beberse de verdad el café con cianuro que le había preparado. Para sorpresa del Vicario, la joven Cleo levanto una bolsita hermética con el negro contenido que había servido al señor Ash… Este le cogió por el cuello, y mirándole fijamente a los ojos, le dijo que entregaría eso a la policía, también la grabación que si perrita Lu había hecho del suceso con su teléfono móvil. También le explico que la orgia que había visto la noche anterior y otros encuentros con todas aquellas mujeres, le serían entregadas a sus maridos…

Cuando el Vicario le pregunto el porqué de hacer todo eso, el porqué de tratar así a esas dos jóvenes, el señor Ash, riéndose cruelmente, solo respondió “porque puedo hacerlo”. También le dijo que sus dos perritas le acusarían de violación, miro a estas, que sonriéndole con burla se lo confirmaron, llamándole viejo chocho, y preguntándole si de verdad pensaba que iban a abandonar la hermosa polla de su amo por la ridiculez que tenía él entre las piernas.

Cuando el señor Ash le soltó le mando contra el altar, quedando el Vicario casi tendido sobre él. Desde allí veía como los tres, como ese demonio y esas dos chicas que se habían burlado de él se marchaban entre carcajadas. Entonces fue cuando su mano sin que fuese consciente de ello se dirigió a la parte trasera de su pantalón, saco de allí el viejo revólver del calibre 38, alzándole  hacia las personas que se marchaban.

Apretó el gatillo una vez, la bala impacto contra la espalda del Señor Ash, nuevamente volvió a apretar el gatillo una segunda vez, fue entonces la espalda de Lu quien recibió el proyectil. Por tercera vez apretó el gatillo de nuevo, esta vez fue Cleo quien cayó abatida. Como en una nube se acercó a los cuerpos, usando las tres balas restantes del arma sobre el cuerpo y cabeza del señor Ash, comprobando luego que ambas chicas también habían perecido por el disparo... Cuando entró en si de lo que había hecho se llevó las manos a la cara horrorizado, no por haber matado al señor Ash, sino por haber matado a esas dos jóvenes… Las quería para sí y ahora estaban muertas. Quedo sentado en un banco mirando los cuerpos.

Cuando se recuperó se quedó pensativo un momento, consciente de que tendría que variar sus planes, ya que ahora no era un solo cuerpo el que tendría que hacer desaparecer, sino tres. El Vicario no estaba nada tranquilo, sentía el mordisco de los remordimientos, no por matar a ese monstruo, pero si por ambas jóvenes que a sus ojos poca o escasa culpa tenían del lavado de cerebro al que sin duda habían debido de ser sometidas para acertar lo que aceptaban de ese hombre.

Fue a buscar su camioneta, tardo unos veinte minutos en cargarla con más tela plástica y más rollos de cinta para envolver. Cuando regreso con los rollos de tela cargados al hombro, y las bobinas de cinta en las manos entro en la iglesia sin mirar al frente, mirando al suelo para evitar pisar el más que posible gran charco de sangre que ya debía de haber. En la primera vez que levanto la vista todo lo que llevaba se le cayó al suelo, después fue él quien quedo sentado sobre este mientras a su espalda las puertas de la iglesia se cerraban de un portazo. Su cara estaba blanca, sus labios temblaban rezando de carrerilla todas las plegarias que conocía, rezándole a Dios para que aquello que veía fuese mentira o fruto de su imaginación.

Sentado sobre el Altar se encontraba el señor Ash, en su mano izquierda sostenía dos correas, dada una de ellas sujeta al collar de perro que tenían Cleo y Lu por única vestimenta. Ambas estaban sentadas completamente desnudas a los pies de su amo, mirándole con una sonrisa maligna. El señor Ash hablo para el Vicario por espacio de veinte minutos, mientras este se apretaba gimotearte contra las puertas de salida sin dejar de recitar cuanta plegaria o rezo a Dios se le ocurría. Cuando el señor Ash termino de hablar se puso de pie, hizo que sus perras se levantasen y apartando con suavidad al enloquecido Vicario, salieron de la iglesia los tres, perdiéndose en la noche, riéndose de una forma que solo podría ser catalogada como “maléfica”…

Tres días después la policía estatal de Delaware tenia tomado el pueblo, este se llenó también con unidades móviles de las principales cadenas de televisión, y no solo cadenas estatales, sino nacionales e incluso de otros países. Cinco mujeres habían sido asesinadas por sus maridos junto a tres de las hijas de estas, el vicario de la congregación había aparecido ahorcado en su iglesia y unos videos de orgias de varios miembros femeninos de la “secta” se habían hecho públicos. En ellos aparecían las víctimas, incluso el mismo pastor y varias otras personas muy respetables de la población en actitudes de lo más censurables, se creía que esos videos fueron los que desencadenaron la tragedia. Había sido un terrible escándalo…





Tres personas alquilaron una casa en una pequeña población del estado de Colorado, eran el señor Ash, nuevo profesor del instituto de la localidad, y sus dos hijas, las jóvenes adolescentes, Cleo y Lu. Varias vecinas acudieron a su casa para darles a bienvenida al barrio, todas ellas quedaron encantadas con la cordialidad y la atrayente personalidad del profesor, así como lo que parecía ser un impresionante físico bajo aquellas ropas.

Mientras, sus dos hijas, Cleo y Lu terminaban de meter a la casa varias cosas que aún quedaban en el coche. En ese instante varios jóvenes pasaban ante la casa y se quedaron mirando fijamente a ambas chicas, estas les saludaron, yéndose luego hacia su casa con su mejor contoneo. Algo se despertó en todos aquellos jóvenes al ver como ambas chicas movían sus culitos al andar, sintieron punzadas de deseo, sus virilidades se despertaron…





Mi nombre es Asmodeo, soy el Demonio de la lujuria, mis dos esclavas son Cleopatra Filopator y Lucrecia Borgia, dos de las mayores zorras asesinas de la historia. Fueron sus actos asesinos y lujuriosos en vida, los que las llevaron a mi servicio en la muerte. Vago por el mundo con mis perritas haciendo que se puedan convertir en realidad los más oscuros deseos y ambiciones de quienes se cruzan con nosotros… Quizá dentro un tiempo tengas suerte… y esa persona seas tú.







QUIZÁ LA PRÓXIMA VEZ, SEA TÚ HISTORIA LA QUE SE CUENTE…

1 comentario:

doctorbp dijo...

Un relato pesado con un más que digno final.

Ya durante los surrealistas acontecimientos del relato pensé que lo único que podía salvarlo era el final que precisamente ha sido.

Al texto le pesa que intenta vendernos ese comportamiento demoniaco como humano.
También la ausencia de diálogos hace que sea bastante pesado de leer.

La idea es buena, pero la ejecución podría ser mejor. De hecho, sin ese final, el relato habría sido malillo.

Por último, se nota que hay mimbres para escribir bien, por lo tanto, deduzco que algunos errores son simplemente por falta de revisión. Algunos signos de puntuación y, sobre todo, acentos quedan en el debe.