Desde
entonces, y mientras la demanda no baje, estamos rodando una escena a
diario. Dicen que nuestro éxito radica en la química que hay entre
los dos y en nuestra imagen de vecinos de al lado. Todas las
productoras de cine para adultos se nos disputan y nuestro caché ha
aumentado de forma desorbitada.
Por
aquello de la variedad, de vez en cuando alguna chica rueda con
nosotros para hacer un trio y un dúo lésbico con Tania. Otras
veces añaden a algún tío, con el que comparto todos y cada uno de
los agujeros de mi partenaire habitual. Oral, anal, doble
penetración…, para ella nada es tabú y a mí me da mucho morbo
ver como se entrega a otros hombres.
De
un tiempo a esta parte, durante los descansos, hemos comenzado a
intimar. Ella me cuenta cosas de su vida, yo le hablo de las mías. Conversaciones de colegas que, para mí, han pasado a ser mucho más.
Estoy descubriendo la chica sencilla que hay en ella y no a la
estrella del porno que todo el mundo ve. Sin querer, me he empezado a
enamorar.
Ha
sido imaginarla como algo más que una compañera de trabajo y me he
comenzado a meter tanto en las escenas que los directores no paran de
elogiar mi buen hacer. Ellos no saben varias cosas: mis besos son de
verdad, cuando le hago el cunnilingus buscó su disfrute y cuando
la penetro toco el cielo.
Por
lo que me ha contado no tiene pareja, sus noches son iguales de
solitarias que las mías. Sé que puede parecer una locura, pero lo
de ser los “porno-stars” de moda pasara y dejaremos de vernos;
así que antes de que esto suceda, he decidido pedirle una cita.
Le
he comprado un ramo de rosas para que sea todo más romántico. Al
acercarme a su camerino, le escucho hablar con alguien.
—… no
debes ponerte así. Vuestras películas siguen siendo las más
solicitadas y dice Phill que tenéis trabajo para largo.
— Sé
que es mucha pasta. ¡Pero es que estoy hasta el coño de Mássimo!
Es el tío más pusilánime que me he echado a la cara. Ahora le ha
dado por contarme su vida…. ¡Si supieras la de gilipolleces que me
dice!...
Las
flores van a parar a una papelera, junto con algún pedazo de mi
corazón.
La
escena de hoy incluye un anal. Inusualmente no empalmaba y me han
tenido que dar un par de tabletas azules. Mientras sus labios
buscan los míos, enreda sus piernas en torno a mi espalda y mi
polla atraviesa brutalmente su recto, un único pensamiento se
apodera de mi mente: “Solo puedo follar con ella, ¡pero nunca me
querrá y no será mía!”
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